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Genero, Corridas De Toros Y Antropología: Teorizando Sobre Las Mujeres Torero.

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Sara Pink

Dos temas principales han dominado el tratamiento de las corridas de toros en las ciencias sociales. En los informes antropológicos, se tiende a representar esta actividad como un “ritual simbólico” y a los antropólogos se les ha asignado la tarea de desenmarañar su significado. Las interpretaciones psicológicas se han preocupado más de definir el “tipo de carácter del torero”. El género ha sido un asunto secundario respecto a esas interpretaciones ya que sus marcos teóricos dependen del sexo del varón y del genero masculino del torero. El desarrollo histórico de los puntos de vista psicológico y antropológico no han sido enteramente independiente (x.e. interpretación de Conrad del toreo como” agresión desplazada contra el toro como símbolo por excelencia de poder y autoridad”, que reaparece en estudios posteriores.

La noción de machismo que luego se convertirá en fundamental en la antropología de Gilmore fue definida por Ingham como defensa contra los impulsos homosexuales, afirmaba que la corrida de toros evidenciaba un conflicto entre homosexualidad y heterosexualidad ( el torero se hace más masculino a medida que avanza la corrida y el toro es feminizado por le acto de morir)

En mi opinión este conjunto de textos contiene dos problemáticos temas comunes:
  1. Tendencia a occidentalizar las corridas de toros y la cultura española
  2. Ofrecen una visión estática y supuestamente objetiva de la relación entre corrida, la representación ritual y la cultura.
Ambos no admiten a las mujeres torero ni la subjetividad y no dejan margen para la continua creación de cultura y de invención de significados.

SACRIFICIO ANTROPOLÓGICO Y LA ESCRITURA DEL RITUAL

Las interpretaciones antropológicas han tratado la corrida de toros como un ritual.

Pitt-Rivers, Douglass, Corbin y Corbin y Marvin, han propuesto las definiciones más coherentes:
  • Pitt-Rivers (seguido de antropólogos españoles Cardin, Delgado Ruiz y Romero de Solís), defiende las corridas como un intercambio sacrificial que ha sobrevivido a la sociedad moderna “racional”, considera que el ritual lo comprende mejor un observador exterior. Acepta que los símbolos son polisémicos, pero asume la fijeza del significado dentro de límites culturales o temporales. Su interpretación antropológica objetiva de la relación de la corrida con una cultura española homogénea es infundada. Según su interpretación el torero comienza su actuación jugando un rol femenino simbólico, poco a poco se va haciendo más masculino y acaba matando al toro como un “superhéroe” que quebranta el tabú de violar a una mujer menstruante.
  • Cambria ha criticado acertadamente a Pitt-Rivers por extraer ciertos aspectos de las corridas de toros, imponiendo una interpretación sexual / religiosa y aplicándola a los hombres andaluces y a las relaciones entre sexos en esa región de España.
  • Douglass compara la muerte del toro con la cópula ( ha sufrido las mismas críticas) y extiende su análisis a los medios de comunicación. Dice que la televisión muestra a todas horas corridas de toros, mostrando imágenes de la muerte, se ve “el estoque del torero entra y sale, entra y sale”, “en una especie de cópula televisada”. El énfasis en el lento movimiento de entrar y salir es equivocado. Matar es el momento clave del toreo, la acción de mayor precisión y habilidad y el momento en que el torero tiene mayor peligro, las repeticiones a cámara lenta permiten evaluar ese momento, los aficionados se concentran en la técnica. La muerte del toro no es una metáfora sexual.
Numerosas interpretaciones (antropológicas y populares) dan testimonio de que el espectáculo puede convertirse en una representación simbólica de la sexualidad humana, pero es así cuando los significados sexuales quedan incluidos expresamente en ella. La corrida en si misma, no simboliza la cópula.

De modo semejante la clasificación de la corrida y otras tradiciones españolas, como un salto hacia atrás no civilizado o irracional hacia la Europa preilustrada, constituye una “otredad” selectiva de ciertos aspectos de la cultura española que la hacen no civilizada o primitiva. Ambas designaciones son inadecuadas. La distinción anglosajón/español representa un modelo de esta variación, además dentro de las culturas, existen múltiples definiciones de ser humano, varón y civilizado, igual que sucede entre diferentes culturas. La definición antropológica de la corrida como un ritual primitivo, representa la antigua preocupación antropológica respecto a la clasificación de los tipos sociales primitivos. Al afirmar que revelan la racionalidad no civilizada de las demás culturas esta interpretación sustenta imposiciones etnocéntricas de significado simbólico.

