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Estratificación y Jerarquía por Clase: Riqueza y Pobreza

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La manera en que piensan y actúan quienes viven en sociedades de nivel estatal viene en gran medida determinada por su pertenencia a grupos estratificados y su posición en la jerarquía de la estratificación. Los valores y la conducta de estos grupos se relaciona con la lucha por el acceso a los recursos estructurales e infraestructurales de poder y riqueza.

Clase y poder

Todas las sociedades estatales estar organizadas por una jerarquía de grupos llamados clases. Una clase es un grupo de personas que mantiene una similar relación con el aparato de control de las sociedades estatales y que poseen cuotas similares de poder. Tener poder en los asuntos humanos consiste en ser capaz de conseguir que las personas obedezcan nuestras órdenes y peticiones. El grado de poder depende de la capacidad de suministrar o privar de bienes y servicios esenciales.
El origen de las jerarquías de clase se remonta a las jefaturas y las sociedades de grandes hombres. En las sociedades estatales se desarrolla completamente el sistema de clases.
Las clases devienen en sistemas relativamente cerrados o abiertos. Los sistemas de clases abiertos, pueden ser las democracias occidentales modernas, con gran movilidad ascendente o descendente a lo largo de la jerarquía. En los sistemas de clases cerrados existe escasa movilidad vertical.

Las dimensiones emic y etic de la conciencia de clase

La clase es un aspecto de la cultura en el que se dan las más acusadas diferencias entre las personas emic y etic. Muchos científicos sociales afirman que, para que un grupo sea considerado clase, sus miembros deben tener conciencia de su identidad común y de sus intereses comunes. Otros creen que las clases existen inicialmente cuando personas con formas y cantidades similares de poder social se organizan en asociaciones colectivas. Mi posición al respecto es que las clases existen cuando existe concentración real de poder de ciertos grupos, independientemente de que las personas afectadas compartan o no alguna la conciencia de clase.
Desde la perspectiva etic y conductual, una clase puede existir incluso cuando sus miembros nieguen que constituyen una clase social e incluso cuando, tengan organizaciones que compitan entre sí.
No se pone en duda la importancia de las creencias de un pueblo a cerca de las formas y orígenes de su sistema de estratificación. La conciencia de un destino común en términos de una clase oprimida y explotada puede muy bien llevar al estallido de una guerra organizada entre las clases. La conciencia es un elemento de la lucha de clases pero no resulta esencial para la existencia de las diferencias de clase.

Clases y estilo de vida

Las clases difieren unas de otras en el poder per cápita que ostentan, en amplias áreas de la cultura y del estilo de vida.
Las clases tienen sus propias subculturas, integradas por pautas de trabajo, arquitectura, mobiliario, etc. En muchos casos incluso hablan con acentos distintos.
Durante todo el curso evolutivo de las sociedades estratificadas, la identidad de la clase ha sido tan explícita e inequívoca como la distinción entre varón y hembra. En presencia de sus «superiores», los plebeyos todavía realizan rituales definidos de subordinación como bajar la cabeza, quitarse el sombrero.
En la mayoría de las naciones contemporáneas, las diferencias de los estilos de vida vinculados a clases, muestran pocos visos de disminuir o desaparecer.
El contraste entre los estilos de vida de los ricos y poderosos y los de la gente que vive en poblados campesinos o en barriadas urbanas de chabolas puede ser incluso mayor que antes.
El control de un gran poder por parte de una clase en su relación con otra permite a los miembros de la clase más poderosa explotar a los de la más débil. El término explotación identifica las condiciones básicas de la explotación económica.
Según las teorías de Karl Marx, todos los trabajadores asalariados son explotados porque el valor de lo que producen es siempre mayor que su paga.
Frente a esta visión, cabe aducir que las actividades de patronos y redistribuidores estratificados pueden producir una mejora en el bienestar de la clase subordinada y que, sin el liderazgo de los empresarios o la clase dirigente todos saldrán peor parados. No puede afirmarse que toda desigualdad en el poder y en el nivel de consumo implique explotación.
Existe explotación, cuando se dan cuatro condiciones:
  1. La clase subordinada experimenta privaciones respecto a necesidades básicas.
  2. La clase dirigente goza de una abundancia de lujos.
  3. Los lujos de que disfruta la clase dirigente depende del trabajo de la clase subordinada.
  4. Las privaciones que experimenta la clase subordinada se debe a la negativa de la clase dirigente a aplicar su poder a la producción de artículos de primera necesidad.
Estas condiciones constituyen una definición etic y conductual de la explotación.
Debido a la relación de explotación y sufrimiento humano, el estudio de la explotación constituye una importante responsabilidad. Debemos procurar que se lleve a cabo en el terreno empírico y con la debida consideración hacia sus componentes mentales y emic, además de los de tipo etic y conductual.

