Sitio dedicado a la Antropología

Australopitecus

Compartir:

Genealogía y naturaleza humanas

El homo sapiens comparte algunos rasgos con todos los animales. Los animales con los que compartimos más rasgos son los cordados, vertebrados, tetrápodos, mamíferos, terios, euterios, primates, antropoides y hominoides. Los antepasados de cada uno de estos taxones fueron también los nuestros. Nuestros parientes evolutivos más cercanos son los demás miembros del orden de los primates, especialmente los del suborden de los antropoides. Compartimos los siguientes rasgos con otros primates: manos prensiles, piernas y brazos extremadamente móviles especializados en diferentes funciones, visión estereoscópica y de los colores, una o dos criaturas por parto, embarazos prolongados y un largo periodo de dependencia infantil, intensa vida social, grandes cerebros en relación con el tamaño del cuerpo.
Muchas de estas características reflejan una adaptación, real o ancestral, a un modo de vida arbóreo en hábitats de bosque tropical.
Con los monos del Viejo Mundo también compartimos la fórmula dental cercopitecoide, y con los grandes simios el gran tamaño del cuerpo y un alto grado de inteligencia.
El suborden de los antropoides comprende monos, simios y seres humanos, todos los cuales descienden de un antepasado primate común. Entre los póngidos, los gorilas y los chimpancés son los que más se parecen a los homínidos, según se confirma mediante el análisis de varios test bioquímicos. Al igual que los póngidos, los homínidos probablemente tuvieron un antepasado braquiador que se alimentaba en suspensión, pero que después desarrollaron otros métodos especializados de andar sobre el suelo.
Los homínidos vivientes se distinguen de los póngidos por: pies especializados para andar, mucha destreza en las manos, piernas largas en relación a la longitud del tronco, pelvis en forma de cuenco, curva lumbar, cabeza que se balancea centrada sobre la columna vertebral, cráneo liso, esférico y aumentado, mandíbulas pequeñas, reducción de los caninos, arcada dental parabólica y cara ortognata, las hembras no tienen periodos de receptividad sexual mensuales o periódicos, ni hinchamientos u otras señales sexuales sincronizadas con la ovulación
Sin embargo, los rasgos conductuales más característicos de los homínidos se relacionan con el extraordinario aumento de su dependencia del aprendizaje social, uso de útiles, del lenguaje y de la cultura.

Los primeros homínidos

Aunque los primeros simios y monos del Viejo Mundo aparecieron durante el Oligoceno y tal vez en el Eoceno, no es posible identificar un linaje de homínidos hasta mucho más tarde. A mediados de finales de la época del Mioceno existían tres grupos principales de simios: los driopitecos, los pliopitecos y los sivapitecos. A excepción de estos últimos, que parecen ser los antepasados de los modernos orangutanes, la relación entre estos hominoides, los primeros póngidos y los primeros homínidos no se conoce todavía.
La hibridación del ADN muestra que el orden de ramificación de los antepasados de los simios vivientes del linaje humano partió del gibón seguido después por el orangután; la secuencia con relación al gorila y al chimpancé es menos clara, aunque ambos se bifurcaron mucho más tarde que el orangután.
Los homínidos definidos más antiguos pertenecen al género de los Australopithecus. Se identifican normalmente cuatro especies: afarensis y boisei, que se hallan principalmente en África oriental y el africanus y robustus, que se encuentran principalmente en Sudáfrica. Afarensis es el más antiguo. Boisei y robustus tienen grandes prominencias en la cabeza, fuertes mandíbulas y grandes dientes molares, aunque no eran mucho más latos que el afarensis o el africanus.
Se han propuestos diferentes escenarios hipotéticos que vinculan al afarensis con los demás australopithecus. Parece probable que una variedad de afarensis fue antepasado del homo habilis, el primer miembro del género homo. Todos estos homínidos eran totalmente bípedos, vivían en hábitats de sabana, estaban equipados con grandes molares y caninos relativamente pequeños y probablemente consumían alimentos tanto animales como vegetales. La relativa longitud de los brazos en comparación con las piernas sugiere un proceso de adaptación continua para trepar a los árboles en caso de emergencia. Boisei y robustus pueden haber dependido más de semillas y otros alimentos de plantas duras que requerían mucho desmenuzamiento y trituramiento, para lo que se adaptaron sus grandes molares.
Sobre la base de analogías con el uso de útiles entre los monos y los simios contemporáneos, es probable que tanto los australopithecus como el homo habilis fabricaran y utilizaran algún tipo de útiles.
A partir de analogías con los primates modernos, cabe inferir también que tanto los australopithecus como el homo habilis disponían de tradiciones sociales o culturales. Sin embargo el homo habilis, con el gran desarrollo de su capacidad craneal, probablemente había avanzado más que los otros homínidos hacia modos de subsistencia y de vida social basados en pautas culturales, con la consiguiente disminución de la dependencia de patrones de conducta instintivos o genéticamente programados.
También sobre la base de las analogías con los modernos chimpancés podemos suponer que la mayor dependencia de la cultura surgió primariamente de las ventajas que se obtenían de compartir alimentos, especialmente carne, entre varones y hembras, que condujeron al aprovisionamiento común de los niños por los adultos de ambos sexos.
La mayor diferencia entre los primeros homínidos y sus antencesores hominoides se relaciona con la manera bípeda de caminar y de correr. El bipedismo hizo posible que los homínidos incrementaran su confianza en los instrumentos, que los fabricaran mejor, que transportaran útiles y otros objetos a largas distancias, que pudieran escapar corriendo de los depredadores, y en definitiva que pudieran explorar su hábitat de sabana mas eficazmente que sus ancestros habitantes de los bosques.

