Existen en educación algunos elementos que, de una forma u otra, están siempre presentes y son los que justifican, en última instancia, toda propuesta educativa. Comprobamos que aunque en cada momento histórico se ha dado más relevancia a un principio o a otro, siempre se ha pretendido el desarrollo de las capacidades individuales de cada uno (individualización) y su mejor integración en el grupo en el que vive (socialización). Se ha pretendido el logro de la madurez, formar individuos autónomos (autonomía) capaces de dirigir por sí mismos su propia vida, aceptando las consecuencias de decisiones.
En este punto reafirmarla idea de la “Declaración Mundial sobre Educación para Todos” (Jomtien, 1990), respaldada por la “Declaración Universal de Derechos Humanos” y la “Convención sobre los Derechos de Niño”, de que todos los niños, jóvenes y adultos, en su condición de seres humanos tienen derecho a beneficiarse de una educación que satisfaga sus necesidades básicas de aprendizaje en la aceptación más noble y más plena del término. Ahora bien, este derecho dimana del propio concepto de persona. No es una concesión de un Estado, sino un deber de éstos para el pleno desarrollo de todos y cada uno de sus ciudadanos.
Al hablar de persona estamos haciendo referencia a algo singular, único por sí mismo. Sin duda, todos los seres humanos somos iguales, pero a la vez somos diferentes. Somos iguales en cuanto compartimos una misma naturaleza humana. Unicos en la medida que podemos pensar, decidir y actuar por nosotros mismos, nos hacemos a nosotros mismos, y somos responsables de nuestras acciones, de lo que somos y de lo que deberíamos ser. De ahí la absoluta necesidad de la educación, ya que sin ella quedaría seriamente mermada esta posibilidad de la naturaleza humana.
Todo humano posee dignidad, ya que actúa en base a su capacidad de reflexión y a su libertad; capacidad de actividad intencional, creativa unificadora; singularidad, que le hace diferente a los demás; carácter relacional y apertura interactiva a los demás, al mundo; autonomía para elegir, dirigir su propia vida, construir su personalidad. Cada rasgo que caracteriza al ser humano como persona reclama una actuación educativa que va a fundamentar la consolidación de esa característica en cada individuo. En el siguiente cuadro se matizan los principios educativos que se desprenden de cada uno de los rasgos. Cada rasgo que caracteriza al ser humano como persona reclama una actuación educativa que va a fundamentar la consolidación de esta característica en cada individuo:
Individualización-socialización, en cuanto son dos principios claros que justifican toda la tarea educativa, que pretenden ese desarrollo positivo de cada individuo, gracias la cual se integra activamente en su grupo siendo él mismo. El perfeccionamiento equilibrado de ambas dimensiones es el que fundamenta la posibilidad de autonomía de todo individuo. Ahora bien, este logro de la autonomía será posible únicamente si basamos la acción educadora en los principios esenciales de la actividad, la creatividad y la participación.
Es desde la ordenada integración de estos procesos en un todo como cada uno refuerza la acción de los demás y contribuyen a la vez al desarrollo personal.
Diferimos de los demás en la conducta que manifestamos, distinta incluso ante estímulos idénticos. Los valores que asumimos, nuestras necesidades, intereses, sentimientos y emociones y la forma de vivirlos son sólo nuestros. En definitiva, la herencia y el medio interactúan en cada individuo haciéndolo diferente a los demás, aunque dentro de esa común condición humana.
Estas diferencias han de ser consideradas desde cualquier óptica educativa dado que el sujeto de la educación y protagonista del proceso no es la colectividad sino el hombre único e irrepetible. Son esas características individuales, las aptitudes, actitudes, necesidades, intereses, limitaciones, etc., que difieren de las de los demás, son a las que habrá que adecuarse cada una de las variables curriculares del proceso de enseñanza-aprendizaje. Se trata de que, actuando simultáneamente sobre un grupo de alumnos, se centre la acción educativa en una atención individualizada cifrada en adaptar objetivos, contenidos, motivación, recursos, métodos, actividades, etc., a las características diferenciales de cada uno, a la medida de cada cual.
Este principio de la educación rechaza la concepción ya superada de enseñar lo mismo a todos, de la misma manera y en el mismo espacio y tiempo. En cambio, exige la necesaria atención a la diversidad que trata de
proporcionar a cada alumno, en función de sus intereses y motivaciones, en relación a sus capacidades y ritmos de aprendizaje, la respuesta que necesita en cada momento para desarrollar de forma óptima todas y cada una de sus aptitudes.
