Es importante que Japón y otros países asiáticos se están convirtiendo en potencias económicas, sobre todo por cómo lo están consiguiendo. Las tres naciones industriales más grandes a finales del siglo XX, los EE.UU., Japón y Alemania, tienen formas muy diferentes de lo que solíamos entender por capitalismo democrático.
Japón tiene élites más influyentes y homogéneas que ningún otro país, y en muchos sentidos tiene menos democracia que las naciones industriales occidentales. Hay una economía planificada organizada por burócratas del gobierno y una élite corporativa unida en poderosos grupos monopolistas, sin la propiedad familiar privada de los medios de producción que supuestamente es característica del capitalismo.
Alemania es quizá aun más diferente en comparación con los EE.UU. Desde la 2ª G.M. Alemania tiene un derecho laboral desarrollado con poderosos consejos de trabajadores en todas las empresas y sindicatos muy fuertes. Todo ello proporciona influencia a los trabajadores alemanes en la dirección y funcionamiento de las empresas, así como en la dirección de la economía en general. La mayoría de los capitalistas estadounidenses nos diría que esta situación no puede crear una economía competitiva poderosa, pero Alemania se reconstruyó con estas leyes laborales y sus poderosos sindicatos hasta llegar a convertirse en la tercera gran potencia económica después de Japón y los EE.UU.
Los EE.UU. son un país capitalista muy peculiar: presentan mucha menos implicación gubernamental en la economía que Japón y Europa, pero hay mucha más propiedad privada de acciones corporativas. En Japón y sobre todo en Europa, los gobiernos poseen grandes % de las corporaciones. En comparación con Europa y Japón las leyes laborales son muy limitadas y los sindicatos sumamente débiles. Los EE.UU. presentan el mayor grado de desigualdad de la renta entre las naciones industriales, mientras los grados de desigualdad de Japón y Alemania figuran entre los más bajos del mundo.
Entre los cambios que presenta el «nuevo orden mundial» algunos serán beneficiosos a la larga para los humanos, p.e. las grandes guerras mundiales del tipo de las del siglo XX han quedado obsoletas. Las dos guerras mundiales las provocaron naciones que querían quedarse con tierra y recursos de otros países: Japón, Alemania e Italia creyeron que tenían que hacerse con tierra y recursos de otras regiones del mundo ya controladas por otras potencias coloniales anteriores. Los EE.UU. no tuvieron necesidad de tomar recursos de potencias coloniales anteriores porque podían tomar tierra y recursos de los indios americanos. En una economía mundial de la información y la alta tecnología, las guerras por la tierra y las materias primas, al menos para las naciones económicamente más avanzadas, ya no tienen sentido.
Es probable que se intensifique la competencia económica a través de guerras comerciales a gran escala. El conocimiento tecnológico, su aplicación y las formas más eficientes de organización socio-política-económica han adquirido la importancia que antes tenían los tanques. Los sistemas de estratificación social son un aspecto central de estas formas diferentes de organización social.
Con seguridad habrá guerras en el futuro del moderno sistema mundial; probablemente relacionadas con el hambre y el grado cada vez mayor de desigualdad en el mundo (el 20% más rico del mundo posee el 85% de la riqueza - el 20% más rico recibe 150 veces la renta del 20% más pobre). Los ricos son más ricos y los pobres más pobres, no sólo en EE.UU., sino también a escala mundial.
Moderno sistema mundial = sistema de poder y de roles económicos desiguales entre naciones, similar a un sistema de estratificación internacional, que se viene desarrollando desde el siglo XVI.
CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA DE ESTRATIFICACIÓN MUNDIAL
No sería hasta después de mediados del siglo XX cuando comenzó a surgir abundante literatura sobre lo que conocemos como el sistema de estratificación mundial.
La naturaleza básica del sistema de estratificación mundial comienza con la división internacional del trabajo. A diferencia de la visión tradicional de que los sistemas económicos se corresponden con fronteras nacionales o políticas, una división económica del trabajo atraviesa estas fronteras y agrupa a todos los territorios nacionales dentro de un sistema económico.
El punto clave es que, una vez que reconocemos que existen relaciones de propiedad capitalista y una división ocupacional del trabajo más allá de las fronteras nacionales, también reconocemos que existe un sistema de estratificación mundial. La unidad de análisis principal ha pasado de ser las clases dentro de las naciones, a las naciones que son como las clases.
Las tres principales posiciones de clase en el sistema de estratificación mundial:
Merece la pena hacer hincapié en que el sistema de estratificación mundial es un tipo de sistema de clases basado en la relación de una nación con las fuerzas mundiales de producción.
La posición de clase en el sistema mundial se define con respecto a:
Al igual que un sistema de clases dentro de una nación, las posiciones de clase en relación con el sistema económico mundial generan una distribución desigual de las recompensas o recursos. Las naciones centrales reciben la mayor porción del excedente de producción, mientras las periféricas reciben la menor. Las naciones centrales suelen comprar a bajo precio materias primas y otros productos a las naciones periféricas, mientras les exigen precios altos por sus exportaciones.
Chirot enumera los beneficios más importantes que obtienen las sociedades centrales de su dominación sobre la periferia:
DESARROLLO DEL MODERNO SISTEMA MUNDIAL
Según Wallerstein en la historia sólo han existido dos tipos de sistemas mundiales: el imperio mundial (p.e. Imperio Romano, de Alejandro Magno) y el actual sistema económico mundial.
La principal diferencia entre un imperio mundial y una economía mundial es que el objetivo principal del primero es la dominación política y la económica. En cambio, las élites centrales del moderno sistema mundial son élites económicas, preocupadas por los beneficios económicos. En el moderno sistema mundial, un país sometido no suele estar totalmente controlado por las élites centrales, ni ocupado por un ejército extranjero, ni es obligado a pagar impuestos al país dominante. Todo esto es bastante ineficaz en términos del objetivo que persiguen las élites centrales, que es obtener beneficios.
España y Portugal perdieron pronto su liderazgo ante Inglaterra, los Países Bajos y Francia. Eso sucedió porque era demasiado caro dominar política y militarmente un elevado número de países del mundo. En suma, España y Portugal se expandieron en exceso y perdieron su posición de poder en el moderno sistema mundial.
Esto no significa que algunos países centrales del moderno sistema mundial de hoy en día no intenten ejercer un poderoso dominio sobre las naciones periféricas y controlarlas como si fueran sus colonias. Entre el control que un país dominante intenta ejercer en un imperio mundial y en el moderno sistema mundial, la diferencia es cuestión de grado.
Boswell descubrió que cuando se expande la economía mundial y las naciones centrales experimentan prosperidad económica existe menos colonización, e.d. las naciones centrales no intentan ejercer mucho control sobre „sus naciones periféricas„. Pero durante períodos de recesión económica estas naciones centrales suelen intentar ejercer un mayor control colonial, para evitar que otras naciones centrales tengan relaciones económicas con sus «naciones periféricas».
Una breve historia del conflicto y de la hegemonía en el centro
Dado que no todas las naciones centrales son iguales en riqueza y poder, surgen conflictos entre ellas, sobre todo con respecto a sus diferentes pretensiones de hegemonía en las zonas periféricas del mundo.
Desde que nació el moderno sistema mundial siempre ha existido una serie de naciones centrales que compiten entre ellas por la dominación económica, la hegemonía sobre las naciones periféricas y el acceso a los recursos mundiales. A veces el conflicto es más abierto y letal con alianzas entre ellas; otras veces una nación central alcanza, aunque no por mucho tiempo, una clara dominación económica sobre otras naciones centrales.
Wallerstein considera que una nación central domina a las demás cuando tiene durante mucho tiempo un liderazgo simultáneo en las tres siguientes dimensiones económicas:
Según Wallerstein desde que comenzara a existir el moderno sistema mundial en los siglos XV y XVI ha habido sólo tres períodos breves en los que una nación central llegó a la cima, y cada período duró menos de 100 años:
I. Holanda en el siglo XVII - España y Portugal intentaron alcanzar esta posición dominante, pero fracasaron al expandirse en exceso con demasiados compromisos militares y territorios coloniales. Los holandeses lograron esta dominación tras su revolución política que instauró un Estado modernizado que apoyaba a los capitalistas, un nuevo sistema financiero que algunos historiadores califican de «revolucionario», así como el desarrollo de nuevas tecnologías, sobre todo en la industria de la construcción de barcos. La industria naviera holandesa contribuyó a fomentar la dominación económica porque aumentó la exportación a otras naciones, y la flota holandesa proporcionó una ventaja en la carrera por las colonias. La dominación en la productividad también disminuyó con el aumento de su nivel de vida, lo que propició un aumento de los costes de producción, haciendo menos competitivos sus productos. Una vez perdida la dominación en el área de la productividad, pronto perdió la dominación en el área del comercio, y se erosionó también la dominación financiera.
II. Inglaterra y Francia, en vías de industrialización, copiaron los nuevos métodos de producción y banca de los holandeses y comenzaron a desafiar la dominación económica holandesa. Los banqueros holandeses descubrieron en estas naciones un potencial mayor para obtener ganancias y el flujo de las inversiones de capital se dirigió sobre todo a Inglaterra. Esta salida de capital dañó aún más la posición económica de los holandeses, si bien supuso un aumento de las ganancias para sus banqueros.
Los holandeses habían luchado a menudo contra los británicos, pero a principios del siglo XVIII se convirtieron en sus aliados. Fue la inversión holandesa en Inglaterra, lo que hizo que este país avanzara en las áreas de la productividad y el comercio, y fue el apoyo militar holandés lo que ayudó a los ingleses a derrotar a Francia.