Las clases campesinas

Los campesinos son productores de alimentos subordinados de las sociedades estatales que emplean tecnologías preindustriales para la producción de alimentos y que pagan una renta en forma de servicios. Cosecha, dinero o impuestos.
Tres tipos principales de clases campesinas:
  1. Campesinos feudales: Están sometidos al control de la clase dirigente hereditaria descentralizada, cuyos miembros se proporcionan asistencia militar mutua. Los campesinos feudales heredan la oportunidad de utilizar una parcela de tierra en concreto. Por el privilegio de cultivar sus propios  alimentos, pagan una renta al señor en especie o dinero. Este sistema está desapareciendo rápidamente, una herencia de relación de clases feudales constituyen un componente importante del subdesarrollo de muchos países del tercer mundo.
  2. Campesinos de estado agroalimentario: Están sujetos a frecuentes reclutamientos para brigadas de trabajos extraídas de las aldeas de todo el reino para construir carreteras, diques. A cambio el estado realiza un esfuerzo para alimentar a sus campesinos en caso de escasez alimenticia, provocada por sequías u otras calamidades.
  3. Campesinos capitalistas: Campesinos que disfrutan de crecientes oportunidades de comprar y vender tierras, trabajo, alimentos en mercados competitivos. Algunos están subordinados a grandes propietarios; otros lo están a los bancos que mantienen hipotecas y certificados de pago. En las zonas más aisladas e improductivas las propiedades pueden ser muy pequeñas, dando lugar a fenómenos conocidos como el «capitalismo del céntimo» (la frecuente compra y venta de pequeñas cantidades de tierras y productos artesanos).

La imagen del bien limitado

Una pregunta recurrente en lo que atañe a las dificultades de las modernas comunidades campesinas es hasta qué punto son víctimas de sus propios valores. Se ha observado a menudo que los campesinos son muy desconfiados de las innovaciones y se aferran a sus viejos estilos de hacer las cosas.
Las gentes de Tzintzuntzán, como muchos campesinos del mundo entero, creen que la vida es una lucha monótona, que muy poca gente puede «triunfar» y que sólo pueden mejorar su vida a costa de los demás. Si alguien intenta algo nuevo y tiene éxito, el resto de la comunidad lo toma a mal, se vuelve envidiosa y desprecia al individuo «progresista».

«La cultura de la pobreza»

Al estudiar los problemas de la gente que vive en chabolas y en barrios bajos urbanos. Lewis descubrió indicios de un conjunto característicos de valores y prácticas que llamó: «cultura de la pobreza».
Describe a los pobres de las ciudades de México, Nueva York y Lima como seres temerosos, recelosos y apáticos, gentes que odian a la policía, desconfían del gobierno y «tienden a ser cínicos con la Iglesia». Poseen «una fuerte orientación hacia el presente. Están menos dispuestos a ahorrar dinero y más interesados en gastárselo en el momento».
Lewis reconoce que hasta cierto punto, la cultura de la pobreza constituye una respuesta relacional a las condiciones objetivas de impotencia y pobreza. La cultura de la pobreza tiende a perpetuarse: «Cuando los niños de los barrios bajos cumplen 6 o 7 años, ya han asimilado las actitudes y valores básicos de su subcultura. Ya no están preparados psicológicamente para sacar pleno provecho de los cambios en las condiciones o las oportunidades de progreso que puedan aparecer en el transcurso de su vida».
Lewis propone que el 20% de los pobres urbanos tienen en realidad la cultura de la pobreza, el 80% restante pertenece a la categoría de aquellos cuya pobreza proviene más bien de condiciones infraestructurales.

Pobreza en Nápoles

Thomas Belmonte describe el barrio de Fontana del Re como un lugar habitado por un subproletariado, o clase baja, que carecía de un empleo estable y que producía tan poco que no se podía decir que fuera explotado siquiera.