La sociedad actual exige nuevas disposiciones a los individuos que les capaciten para atender las crecientes demandas sociales. Las comunidades modernas nos convierten en seres cada vez más dependientes los unos de los otros y la educación es el principal vector de identificación, pertenencia y promoción social. Entonces se nos plantea el siguiente dilema ¿qué es lo que debemos potenciar más, la dimensión individual o la social? Entendemos que se trataría de buscar el equilibrio entre ambas dimensiones, procurando desarrollar los valores personales del individuo haciéndolos compatibles con el servicio al desarrollo y mejora de la sociedad, lograr la plena autorrealización del hombre y su inserción activa en la naturaleza, la sociedad y la cultura.
El logro de la madurez será el punto de atención de todo educador, es el verdadero ideal de conducta. En este sentido, la madurez será el fin de un largo proceso del hombre consigo mismo, y con la sociedad como consecuencia. El que cada sujeto sea capaz de autodirigirse, de autodeterminarse, se convierte en uno de los ideales máximos a alcanzar por la persona y, por tanto, en un principio esencial de la educación.
Lógicamente, cada educando deberá ir adquiriendo grados progresivos de autonomía conforme su desarrollo madurativo y experiencias lo aconsejen, de manera que se vaya desprendiendo paulatinamente de la tutela de un educador adulto que ha sabido armonizar el binomio autoridad-libertad corresponsabilizándose junto al educando del proceso formativo de éste, ayudándole a se él mismo, a ser autor, y no solo actor de su propia vida.
Lo que interesa como principio educativo es que la actividad que se está desarrollando sea formativa, tenga un sentido y esté planificada hacia el logro de un objetivo que le ayude a obtener o mejorar una capacidad, una destreza o un valor. Este es el fundamento del aprender haciendo. Como requisitos fundamentales de este principio debemos saber que estamos proponiendo una actividad:
El principio de actividad rechaza la educación que fomenta un alumno pasivo y meramente receptivo. Se pretende el esfuerzo de reflexión y no solamente la actividad manual o psicomotriz. La actividad que nos interesa es fundamentalmente la que parte de la mente humana y se realiza de modo voluntario, exenta de coacción y tendente a la optimización del hombre. El sujeto que participa, que es protagonista de su propio aprendizaje porque observa, busca, descubre, experimenta, analiza, relaciona, comprende, ordena, concluye, en definitiva razona, está llevando a cabo una actividad que fijará en la mente esos aprendizajes adquiridos de manera más sólida.
Ahora bien, lo esencial de este principio estriba en la capacidad de transformar de forma personal la realidad que nos rodea gracias a los elementos y conocimientos que ya poseemos. La creatividad es una disposición personal ante la vida en la que el individuo está dotando a todas sus acciones, a todas sus ideas de un acento personal.
La educación en y para la creatividad está en el equilibrio entre el conocimiento, la efectividad y la acción. Enseñar a pensar, a sentir y a tomar decisiones, éstos son los cimientos para construir la creatividad personal. En definitiva, lograr implicar al alumno en su propio proceso educativo.
La participación es un factor que debe estar presente en todo proceso educativo ya que contribuye a desarrollar la responsabilidad y la capacidad de dialogar, de escuchar, de planificar, de evaluar, de aprender y de trabajar en equipo, por lo que es un elemento esencial para el desarrollo tanto individual como social de todo individuo.
Participar es tomar parte, colaborar con otras personas, unirse con otros que tienen inquietudes similares y formar un equipo para hacer algo o para alcanzar unas metas. Es decir, unirse, colaborar entre todos para alcanzar unos objetivos que beneficiarán y mejorarán nuestra sociedad y, por ende, nuestro propio grupo. Demanda cooperar, aportar, desarrollar un conjunto de actividades voluntarias a través de las cuales los miembros de esa comunidad intervienen en la elaboración y decisiones de la construcción y mantenimiento de ese grupo.
En suma, la participación es:
Sin duda, para poder participar se exige previamente libertad, la posibilidad de autonomía de cada individuo. Sin libertad cualquier tipo de participación no sería real. Y sin la igualdad estamos cerrando el paso a la dinámica participativa.