Lo que perjudicó a los franceses fue su estructura política obsoleta y su rígido sistema de estratificación dominado por la vieja aristocracia agraria. La revolución burguesa de 1789 llegó demasiado tarde como para alcanzar la dominación en la nueva era del mundo moderno y la competencia capitalista.
Con la dominación británica durante el siglo XIX (1815-1870) sobrevino de nuevo una relativa estabilidad en el sistema mundial. Fue un período de expansión británica por todo el mundo, mediante la cual obtuvo muchas colonias en Asia, África y el Nuevo Mundo. Su sistema colonial, extremadamente grande, sobrecargó al ejército británico, cuyo coste también contribuyó a su decadencia económica.
III.Cuando Inglaterra perdió su posición dominante sobrevino de nuevo un gran conflicto entre las naciones del centro. Gran Bretaña y Francia se aliaron; Alemania, Japón e Italia representarían la nueva amenaza a su hegemonía en el mundo, países tardíos por lo que respecta a su desarrollo. Fue la unificación de Alemania e Italia a finales del siglo XIX, lo que propició el ascenso de estas dos naciones, y en Japón la Restauración Meiji, que comenzó en 1864 y llevó a la industrialización.
Pero en el moderno sistema mundial de 1900 había una gran diferencia en comparación con el de 100 o 200 años antes: todas las naciones centrales tenían bajo su dominación la mayoría de las áreas periféricas del mundo. En 1914 Europa central tenía un 85% del territorio del mundo. Si una nueva nación central quería áreas periféricas para explotar y extraer recursos económicos, debía dirigir su mirada hacia las naciones centrales. Y esto es lo que empezaron a hacer los alemanes, los italianos y los japoneses en la primera mitad del siglo XX, preparando así el camino a la 1ª y 2ª G.M.
En EE.UU. la derrota del sur agrícola en la Guerra Civil dio más poder a las élites industriales del norte, quienes presionaron al gobierno para establecer políticas que propiciaban la expansión industrial. Los banqueros británicos invirtieron en EE.UU. debido al relativo declive de la economía británica. Al igual que los holandeses y los británicos en el momento de su ascensión a la posición de nación dominante, los EE.UU. tenían un presupuesto militar muy pequeño.
Fue la entrada de EE.UU. en la 1ª y 2ª G.M. lo que hizo que los aliados ganaran a Alemania, Italia y Japón. Un factor clave de la victoria aliada en la 2ª G.M. fue la pronta captura de la máquina de codificación secreta que habían desarrollado los alemanes y luego dejaron a Japón. Pero fue la capacidad industrial de los EE.UU. durante la 2ª G.M. el factor más importante que llevó a derrotarlos; en 1943 fabricaban un avión cada 5 minutos.
Después de la 1ª G.M. los EE.UU. comenzaron a ocupar el puesto de Inglaterra como nueva nación central dominante. Con Europa y Japón en ruinas después de la 2ª G.M. tuvo la oportunidad de dominar el moderno sistema mundial, más que cualquier otra nación en la historia. Junto a esta dominación económica, los EE.UU. lograron la dominación militar convirtiéndose en «la policía del mundo», al proteger las áreas periféricas que sus élites económicas consideraban importantes.
La competencia en la posguerra: auge y caída de la Unión Soviética
Las fuerzas americanas y británicas se reunieron en Berlín y dividieron Alemania: los estadounidenses, los británicos y los franceses ocupaban Europa Occidental y los soviéticos Europa del Este. Al término de la 2ª G.M. la Unión Soviética se movió rápidamente y tomó regiones del noreste de Asia tras la derrota japonesa. Los soviéticos tenían en mente crear una nueva alianza contra el bloque capitalista del centro.
La deliberada pretensión de Lenin, Stalin, Trotsky y otros bolcheviques era crear un estado comunista donde no existiera la propiedad privada de los medios de producción. Antes de la revolución de 1917 Rusia era un país bastante atrasado que luchaba por modernizarse e industrializarse.
El estado comunista pudo crearse en parte debido a la ausencia de una clase capitalista fuerte. Se necesitó una industrialización forzosa para que el estado sobreviviera frente a las amenazas internas y externas. Existía un estado autoritario, una poderosa policía secreta y los campos de trabajos forzosos. Las fuerzas históricas arraigadas en el antiguo régimen, junto a la Guerra Civil y a la invasión militar de Occidente, produjeron una burocracia autoritaria centralizada que controlaba los medios de producción, e.d., se fundieron la estructura de la autoridad política y la estructura de la propiedad.
Con la industrialización forzosa iniciada por Stalin a finales de los años 20 la Unión Soviética logró situarse en segundo lugar en su PIB, después de EE.UU. En la década de 1990 la Unión Soviética sorprendió al mundo al hundirse y poner fin simbólico a la guerra fría.
La economía soviética se debilitó debido a la competencia militar con los EE.UU. Recordemos que los holandeses, británicos y estadounidenses tenían todos bajos presupuestos para la defensa cuando comenzaron su ascensión a naciones centrales dominantes: el poder militar se alcanza después. Los soviéticos intentaron alcanzar la dominación en el moderno sistema mundial a través del poder militar sin lograr establecer primero una base económica para hacerlo.
En 1953, 1956 y 1968 se produjeron rebeliones importantes en Alemania del Este, Polonia, Hungría y, por último, Checoslovaquia, durante las cuáles los tanques soviéticos salieron a la calle para aplastar la protesta. En 1985 Mijail Gorbachov llegó al poder y sacó los tanques de Hungría. Antes del final de la década cayó el Muro de Berlín, así como los gobiernos comunistas de todos los países de Europa del Este. Al igual que en siglos anteriores, la competencia internacional entre las naciones centrales provocó la caída de una potencia del moderno sistema mundial.
Los EE.UU. se convirtieron en la única superpotencia militar tras la caída de la Unión Soviética. Pero la economía estadounidense estaba muy dañada tras haberse centrado durante años en el gasto militar más que en la producción de bienes de consumo. Había desarrollado una política exterior orientada hacia la competencia militar más que hacia los intereses económicos. „La guerra fría ha terminado; Japón ha ganado„, pero hay además otros ganadores como p.e. Alemania.
La relativa decadencia de los EE.UU.
Tras dominar militar y económicamente el mundo durante los 25 años posteriores a la 2ª G.M., la economía de los EE.UU. se vio afectada por un período de relativa decadencia, al tiempo que perdía su primera guerra contra Vietnam.
En 1967 la productividad de los EE.UU. creció, pero no al mismo ritmo que la de otras naciones industriales, especialmente la de Japón. Las élites corporativas de los EE.UU. perdieron la ventaja competitiva entre otras cosas debido a :
La desigualdad estadounidense y el futuro del conflicto en el centro
Buena parte del aumento de la desigualdad en EE.UU. guarda relación con su relativa decadencia económica: muchos empleos se han perdido debido a la automatización y los robots que las empresas estadounidenses han introducido en las fábricas para reducir los costes laborales y aumentar así su competitividad en el mundo.
Otros trabajadores estadounidenses han tenido que aceptar sueldos más bajos por la misma razón, pero también debido a la competencia de la fuerza de trabajo escasamente remunerada de las naciones periféricas y semiperiféricas. Muchas empresas estadounidenses se han marchado y se marcharán del país si no bajan los salarios de los trabajadores de EE.UU. Al mismo tiempo, los EE.UU. siguen siendo competitivos en algunas industrias de alta tecnología que pagan salarios altos, ensanchándose así el abismo entre los trabajadores altamente cualificados y los trabajadores en industrias que están perdiendo su competitividad.
La desigualdad también aumenta debido a la nueva estrategia nacional de los principales empresarios y políticos conservadores estadounidenses de «lograr que los EE.UU. vuelvan a ser más competitivos». La «producción ligera», el recorte de salarios, el recorte de prestaciones, la temporalidad en el empleo y el alargamiento de la jornada laboral a cambio de un sueldo más bajo para los que están empleados han hecho furor. La presión de la élite corporativa para lograr más apoyo por parte del gobierno (menos impuestos, menor gasto en bienestar, menor regulación laboral y menor apoyo público a los sindicatos, etc.) continuó durante los 80, pero se intensificó desde 1994, cuando los republicanos consiguieron el control del Congreso y del Senado.
Los japoneses y los europeos han advertido signos de que la economía de los EE.UU. se estaba haciendo más competitiva que la suya y de cómo lo estaba consiguiendo. Inglaterra ha seguido los pasos de EE.UU. y su economía apenas ha mejorado. Las ayudas en bienestar y desempleo son más gravosas en Europa que en EE.UU., los sueldos son más generosos, los trabajadores disfrutan de mayores beneficios y las jornadas laborales son más cortas. Los europeos están empezando a preocuparse por el hecho de que se puedan quedar a la zaga si la nueva estrategia conservadora de los EE.UU. triunfa y hace que su economía vuelva a ser más competitiva.
No está nada claro si estas medidas estadounidenses ayudarán o no a recobrar y mantener la dominación económica de los EE.UU. a largo plazo. Hay defensores de que EE.UU. necesita una fuerza de trabajo más educada, mejor formada, mejor pagada y más motivada y leal para participar en una economía mundial, que cada vez recompensa más a las naciones que son capaces de competir en las industrias de alta tecnología. Serán los trabajadores con más educación, mejor preparados y más leales (debido a su mayor implicación laboral y compromiso con los sindicatos) de Europa y Japón los que darán ventaja a estos países en la competencia económica del futuro, si los EE.UU. no son capaces de hacer cambios en esa misma dirección.