Las castas en la India

Las castas son grupos de filiación cerrados, endógamos y estratificados.
Los rasgos peculiares de las castas indias tienen que ver con el hecho de que la jerarquía de castas es una parte integral del hinduismo, la religión mayoritaria en la India.
En este país es cuestión de convicción religiosa que no todas las personas son iguales desde el punto de vista espiritual y que los dioses han establecido una jerarquía de grupos.
Esta jerarquía consiste en cuatro principales Varnas o grados de ser. Cada una de ellas corresponde a las partes físicas de Manu, cuya desmembración dio origen a la raza humana:
  • Su boca se convirtió en los brahmanes (sacerdotes).
  • Sus brazos en los kshatriyas (guerreros).
  • Sus muslos son los vaishayas (comerciantes y artesanos).
  • Y sus pies son los shudras (criados).
Según la escritura hindú, el Varna de un individuo está determinado por una regla de filiación, y es inalterable durante su vida.
La base de toda la moralidad hindú es la idea de que cada varna tiene sus propias reglas de conducta, o «senda del deber» (dharma). Con la muerte corporal, el alma afronta su destino en forma de trasmigración a un ser inferior o superior (karma).
Uno de los aspectos más importantes del dharma es la práctica de ciertos tabúes con respecto al matrimonio, la alimentación y el contacto físico. El matrimonio con una persona de varna inferior se considera normalmente impuro y contaminador. También lo es aceptar alimentos cocinados o tocados por personas de varna inferior, y el simple contacto corporal entre un brahman y un shudra está prohibido.

Las castas vistas desde arriba y desde abajo

Hay dos formas muy diferentes de contemplar el sistema de castas. La visión que predomina entre los accidentales se ajusta a la que corresponde a la perspectiva emic, de la casta dominante de los brahmanes, de arriba abajo. Cada casta y subcasta posee una ocupación hereditaria que garantiza a sus miembros los medios básicos de subsistencia y seguridad en el empleo. Las castas inferiores rinden servicios vitales a las superiores. Las castas superiores, consientes de su dependencia de las inferiores, no abusan de ellas.
La religión hindú, brinda a todos una explicación convincente de por qué algunos individuos son inferiores y otros superiores, los miembros de las castas inferiores no se ofenden por ser considerados una fuente de contaminación e impureza, y no tienen interés en modificar el estatus de su casta en la jerarquía local o regional.
La otra visión, desde abajo, hace que el sistema de castas indio resulte difícil de distinguir de las minorías raciales, étnicas y culturales con las que están familiarizados los occidentales.
Pero encontramos grupos como los jatis que intentan continuamente elevar su estatus ritual. Estos intentos se llevan a cabo como parte de un proceso general por el que el estatus ritual local se ajusta al económico y político local real. Hay subcastas que aceptan el destino de su Karma, pero carecen totalmente de poder económico y político.

Ideologías de géneros

En muchas culturas los hombres piensan que son espiritualmente superiores a las mujeres, mientras que estas son peligrosas y contaminadoras, débiles e indignas de confianza.
Las religiones de tipo eclesiástico también se caracterizan por una marcada interconexión funcional entre los rituales y mitos dominados por los varones y la supremacía político-religiosa masculina.
Los hombres han dominado tradicionalmente la organización eclesiástica de todas las grandes religiones del mundo.

La relatividad de las ideologías de género

Es dudoso que cualquier grupo subyugado acepte realmente las razones que los subyugadores esgrimen para justificar sus pretensiones de estatus superior. Numerosos datos recientes sugieren que las mujeres tienen sus propias ideologías de género.
Por lo que se refiere a la exclusión de las mujeres de los rituales centrados en los hombres, las mujeres no se resienten necesariamente de ser excluidas, porque no conceden mucha importancia porque no conceden mucha importancia a lo que los hombres estén haciendo con sus bramaderas, sus danzas y sus máscaras.