En este punto reafirmarla idea de la “Declaración Mundial sobre Educación para Todos” (Jomtien, 1990), respaldada por la “Declaración Universal de Derechos Humanos” y la “Convención sobre los Derechos de Niño”, de que todos los niños, jóvenes y adultos, en su condición de seres humanos tienen derecho a beneficiarse de una educación que satisfaga sus necesidades básicas de aprendizaje en la aceptación más noble y más plena del término. Ahora bien, este derecho dimana del propio concepto de persona. No es una concesión de un Estado, sino un deber de éstos para el pleno desarrollo de todos y cada uno de sus ciudadanos.
PRINCIPIOS QUE FUNDAMENTAN LA ACCION EDUCATIVA
Se ha definido la educación como aquella actividad dirigida a la optimización de todas y cada una de las capacidades de la persona. Al realizarse esta afirmación se está defendiendo tanto el desarrollo de las capacidades específicas de cada individuo, como su necesaria integración en la comunidad en la que vive. En esta propuesta se parte de la idea de la persona como elemento clave para determinar qué y cómo se entiende la educación.Al hablar de persona estamos haciendo referencia a algo singular, único por sí mismo. Sin duda, todos los seres humanos somos iguales, pero a la vez somos diferentes. Somos iguales en cuanto compartimos una misma naturaleza humana. Unicos en la medida que podemos pensar, decidir y actuar por nosotros mismos, nos hacemos a nosotros mismos, y somos responsables de nuestras acciones, de lo que somos y de lo que deberíamos ser. De ahí la absoluta necesidad de la educación, ya que sin ella quedaría seriamente mermada esta posibilidad de la naturaleza humana.
Todo humano posee dignidad, ya que actúa en base a su capacidad de reflexión y a su libertad; capacidad de actividad intencional, creativa unificadora; singularidad, que le hace diferente a los demás; carácter relacional y apertura interactiva a los demás, al mundo; autonomía para elegir, dirigir su propia vida, construir su personalidad. Cada rasgo que caracteriza al ser humano como persona reclama una actuación educativa que va a fundamentar la consolidación de esa característica en cada individuo. En el siguiente cuadro se matizan los principios educativos que se desprenden de cada uno de los rasgos. Cada rasgo que caracteriza al ser humano como persona reclama una actuación educativa que va a fundamentar la consolidación de esta característica en cada individuo:
Rasgos de la persona | Principios educativos |
Singularidad | Individualización, creatividad |
Apertura | Socialización, comunión, comunicación |
Autonomía | Autonomía, actividad |
Unidad | Integralidad |
Individualización-socialización, en cuanto son dos principios claros que justifican toda la tarea educativa, que pretenden ese desarrollo positivo de cada individuo, gracias la cual se integra activamente en su grupo siendo él mismo. El perfeccionamiento equilibrado de ambas dimensiones es el que fundamenta la posibilidad de autonomía de todo individuo. Ahora bien, este logro de la autonomía será posible únicamente si basamos la acción educadora en los principios esenciales de la actividad, la creatividad y la participación.
Es desde la ordenada integración de estos procesos en un todo como cada uno refuerza la acción de los demás y contribuyen a la vez al desarrollo personal.
ANALISIS DE ALGUNOS PRINCIPIOS CLAVES DE LA EDUCACION
INDIVIDUALIZACION
La constitución biológica de los individuos, su estructura psicológica, el ambiente, los estímulos, la experiencia, son únicos en cada caso y, por tanto, diferentes a los de los demás. A pesar de las diferencias, entre todo ser humano se da una característica común, la de ser personas. En virtud de su singularidad, la persona humana es una unidad irrepetible. Se manifiesta como un ente singular totalmente determinado que solo se puede predicar a sí mismo.Diferimos de los demás en la conducta que manifestamos, distinta incluso ante estímulos idénticos. Los valores que asumimos, nuestras necesidades, intereses, sentimientos y emociones y la forma de vivirlos son sólo nuestros. En definitiva, la herencia y el medio interactúan en cada individuo haciéndolo diferente a los demás, aunque dentro de esa común condición humana.