El moderno sistema mundial está listo para la siguiente fase de competencia en el siglo XXI.
EL IMPACTO DE LA ESTRATIFICACIÓN MUNDIAL EN LAS SOCIEDADES QUE NO PERTENECEN AL CENTRO
Las clases altas están en general en mejor posición por lo que respecta a las oportunidades y a la distribución de recompensas, mientras las clases bajas carecen de ventajas.
El sistema mundial y el desarrollo económico de las naciones de la periferia
Durante muchos años los economistas creían que con cierta inversión inicial de capital las naciones empezarían a moverse desde las sociedades agrarias preindustriales hacia la industrialización. Hoy sabemos que estas teorías del desarrollo económico no son válidas cuando se aplican a las naciones menos desarrolladas del presente.
Las realidades de las sociedades subdesarrolladas y en vías de desarrollo de la periferia y semiperiferia son ahora muy diferentes de las que experimentaron las naciones desarrolladas cuando empezaron su desarrollo económico: una cantidad menor de recursos naturales, una población mucho más numerosa y un clima menos favorable. Además las naciones hoy desarrolladas carecían de otras naciones desarrolladas con las que luchar durante su temprano proceso de desarrollo. El resultado es que las naciones periféricas de hoy se topan con más dificultades para alcanzar el desarrollo económico.
Las naciones periféricas suelen experimentar cierto desarrollo económico a corto plazo (- 5 años) debido a la ayuda y a la inversión procedente del centro, pero las perspectivas de desarrollo a largo plazo se pueden truncar debido al tipo de ayuda e inversión exterior que reciben.
Factores que impiden el desarrollo económico a largo plazo:
Los efectos del sistema mundial en los sistemas de estratificación que no pertenecen al centro
La posición de las sociedades periféricas en el sistema mundial influye de modo importante en:
Comencemos con la condición básica de la desigualdad de la renta: ésta tiende con fuerza a reducirse cuando estas naciones alcanzan la industrialización plena. Lo que es igual de importante, esa relación entre desarrollo económico y menor desigualdad sigue siendo estrecha, incluso cuando se eliminan estadísticamente los posibles efectos de otras variables (p.e. el tipo de sistema político). Aunque el lugar de una nación en el sistema de estratificación mundial tiene su efecto en la desigualdad con independencia del desarrollo económico.
Con la industrialización se expande la estructura ocupacional generando más ocupaciones en el medio, e.d. entre los ricos y los pobres, que requieren más cualificación y producen más recompensas económicas.
Sin embargo, las naciones centrales del moderno sistema mundial hacen más lento o bloquean el desarrollo económico a largo plazo, prolongando o estabilizando los niveles altos de desigualdad, que son más característicos de las naciones preindustriales.
El poder de las élites de las sociedades no centrales es extraordinariamente importante: tienen mucho interés en que las multinacionales permanezcan en la nación, sobre todo porque su posicion económica privilegiada depende de la inversión y el comercio de las multinacionales. El poder de las clases bajas y trabajadoras es muy reducido, los trabajadores industriales constituyen una proporción más pequeña de la fuerza de trabajo y se mantienen desorganizados (debido a la represión no suele haber sindicatos), los campesinos suelen estar aislados y carecen de poder. Todo esto crea una clase baja con escasa influencia política y económica. Las estructuras burocráticas del Estado que podrían generar menos desigualdad de la renta suelen estar dominadas por las élites acaudaladas. El resultado típico es un nivel muy bajo de democracia, donde el Estado sirve a los intereses de las élites en lugar de hacerlo a los de las otras clases.
Chase-Dunn descubrió que una gran inversión extranjera y una excesiva dependencia de la deuda externa guardan relación con una mayor desigualdad de la renta. El 5% más rico de la población tiene una renta mucho más alta, lo que confirma el argumento de que en las naciones periféricas hay una pequeña élite que depende de las multinacionales del centro.
Rubinson midió la influencia del centro en otras naciones cuantificando: 1) el grado de control extranjero sobre la producción económica interna; 2) la dependencia de los mercados exteriores; y 3) la magnitud de la deuda externa en la economía. Descubrió que estas tres condiciones estaban significativamente relacionadas con la mayor desigualdad en las naciones periféricas.
Un extenso estudio de Jackman (1975) ha mostrado que, con el tiempo, un mayor desarrollo económico está relacionado con una menor desigualdad de la renta. El efecto del desarrollo económico en la reducción de la desigualdad de la renta ha sido un factor histórico importante. Pero las naciones pobres y menos desarrolladas se topan en el presente a una realidad distinta, que es la influencia de las naciones ya desarrolladas.
Rubinson (1976) mostraba que un mayor desarrollo económico estaba relacionado con una menor desigualdad de la renta. Pero incluso en el caso de que las naciones no centrales sean capaces de alcanzar algún grado de desarrollo económico, el efecto de los intereses del centro en su economía impide en muy buena medida que un desarrollo económico ulterior haga disminuir la desigualdad de la renta.
Stack (1978) reanalizó los datos de Rubinson, y volvió a corroborar que la influencia del centro en la economía (en la inversión y la dependencia de la deuda externa) produce una mayor desigualdad de la renta. Pero Stack descubrió que el funcionamiento democrático del Estado en esas naciones estaba también relacionado de forma independiente con el grado de desigualdad de la renta, e.d. un nivel bajo de democracia tenía una relación significativa con una mayor desigualdad de la renta.
Bomschier y Ballmer-Cao (1979) realizaron un examen más completo de los factores que producen desigualdad de la renta en las naciones no centrales:
Comentemos brevemente algunos efectos negativos y positivos de la dominación del sistema mundial por parte de las naciones centrales: como se desprende de un intercambio y unas relaciones de poder desiguales entre las naciones centrales y las periféricas, las primeras resultan favorecidas. Las élites corporativas de las naciones centrales obtienen grandes ganancias, materias primas baratas y un mercado para la exportación, todo lo cual refuerza la economía del centro. Parte de estos beneficios va a parar también a quienes no pertenecen a las élites de las naciones centrales con un aumento de su nivel de vida y el abaratamiento de algunos bienes de consumo. Pero también hay importantes efectos negativos para los que no pertenecen a las élites en forma de pérdida de muchos empleos, cuando las multinacionales se trasladan a las naciones periféricas en busca de los menores costes laborales y fiscales necesarios para mantener la dominación central en el sistema mundial.
El auge del este y del sudeste de Asia: excepciones que cumplen la regla
Viajando por el este y el sudeste de Asia es difícil no percatarse de la fuerte presencia de las corporaciones multinacionales de las principales naciones centrales. Estas naciones suelen tener las tasas más altas de crecimiento económico del mundo. Mientras las naciones centrales de Norteamérica y Europa experimentan tasas anuales del 2 al 3% en años prósperos, muchas de estas naciones asiáticas están creciendo un 10% anual. Su crecimiento es tan rápido que esta parte de Asia representará pronto el % más alto del PIB mundial.
El desarrollo no uniforme genera un aumento de la desigualdad y de la pobreza, y es el mayor problema de la mayoría de los países de Latinoamérica y África. Hay personas sin techo en el noreste rural de Tailandia o los alrededores de Bangkok, pero muchas menos que en Latinoamérica, África o India. El desarrollo económico de estos tigres asiáticos está generando empleo, y la escasez de mano de obra en muchos de estos países está provocando la subida de los salarios medios.
Taiwan se considera un caso desviado, porque el Estado de Taiwan está más implicado en la planificación económica y más preocupado por el desarrollo económico interno de todo el país y no exclusivamente por el de un grupo de élites. Durante varias décadas el Estado de Taiwan ha tenido influencia, y se ha esforzado para asegurar que las multinacionales con las que ha mantenido relaciones económicas no perjudicaran la economía interna. Los líderes del gobierno de Taiwan estaban motivados para asegurar el desarrollo económico a largo plazo como un medio de obtener el apoyo popular. Han surgido en Asia nuevos «casos desviados» parecidos a Taiwan, p.e. Corea del Sur y Tailandia.
Hay características comunes de estos países asiáticos con rápido desarrollo. Los lazos familiares y el apoyo a la educación son muy fuertes, tienen poca delincuencia y existe un sentido de la responsabilidad de grupo que conduce a la cooperación en el trabajo, en la educación y en otros sectores de la sociedad. Otro factor clave del desarrollo económico del este y sudeste asiáticos es lo que puede denominarse la „responsabilidad nacional de sus líderes„. Se discute si la clave es la larga historia de estas naciones, con tradiciones relativamente fuertes de responsabilidad de los líderes con sus ciudadanos, si son las religiones asiáticas, que constriñen a los líderes y les hacen ser relativamente más responsables ante sus ciudadanos, o una mezcla de ambos factores. Pero es evidente que las fronteras nacionales artificiales creadas por el colonialismo en Latinoamérica y África, y la consecuente inexperiencia de estas naciones producen líderes con menos tradición de servicio y responsabilidad que las antiguas civilizaciones del este y sudeste asiáticos.
Se cita como factor principal del desarrollo económico rápido y uniforme en esta parte del mundo a Japón. La clave es un «Estado fuerte» que tiene en cuenta los intereses de toda la nación, un Estado capaz de tomar y llevar a cabo las difíciles decisiones que comporta la planificación económica. Este es el modelo de desarrollo que han seguido de cerca Corea y Taiwan, y el que en la actualidad siguen otras naciones del sudeste asiático. Esta es también la razón por la que los países menos desarrollados del mundo están dirigiendo su mirada hacia ese modelo de desarrollo económico y están comenzando a rechazar los modelos que recomiendan los economistas occidentales.
