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Escuela Y Burocracia. La Autonomía De Las Prácticas Escolares

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Introducción

Los maestros de las escuelas públicas son funcionarios que trabajan en grandes sistemas educativos. Sistemas que se caracterizan por una estrecha conexión entre su estructura burocrática y la función de enseñanza – aprendizaje. Dicha conexión penetra todas las actividades y relaciones de la institución escolar. Para comprender las gestiones que se realizan a la hora de incorporar a los nuevos maestros a sus plazas recién adquiridas hay que comenzar por el reconocimiento de que tales gestiones se llevan a cabo en una organización burocrática. La iniciación formal de maestros y profesores es un intento de formar a los neófitos según las pautas del comportamiento burocrático que sus superiores han definido como necesarias para que la escuela cumpla su tarea educativa. En este capítulo se quiere describir la iniciación formal de los nuevos maestros en sus puestos y las tareas escolares, y comprender mejor sus implicaciones en la actuación de los maestros de barrios marginales.
La autonomía de los maestros como individuos que planifican las relaciones de trabajo y las actividades en sus aulas, se considera ilusoria. La línea de autoridad que se extiende desde los comisarios estatales de la educación hasta los inspectores, directores de escuela, y los maestros y profesores, termina en el alumno que está en el aula. Igual que en el resto de las burocracias, en el sistema educativo la relación de supervisión es fundamental y vincula a los que están en las diferentes posiciones.
A los maestros se les permiten pocas confianzas y poca autonomía en su trabajo. Se les exige que se acomoden a las demandas de una burocracia educativa sobre la que tienen un escaso control. Han de sujetarse a las reglas y disposiciones que otros han formulado para que pueda darse una solución estándar a los problemas y un tratamiento equitativo a las personas de la escuela. Se les pide que enuncien estas reglas ante los alumnos y que las refuercen. Se les provee de informes escritos y disposiciones administrativas, decisiones y preceptos, que funcionan como líneas directrices de su conducta en el aula. Estos elementos, además de las instrucciones orales, establecen limitaciones cruciales a la independencia de los maestros en el aula. Además, los administradores intentan asegurarse de que los maestros cumplen sus obligaciones apropiadamente exigiéndoles por escrito registros sistemáticos, comunicación de informes, que pueden también ser orales, sobre su desempeño y del de sus alumnos.
Otra limitación a la autonomía es que ellos no controlan ni poseen los medios y los materiales educativos. El tipo de aula, los libros y otros efectos que se les suministran son concertados por otras personas, y normalmente los maestros tienen poco que decir en esto.
Durante los primeros meses de su carrera como enseñantes, los límites burocráticos de su autonomía en el aula se hacen bastante precisos. Los administradores toman medidas para instruirles sobre los rudimentos de su tarea, y de las formas adecuadas de comportarse como maestro.
El papel que desempeñan los administradores escolares en la iniciación de los maestros tiene importantes efectos sobre su actuación en el aula, sobre su moral y sobre la incorporación o rechazo eventual del maestro por parte del sistema educativo. Los supervisores de las actividades de los maestros alimentan expectativas sobre las habilidades y conocimientos que estos deberían tener o adquirir; y en concordancia con esas expectativas evalúan la actuación de los maestros en el aula y les acreditan para futuros puestos o contribuyen a apartarlos de la profesión. Su papel en la aceptación o rechazo de los maestros es crucial.
Para los nuevos maestros de barrios marginales urbanos, la inducción formal administrativa al rol de profesional es especialmente importante. Suelen tener dificultades a la hora de adquirir habilidades necesarias para atender satisfactoriamente a sus obligaciones educativas. La preparación formal para la enseñanza no incluye generalmente conocimientos sobre las necesidades especiales de la pobreza urbana contemporánea. Aun teniendo esos conocimientos, la realidad cotidiana en estas escuelas puede provocar frustraciones imprevistas y un considerable estrés socio – psicológico.
Las preguntas fundamentales sobre la iniciación formal a la enseñanza son: ¿qué reglas y disposiciones han de cumplir los maestros y han de hacer cumplir a sus alumnos? ¿cuáles son las habilidades técnicas que han de mostrar? ¿a qué propósitos sirven estas reglas y habilidades? ¿qué importancia tienen en la evaluación y la aceptación del maestro por parte de sus supervisores? ¿cuál es la evidencia simbólica que indica que un profesor ha ido completamente aceptado por sus superiores? Las respuestas tienen importantes consecuencias para todos los maestros pero sobre todo para los que trabajan con alumnos con necesidades y problemas educativos especiales.