Los orígenes del homo sapiens

Erectus, el sucesor del homo habilis, surgió en África hace unos 1,8 millones de años y llegó a habitar gran parte del Viejo Mundo, incluyendo China e Indonesia. En África y Asia occidental el homo erectus se asocia con las culturas del achelense caracterizadas por hachas de mano y otros útiles bifaces. La escasez de instrumentos achelenses en China e Indonesia puede ser una consecuencia de la sustitución de la piedra por el bambú como materia básica en la manufactura de útiles. Hay una considerable evidencia que el erectus fue un eficiente cazador que poseía cierto grado de control sobre el fuego.
El modelo gradualista de la evolución homínida ha sido criticado, ya que el homo erectus perduró a lo largo de casi un millón y medio de años. Un modelo de evolución a saltos parece fijarse en el insignificante crecimiento del volumen cerebral del homo erectus y en el virtual estancamiento de su bagaje de útiles. La duplicación de la capacidad craneal del homo africanus y el homo erectus, seguida después de la ausencia del crecimiento significativo hasta la aparición del sapiens arcaico, sugiere que el tamaño del cerebro del homo erectus puede haber sido seleccionado para una función distinta de un intensificado potencial para la evolución cultural. Una posibilidad es que el tamaño del cerebro aumentara para suministrar redundancias neuronales fiables contra el estrés térmico, capacitando de esta forma al homo erectus para la caza mayor durante el calor diurno. Esta teoría ayuda a explicar la falta de vello espeso en el cuerpo así como la abundancia de glándulas sudoríparas y otros rasgos dispersores del calor en la fisiología humana.
El homo erectus comenzó a ser suplantado por las formas arcaicas primitivas vagamente conocidas del homo sapiens.
En Europa a estas formas arcaicas del homo sapiens siguieron las subespecies más robustas, de mayor tamaño cerebral y adaptadas al frío conocidas como neandertalenses. Rodea una considerable incertidumbre el problema de las aptitudes lingüísticas, cognitivas y culturales de los neandertales.
Según la teoría de un único origen, el proceso de sapienización, con su selección de rasgos más ligeros, dientes mas pequeños, cráneos redondeados y una mayor dependencia de la cultura, se inició en África. Las pruebas aportadas por el ADN mitocondrial apoyan la teoría del origen único. De acuerdo con este punto de vista el moderno homo sapiens se originó en África y emigró a Europa y al resto del Viejo Mundo, reemplazando en todas partes las arcaicas poblaciones locales y regionales preexistentes de homo sapiens.
Se trata de un punto de vista opuesto al sostenido por la teoría del origen múltiple, según la cual las poblaciones regionales de primitivos homo sapiens (incluido el neardental) siguieron un proceso paralelo de sapienización solo que a rítmos ligeramente diferentes.
Un aspecto esencial del debate en torno a los orígenes del moderno homo sapiens estriba en que no existen diferencias significativas entre el bagaje de útiles y otras prácticas culturales del neardental y las del moderno lo que implica que los primeros homo sapiens modernos no estaban mas avanzados que los neandertales en su aptitud para el lenguaje y la cultura humana.
Después del 35.000 a. C. sólo quedó una especie homínida en todo el mundo, nuestra especie, el homo sapiens sapiens.