CAMBIO EN EL SISTEMA DE ESTRATIFICACIÓN MUNDIAL
Los años 90 han experimentado cambios en los conflictos y las alianzas entre las naciones centrales que influyen en las perspectivas de las naciones periféricas. Muchas veces a las élites de las naciones no centrales les interesa mantener ese lugar no central, para conservar su posición privilegiada en el sistema mundial. Y a la inversa, a las naciones no centrales les interesa cambiar su posición en el sistema mundial bien ascendiendo como nación individual, bien cambiando todo el sistema.
El movimiento ascendente de las naciones periféricas individuales encuentra numerosos obstáculos; las naciones semiperiféricas tienen más probabilidades reales de conseguir el crecimiento económico, porque sus condiciones económicas internas son mejores. Algunas naciones periféricas han considerado que les interesa la opción de salir del sistema mundial y/o cambiar este sistema mediante revoluciones nacionalistas.
Durante los años 60, 70 y 80 el nivel de violencia política en la periferia era alto, y se produjeron revoluciones nacionalistas o conflictos violentos de clase en Vietnam, Angola, Cuba, etc.
Veamos varias razones de la oposición popular a la dominación del centro:
Resistencia del centro al cambio
Se ha hablado mucho en las naciones centrales de las reformas para las poblaciones de la periferia, de nuevos programas de ayuda y de préstamos para estimular el crecimiento económico. Pero sabemos que esta ayuda y el aumento de la deuda no siempre han sido positivas: la ayuda y la deuda suelen guardar relación con un menor crecimiento.
Pero la principal línea de acción del centro ha sido su acción policial y militar inicialmente abierta, pero cada vez más encubierta, para contrarrestar la rebelión de la periferia contra el centro. Con tantos casos de intervención militar estadounidense en todo el mundo (Vietnam, Corea, Panamá, etc.) el uso de la fuerza militar para contrarrestar la rebelión en la periferia parece que sigue siendo una respuesta frecuente. La única nación cuyas manifestaciones de poder se han aproximado a las de EE.UU. fue la Unión Soviética.
Es más, las amenazas militares abiertas de los EE.UU. estaban disminuyendo mientras aumentaban las de la Unión Soviética (falta de éxito, imagen contraproducente o desastre de Vietnam para la política exterior de los EE.UU.).
Las actividades encubiertas son operaciones secretas para alcanzar objetivos políticos y/o económicos, p.e. el asesinato de actores políticos considerados una amenaza para el centro, el soborno a políticos de la periferia, la ayuda a golpes de Estado, la propaganda, las elecciones amañadas y todo tipo de «trucos sucios» sólo limitados por la imaginación. Cuando estas actividades encubiertas tienen éxito se logran objetivos políticos y económicos con menor gasto militar y pérdida de vidas. En los años 70 el mundo llegó a conocer el uso masivo de actividades encubiertas contra naciones no centrales como Nicaragua, Cuba, Chile, etc. por parte de EE.UU. debido a la publicación de documentos gubernamentales e investigaciones del Congreso.
Los objetivos de la actividad encubierta pueden ser muy diversos:
Una cosa es segura: la periferia seguirá teniendo muchos problemas económicos y sociales, y en muchos lugares estos problemas empeorarán debido al aumento constante de la desigualdad y de la población mundial.
La implicación del centro en la periferia a menudo ha sido una consecuencia de la competencia entre las superpotencias de la guerra fría. Ahora, una falta de atención puede tener un resultado positivo: será menos probable la necesidad de ayuda militar a la periferia para que se maten entre ellos. Pero también disminuirá la ayuda al desarrollo que, en ciertos casos, ha contribuido a reducir algunos problemas sociales, al tiempo que ha impulsado el crecimiento económico.
La no intervención supone menos presión para que se cumplan las expectativas de las superpotencias sobre lo que los países deben hacer, por lo que quizá las naciones periféricas puedan tener más libertad en términos relativos para intentar dar una oportunidad al modelo de desarrollo asiático. Decimos en términos relativos, porque siguen existiendo agencias de las potencias capitalistas, sobre todo el Banco Mundial, que presionan a la periferia con resultados a veces positivos y otros negativos para que se ajusten a las teorías económicas occidentales y a los intereses capitalistas del centro.
Todo lo anterior es pura especulación, pero lo que sí se puede afirmar con seguridad es que los principios básicos que rigen la desventaja de las naciones de la periferia y semiperiferia, no cambiarán radicalmente. Debemos advertir que el concepto de «nuevo orden mundial» es engañoso, por lo que está entre comillas.
El sistema mundial y la competencia entre naciones centrales ha influido mucho en la estratificación social de los EE.UU. y otros países. El proceso de industrialización ha creado semejanzas básicas en los sistemas de estratificación de las naciones centrales del mundo, pero hay importantes diferencias en lo que se refiere a la estratificación social.
RESUMEN
La naturaleza de la estratificación social de un país determinado ya no puede entenderse sin referencia a la posición que ocupa en el moderno sistema mundial o sistema de estratificación mundial. La historia del moderno sistema mundial comenzó alrededor del siglo XVI para extenderse por casi todo el globo en el siglo XX.
Japón tiene élites más influyentes y homogéneas que ningún otro país, y en muchos sentidos tiene menos democracia que las naciones industriales occidentales. Hay una economía planificada organizada por burócratas del gobierno y una élite corporativa unida en poderosos grupos monopolistas, sin la propiedad familiar privada de los medios de producción que supuestamente es característica del capitalismo.
Alemania es quizá aun más diferente en comparación con los EE.UU. Desde la 2ª G.M. Alemania tiene un derecho laboral desarrollado con poderosos consejos de trabajadores en todas las empresas y sindicatos muy fuertes. Todo ello proporciona influencia a los trabajadores alemanes en la dirección y funcionamiento de las empresas, así como en la dirección de la economía en general. La mayoría de los capitalistas estadounidenses nos diría que esta situación no puede crear una economía competitiva poderosa, pero Alemania se reconstruyó con estas leyes laborales y sus poderosos sindicatos hasta llegar a convertirse en la tercera gran potencia económica después de Japón y los EE.UU.
Los EE.UU. son un país capitalista muy peculiar: presentan mucha menos implicación gubernamental en la economía que Japón y Europa, pero hay mucha más propiedad privada de acciones corporativas. En Japón y sobre todo en Europa, los gobiernos poseen grandes % de las corporaciones. En comparación con Europa y Japón las leyes laborales son muy limitadas y los sindicatos sumamente débiles. Los EE.UU. presentan el mayor grado de desigualdad de la renta entre las naciones industriales, mientras los grados de desigualdad de Japón y Alemania figuran entre los más bajos del mundo.
Entre los cambios que presenta el «nuevo orden mundial» algunos serán beneficiosos a la larga para los humanos, p.e. las grandes guerras mundiales del tipo de las del siglo XX han quedado obsoletas. Las dos guerras mundiales las provocaron naciones que querían quedarse con tierra y recursos de otros países: Japón, Alemania e Italia creyeron que tenían que hacerse con tierra y recursos de otras regiones del mundo ya controladas por otras potencias coloniales anteriores. Los EE.UU. no tuvieron necesidad de tomar recursos de potencias coloniales anteriores porque podían tomar tierra y recursos de los indios americanos. En una economía mundial de la información y la alta tecnología, las guerras por la tierra y las materias primas, al menos para las naciones económicamente más avanzadas, ya no tienen sentido.
Es probable que se intensifique la competencia económica a través de guerras comerciales a gran escala. El conocimiento tecnológico, su aplicación y las formas más eficientes de organización socio-política-económica han adquirido la importancia que antes tenían los tanques. Los sistemas de estratificación social son un aspecto central de estas formas diferentes de organización social.
Con seguridad habrá guerras en el futuro del moderno sistema mundial; probablemente relacionadas con el hambre y el grado cada vez mayor de desigualdad en el mundo (el 20% más rico del mundo posee el 85% de la riqueza - el 20% más rico recibe 150 veces la renta del 20% más pobre). Los ricos son más ricos y los pobres más pobres, no sólo en EE.UU., sino también a escala mundial.
Moderno sistema mundial = sistema de poder y de roles económicos desiguales entre naciones, similar a un sistema de estratificación internacional, que se viene desarrollando desde el siglo XVI.
CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA DE ESTRATIFICACIÓN MUNDIAL
No sería hasta después de mediados del siglo XX cuando comenzó a surgir abundante literatura sobre lo que conocemos como el sistema de estratificación mundial.
La naturaleza básica del sistema de estratificación mundial comienza con la división internacional del trabajo. A diferencia de la visión tradicional de que los sistemas económicos se corresponden con fronteras nacionales o políticas, una división económica del trabajo atraviesa estas fronteras y agrupa a todos los territorios nacionales dentro de un sistema económico.
El punto clave es que, una vez que reconocemos que existen relaciones de propiedad capitalista y una división ocupacional del trabajo más allá de las fronteras nacionales, también reconocemos que existe un sistema de estratificación mundial. La unidad de análisis principal ha pasado de ser las clases dentro de las naciones, a las naciones que son como las clases.
Las tres principales posiciones de clase en el sistema de estratificación mundial:
- Las naciones centrales son semejantes a las clases altas, están económicamente muy diversificadas, son ricas y poderosas (económica y militarmente). Están altamente industrializadas y especializadas en la información, las finanzas y las industrias de servicios, y producen para la exportación bienes manufacturados más que materias primas. También presentan una estructura ocupacional más compleja y menos desigualdad de la renta en comparación con las demás naciones (a excepción de los EE.UU.). Tienen instituciones públicas relativamente más complejas y sólidas, que contribuyen a la dirección de los asuntos ecónomicos interiores y exteriores. Poseen muchos medios para influir en las naciones no centrales, y son relativamente independientes del control exterior; p.e. EE.UU. Alemania y Japón.
