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Mecanismos y agentes en el mantenimiento de la ley y el orden en las sociedades de bandas y aldeas

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Las sociedades organizadas en bandas o aldeas disfrutan de un alto grado de seguridad personal, careciendo de leyes escritas, oficiales de policía, cárceles o cualesquiera otros de los componentes de los sistemas modernos de justicia penal.
Algunos antropólogos sostienen que la propensión a entablar combates con las armas, es consustancial a la naturaleza humana.
La guerra no tiene porque ser más natural que la paz.

La ley y el orden en las sociedades organizadas en bandas y aldeas

En todas las sociedades la gente tiene intereses contrapuestos. Todas las culturas deben tener posiciones estructurales para resolver los conflictos de interés, de un modo ordenado e impedir que los conflictos desemboquen en confrontaciones perturbadoras.
Las sociedades de cazadores recolectores como los esquimales, los ¡Kung son del Kalahari y los aborígenes australianos gozan de un alto grado de seguridad personal sin necesidad de tener soberano o especialistas en la ley y el orden.
Las razones básicas de estas diferencias se encuentran en:
  1. El pequeño tamaño de las sociedades organizadas en aldeas y bandas.
  2. La importancia central de los grupos domésticos y el parentesco en su organización social.
  3. La ausencia de desigualdades acusadas por el acceso a la tecnología y los recursos.

¿«Comunismo primitivo»?

En las sociedades organizadas en bandas, todos los adultos tienen normalmente libre acceso a los ríos, lagos, playas y océanos, a todas las plantas y animales y al suelo y subsuelo.
El predominio de la propiedad colectiva de la tierra no significa, sin embargo, que las bandas de cazadores y recolectores carezcan por completo de propiedad privada. La teoría del «comunismo primitivo», según la cual uno de los estadios universales en el desarrollo de la cultura se caracterizó por la ausencia total de propiedad privada, no se ve respaldada por los hechos. Muchos objetos materiales de las sociedades organizadas en bandas están bajo el control (esto es, son «propiedad») de individuos específicos, en especial los artículos que el propio usuario ha producido.

Movilización de la opinión pública

La opinión pública influye en el apoyo que los litigantes pueden esperar de sus grupos de parentesco. Lo que importa no es tanto quién tiene moralidad o la razón o está equivocado; o quién miente o dice la verdad; lo importante es movilizar la opinión pública hacia uno u otro bando con la fuerza suficiente para impedir el estallido de venganzas de sangre a gran escala.

Los chamanes y la opinión pública

En las sociedades simples organizadas en bandas y aldeas, los especialistas mágico-religiosos con dedicación a tiempo parcial llamados chamanes a menudo desempeñan un importante papel al movilizar la opinión pública y eliminar fuentes persistentes de conflictos.

El liderazgo de los cabecillas

El cabecilla, a diferencia de especialistas tales como rey, presidente o dictador, es una figura relativamente carente de poder e incapaz de exigir obediencia. Cuando da una orden, nunca está seguro de poder castigar físicamente a quienes la desobedezcan. Por contraposición, el poder político de los gobernantes descansa en su capacidad para expulsar o exterminar a cualquier combinación fácilmente previsible de individuos y grupos disconformes. Los verdaderos gobernantes controlan el acceso a los recursos básicos y a los instrumentos y armas útiles para herir o matar a la gente.

El jefe de la piel de leopardo

El peligro persistente que afrontan las sociedades que carecen de gobernantes radica en que los grupos de parentesco tienden a reaccionar como unidades frente a una agresión, real o supuesta, contra uno de los miembros.
Los mecanismos formales para impedir que el homicidio estalle en una venganza de sangre prolongada incluyen la transferencia de cantidades sustanciales de posesiones apreciadas del grupo de parentesco del asesino al de la víctima.
Los jefes de la piel de leopardo (por ejemplo los nuer, en el Alto Nilo, en Sudán) son especialistas semisagrados que se encargan de purificar a un homicida.

Asociaciones no basadas en el parentesco

Las sodalities son asociaciones no residenciales integradas por no parientes. Estas asociaciones reúnen a hombre y mujeres para cooperar en actuaciones rituales secretas.
Un caso clásico de asociación no residencial es el de las asociaciones militares de la Norteamérica nativa, que se desarrollaron en las Grandes Llanuras después de la introducción del caballo. Entre los crow y los cheyenne, estas asociaciones trataban de superarse una a otra en acciones de osadía durante el combate y en expediciones para robar caballos. Aunque los miembros de cada club no combatían como una unidad, se reunían en sus respectivos tipis para recordar y cantar sus hazañas, y llevaban insignias y ropas distintivas.