Las Reglas De La Socialización

Como todas las instituciones las escuelas tienen reglas y disposiciones que expresan y preservan las pautas acostumbradas de comportamiento que se esperan de los que participan en su vida. Estas pretenden capacitar a los estudiantes, maestros y administradores para el desarrollo de relaciones mutuas ordenadas, de forma que las actividades educativas de la escuela puedan llevarse a cabo con eficacia. El papel de la escuela como agencia formal por cuya mediación el niño es socializado para la participación en la sociedad adulta otorga una justificación especial a las reglas escolares. En general se piensa que las reglas escolares son necesarias por su contribución al bienestar de la escuela y de la sociedad. Se cree que las anotaciones de “mala” conducta en la escuela son predictores de un mal comportamiento como adulto en el futuro.
En gran medida, las reglas que gobiernan la conducta social de la escuela han evolucionado a lo largo de generaciones, y están tan asumidas que los educadores consideran inapropiado cuestionarlas. Cuando se cuestionan suele darse como respuesta que son necesarias para el bienestar del niño o para los propósitos educativos. Pero estas presunciones no han sido comprobadas y tienden a oscurecer la función de las reglas como garantes de las fronteras entre los que se encuentran en las diferentes posiciones de la burocracia educativa.
Los administradores tienen la responsabilidad de mantener en orden las relaciones en las escuelas. Como guardianes tienden a hacer hincapié en la función de vigilancia del trabajo del maestro. Profesor y alumno pueden representar amenazas potenciales al funcionamiento tranquilo de la escuela.
Un aspecto importante de la iniciación formal de los maestros tiene que ver con las normas de conducta social que han de defenderse ante sus alumnos. Estas pretenden reforzar la posición superior del maestro sobre los niños. El dominio de los maestros no solo deriva de su estatus como adultos, sino también por ser representantes del sistema educativo y detentar un estatus en la escuela. Se les ha dado una especial posición de autoridad sobre los alumnos. La formación de los maestros está diseñada para prepararlos para su trabajo como expertos adultos que han sido designados oficialmente para enseñar a niños inexpertos y la pauta de las relaciones sociales en la escuela subraya y da expresión a esta definición del rol de maestro.
Tanto por su edad como por su formación los maestros son las autoridades socialmente definidas y aceptadas en el aula, y han de establecer y mantener pautas ordenadas de interacción con los alumnos para poder impartir su conocimiento superior a los subordinados. Forman parte de la responsabilidad del maestro motivar a sus alumnos de forma que deseen aprender y controlar su conducta. Los alumnos, por su parte, deben acudir preparados para aceptar la autoridad de los maestros y realizar el trabajo escolar con arreglo a sus instrucciones.
Las reglas que gobiernan la conducta social en la escuela dan expresión a las diferencias entre las posiciones del maestro y del alumno en el aula. Pero estas reglas no parten de los maestros, sino de sus superiores. El rol del maestro como valedor subordinado de las reglas queda claro en la iniciación formal que recibe para acceder a su trabajo.