- Las naciones periféricas se asemejan a la clase trabajadora o baja, son las que están económicamente menos diversificadas. Suelen depender de un tipo de actividad económica, p.e. extraer y exportar materias primas a las naciones centrales. Son relativamente pobres desde el punto de vista económico, tienen menor división del trabajo y un nivel alto de desigualdad de la renta. Normalmente existe en ellas un gran abismo entre las élites acaudaladas y las masas de gente pobres. Estas naciones tienen instituciones públicas relativamente débiles y están fuertemente influidas por las naciones extranjeras (tanto económica como militarmente); p.e. Chad, Marruecos.
- Las naciones semiperíféricas son las que se ubican en una posición intermedia entre el centro y la periferia, como la clase media. Estas son naciones encaminadas hacia la industrialización y una economía diversificada. Mientras son más débiles que las sociedades centrales, están intentando superar su debilidad y no están tan sometidas a la manipulación exterior como las sociedades periféricas; p.e. México, India.
Merece la pena hacer hincapié en que el sistema de estratificación mundial es un tipo de sistema de clases basado en la relación de una nación con las fuerzas mundiales de producción.
La posición de clase en el sistema mundial se define con respecto a:
- el concepto de clase de Marx (propiedad frente a no propiedad de los medios de producción); y
- el concepto de clase de Weber que, además de la propiedad, acentúa las relaciones de intercambio económico y el nivel de cualificación ocupacional en el proceso de producción.
Al igual que un sistema de clases dentro de una nación, las posiciones de clase en relación con el sistema económico mundial generan una distribución desigual de las recompensas o recursos. Las naciones centrales reciben la mayor porción del excedente de producción, mientras las periféricas reciben la menor. Las naciones centrales suelen comprar a bajo precio materias primas y otros productos a las naciones periféricas, mientras les exigen precios altos por sus exportaciones.
Chirot enumera los beneficios más importantes que obtienen las sociedades centrales de su dominación sobre la periferia:
- el acceso a una gran cantidad de materias primas;
- fuerza de trabajo barata;
- enormes ganancias procedentes de inversiones directas de capital;
- un mercado para la exportación; y
- trabajo profesional cualificado debido a la emigración de personas desde las naciones periféricas a las centrales.
DESARROLLO DEL MODERNO SISTEMA MUNDIAL
Según Wallerstein en la historia sólo han existido dos tipos de sistemas mundiales: el imperio mundial (p.e. Imperio Romano, de Alejandro Magno) y el actual sistema económico mundial.
La principal diferencia entre un imperio mundial y una economía mundial es que el objetivo principal del primero es la dominación política y la económica. En cambio, las élites centrales del moderno sistema mundial son élites económicas, preocupadas por los beneficios económicos. En el moderno sistema mundial, un país sometido no suele estar totalmente controlado por las élites centrales, ni ocupado por un ejército extranjero, ni es obligado a pagar impuestos al país dominante. Todo esto es bastante ineficaz en términos del objetivo que persiguen las élites centrales, que es obtener beneficios.
España y Portugal perdieron pronto su liderazgo ante Inglaterra, los Países Bajos y Francia. Eso sucedió porque era demasiado caro dominar política y militarmente un elevado número de países del mundo. En suma, España y Portugal se expandieron en exceso y perdieron su posición de poder en el moderno sistema mundial.
Esto no significa que algunos países centrales del moderno sistema mundial de hoy en día no intenten ejercer un poderoso dominio sobre las naciones periféricas y controlarlas como si fueran sus colonias. Entre el control que un país dominante intenta ejercer en un imperio mundial y en el moderno sistema mundial, la diferencia es cuestión de grado.
Boswell descubrió que cuando se expande la economía mundial y las naciones centrales experimentan prosperidad económica existe menos colonización, e.d. las naciones centrales no intentan ejercer mucho control sobre „sus naciones periféricas„. Pero durante períodos de recesión económica estas naciones centrales suelen intentar ejercer un mayor control colonial, para evitar que otras naciones centrales tengan relaciones económicas con sus «naciones periféricas».
Una breve historia del conflicto y de la hegemonía en el centro
Dado que no todas las naciones centrales son iguales en riqueza y poder, surgen conflictos entre ellas, sobre todo con respecto a sus diferentes pretensiones de hegemonía en las zonas periféricas del mundo.
Desde que nació el moderno sistema mundial siempre ha existido una serie de naciones centrales que compiten entre ellas por la dominación económica, la hegemonía sobre las naciones periféricas y el acceso a los recursos mundiales. A veces el conflicto es más abierto y letal con alianzas entre ellas; otras veces una nación central alcanza, aunque no por mucho tiempo, una clara dominación económica sobre otras naciones centrales.
Wallerstein considera que una nación central domina a las demás cuando tiene durante mucho tiempo un liderazgo simultáneo en las tres siguientes dimensiones económicas:
- La dominación en la productividad: la nación que domina la productividad produce productos de alta calidad y a bajo precio en comparación con otras naciones.
- La dominación en el mercado: la balanza comercial se inclina hacia la nación dominante, porque hay más naciones que compran sus productos, que los que ésta compra de aquéllas.
- La dominación financiera: con una balanza comercial favorable llega más dinero a la nación del que sale de ella. Los banqueros de la nación dominante suelen convertirse en banqueros del mundo con un mayor control de los recursos financieros mundiales.
Según Wallerstein desde que comenzara a existir el moderno sistema mundial en los siglos XV y XVI ha habido sólo tres períodos breves en los que una nación central llegó a la cima, y cada período duró menos de 100 años:
I. Holanda en el siglo XVII - España y Portugal intentaron alcanzar esta posición dominante, pero fracasaron al expandirse en exceso con demasiados compromisos militares y territorios coloniales. Los holandeses lograron esta dominación tras su revolución política que instauró un Estado modernizado que apoyaba a los capitalistas, un nuevo sistema financiero que algunos historiadores califican de «revolucionario», así como el desarrollo de nuevas tecnologías, sobre todo en la industria de la construcción de barcos. La industria naviera holandesa contribuyó a fomentar la dominación económica porque aumentó la exportación a otras naciones, y la flota holandesa proporcionó una ventaja en la carrera por las colonias. La dominación en la productividad también disminuyó con el aumento de su nivel de vida, lo que propició un aumento de los costes de producción, haciendo menos competitivos sus productos. Una vez perdida la dominación en el área de la productividad, pronto perdió la dominación en el área del comercio, y se erosionó también la dominación financiera.
II. Inglaterra y Francia, en vías de industrialización, copiaron los nuevos métodos de producción y banca de los holandeses y comenzaron a desafiar la dominación económica holandesa. Los banqueros holandeses descubrieron en estas naciones un potencial mayor para obtener ganancias y el flujo de las inversiones de capital se dirigió sobre todo a Inglaterra. Esta salida de capital dañó aún más la posición económica de los holandeses, si bien supuso un aumento de las ganancias para sus banqueros.
Los holandeses habían luchado a menudo contra los británicos, pero a principios del siglo XVIII se convirtieron en sus aliados. Fue la inversión holandesa en Inglaterra, lo que hizo que este país avanzara en las áreas de la productividad y el comercio, y fue el apoyo militar holandés lo que ayudó a los ingleses a derrotar a Francia.
Lo que perjudicó a los franceses fue su estructura política obsoleta y su rígido sistema de estratificación dominado por la vieja aristocracia agraria. La revolución burguesa de 1789 llegó demasiado tarde como para alcanzar la dominación en la nueva era del mundo moderno y la competencia capitalista.
Con la dominación británica durante el siglo XIX (1815-1870) sobrevino de nuevo una relativa estabilidad en el sistema mundial. Fue un período de expansión británica por todo el mundo, mediante la cual obtuvo muchas colonias en Asia, África y el Nuevo Mundo. Su sistema colonial, extremadamente grande, sobrecargó al ejército británico, cuyo coste también contribuyó a su decadencia económica.
III.Cuando Inglaterra perdió su posición dominante sobrevino de nuevo un gran conflicto entre las naciones del centro. Gran Bretaña y Francia se aliaron; Alemania, Japón e Italia representarían la nueva amenaza a su hegemonía en el mundo, países tardíos por lo que respecta a su desarrollo. Fue la unificación de Alemania e Italia a finales del siglo XIX, lo que propició el ascenso de estas dos naciones, y en Japón la Restauración Meiji, que comenzó en 1864 y llevó a la industrialización.
Pero en el moderno sistema mundial de 1900 había una gran diferencia en comparación con el de 100 o 200 años antes: todas las naciones centrales tenían bajo su dominación la mayoría de las áreas periféricas del mundo. En 1914 Europa central tenía un 85% del territorio del mundo. Si una nueva nación central quería áreas periféricas para explotar y extraer recursos económicos, debía dirigir su mirada hacia las naciones centrales. Y esto es lo que empezaron a hacer los alemanes, los italianos y los japoneses en la primera mitad del siglo XX, preparando así el camino a la 1ª y 2ª G.M.
En EE.UU. la derrota del sur agrícola en la Guerra Civil dio más poder a las élites industriales del norte, quienes presionaron al gobierno para establecer políticas que propiciaban la expansión industrial. Los banqueros británicos invirtieron en EE.UU. debido al relativo declive de la economía británica. Al igual que los holandeses y los británicos en el momento de su ascensión a la posición de nación dominante, los EE.UU. tenían un presupuesto militar muy pequeño.