Estas diferencias han de ser consideradas desde cualquier óptica educativa dado que el sujeto de la educación y protagonista del proceso no es la colectividad sino el hombre único e irrepetible. Son esas características individuales, las aptitudes, actitudes, necesidades, intereses, limitaciones, etc., que difieren de las de los demás, son a las que habrá que adecuarse cada una de las variables curriculares del proceso de enseñanza-aprendizaje. Se trata de que, actuando simultáneamente sobre un grupo de alumnos, se centre la acción educativa en una atención individualizada cifrada en adaptar objetivos, contenidos, motivación, recursos, métodos, actividades, etc., a las características diferenciales de cada uno, a la medida de cada cual.
Este principio de la educación rechaza la concepción ya superada de enseñar lo mismo a todos, de la misma manera y en el mismo espacio y tiempo. En cambio, exige la necesaria atención a la diversidad que trata de
proporcionar a cada alumno, en función de sus intereses y motivaciones, en relación a sus capacidades y ritmos de aprendizaje, la respuesta que necesita en cada momento para desarrollar de forma óptima todas y cada una de sus aptitudes.
SOCIALIZACION
El hombre vive en comunidad, necesita de los demás para su supervivencia e incluso para llegar a ser hombre. Muchos autores explican de forma clarificadora cómo el “yo” se va constituyendo como tal al ser capaz de descubrir y abrirse a un “tu”. El “yo” y el “tu” conviven, se desarrollan como entidades singulares, pero que, a la vez, son capaces de ir formando el “nosotros”. La singularidad del hombre no es sinónimo de aislamiento, sino de apertura, ya que vivir es convivir, no en existencias solitarias, sino necesariamente solidarias. El hombre es un ser social por necesidad, así lo requiere su propia naturaleza: necesita del otro para sobrevivir, para adaptarse a su ambiente pero, de forma especial, para crecer como persona y desarrollar cada una de sus capacidades de forma integrada. Todo el desarrollo de las potencias individuales se va a realizar en comunidad.La sociedad actual exige nuevas disposiciones a los individuos que les capaciten para atender las crecientes demandas sociales. Las comunidades modernas nos convierten en seres cada vez más dependientes los unos de los otros y la educación es el principal vector de identificación, pertenencia y promoción social. Entonces se nos plantea el siguiente dilema ¿qué es lo que debemos potenciar más, la dimensión individual o la social? Entendemos que se trataría de buscar el equilibrio entre ambas dimensiones, procurando desarrollar los valores personales del individuo haciéndolos compatibles con el servicio al desarrollo y mejora de la sociedad, lograr la plena autorrealización del hombre y su inserción activa en la naturaleza, la sociedad y la cultura.
AUTONOMIA
Sin duda, la capacidad de gobierno de sí mismo y de determinación de las propias acciones es la máxima expresión de este principio de “autonomía” del hombre, al que la educación no puede renunciar. Todo hombre debe ser dueño de sí mismo, por lo que enseñar a aceptar, a elegir, a decidir o a tener iniciativa, con el fin de que el sujeto vaya independizándose recorriendo el necesario itinerario desde la heteronomía a la autonomíaEl logro de la madurez será el punto de atención de todo educador, es el verdadero ideal de conducta. En este sentido, la madurez será el fin de un largo proceso del hombre consigo mismo, y con la sociedad como consecuencia. El que cada sujeto sea capaz de autodirigirse, de autodeterminarse, se convierte en uno de los ideales máximos a alcanzar por la persona y, por tanto, en un principio esencial de la educación.
Lógicamente, cada educando deberá ir adquiriendo grados progresivos de autonomía conforme su desarrollo madurativo y experiencias lo aconsejen, de manera que se vaya desprendiendo paulatinamente de la tutela de un educador adulto que ha sabido armonizar el binomio autoridad-libertad corresponsabilizándose junto al educando del proceso formativo de éste, ayudándole a se él mismo, a ser autor, y no solo actor de su propia vida.
ACTIVIDAD
No se concibe una educación de hoy que no quede impregnada en el principio de actividad. Pero básicamente del que aprende, es decir, actividad no centrada en el docente, como era habitual en la escuela tradicional en la que se daba más importancia a la enseñanza que al aprendizaje, sino en la propio acción del educando.Lo que interesa como principio educativo es que la actividad que se está desarrollando sea formativa, tenga un sentido y esté planificada hacia el logro de un objetivo que le ayude a obtener o mejorar una capacidad, una destreza o un valor. Este es el fundamento del aprender haciendo. Como requisitos fundamentales de este principio debemos saber que estamos proponiendo una actividad:
- Que tiende, en primer lugar, a las disposiciones espirituales del hombre, así toda acción física interesa en la medida en que está relacionada con lo psíquico.