El preludio para la enseñanza

Típicamente, la introducción formal de los maestros a sus nueva posiciones comienza con una entrevista de orientación que ocupa varios días antes del comienzo oficial del año escolar. Es de destacar la ausencia de los alumnos. Allí están presentes los administradores escolares y otros especialistas, que se encuentran con los neófitos en diversas reuniones formales.
La entrevista de orientación es una ceremonia ritual que versa sobre el periódo transicional en el que se encuentran los nuevos maestros. Han sido graduados en la institución de formación para la enseñanza, pero aun no se han incorporado a los grupos de personas que forman parte de la escuela. Durante la orientación atraviesan un periodo de aprendizaje sobre el nuevo rol y ponen en práctica las relaciones interpersonales adecuadas que tal rol entraña.
En el ceremonial de las sesiones de orientación hay varios puntos de interés. Se da en ellos una clarificación de la jerarquía administrativa, de forma que los neófitos aprenden los nombres y funciones que tienen un control de supervisión sobre sus actividades. Y estos administradores ponen en práctica la función de supervisión instruyendo a los maestros sobre la conducta que es adecuada para su puesto de trabajo. Esta formación incluye órdenes específicas sobre cómo han de actuar los maestros ante los que tienen mayor autoridad que ellos, y también ante los alumnos.
Se describen en detalle las reglas y disposiciones que cada cual ha de seguir en la escuela, y los procedimientos cuando dichas reglas se transgreden. Las regulaciones para la vigilancia de los alumnos tienen una importancia particular, especialmente las que se refieren a la salud, seguridad, asistencia y conducta. Además, se hace explícito el rol de los maestros como personas que han de ajustarse por si mismas a las reglas y disposiciones, con objeto de transmitirlas después a los niños. El tema principal es instruir al niño de modo que acabe por acondicionarse a un ajuste automático con respecto al comportamiento esperado. De hecho, la “rutinización” del niño se contempla como un prerrequisito necesario para la situación de enseñanza – aprendizaje en el aula.
Al orientar a los maestros hacia su nueva posición, los administradores intentan facilitar su entrada por medio de un entrenamiento breve, pero intensivo, en los deberes y obligaciones que les son adscritos como transmisores de la cultura escolar.
Como miembros de la generación más adulta del centro, los maestros tienen el deber de transmitir a la nueva generación las pautas de conducta que les capacitarán para convertirse en trabajadores satisfactorios. La mayor parte del tiempo que maestros y alumnos pasan juntos, en particular durante los primeros días, se dedica a la formación de esas conductas.
La importancia que se da a la rutinización del niño con arreglo a fórmulas prescritas que el maestro ha de explicitar y hacer cumplir expresa los valores burocráticos del sistema educativo, y asegura su continuidad.

El Maestro Como Técnico

En la escuela moderna, la instrucción formal del aula viene siendo planeada por personas que se encuentran lejos de la clase real. Los maestros son técnicos educativos que llevan a cabo la presentación de un currículo definido por otros como educativamente válido para que el niño adquiera las habilidades requeridas por los adultos en nuestra sociedad.
Los aspectos técnicos del trabajo del maestro se subrayan por las instituciones de formación a las que asisten y por su rol en el sistema educativo. El aprendizaje formal de los maestros les prepara como especialistas que enseñan asignaturas específicas a los niños de una edad específica.
En el sistema educativo, rara vez los profesores participan en la definición oficial del currículum o en la elaboración de la secuencia y procedimientos por cuya mediación tal currículum ha de impartirse. Se espera de ellos que sigan las líneas directrices provistas por las autoridades de supervisión. El currículum formal se ofrece al maestro de modo pre – envasado mediante guías curriculares, libros de texto y en algunos casos planes de lecciones que esquematizan cuidadosamente las actividades que los niños habrán de realizar con arreglo a su edad y a su capacidad. El rol del maestro es poner en marcha en el aula las actividades prescritas y supervisar los trabajos de los alumnos de tal manera que puedan aprender las habilidades y adquirir el conocimiento que les capacitará para emprender un trabajo aun más difícil el curso siguiente.
Una parte significativa de la iniciación administrativa de los profesores se dedica a instruirles sobre los procedimientos que habrán de seguir para que el niño pueda ser educado con arreglo a los clichés del sistema escolar local. Estos clichés representan un diseño elaborado de la globalidad de los procesos educativos que afectan al conjunto de los niños del sistema. Para que el programa esté completamente coordinado se supone que los maestros han de ejecutar sus tareas especializadas con eficacia y sin inferir en la tareas asignadas a los otros.