Fue la entrada de EE.UU. en la 1ª y 2ª G.M. lo que hizo que los aliados ganaran a Alemania, Italia y Japón. Un factor clave de la victoria aliada en la 2ª G.M. fue la pronta captura de la máquina de codificación secreta que habían desarrollado los alemanes y luego dejaron a Japón. Pero fue la capacidad industrial de los EE.UU. durante la 2ª G.M. el factor más importante que llevó a derrotarlos; en 1943 fabricaban un avión cada 5 minutos.
Después de la 1ª G.M. los EE.UU. comenzaron a ocupar el puesto de Inglaterra como nueva nación central dominante. Con Europa y Japón en ruinas después de la 2ª G.M. tuvo la oportunidad de dominar el moderno sistema mundial, más que cualquier otra nación en la historia. Junto a esta dominación económica, los EE.UU. lograron la dominación militar convirtiéndose en «la policía del mundo», al proteger las áreas periféricas que sus élites económicas consideraban importantes.
La competencia en la posguerra: auge y caída de la Unión Soviética
Las fuerzas americanas y británicas se reunieron en Berlín y dividieron Alemania: los estadounidenses, los británicos y los franceses ocupaban Europa Occidental y los soviéticos Europa del Este. Al término de la 2ª G.M. la Unión Soviética se movió rápidamente y tomó regiones del noreste de Asia tras la derrota japonesa. Los soviéticos tenían en mente crear una nueva alianza contra el bloque capitalista del centro.
La deliberada pretensión de Lenin, Stalin, Trotsky y otros bolcheviques era crear un estado comunista donde no existiera la propiedad privada de los medios de producción. Antes de la revolución de 1917 Rusia era un país bastante atrasado que luchaba por modernizarse e industrializarse.
El estado comunista pudo crearse en parte debido a la ausencia de una clase capitalista fuerte. Se necesitó una industrialización forzosa para que el estado sobreviviera frente a las amenazas internas y externas. Existía un estado autoritario, una poderosa policía secreta y los campos de trabajos forzosos. Las fuerzas históricas arraigadas en el antiguo régimen, junto a la Guerra Civil y a la invasión militar de Occidente, produjeron una burocracia autoritaria centralizada que controlaba los medios de producción, e.d., se fundieron la estructura de la autoridad política y la estructura de la propiedad.
Con la industrialización forzosa iniciada por Stalin a finales de los años 20 la Unión Soviética logró situarse en segundo lugar en su PIB, después de EE.UU. En la década de 1990 la Unión Soviética sorprendió al mundo al hundirse y poner fin simbólico a la guerra fría.
La economía soviética se debilitó debido a la competencia militar con los EE.UU. Recordemos que los holandeses, británicos y estadounidenses tenían todos bajos presupuestos para la defensa cuando comenzaron su ascensión a naciones centrales dominantes: el poder militar se alcanza después. Los soviéticos intentaron alcanzar la dominación en el moderno sistema mundial a través del poder militar sin lograr establecer primero una base económica para hacerlo.
En 1953, 1956 y 1968 se produjeron rebeliones importantes en Alemania del Este, Polonia, Hungría y, por último, Checoslovaquia, durante las cuáles los tanques soviéticos salieron a la calle para aplastar la protesta. En 1985 Mijail Gorbachov llegó al poder y sacó los tanques de Hungría. Antes del final de la década cayó el Muro de Berlín, así como los gobiernos comunistas de todos los países de Europa del Este. Al igual que en siglos anteriores, la competencia internacional entre las naciones centrales provocó la caída de una potencia del moderno sistema mundial.
Los EE.UU. se convirtieron en la única superpotencia militar tras la caída de la Unión Soviética. Pero la economía estadounidense estaba muy dañada tras haberse centrado durante años en el gasto militar más que en la producción de bienes de consumo. Había desarrollado una política exterior orientada hacia la competencia militar más que hacia los intereses económicos. „La guerra fría ha terminado; Japón ha ganado„, pero hay además otros ganadores como p.e. Alemania.
La relativa decadencia de los EE.UU.
Tras dominar militar y económicamente el mundo durante los 25 años posteriores a la 2ª G.M., la economía de los EE.UU. se vio afectada por un período de relativa decadencia, al tiempo que perdía su primera guerra contra Vietnam.
En 1967 la productividad de los EE.UU. creció, pero no al mismo ritmo que la de otras naciones industriales, especialmente la de Japón. Las élites corporativas de los EE.UU. perdieron la ventaja competitiva entre otras cosas debido a :
- la falta de competencia real en una economía nacional muy concentrada;
- la falta de reinversión y de investigación y desarrollo; y
- los altos costes causados por el aumento del nivel de vida del mundo.
La desigualdad estadounidense y el futuro del conflicto en el centro
Buena parte del aumento de la desigualdad en EE.UU. guarda relación con su relativa decadencia económica: muchos empleos se han perdido debido a la automatización y los robots que las empresas estadounidenses han introducido en las fábricas para reducir los costes laborales y aumentar así su competitividad en el mundo.
Otros trabajadores estadounidenses han tenido que aceptar sueldos más bajos por la misma razón, pero también debido a la competencia de la fuerza de trabajo escasamente remunerada de las naciones periféricas y semiperiféricas. Muchas empresas estadounidenses se han marchado y se marcharán del país si no bajan los salarios de los trabajadores de EE.UU. Al mismo tiempo, los EE.UU. siguen siendo competitivos en algunas industrias de alta tecnología que pagan salarios altos, ensanchándose así el abismo entre los trabajadores altamente cualificados y los trabajadores en industrias que están perdiendo su competitividad.
La desigualdad también aumenta debido a la nueva estrategia nacional de los principales empresarios y políticos conservadores estadounidenses de «lograr que los EE.UU. vuelvan a ser más competitivos». La «producción ligera», el recorte de salarios, el recorte de prestaciones, la temporalidad en el empleo y el alargamiento de la jornada laboral a cambio de un sueldo más bajo para los que están empleados han hecho furor. La presión de la élite corporativa para lograr más apoyo por parte del gobierno (menos impuestos, menor gasto en bienestar, menor regulación laboral y menor apoyo público a los sindicatos, etc.) continuó durante los 80, pero se intensificó desde 1994, cuando los republicanos consiguieron el control del Congreso y del Senado.
Los japoneses y los europeos han advertido signos de que la economía de los EE.UU. se estaba haciendo más competitiva que la suya y de cómo lo estaba consiguiendo. Inglaterra ha seguido los pasos de EE.UU. y su economía apenas ha mejorado. Las ayudas en bienestar y desempleo son más gravosas en Europa que en EE.UU., los sueldos son más generosos, los trabajadores disfrutan de mayores beneficios y las jornadas laborales son más cortas. Los europeos están empezando a preocuparse por el hecho de que se puedan quedar a la zaga si la nueva estrategia conservadora de los EE.UU. triunfa y hace que su economía vuelva a ser más competitiva.
No está nada claro si estas medidas estadounidenses ayudarán o no a recobrar y mantener la dominación económica de los EE.UU. a largo plazo. Hay defensores de que EE.UU. necesita una fuerza de trabajo más educada, mejor formada, mejor pagada y más motivada y leal para participar en una economía mundial, que cada vez recompensa más a las naciones que son capaces de competir en las industrias de alta tecnología. Serán los trabajadores con más educación, mejor preparados y más leales (debido a su mayor implicación laboral y compromiso con los sindicatos) de Europa y Japón los que darán ventaja a estos países en la competencia económica del futuro, si los EE.UU. no son capaces de hacer cambios en esa misma dirección.
El moderno sistema mundial está listo para la siguiente fase de competencia en el siglo XXI.
EL IMPACTO DE LA ESTRATIFICACIÓN MUNDIAL EN LAS SOCIEDADES QUE NO PERTENECEN AL CENTRO
Las clases altas están en general en mejor posición por lo que respecta a las oportunidades y a la distribución de recompensas, mientras las clases bajas carecen de ventajas.
El sistema mundial y el desarrollo económico de las naciones de la periferia
Durante muchos años los economistas creían que con cierta inversión inicial de capital las naciones empezarían a moverse desde las sociedades agrarias preindustriales hacia la industrialización. Hoy sabemos que estas teorías del desarrollo económico no son válidas cuando se aplican a las naciones menos desarrolladas del presente.
Las realidades de las sociedades subdesarrolladas y en vías de desarrollo de la periferia y semiperiferia son ahora muy diferentes de las que experimentaron las naciones desarrolladas cuando empezaron su desarrollo económico: una cantidad menor de recursos naturales, una población mucho más numerosa y un clima menos favorable. Además las naciones hoy desarrolladas carecían de otras naciones desarrolladas con las que luchar durante su temprano proceso de desarrollo. El resultado es que las naciones periféricas de hoy se topan con más dificultades para alcanzar el desarrollo económico.
Las naciones periféricas suelen experimentar cierto desarrollo económico a corto plazo (- 5 años) debido a la ayuda y a la inversión procedente del centro, pero las perspectivas de desarrollo a largo plazo se pueden truncar debido al tipo de ayuda e inversión exterior que reciben.