- Voluntaria, ya que una actividad será educativa en la medida en que se haga un esfuerzo intencionado y voluntario, ya sea de forma explícita o implícita.
- Perfectiva para el propio educando, en cuanto coopera al desarrollo de cada persona en una o más capacidades, en la medida que ayuda a canalizar todas las energías positivas del ser humano.
- Capaz de proyectar esa actividad al exterior en conductas determinadas.
- Que comprometen toda la personalidad del que la lleva a cabo, ya que son expresión de cada persona, van configurando la personalidad de cada educando.
- Están dirigidas a convertir todos los actos del hombre en verdaderos actos humanos, en el sentido de que se llevan a cabo con conocimiento y elección personal, son expresión de libertad.
El principio de actividad rechaza la educación que fomenta un alumno pasivo y meramente receptivo. Se pretende el esfuerzo de reflexión y no solamente la actividad manual o psicomotriz. La actividad que nos interesa es fundamentalmente la que parte de la mente humana y se realiza de modo voluntario, exenta de coacción y tendente a la optimización del hombre. El sujeto que participa, que es protagonista de su propio aprendizaje porque observa, busca, descubre, experimenta, analiza, relaciona, comprende, ordena, concluye, en definitiva razona, está llevando a cabo una actividad que fijará en la mente esos aprendizajes adquiridos de manera más sólida.
CREATIVIDAD
Un mundo en constante evolución genera continuos problemas que demandan a los investigadores soluciones urgentes. Por lo tanto será objetivo formativo el potenciar el desarrollo de mentes creativas que con sus creaciones, descubrimientos, inventos e innovaciones hagan aportaciones en el campo artístico, científico, tecnológico, económico, político, etc., gracias a las cuales se puedan dar soluciones a esos nuevos problemas, o sean valiosos para lograr hacer más placentera la vida en todo el ámbito natural, social o cultural.Ahora bien, lo esencial de este principio estriba en la capacidad de transformar de forma personal la realidad que nos rodea gracias a los elementos y conocimientos que ya poseemos. La creatividad es una disposición personal ante la vida en la que el individuo está dotando a todas sus acciones, a todas sus ideas de un acento personal.
La educación en y para la creatividad está en el equilibrio entre el conocimiento, la efectividad y la acción. Enseñar a pensar, a sentir y a tomar decisiones, éstos son los cimientos para construir la creatividad personal. En definitiva, lograr implicar al alumno en su propio proceso educativo.
PARTICIPACION
La participación es un factor que debe estar presente en todo proceso educativo ya que contribuye a desarrollar la responsabilidad y la capacidad de dialogar, de escuchar, de planificar, de evaluar, de aprender y de trabajar en equipo, por lo que es un elemento esencial para el desarrollo tanto individual como social de todo individuo.
Participar es tomar parte, colaborar con otras personas, unirse con otros que tienen inquietudes similares y formar un equipo para hacer algo o para alcanzar unas metas. Es decir, unirse, colaborar entre todos para alcanzar unos objetivos que beneficiarán y mejorarán nuestra sociedad y, por ende, nuestro propio grupo. Demanda cooperar, aportar, desarrollar un conjunto de actividades voluntarias a través de las cuales los miembros de esa comunidad intervienen en la elaboración y decisiones de la construcción y mantenimiento de ese grupo.
En suma, la participación es:
- Es un derecho del hombre para actuar en libertad y como tal, a la vez, un deber de todo ser humano para cooperar en el desarrollo de toda sociedad.
- Aumenta la responsabilidad, ya que al participar estamos desarrollando la capacidad de asumir un compromiso.
- Es fuente de vitalidad y de energía creativa en la vida social, a la vez que ayuda a reducir las desigualdades sociales.
- Es garantía de coherencia y de eficacia, ya que al involucrar a los diferentes miembros de un grupo, estamos ayudando a realizar de forma efectiva esos objetivos que entre todos hemos decidido y que todos queremos.
Sin duda, para poder participar se exige previamente libertad, la posibilidad de autonomía de cada individuo. Sin libertad cualquier tipo de participación no sería real. Y sin la igualdad estamos cerrando el paso a la dinámica participativa.