Mitchell, de los tratamientos no etnográficos es el más problemático, emprende una indagación para identificar el perfil psicológico del torero. A su favor hay que decir que critica sucintamente las interpretaciones de Pitt-Rivers y de Douglass sobre las relaciones entre corridas-sexo. Su propia marca de empirismo lo lleva a encontrase con limitaciones. Su construcción de la corrida podría clasificarse de fantasía sexual, no deriva de las imaginaciones de los miembros de la audiencia. Libera a los espectadores de su propia mediación y subjetividad para afirmar que una relación entre espectador de la corrida y sexo debe empezar no con lo que los espectadores dicen, sino con lo que hacen. La corrida de toros tiene una semejanza estructural ( más que metafórica) con el sexo, ya que ambos requieren del impulso fisiológico. Así declara su interés por los aspectos psicosexuales de las corridas. Para Mitchell es la naturaleza experimentada de la corrida, no su significación simbólica, lo que explica el modo en que los españoles de un modo inconsciente se relaciona con ella. Describe las corridas como “ el inocente gozo de la pornografía nacional”, que relaciona con una predilección cultural por las sensaciones fuertes. Su análisis puede parecer un intento de generalizar respecto a la psicología del carácter español, su comprensión de la corrida en términos de rasgo psicológico nacional que trasciende el tiempo y el espacio. Para Mitchell, la audiencia está formada por receptores pasivos de imagineria erótica, que reacciona como una masa y la experiencia son universal, no personal o subjetiva. Su torero es un extremo de cierto tipo: el sadomasoquista.

GENERO DRAMATICO

Otras interpretaciones se han basado más en la etnografía, pero no admiten ejecutantes femeninas. Para Corbin y Corbin, el tema de la corrida es masculinidad, es análogo a la competitividad publica en que los hombres son juzgados en términos de éxito al enfrentarse a las dificultades. Pero este modelo también se aplica a las mujeres. En los años 90, las mujeres intelectuales, profesionales y políticas, también son admiradas por muchos por resolver problemas en el ámbito público, deben las mujeres demostrar que son competentes para enfrentarse a las distintas situaciones publicas y profesionales cuando compiten con los hombres para puestos de trabajo.

Marvin, define la corrida como drama relativo a la masculinidad y como un ritual, en el sentido que Lewis da al término: un drama que provoca respuestas emocionales en la audiencia y que afecta emocionalmente a los ejecutantes.

Pitt-Rivers ha considerado la corrida como una reivindicación de la masculinidad pero cree que las mujeres torero son compatibles con esta lectura del simbolismo de la corrida.

Marvin demuestra cómo las mujeres torero, pueden romper la estructura ritual del acontecimiento. Las mujeres torero, que sus informantes consideran impropias y fuera de lugar, no pueden comunicar su mensaje que es una afirmación bajo forma dramática de lo que significa ser un ser humano de sexo masculino en esta cultura andaluza.

La autenticidad de las respuestas emocionales, provocadas en el ejecutante y en la audiencia, depende de la masculinidad biológica del torero, cuando es mujer, no hay ambiente (atmósfera cargada emocionalmente) en la corrida.

Las cualidades que Marvin describe como esenciales para ser un hombre han sido incorporadas también a la construcción andaluza contemporánea de la feminidad. Marvin está de acuerdo con el punto de vista de Corbin, que dice que la hombría tiene una base fisiológica, la fortaleza de carácter se equipara a “tener pelotas”, lo que utiliza para afirmar que la mujer torero que no tiene testículos presenta un problema de clasificación, que hace que los aficionados nieguen su feminidad. Para los informantes de Marvin, este argumento puede valer, pero entre los andaluces que admiran a las mujeres “que tienen cojones”, esto es menos convincente.

La identidad tiene género, pero lo masculino/ femenino no necesita estar relacionado a la distinción sexual entre varón y mujer, nada puede prejuzgarse.