Factores que impiden el desarrollo económico a largo plazo:
- La distorsión estructural en la economía, p.e. una nación central con grandes yacimientos de cobre, cuya extracción proporciona empleos y ganancias, que se convierte en metal, lo que también proporciona empleos y ganancias. Otra empresa utiliza el metal para hacer productos de consumo e igualmente proporciona empleos y ganancias. Desde el proceso de extracción hasta la venta al por menor de los productos hay una cadena de empleos y ganancias que proporciona desarrollo económico. Si el cobre se extrae en una nación periférica ligada estrechamente al centro, la extracción del cobre la realizan trabajadores nativos, pero el mineral o metal es enviado a las naciones centrales, donde se completa el resto de la cadena económica. La nación periférica pierde los empleos y ganancias adicionales de las demás actividades económicas, porque van a parar al centro.
- El poder político y económico. Cuando las naciones periféricas están muy ligadas a las multinacionales del centro, se desarrolla una élite pequeña y rica que depende de las multinacionales, que se asegura de que estén contentas. Se les permite pagar bajos impuestos, llevarse las ganancias fuera del país y pagar bajos salarios a los trabajadores nativos. Esto hace que las multinacionales se mantengan en la nación periférica y, por consiguiente, la riqueza de la élite. Pero el desarrollo económico a largo plazo queda perjudicado. Las ganancias van a parar al centro y los bajísimos salarios pagados a los trabajadores apenas les proporcionan poder adquisitivo para estimular la economía nacional de la nación periférica.
- El trastorno de la agricultura. La exportación agrícola suele ser una actividad económica importante para una nación periférica que se ha integrado en el sistema mundial. Antes de pertenecer a él, la agricultura tradicional estaba orientada al consumo local y no había incentivos para introducir métodos agrícolas intensivos en capital. Debido a la utilización de métodos agrícolas tradicionales y a la ausencia de un mercado amplio para los productos agrícolas, los campesinos pobres disponían de un trozo de tierra, la comida era barata y había más empleos. Pero con la exportación agrícola y los métodos agrícolas intensivos en capital, la comida se encarece, se expulsa de la tierra a los campesinos pobres para poder utilizarla y aumentar así los cultivos orientados al mercado mundial. Las máquinas reemplazan el trabajo humano, generando todo ello una disminución del número de empleos para los campesinos pobres. Esto también implica una urbanización exagerada a medida que los campesinos pierden los empleos y la tierra, puesto que se trasladan a las ciudades con la esperanza de encontrar trabajo en ellas. Las naciones de la periferia con una agricultura avanzada en el momento en que entran en el sistema mundial a través de las inversiones del centro suelen experimentar cierto crecimiento económico.
Los efectos del sistema mundial en los sistemas de estratificación que no pertenecen al centro
La posición de las sociedades periféricas en el sistema mundial influye de modo importante en:
- la existencia y poder de un pequeño grupo de élites;
- la falta de poder de la clase trabajadora;
- el tipo de sistema político y
- el nivel de desigualdad de la renta de las naciones periféricas.
Comencemos con la condición básica de la desigualdad de la renta: ésta tiende con fuerza a reducirse cuando estas naciones alcanzan la industrialización plena. Lo que es igual de importante, esa relación entre desarrollo económico y menor desigualdad sigue siendo estrecha, incluso cuando se eliminan estadísticamente los posibles efectos de otras variables (p.e. el tipo de sistema político). Aunque el lugar de una nación en el sistema de estratificación mundial tiene su efecto en la desigualdad con independencia del desarrollo económico.
Con la industrialización se expande la estructura ocupacional generando más ocupaciones en el medio, e.d. entre los ricos y los pobres, que requieren más cualificación y producen más recompensas económicas.
Sin embargo, las naciones centrales del moderno sistema mundial hacen más lento o bloquean el desarrollo económico a largo plazo, prolongando o estabilizando los niveles altos de desigualdad, que son más característicos de las naciones preindustriales.
El poder de las élites de las sociedades no centrales es extraordinariamente importante: tienen mucho interés en que las multinacionales permanezcan en la nación, sobre todo porque su posicion económica privilegiada depende de la inversión y el comercio de las multinacionales. El poder de las clases bajas y trabajadoras es muy reducido, los trabajadores industriales constituyen una proporción más pequeña de la fuerza de trabajo y se mantienen desorganizados (debido a la represión no suele haber sindicatos), los campesinos suelen estar aislados y carecen de poder. Todo esto crea una clase baja con escasa influencia política y económica. Las estructuras burocráticas del Estado que podrían generar menos desigualdad de la renta suelen estar dominadas por las élites acaudaladas. El resultado típico es un nivel muy bajo de democracia, donde el Estado sirve a los intereses de las élites en lugar de hacerlo a los de las otras clases.
Chase-Dunn descubrió que una gran inversión extranjera y una excesiva dependencia de la deuda externa guardan relación con una mayor desigualdad de la renta. El 5% más rico de la población tiene una renta mucho más alta, lo que confirma el argumento de que en las naciones periféricas hay una pequeña élite que depende de las multinacionales del centro.
Rubinson midió la influencia del centro en otras naciones cuantificando: 1) el grado de control extranjero sobre la producción económica interna; 2) la dependencia de los mercados exteriores; y 3) la magnitud de la deuda externa en la economía. Descubrió que estas tres condiciones estaban significativamente relacionadas con la mayor desigualdad en las naciones periféricas.
Un extenso estudio de Jackman (1975) ha mostrado que, con el tiempo, un mayor desarrollo económico está relacionado con una menor desigualdad de la renta. El efecto del desarrollo económico en la reducción de la desigualdad de la renta ha sido un factor histórico importante. Pero las naciones pobres y menos desarrolladas se topan en el presente a una realidad distinta, que es la influencia de las naciones ya desarrolladas.
Rubinson (1976) mostraba que un mayor desarrollo económico estaba relacionado con una menor desigualdad de la renta. Pero incluso en el caso de que las naciones no centrales sean capaces de alcanzar algún grado de desarrollo económico, el efecto de los intereses del centro en su economía impide en muy buena medida que un desarrollo económico ulterior haga disminuir la desigualdad de la renta.
Stack (1978) reanalizó los datos de Rubinson, y volvió a corroborar que la influencia del centro en la economía (en la inversión y la dependencia de la deuda externa) produce una mayor desigualdad de la renta. Pero Stack descubrió que el funcionamiento democrático del Estado en esas naciones estaba también relacionado de forma independiente con el grado de desigualdad de la renta, e.d. un nivel bajo de democracia tenía una relación significativa con una mayor desigualdad de la renta.
Bomschier y Ballmer-Cao (1979) realizaron un examen más completo de los factores que producen desigualdad de la renta en las naciones no centrales:
- Descubrieron que una mayor inversión multinacional en la economía no central guardaba relación con una mayor desigualdad de la renta.
- Descubrieron que un menor desarrollo burocrático en las naciones no centrales guardaba relación con una mayor desigualdad de la renta, e.d. con una mayor separación entre élites burocráticas y masas, había mayor desigualdad de la renta. Descubrieron que cuando había más influencia multinacional en la nación, los recursos del Estado se utilizaban más para ayudar a la industria que para satisfacer las necesidades de los pobres.
- La estructura ocupacional menos desarrollada de las sociedades no centrales estaba relacionada con una mayor desigualdad de la renta, que viene indicada por menos expertos técnicos y una fuerza de trabajo industrial más pequeña, sin poder y controlada. Todas las estructuras que producen desigualdad de la renta en las naciones no centrales están influidas en buena medida por la posición de la nación en el sistema de estratificación mundial.
Comentemos brevemente algunos efectos negativos y positivos de la dominación del sistema mundial por parte de las naciones centrales: como se desprende de un intercambio y unas relaciones de poder desiguales entre las naciones centrales y las periféricas, las primeras resultan favorecidas. Las élites corporativas de las naciones centrales obtienen grandes ganancias, materias primas baratas y un mercado para la exportación, todo lo cual refuerza la economía del centro. Parte de estos beneficios va a parar también a quienes no pertenecen a las élites de las naciones centrales con un aumento de su nivel de vida y el abaratamiento de algunos bienes de consumo. Pero también hay importantes efectos negativos para los que no pertenecen a las élites en forma de pérdida de muchos empleos, cuando las multinacionales se trasladan a las naciones periféricas en busca de los menores costes laborales y fiscales necesarios para mantener la dominación central en el sistema mundial.
El auge del este y del sudeste de Asia: excepciones que cumplen la regla
Viajando por el este y el sudeste de Asia es difícil no percatarse de la fuerte presencia de las corporaciones multinacionales de las principales naciones centrales. Estas naciones suelen tener las tasas más altas de crecimiento económico del mundo. Mientras las naciones centrales de Norteamérica y Europa experimentan tasas anuales del 2 al 3% en años prósperos, muchas de estas naciones asiáticas están creciendo un 10% anual. Su crecimiento es tan rápido que esta parte de Asia representará pronto el % más alto del PIB mundial.
El desarrollo no uniforme genera un aumento de la desigualdad y de la pobreza, y es el mayor problema de la mayoría de los países de Latinoamérica y África. Hay personas sin techo en el noreste rural de Tailandia o los alrededores de Bangkok, pero muchas menos que en Latinoamérica, África o India. El desarrollo económico de estos tigres asiáticos está generando empleo, y la escasez de mano de obra en muchos de estos países está provocando la subida de los salarios medios.
Taiwan se considera un caso desviado, porque el Estado de Taiwan está más implicado en la planificación económica y más preocupado por el desarrollo económico interno de todo el país y no exclusivamente por el de un grupo de élites. Durante varias décadas el Estado de Taiwan ha tenido influencia, y se ha esforzado para asegurar que las multinacionales con las que ha mantenido relaciones económicas no perjudicaran la economía interna. Los líderes del gobierno de Taiwan estaban motivados para asegurar el desarrollo económico a largo plazo como un medio de obtener el apoyo popular. Han surgido en Asia nuevos «casos desviados» parecidos a Taiwan, p.e. Corea del Sur y Tailandia.