La guerra entre los pueblos cazadores y recolectores

La guerra se define como un combate armado entre grupos de personas que constituyen agrupamientos territoriales o comunidades políticas diferentes.
Algunos antropólogos sostienen que la guerra es una práctica universal que se remonta al menos al Paleolítico. Otros afirman que era un fenómeno muy raro o ausente por completo hasta la aparición de las jefaturas de los Estados, si excluimos las venganzas o las incursiones.
Los arqueólogos que han estudiado las pautas de huesos perforados o rotos, sugieren que la guerra tuvo lugar entre los pueblos de cazadores y recolectores o a lo largo de los periodos de crecimiento de la población y agotamiento de los recursos medio ambientales.

La guerra de los tiwi

La difusa línea que separa la guerra de la retribución personal entre cazadores y recolectores queda bien ilustrada en el ejemplo del conflicto armado entre los Tiwi de las islas Bathurst y Melville al norte de Australia.
Una vez llegado al lugar de batalla, ambos grupos intercambiaron insultos y acordaron reunirse formalmente por la mañana.
Durante la noche. Individuos de ambos grupos se visitaron reanudando sus relaciones. Por la mañana los dos ejércitos se alinearon frente a frente en el campo de batalla. Los ancianos iniciaron las hostilidades profiriendo insultos y acusaciones contra los individuos de las filas enemigas. Sus agravios se dirigían no contra la banda mandiimbuela, sino contra uno, o a lo sumo, dos y tres individuos.
Los cazadores y recolectores rara vez intentan aniquilarse mutuamente y a menudo se retiran del campo de batalla cuando se han producido una o dos bajas, el efecto acumulativo puede ser bastante considerable.
10) La guerra entre los agricultores de aldeas
Los pueblos asentados en aldeas no fueron los primeros en practicar la guerra, pero si ampliaron la escala y la ferocidad de los enfrentamientos militares. Las sociedades de aldeas tienen más posesiones que defender.
No pueden resolver las disputas con otras aldeas trasladándose a un territorio más lejano. Es probable que la guerra entre los cultivadores aldeanos sea más costosa, en términos de bajas en el combate, que entre cazadores y recolectores seminómadas.

¿Por qué la guerra?

Los antropólogos han propuesto diferentes teorías para explicar la guerra en las sociedades prestatales:
  1. La guerra como instinto: los humanos poseemos tendencias agresivas innatas, que nos hacen odiar a otras personas y desear matarlos. La guerra sería una de esas maneras, de expresar estas tendencias.
    Comentario: La capacidad para la violencia colectiva, no explica la existencia de guerras, incluso las sociedades guerreras combaten ocasionalmente, y algunas sociedades no conocen la guerra. El ciclo por el que suceden los periodos de guerra y de paz, no puede explicarse aludiendo a las constantes de la naturaleza humana, sino que debe integrarse en las condiciones variables de la sociedad y la cultura.
  2. La guerra como deporte y entretenimiento: la guerra es un gran juego. La gente disfruta de la emoción que producen las artes marciales y el arriesgar la vida en combate.
    Comentario: Raramente se entra en combate en un estado de ánimo alegre: los guerreros necesitan excitarse por medio de la danza ritual y el canto.
  3. La guerra como venganza: Se trata del motivo más común que los combatientes no estatales aducen para explicar las acciones de una guerra. El deseo de venganza mantiene la guerra generación tras generación, ganen o pierdan los combatientes.
    Comentario: La venganza es una motivación poderosa pero no tiene potencial ilimitado para mantener las guerras. La venganza es racionalización de las hostilidades continuadas, pero no explica porque comenzaron estas.
  4. La guerra como lucha por el éxito reproductivo: la guerra como un medio para obtener mayores tasas de éxito reproductivo. La selección natural favorece la práctica de la guerra.
    Comentario: resulta dudosa la supuesta relación entre ferocidad en la guerra y éxito reproductivo entre los yanomamo. Esta teoría, ha resultado ser así mismo inaplicable a los cheyene. Los guerreros más violentos eran jóvenes tan indiferentes que para ellos el combate era una forma de suicidio. Morían jóvenes y muchos de ellos hacían voto de castidad con el fin de concentrar sus energías en la guerra.
  5. La guerra en general como lucha para conseguir beneficios materiales: Se combate solo mientras se produzcan ventajas materiales para algunos de los combatientes.
    Comentario: La guerra tiene sus costes principalmente en forma de muertes en combate: pero existen suficientes pruebas que sugieren que las guerras preestatales producen beneficios inmateriales inmediatos relacionados con el equilibrio de la presión demográfica.
Melvin y Carol Ember, en su estudio de la muestra de 186 sociedades, han descubierto que los pueblos preindustriales van mayoritariamente a la guerra para evitar o moderar el impacto de imprevistas escaceses alimentarias, en el bando victorioso casi siempre se coge parte de los recursos de los perdedores.