Lo que es imprescindible tener en el aula

En el sistema escolar urbano y en la teoría educativa, se considera que es muy importante para los maestros generar una buena atmósfera de trabajo en el aula, de manera que los objetivos puedan cumplirse. Las relaciones formales maestro – alumno son uno de los aspectos de este punto, que también se expresa en los requerimientos que tratan de las ordenaciones del espacio físico y de las pertenencias del aula.
Administrativamente, la clase ideal se percibe como aquella que refleja la situación de enseñanza – aprendizaje. La ordenación física habría de incluir “rincones de aprendizaje” para cada área curricular, tablón de anuncios para la exhibición de los materiales y trabajos de los alumnos relativos al currículum, y adornos de diversa índole. Además, ciertos elementos relacionados con el control y las rutinas del aula habrán de situarse en lugares visibles. Los profesores tienen libertad pero existen ciertos tipos de decoración que son exigidos y especificados por las publicaciones oficiales de la junta de educación y por las directrices de los administradores.
La decoración del aula refleja gráficamente el aprovechamiento de la clase. La demandas cambian en concordancia con el nivel académico, y a lo largo del año la decoración del aula se transforma para reflejar los nuevos temas estudiados y las nuevas habilidades. Con frecuencia se instruye a los maestros para que sus tablones de anuncios estén “actualizados”, y sus supervisores les critican si no cumplen con esta instrucción.

El plan de trabajo de la clase

Como supervisores de las tareas de los alumnos en el aula, los profesores han de ser competentes en las técnicas de planificación del trabajo. Siguiendo las líneas educativas provistas por las autoridades que prescriben lo que ha de ser enseñado, se exige a los maestros que planifiquen y asignen el trabajo del aula conforme a los requerimientos generales que han sido especificados por los que se encuentran en posiciones de supervisión superiores a las suyas. Estos requerimientos se ocupan de las asignaturas que han de enseñarse, del tiempo de cada asignatura y las herramientas educativas utilizadas.
Para garantizar que cumplen con los requerimientos básicos de la planificación de la clase, y para contar con un informe sobre las actividades se les pide que remitan a sus supervisores inmediatos planes de sus lecciones por adelantado. En intervalos regulares, el director recoge y examina los libros de planificación, realiza comentarios, los firma y los devuelve. Para guiar al maestro, el libro de planificación incluye la presentación de algunos de los elementos importantes a tomar en consideración en lo que respecta a esta tarea.
El libro de planificación del profesor ha de indicar la cobertura que prestará a las materias que le han sido asignadas, una declaración detallada de los contenidos que enseñará, el modo en que lo hará y las herramientas educativas que empleará.
Las especificaciones de los planes de aula que han de utilizarse tornan explícito el rol del maestro como un técnico que pone en práctica las políticas formuladas por los que se encuentran en las posiciones directivas de la burocracia educativa. El rol del maestro consiste en supervisar el trabajo de los niños de manera que se encuentre coordinado con el diseño educativo con el que se trata a los alumnos en el conjunto del sistema escolar. Este diseño da gran prioridad a la división del currículum en unidades temporales.
El modelo asigna una cantidad de tiempo a cada asignatura que ha de enseñarse durante determinados periodos a lo largo de la semana. También se asigna a los alumnos tareas que han de ser cumplidas en un tiempo dado, y el profesor supervisa su trabajo intentando que los alumnos no se salgan del programa. Se considera que los alumnos carecen de motivación para el trabajo escolar, de modo que es deber del profesor motivarlos. A los alumnos que cumplen con una cantidad de tareas que supera la media se los envía a clases de “enriquecimiento”, donde se les asigna tareas extraordinarias. A los que habitualmente se muestran incapaces para cumplir con la cantidad media de trabajo se los sitúa en clases para niños “lentos” y se les asigna menos tarea.
Aunque se ofrecen variaciones en el número de tareas y asignaturas que se asigna a los alumnos de acuerdo con su edad y capacidades, estas se producen en el marco de un currículum estandarizado que ha de ser seguido por todos.
Las ceremonias que tienen por objeto rutinizar al niño constituyen el preludio de las ceremonias orientadas a la enseñanza formal. A través de los rituales de preparación de los libros de planificación y decoración de sus aulas con arreglo a las expectativas de sus supervisores, los profesores ponen en práctica su papel como subordinados en la escuela. Al tiempo, se reafirman la posición subordinada del alumno, que ha de responder a los estímulos educativos que le proporcionan los otros realizando las tareas que se les exigen de manera que les son requeridas. La iniciación del profesor al rol burocrático tiene importantes consecuencias para la iniciación de los alumnos en sus propios roles.