La mujer torero ( se refiere a Cristina Sánchez en una entrevista en The Guardian) no encuentra impropio al afirmar que es tan valiente como un hombre, utilizar la metáfora de los cojones para referirse al tipo de bravura que exhibe. La idea de que una mujer pueda tener pelotas metafóricas se aplica a otros discursos sobre las cualidades y comportamientos en Andalucía ( x.e. decir que una mujer es cojonuda, es una apreciación positiva) Es una regla en España, considerar que los órganos de las mujeres se utilizan para indicar debilidades mientras que los órganos masculinos se asocian con la fuerza de carácter y la corrección social. Estos términos no están relacionados necesariamente con la masculinidad y la feminidad.

Marvin también afirma que las mujeres no solo no deberían ser públicamente ten decididas en sus tratos con los hombres, sino que tampoco deberían ser vistas compitiendo con hombres.

Los estereotipos de género reiterados en los discursos e imagineria tradicionales de la corrida, no corresponden necesariamente a la manera en que hombres y mujeres conceptualizan o viven los roles de género en los círculos sociales taurinos. Las mujeres están empezando a jugar, cada vez roles más activos, decisivos, productivos e influyentes en el mundo taurino.

¿MUJERES EN EL TOREO O TOREO DE MUJERES?

El supuesto teórico según el cual la estructura ritual de las corridas de toros prohíbe la aceptación de las mujeres torero, implica que sus actuaciones no puedan definirse “rituales”, pero este modelo choca con la presencia empírica de mujeres torero en el ritual. La participación de mujeres, invalidaría las interpretaciones antropológicas de la corrida como ritual de la masculinidad.

La corrida de toros es una representación visual y emocional que puede ser interpretada subjetivamente según una variedad de modelos de masculinidad y feminidad.

Así se propone investigar sobre los significados de la representación (no los símbolos respecto a la cultura) para los que participan en ella como actores y audiencia. Hay un gran debate sobre las mujeres torero y la opinión del aficionado es variable y múltiple. Vamos a considerar la corrida de toros en un contexto de masculinidades y feminidades múltiples, para dar cuenta de las diversas posturas.

Esto no hace irrelevante el discurso tradicionalista, la idea de Marvin de que el ambiente de la corrida cambia con el sexo biológico del torero es fundamental, otros temas son:
  • Comunicación ejecutante y audiencia
  • Consenso de la audiencia
  • El argumento de que las mujeres torero no producen el ambiente asociado a una buena actuación pues biológicamente son hembras.
Por ello las perspectivas tradicionalistas y la falta de consenso de la audiencia, siguen planteando problemas prácticos para las mujeres torero.

LA REPRESENTACIÓN Y LA CORPOREIZACION DE LOS ACTORES

La actuación como representación

Un examen de cómo cambia la actuación y el ambiente si torea una mujer es muy interesante. Consideraremos la corrida como actuación dramática.

Pitt-Rivers ha sugerido semejanzas entre corrida y teatro, opina:
  • El sexo de los actores es irrelevante y como en el teatro el genero es intercambiable.
  • El análisis es problemático, porque basa su comprensión del significado de las mujeres torero es su lectura del simbolismo de las corridas.
  • No es capaz de ver las diferencias fundamentales entre corridas y producciones teatrales.
La corrida no se representa, las diferencias actor-torero son esenciales para la comprensión de la atmósfera emotiva. En la corrida el peligro es mortal, no evocado como en el teatro.

En el análisis de Marvin el actor debe ser hombre y el drama de la corrida es parte de una representación más amplia de la vida del torero, que vive su rol, no sólo en la plaza, sino en su vida cotidiana. Para Marvin esto implica la exclusión de las mujeres. De todos modos muchos aspectos del drama y experiencia que Marvin asocia a masculino, pueden relacionarse también a la experiencia femenina contemporánea. La mujer torero tampoco es un actor, el drama se refiere a ella como persona, una mujer que actúa se representa a sí misma. En la España actual se impugnan los roles de género y no hay consenso sobre la cultura, ni entre aficionados sobre los roles que debería adoptar una mujer. Para algunos la corrida podara representar un modelo de la feminidad contemporánea.