El prejuicio masculino: una revisión de los trobiandeses

Existen numerosas pruebas, suministradas principalmente por etnógrafas, de que la fuerza de las mujeres ha sido sustancialmente infravalorada o mal interpretada por los antropólogos masculinos, quienes, eran las principales fuentes de información intercultural a cerca de los roles de género.
Los trobiandeses regalan ñames a las mujeres de los hermanos para revalorizar el poder de los hombres.
La distribución de poder entre los sexos no tiene por qué significar que las mujeres estén completamente a merced de los hombres o viceversa.
Al subrayar la capacidad de los subordinados para manipular el sistema a su favor. No debemos caer en el error de minimizar las auténticas diferencias de poder representadas en muchas jerarquías de género.

La jerarquía de género

En la mayoría de las sociedades tiende a asignarse a los hombres roles más agresivos y violentos que ha las mujeres.
Los hombres, con frecuencia, han ocupado los centros principales de control y poder públicos.
Si las reinas reinaban, lo hacían como ostentadoras temporales del poder que pertenecía a los hombres del linaje.
Existen excepciones, en los Estados primitivos en los que la afiliación matrilineal o ambilineal incrementaba la importancia de las mujeres como vínculo entre generaciones de gobernantes.
Actualmente, nada expone más drásticamente la subordinación política de las mujeres que le hecho de que éstas constituyen solo un 11% de los cuerpos legislativos en todo el mundo y un 4% de los miembros de los gobiernos.
Hoy en día los antropólogos cuestionan la existencia de matriarcados en cualquier fase de la evolución cultural. Tal inexistencia es un hecho importante en torno a las jerarquías de género pero no debiera exagerarse su importancia. No significa que los hombres dominen en todas partes a las mujeres, puesto que existen muchas sociedades en las que los roles de género no implican la existencia de acusadas desigualdades.

Género y explotación

Cuando los hombres disfrutan de los privilegios del poder sobre las mujeres, en cuanto al acceso a los recursos estratégicos, la idea en torno a la contaminación de las mujeres, tanto si estas las comparten como si no, estarán asociadas con toda probabilidad con importantes privaciones y desventajas.

Variaciones en las jerarquías de género: Las sociedades cazadoras recolectoras

Leacock, dice que no podemos pasar de la proposición «las mujeres están subordinadas en todos los aspectos en todas las sociedades».
En ausencia de clases y estados, Leacock argumenta que los roles de género eran simplemente diferentes, no desiguales. Existen multitud de pruebas, que indican que el poder de cualquier clase, sea de hombres sobre hombres o de hombres sobre mujeres, era trivial y no existía en absoluto en la mayoría de las sociedades organizadas en bandas y aldeas.

Las jerarquías de género en las sociedades matrilineales

Las mujeres de las sociedades matrilineales dominaron a menudo la vida doméstica y ejercieron importantes prerrogativas en los asuntos políticos. En los Iroqueses vemos un gran ejemplo: «Desde las aldeas del norte rural de Nueva York, los matrilocales y matrilieales iroqueses enviaron ejércitos para atacar por sorpresa objetivos tan distantes como Québec o Illinois. De regreso a sus tierras, el guerrero iroqués se juntaba con su mujer y sus hijos en la vivienda comunal. Los asuntos de este poblado estaban dirigidos por una mujer mayor que era pariente materna cercana de la esposa del hombre».

Las mujeres en África occidental

Las mujeres tuvieron un estatus de género relativamente favorable en las jefaturas de los Estados de las áreas boscosas de África occidental.
Los hombres tenían que pagar el precio de la novia, una transacción que indicaba por si misma que el novio y su familia y la novia y su familia estaban de acuerdo en que la novia es una persona muy valiosa.
Aunque los hombres practicaban la poliginia, solo podían hacerlo si consultaban con sus esposas de mayor edad y obtenían su autorización. Las mujeres gozaban de una considerable libertad de movimientos para viajar a las ciudades con mercados, donde a menudo tenían aventuras extraconyugales.
Los gobernantes supremos de todas estas jefaturas y Estados de África occidental, eran casi siempre varones. Sus madres y hermanas y otros parientes femeninos ocupaban puestos que otorgaban a las mujeres un considerable poder tanto sobre los hombres como sobre las demás mujeres.

Las mujeres en la India

Miller manifiesta que, las mujeres indias constituyen un «sexo amenazado» como consecuencia de la alta tasa de mortalidad infantil femenina provocada por el abandono de los padres.
En los años recientes, maridos descontentos o simplemente avariciosos han pasado a reclamar dotes suplementarias. Ello ha dado lugar a un gran aumento de “quema de novias”. En donde las esposas no han podido aportar una compensación adicional son empapadas en queroseno y prendidas fuego por los maridos que fingen luego que las mujeres se mataron en accidentes de cocina.
La cultura norte de la India ha sido siempre extraordinariamente hostil con las viudas.