Piezas de caza y guerra: Los yanomamo

Los yanomamo aportan una prueba importante a favor de la teoría de que la guerra posee una base infraestructural incluso entre los grupos organizados en bandas y aldeas que poseen densidades de población muy bajas.
El alto índice de guerras entre los yanomamo está posiblemente relacionado con la presión demográfica producida por el agotamiento de recursos. El recurso en cuestión es la carne.
La teoría que relaciona la carne con la guerra entre los yanomamo viene a ser como sigue: a medida que las aldeas yanomamo crecen la caza intensiva disminuye la disponibilidad de presas en el entorno. La carne de los grandes animales escasea y la gente se ve obligada a consumir animales pequeños. Se alcanza el punto de los rendimientos decrecientes. Aumentan las tensiones dentro y fuera de las aldeas, y esto les lleva a escindirse antes de agotar de modo permanente los recursos animales. Esto provoca la escalada de incursiones que dispersa las aldeas yanomamo sobre un extenso territorio.
Quienes rechazan esta teoría subrayan el hecho de que los indicios clínicos de diferencia de proteínas entre los yanomamo han mostrado que las aldeas yanomamo con bajos niveles de consumo de proteínas guerrean con la misma frecuencia, que las que tiene un alto consumo de proteínas por adulto.

Traslados

El deseo de mantener o elevar el consumo de carne explica un rasgo importante de la vida de los yanomamo. Tres o cuatro veces al año los yanomamo abandonan en grupo su aldea realizando una prolongada incursión en el interior del bosque que dura un mes o más.
Mientras duren esas incursiones los aldeanos están buscando constantemente nuevos lugares donde plantar nuevos cultivos. Una vez que estos terrenos comienzan a proporcionar plátanos y bananeros, se abandona el viejo hogar comunal y se construye uno nuevo cerca de los nuevos terrenos.
Kennet Good formula dos afirmaciones cruciales al observar este traslado:
  1. La gran cantidad de terreno selvático apto para expandir los viejos cultivos permanece disponible cerca del viejo hogar comunal.
  2. El nuevo hogar comunal y sus cultivos no se sitúan cerca de los antiguos, sino a varios kilómetros de distancia de estos.
La guerra entre los yanomamo y otros pueblos de la selva tropical puede comprenderse fácilmente como una forma de competición entre aldeas autónomas para acceder a los mejores territorios de caza.

La guerra y el infanticidio femenino

A escala mundial, nacen más muchachos que muchachas.
En los yanomamo, las elevadas ratios que favorecen a los varones en la edad juvenil son características de las sociedades belicosas y que probablemente reflejan el infanticidio directo o indirecto provocado contra las hembras, más frecuentemente que contra los varones. Hay una alta correlación de sociedades que lo reconocen abiertamente y las que se encontraban en un estado de guerra activo. En estas sociedades, es evidente que el infanticidio femenino era más frecuente que el masculino.
La explicación plausible de que se mate o se trate con negligencia a las niñas estriba en que el éxito de la guerra preindustrial depende del tamaño de combate de los grupos masculinos.
Las bandas y aldeas belicosas manifiestan una tendencia a criar más varones que hembras.

La guerra y el comercio

Ferguson acepta el principio general de que la guerra en ausencia del Estado, es un modo de competir por recursos escasos, pero desde el punto de vista de aquello por lo que competían los yanomamo no era la caza, sino los artículos occidentales y en concreto lo que se conoce como «acero»: machetes, hachas, cazuelas y anzuelos.
Ferguson acepta la explicación de que el agotamiento de los recursos provoque la división de las aldeas, pero duda de que estos dos factores puedan explicar las guerras. El hecho de que una aldea se parta en dos no significa que ambas unidades tengan que hacerse la guerra.
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