Símbolos De Supervisión Del Éxito

Las relaciones formales entre maestros y alumnos han de expresar el rol subordinado de estos últimos. Los recursos físicos, el mobiliario y las herramientas educativas de cada clase han de presentar una imagen visual del trabajo del aula conforme éste progresa constantemente a lo largo del curso académico. Los planes escritos sobre las lecciones han de indicar que las actividades del aula se siguen con arreglo a los objetivos del sistema educativo.
Las líneas directrices que se ofrecen a los maestros para que gobiernen sus rutinas cotidianas en el aula, sirven también como criterios por medio de los cuales los supervisores evalúan sus actuaciones. Por observaciones formales e informales de los nuevos maestros, los administradores intentan evaluar sus puntos fuertes y débiles. Intervienen a menudo en los acontecimientos del aula e intentan contribuir a que la actuación del profesor se cumpla de acuerdo con el modelo educativo establecido. Dichas intervenciones inciden en los sentimientos de éxito o fracaso que los nuevos maestros experimentan como consecuencia de la reacción del supervisor ante su tarea.
En el sistema educativo, la conducta social formal que se exige de los alumnos y profesores, las decoraciones del aula y las actividades de trabajo, y los libros de planificación son solo tres signos visibles que desempeñan un papel importante en el establecimiento y mantenimiento de las relaciones de supervisión y en la explicitación del hecho de que el personal docente y los alumnos de la escuela local se hallan en conjunción con otros elementos del sistema escolar en su labor educativa. Un examen de su función simbólica en la evaluación del profesor aumentará la comprensión de los modos por medio de los cuales se le inicia a la burocracia educativa.

El control de la clase

Ya hemos descrito la prioridad que se da a la socialización para posibilitar el trabajo en el aula. No es sorprendente que los supervisores observen con regularidad a los maestros para evaluar su capacidad de control sobre el comportamiento.
La presión continua que ejercen los administradores para que los maestros controlen la conducta de sus alumnos es evidente.
El indicador de éxito más importante para un maestro es tener una clase cuyos alumnos sigan pautas ritualistas y elaboradas de conducta que expresen su posición subordinada. Entre ellas se incluyen tipos formalizados de posturas y movimientos, respuestas verbales y trabajos escritos. Los observadores de la administración utilizan la presencia o ausencia de estas formas ritualizadas de conducta en los alumnos como símbolos de una actuación adecuada o inadecuada del profesor. La creencia común es que la enseñanza formal no puede llevarse a cabo a menos que los alumnos guarden ante el maestro la deferencia que les es dictada por las normas formales de la escuela. Esta creencia puede conducir a subrayar de tal manera la evaluación de la actuación de los maestros con arreglo a la evidencia visible de su control sobre la conducta de sus alumnos, que se pasen por alto otras circunstancias. No se concede importancia a la habilidad para controlar el contenido disciplinar de las asignaturas y para producir reacciones entusiastas por parte de los alumnos y respuestas adecuadas a sus necesidades físicas.

Tener la clase bonita

Un segundo indicador es el aspecto que ofrece el aula. Los administradores inspeccionan periódicamente las clases para determinar si los maestros han preparado o no los tipos de decoración necesarios para que la clase cumpla con los objetivos educativos.
El cambio necesario de los tablones de anuncios con el paso del tiempo y su inspección regular se hacen evidentes.
La decoración y preparación del aula en la presentación de una imagen favorable no es un asunto exclusivo de las relaciones entre el maestro y el supervisor. Este tema también implica a las relaciones públicas. Cuando se invita a los padres a visitar el centro para la “semana de la escuela abierta” o cuando vienen los responsables educativos que están fuera de la escuela, los maestros se ven particularmente apremiados para “preparar sus aulas” y para mostrar con claridad los signos del éxito.
La exposición de las actividades de la clase busca presentar el aula ideal, en la que los niños realizan un progreso
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