Representación y presentación

Se ha subrayado antes el modo en que puede ser interpretada la corrida de toros, como una historia que corre pareja con ciertos modelos de éxito en la vida social. A la vez es un acontecimiento en el que la habilidad del ejecutante se juzga según unos criterios fijos. Esto constituye una presentación directa de las habilidades de los ejecutantes en las que arte, técnica y conocimiento se corporalizan y se expresan a través de ellos. Las mujeres toreros, llevan a cabo un rol en y no con sus cuerpos. En la corrida el cuerpo del actuante es un cuerpo expresivo. Algunos no aceptan que el cuerpo femenino sea portador de esas realizaciones masculinas. Esto ha de relacionarse con la afirmación de los aficionados de que la mujer no puede evocar el “ambiente” de una corrida “pura”.

La autora desde su punto de vista, sugiere que el cuerpo es fundamental cuando se trata de las mujeres torero, en las interpretaciones en cuanto a representación dramática y presentación del talento individual.

Los ciclos vitales de las mujeres en España son diversos y variados. Las mujeres utilizan sus cuerpos en una gran variedad de maneras diferentes y coexisten modelos plurales de éxito femenino. Las mujeres torero completan sus planes respecto a sus carreras personales y profesionales particulares, sus estrategias pueden implicar usos y modos muy diferentes de experimentar sus cuerpos y sus personalidades respecto a x.e. mujeres cuyos planes vitales dan prioridad a tener hijos y cuidarlos.

Los diferentes aficionados y miembros de la audiencia interpretan al cuerpo femenino de diversos modos. Algunas imágenes femeninas marginadas anteriormente en la iconografía del toreo están obteniendo aceptación al convertirse en símbolos dominantes en la cultura popular.

Los intentos por definir el significado simbólico de las mujeres torero no es una empresa valida, propongo considerar por qué diferentes significados particulares quedan inscritos en su iconografía, centrarnos en como se experimentan y se hacen significativas las actuaciones visuales de los cuerpos sexuados de los toreros.

Esta claro que el sexo biológico es importante, la audiencia acostumbrada al hombre puede ver difícil hacerse con el cuerpo de una mujer. Si empatizan con el cuerpo de la mujer, entonces el “ambiente” de la corrida, puede no ser el esperado. Los miembros de la audiencia, se identifican con diferentes cuerpos sexuados de manera diferente y esto puede ser un factor determinante del tipo de ambiente que ellos perciben.

Para muchos aficionados la cuestión sigue siendo el sexo biológico de los actores mas que su sexualidad. Se supone o se sabe que muchos toreros son homosexuales, pero no crea esto una categoría ambigua para los aficionados tradicionalistas. La homosexualidad tampoco es motivo de escándalo en los medios de comunicación, y no se tiende a feminizar conceptualmente a los toreros homosexuales. Los aficionados especulan poco con la homosexualidad. La experiencia física de la sexualidad masculina se asociaba con la experiencia del toreo (x.e. eyaculación en una actuación intensa. Sobre estas bases fisiológicas los aficionados incorporarían a los hombres homosexuales a su perspectiva del toreo, mientras que automáticamente excluirían a las mujeres.

Así el cuerpo femenino es considerado inadecuado para el toreo en términos de composición, funciones, y experiencia del cuerpo de la mujer. Los argumentos contra el toreo femenino, tienden a concentrarse en la fisiología femenina y a naturalizar la diferencia de genero. Las mujeres torero y sus partidarios se enfrentan a sus oponentes afirmando que carecen de razón y documentación. El tema en juego es si las mujeres se ven limitadas por su fisiología y por su inteligencia.

Los que piensan que la inteligencia femenina no puede comprender el toreo, dotan de genero a la inteligencia, a la emoción y al miedo, dice que la mente femenina no puede dirigir su cuerpo como si fuera masculino. A mujeres torero con éxito se les concede cuerpo de mujer pero mente de torero (masculina), podría argumentarse que el miedo femenino, combinado con la inteligencia femenina son incapaces de juzgar correctamente el toreo. El cuero es fundamental para el modo en que se supone que los actuantes interiorizan, racionalizan y expresan el toreo.
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