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La idea y el principio de la relatividad lingüística. Primeros desarrollos.

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El principio de la relatividad lingüística

Whorf: enuncia el principio de la Relatividad Lingüística en una serie de artículos publicados en “Technology Review”. MIT, 1940-1941. La influencia de Sapir y el eco de las ideas de Einstein pueden aducirse como motivos de la enunciación de este principio. Otra influencia destacable es la Teoría de la Gestalt. Whorf sostiene que es “el fondo de experiencia gramatical de nuestra lengua materna lo que incluye no solamente nuestra forma de construir proposiciones, sino también el modo en que disecamos la naturaleza, separamos el influjo de la experiencia en objetos y entidades para construir proposiciones sobre ellas”.

Franz Boas y las categorías gramaticales como sistemas de clasificaciones

Recoge la influencia de Kant, Herder y Wilhem von Humboldt. Para él, “en toda habla articulada (…) cada grupo de sonidos tiene un significado fijo. Las lenguas difieren no sólo en el carácter de sus elementos fonéticos constituyentes y en los racimos de sonidos, sino también en los grupos de ideas que encuentran expresión en grupos fonéticos fijos”. Por otro lado, sostiene que “bajo el lenguaje articulado subyace una amplia clasificación de experiencias”.

“La limitación del número de grupos fonéticos que expresan ideas distintas es una expresión del hecho psicológico de que muchas experiencias individuales nos parecen representativas de la misma categoría del pensamiento.

En cierta manera este rasgo del pensamiento y del habla humanos es comparable con la limitación de la serie completa de posibles movimientos articulatorios y que resulta de la selección de un número limitado de movimientos habituales. (…) Es el uso rápido y automático de las articulaciones lo que ha provocado que sólo un número limitado de articulaciones, cada una con una variabilidad limitada y un número limitado de racimos de sonidos, haya sido seleccionado a partir de un rango infinitamente grande de posibles articulaciones y racimos de articulaciones, de forma que el número infinitamente grande de ideas ha sido finalmente reducido por medio de la clasificación a un número menor, que por uso constante ha establecido asociaciones firmes y que puede ser usado automáticamente”.

Características generales del lenguaje que quedan subrayadas en el análisis que Boas hace de la fonética:
  1. Cada lengua selecciona un número limitado de sonidos. Ello permite la comunicación rápida al posibilitar que lleguen a ser automáticos los movimientos requeridos para producirlos.
  2. En contra de lo que se creía en su época, Boas sostiene que las llamadas lenguas primitivas logran, al igual que cualquier otra lengua, una comunicación fácil por medio del uso de un conjunto limitado de fonemas.
  3. Los elementos fonéticos, considerados como unidades, se ejecutan de forma inconsciente.
De la diversidad a la relatividad en la gramática de las lenguas

Concepto de categoría: se convierte en nuclear para la aplicación del principio de relatividad lingüística. Permite entender cada lengua como un sistema de clasificación.

Boas cuestionaba la separación que en las lenguas indoeuropeas se hacía entre los contenidos materiales de las frases (representados por sujetos y predicados. Se les otorga la expresión de un número ilimitado de ideas. De ellos se ocupa la lexicografía) y los elementos modificadores (se les concede muy poca virtualidad expresiva. De ellos se ocupa la gramática). Subraya que en las lenguas americanas la distinción entre lo gramatical y lo lexicográfico se hace oscura. Por ejemplo, en la lengua tsimshiana hay elementos adverbiales que no tienen entidad independiente. Van adheridos a otros elementos y se supone que son elementos que modifican los verbos. De esta forma, aunque el número de verbos de movimiento es muy limitado, cuando éstos aparecen combinados con los elementos adverbiales señalados su número se hace enorme.

El género, el número, el caso y otras categorías

En las lenguas indoeuropeas, las categorías nominales clásicas son, el género, el número y el caso. Boas indica que en las lenguas amerindias no tiene validez esa clasificación. El género no aparece en muchas lenguas, los nombres no tienen por qué estar divididos según ciertas clases. Por ejemplo, los algonquinos clasifican los nombres en animados e inanimados, aunque los elementos de esta clasificación no coinciden con el orden natural, pues clasifican como inanimados a ciertos animales pequeños y como animados a algunas plantas. El número tampoco es indispensable. Hay lenguas que no poseen esa distinción (por ejemplo: Kwakiult), en otras (sioux), la distinción entre singular y plural sólo se aplica a los seres vivos. Con el caso sucede algo semejante.

Del estudio de las categorías gramaticales de las lenguas americanas se desprende que:
  1. Las categorías gramaticales de las lenguas indoeuropeas no pueden considerarse como las categorías naturales de las lenguas.
  2. Cada lengua es un sistema de clasificación. La lengua hace posible una expresión particularizada del pensamiento.
  3. Estos sistemas de clasificación tienen un origen inconsciente y permanecen casi siempre al margen del control consciente.
Edward Sapir y las formas implícitas en las lenguas

“Si los esquimales y los hotentotes no tiene una noción correspondiente a la que nosotros llamamos causalidad, ¿se sigue de ello que su lengua es incapaz de expresar la relación causal? En absoluto. (…) El estudio lingüístico nos hace tomar conciencia de la relatividad de la forma de pensamiento y de esta manera cumple una tarea de liberación, pues es siempre la adhesión obstinada a lo absoluto lo que encadena el pensamiento”.

Relativismo de Sapir:
  1. Las lenguas realizan un análisis de la experiencia.
  2. Es la forma implícita en toda lengua lo que hace posible ilustrar ese análisis.
  3. Por medio de los métodos comparativos se llega a tomar conciencia de la relatividad de los conceptos y, por ende, de la diversidad de las formas del pensamiento.
Las lenguas canalizan la experiencia

Interés por la forma. Sapir pretendía con ello lograr el reconocimiento de la lingüística como ciencia. Creía que ese reconocimiento se podría lograr por dos vías: mostrando la naturaleza de los cambios lingüísticos, especialmente aquellos que están en correlación con las fases de la evolución cultural o tomando como objetivo la exploración de la forma. El opta por esta segunda opción. Se apoya en la Psicología. Es un defensor de la idea de la unidad psíquica de la humanidad. Por otra parte, sostiene que todas las lenguas poseen un sistema fonético particular, sus expresiones están integradas en una red sutil de formas bien dispuestas. A la metáfora de la red, añadirá Sapir las analogías con un sistema de números o con un sistema de ejes de coordenadas, características de la matemática. Concluye defendiendo la necesidad de apoyarse en la lengua para penetrar en el conocimiento de una cultura. Para él:
  1. Los seres humanos se encuentran sometidos a las exigencias de una lengua particular, medio de expresión de su sociedad.
  2. El contacto con la realidad no ocurre sin el lenguaje.
  3. El mundo real está fundado en gran medida en los hábitos lingüísticos del grupo humano.
  4. Los mundos en los que viven las distintas sociedades son tan distintos como las lenguas que utilizan.
Estas ideas constituyen el contenido de lo que más tarde se denominó “primer principio de la relatividad lingüística”. Sapir se limitó a enunciarlo.
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