Las causas de la variación de las jerarquías de género

En entrenamiento, la experiencia del combate y el monopolio de los hombres ejercen sobre las armas de guerra les faculta para dominar a las mujeres.
Hayden, ha comprobado la teoría de que allí donde las condiciones favorecen el desarrollo de la guerra entre los cazadores-recolectores aumenta la subordinación política y doméstica de las mujeres.
Las tierras altas de Nueva Guinea Oriental, caracterizadas por sus cultos comunales de predominio masculino y sus malos tratos físicos a las mujeres, son también famosas por su incesante práctica de la guerra.
Existe en general una fuerte correlación en las sociedades preestatales entre la práctica de la guerra y la existencia de desequilibrios en la proporción entre los géneros.
El estatus de las mujeres en las jefaturas de Estados avanzados depende no tanto de la intencionalidad, frecuencia y amplitud de la guerra cuanto de que las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres les doten o no de alguna ventaja decisiva para desarrolla una fase crucial de la producción.

Arados, azadas y jerarquías de género

En África occidental, la principal herramienta agrícola no era el arado tirado por bueyes, como en las planicies del norte de la India, sino una pequeña azada manejada a mano. Los africano-occidentales no utilizaban arados porque en su hábitat húmedo y umbrío la mosca tsetsé dificultaba criar animales que tiraran de los arados. Además, las tierras del oeste de África no se secan ni forman una masa compacta como las de las planicies del norte de la India, de suerte que las mujeres, sin utilizar otra cosa que las azadas, eran tan capaces como los hombres de preparar los campos y no necesitaban de éstos para sembrar, cosechar o comerciar sus cosechas.
En el norte de la India los hombres ejercían un monopolio sobre el uso de arados tirados por bueyes. Los hombres alcanzaron este monopolio esencialmente por las mismas razones por las que lograron el monopolio de las armas de caza y de guerra: su mayor fuerza corporal les capacitaba para ser entre un 15 y un 20 por ciento más eficientes que las mujeres.
Dondequiera que los hombres consiguieron el control sobre los arados se convirtieron en los dueños de grandes animales de tiro. Dondequiera que uncieron estos animales al arado también lo hicieron a todo tipo de carretas y vehículos. Por consiguiente, con la invención y difusión de la rueda por Eurasia los hombres acoplaron los animales a los principales medios de transporte terrestre. Esto les proporcionó el control sobre el transporte de las cosechas a los mercados y a partir de ahí no había más que un corto paso hacia el dominio del comercio y los intercambios tanto locales como a largas distancias. Con la invención del dinero los hombres se convirtieron en los primeros mercaderes. A medida que los intercambios y el comercio aumentaron en importancia fue necesario llevar un registro de las transacciones y fueron los hombres dedicados al comercio y a los intercambios quienes se encargaron de esta tarea. Por tanto, con la invención de la escritura y las matemáticas los hombres hicieron su aparición en escena como los primeros escribas y contables. Por extensión, los hombres se convirtieron en el sexo ilustrado: podían leer, escribir y efectuar cálculos. En consecuencia, fueron los hombres, y no las mujeres, los primeros filósofos, teólogos y matemáticos históricamente conocidos en los primeros Estados agrarios de Europa, Asia suroccidental, India y China.

Género e industrialismo

Tras un periodo inicial de intensa explotación en el trabajo de fábricas, las mujeres casadas fueron excluidas del trabajo industrial y confinadas a las tareas domésticas a fin de asegurar la reproducción de la clase trabajadora.
Tras la Segunda Guerra Mundial con el paso de una sociedad de producción a una sociedad de información y servicios, llevó a la incorporación de mujeres alfabetizadas a trabajos de baja remuneración.
En la actualidad, el modo de producción hiperindustrial es casi por completo indiferente a las diferencias físicas y anatómicas entre hombres y mujeres (excepto en la medida en que las mujeres deseen todavía tener hijos). No es ninguna casualidad que los derechos de las mujeres estén imponiéndose a medida que desciende el valor estratégico de la fuerza muscular masculina.
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