Hay características comunes de estos países asiáticos con rápido desarrollo. Los lazos familiares y el apoyo a la educación son muy fuertes, tienen poca delincuencia y existe un sentido de la responsabilidad de grupo que conduce a la cooperación en el trabajo, en la educación y en otros sectores de la sociedad. Otro factor clave del desarrollo económico del este y sudeste asiáticos es lo que puede denominarse la „responsabilidad nacional de sus líderes„. Se discute si la clave es la larga historia de estas naciones, con tradiciones relativamente fuertes de responsabilidad de los líderes con sus ciudadanos, si son las religiones asiáticas, que constriñen a los líderes y les hacen ser relativamente más responsables ante sus ciudadanos, o una mezcla de ambos factores. Pero es evidente que las fronteras nacionales artificiales creadas por el colonialismo en Latinoamérica y África, y la consecuente inexperiencia de estas naciones producen líderes con menos tradición de servicio y responsabilidad que las antiguas civilizaciones del este y sudeste asiáticos.
Se cita como factor principal del desarrollo económico rápido y uniforme en esta parte del mundo a Japón. La clave es un «Estado fuerte» que tiene en cuenta los intereses de toda la nación, un Estado capaz de tomar y llevar a cabo las difíciles decisiones que comporta la planificación económica. Este es el modelo de desarrollo que han seguido de cerca Corea y Taiwan, y el que en la actualidad siguen otras naciones del sudeste asiático. Esta es también la razón por la que los países menos desarrollados del mundo están dirigiendo su mirada hacia ese modelo de desarrollo económico y están comenzando a rechazar los modelos que recomiendan los economistas occidentales.
CAMBIO EN EL SISTEMA DE ESTRATIFICACIÓN MUNDIAL
Los años 90 han experimentado cambios en los conflictos y las alianzas entre las naciones centrales que influyen en las perspectivas de las naciones periféricas. Muchas veces a las élites de las naciones no centrales les interesa mantener ese lugar no central, para conservar su posición privilegiada en el sistema mundial. Y a la inversa, a las naciones no centrales les interesa cambiar su posición en el sistema mundial bien ascendiendo como nación individual, bien cambiando todo el sistema.
El movimiento ascendente de las naciones periféricas individuales encuentra numerosos obstáculos; las naciones semiperiféricas tienen más probabilidades reales de conseguir el crecimiento económico, porque sus condiciones económicas internas son mejores. Algunas naciones periféricas han considerado que les interesa la opción de salir del sistema mundial y/o cambiar este sistema mediante revoluciones nacionalistas.
Durante los años 60, 70 y 80 el nivel de violencia política en la periferia era alto, y se produjeron revoluciones nacionalistas o conflictos violentos de clase en Vietnam, Angola, Cuba, etc.
Veamos varias razones de la oposición popular a la dominación del centro:
- La comercialización de la agricultura ha trastornado la vida tradicional de los campesinos. Se ha empleado nueva tecnología y nuevos métodos laborales para producir productos agrícolas para la exportación más que para el consumo local. Se les ha quitado la tierra a los campesinos, todo lo que aumenta la posibilidad de revueltas campesinas. La población campesina se ve obligada a ir a las ciudades abarrotadas y surgen movimientos de resistencia urbanos.
- El contacto frecuente de las clases bajas con otros segmentos de la población nacional que viven en condiciones económicas mucho mejores, puede aumentar su sentimiento de privación, algo que produce indignación y frustración =>> privación relativa.
- Aunque los participantes de casi todos los movimientos revolucionarios son de clase trabajadora, de clase baja, campesinos, etc., esos movimientos son encabezados por personas más instruídas, cuasi de élite. Fueron los viejos sistemas coloniales de las naciones centrales los que hicieron aparecer, de forma involuntaria, este tipo de personas. Para dirigir los regímenes coloniales en las naciones periféricas, las naciones centrales contribuyeron a instruir a una élite administrativa nativa, que se percata de la relación de explotación que existe entre su nación y el centro. A resultas de ello existen personas dispuestas y capaces de encabezar la oposición al centro y a sus partidarios dentro de su nación.
- Algunas naciones periféricas han logrado romper con la dominación central capitalista, mostrando que la separación era posible y además con crecimiento económico. Han servido de ejemplo para otros países en los que la gente se siente oprimida por las multinacionales y las naciones centrales, p.e los EE.UU. lograron el crecimiento económico tras liberarse de la dominación británica mediante la revolución.
- Antes de la caída del comunismo, la Unión Soviética y Europa del Este ayudaban material y militarmente a naciones no centrales necesarios para resistirse a la dominación central. Cuba, Nicaragua, Angola y Vietnam no hubieran podido lograr el éxito de la revolución sin el apoyo exterior de la Unión Soviética o China. Esta ha sido la dinámica de la lucha entre las superpotencias en la que, sin embargo, los muertos se producían en las naciones periféricas.
- Varios estudios indican que la implicación económica del centro en las naciones periféricas suele aumentar la desigualdad dentro de estos países, lo que está relacionada con una mayor violencia política en esas naciones.
Resistencia del centro al cambio
Se ha hablado mucho en las naciones centrales de las reformas para las poblaciones de la periferia, de nuevos programas de ayuda y de préstamos para estimular el crecimiento económico. Pero sabemos que esta ayuda y el aumento de la deuda no siempre han sido positivas: la ayuda y la deuda suelen guardar relación con un menor crecimiento.
Pero la principal línea de acción del centro ha sido su acción policial y militar inicialmente abierta, pero cada vez más encubierta, para contrarrestar la rebelión de la periferia contra el centro. Con tantos casos de intervención militar estadounidense en todo el mundo (Vietnam, Corea, Panamá, etc.) el uso de la fuerza militar para contrarrestar la rebelión en la periferia parece que sigue siendo una respuesta frecuente. La única nación cuyas manifestaciones de poder se han aproximado a las de EE.UU. fue la Unión Soviética.
Es más, las amenazas militares abiertas de los EE.UU. estaban disminuyendo mientras aumentaban las de la Unión Soviética (falta de éxito, imagen contraproducente o desastre de Vietnam para la política exterior de los EE.UU.).
Las actividades encubiertas son operaciones secretas para alcanzar objetivos políticos y/o económicos, p.e. el asesinato de actores políticos considerados una amenaza para el centro, el soborno a políticos de la periferia, la ayuda a golpes de Estado, la propaganda, las elecciones amañadas y todo tipo de «trucos sucios» sólo limitados por la imaginación. Cuando estas actividades encubiertas tienen éxito se logran objetivos políticos y económicos con menor gasto militar y pérdida de vidas. En los años 70 el mundo llegó a conocer el uso masivo de actividades encubiertas contra naciones no centrales como Nicaragua, Cuba, Chile, etc. por parte de EE.UU. debido a la publicación de documentos gubernamentales e investigaciones del Congreso.
Los objetivos de la actividad encubierta pueden ser muy diversos:
- La más frecuente está orientada a suprimir grupos de oposición que intentan cambiar a los gobiernos de la periferia que respaldan los intereses del centro.
- Puede dirigirse más específicamente hacia el apoyo de los gobiernos de la periferia favorables a los intereses del centro, sugerimos actividades como la divulgación de propaganda en apoyo del gobierno amigo.
- Más compleja incluye acciones dirigidas a derrocar gobiernos periféricos no favorables, para reemplazarlos por gobiernos más favorables.
Una cosa es segura: la periferia seguirá teniendo muchos problemas económicos y sociales, y en muchos lugares estos problemas empeorarán debido al aumento constante de la desigualdad y de la población mundial.
La implicación del centro en la periferia a menudo ha sido una consecuencia de la competencia entre las superpotencias de la guerra fría. Ahora, una falta de atención puede tener un resultado positivo: será menos probable la necesidad de ayuda militar a la periferia para que se maten entre ellos. Pero también disminuirá la ayuda al desarrollo que, en ciertos casos, ha contribuido a reducir algunos problemas sociales, al tiempo que ha impulsado el crecimiento económico.
La no intervención supone menos presión para que se cumplan las expectativas de las superpotencias sobre lo que los países deben hacer, por lo que quizá las naciones periféricas puedan tener más libertad en términos relativos para intentar dar una oportunidad al modelo de desarrollo asiático. Decimos en términos relativos, porque siguen existiendo agencias de las potencias capitalistas, sobre todo el Banco Mundial, que presionan a la periferia con resultados a veces positivos y otros negativos para que se ajusten a las teorías económicas occidentales y a los intereses capitalistas del centro.
Todo lo anterior es pura especulación, pero lo que sí se puede afirmar con seguridad es que los principios básicos que rigen la desventaja de las naciones de la periferia y semiperiferia, no cambiarán radicalmente. Debemos advertir que el concepto de «nuevo orden mundial» es engañoso, por lo que está entre comillas.
El sistema mundial y la competencia entre naciones centrales ha influido mucho en la estratificación social de los EE.UU. y otros países. El proceso de industrialización ha creado semejanzas básicas en los sistemas de estratificación de las naciones centrales del mundo, pero hay importantes diferencias en lo que se refiere a la estratificación social.
RESUMEN
La naturaleza de la estratificación social de un país determinado ya no puede entenderse sin referencia a la posición que ocupa en el moderno sistema mundial o sistema de estratificación mundial. La historia del moderno sistema mundial comenzó alrededor del siglo XVI para extenderse por casi todo el globo en el siglo XX.
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