El Paleolítico del Viejo Mundo

La etapa más larga y antigua de la prehistoria de los homínidos se denomina Paleolítico. Esta etapa se inició hace unos dos millones de años, con las culturas olduvaiense y achelense y se prolongó hasta hace 10.000 años. El modo de producción practicado durante todo este tiempo fue la recogida de desechos, la caza, la recolección y la pesca. No existían animales ni plantas domesticadas, excepción hecha de los perros que aparecieron al final del Paleolítico. Dentro del Paleolítico se distinguen tres etapas, Paleolítico inferior, medio y superior.
Durante la transición del Paleolítico inferior al medio, hace 125.000 años, se empiezan a producir cambios fundamentales en la tecnología de útiles. La innovación mejor conocida es el método del núcleo en forma de tortuga de Levallois para la preparación de útiles sobre lasca. El Paleolítico medio europeo se asocia con los útiles del neardental y del musteriense. En otros lugares se asocia con otras formas arcaicas de homo sapiens, pero en Oriente Medio lo hace también con el sapiens anatómicamente moderno.
Gran parte de la manufactura de útiles durante el Paleolítico medio se basó en la técnica de percusión suave, lasqueado secundario, retoque y tallado. Aparecen también puntas utilizadas para lanzas. Pero son escasas las pruebas acerca del desarrollo de los aspectos simbólicos y estéticos de la cultura. No hay una respuesta concluyente respecto a si los hombres de neandertal enterraban a sus muertos, y se tienen pocas evidencias en cuanto a los adornos personales, el arte o las ideologías complejas.
El Paleolítico superior se inició hace unos 35.000 años con las tradiciones del auriñaciense y el chatelense. Este último fue una mezcla de los tipos de útiles del Paleolítico superior con los del Paleolítico medio musteriense relacionándose con los últimos neandertales. El auriñaciense lo reemplazó al mismo tiempo que el moderno sapiens reemplazaba al neandertal. Esto puede interpretarse en el sentido de que esa mezcla cultural prueba en realidad la existencia de una transición evolutiva del musteriense al auriñaciense y del neandertal al moderno sapiens. Otra interpretación es la de que el sapiens constituía una población intrusiva que traía consigo la cultura auriñaciense, que grupos aislados de neandertales intentaron adoptar antes de abandonar la escena.
El auriñaciense es un periodo que se caracteriza por un gran incremento en la producción de utensilios de marfil, hueso y astas, así como un incremento espectacular de los adornos personales, figuras y pinturas representativas y símbolos tallados, todo lo cual sugiere cambios fundamentales en el nudo de la simbolización.
En las fases siguientes de Paleolítico superior, como el solutrense y el magdaleniense, hojas y otros utensilios de piedra se desarrollaron como una artesanía bella y altamente especializada. Las agujas sugieren el uso de ropas de piel en las latitudes septentrionales. Se inventaron o perfeccionaron arpones, lanzavenablos, anzuelos, arcos y flechas.
El arte rupestre del Paleolítico superior no era sino uno de los elementos presentes en complejas representaciones religioso-teatrales que comprendían música, danzas, máscaras, adornos corporales y objetos rituales.
Durante el Paleolítico superior predominaron considerables variantes regionales. Por ejemplo, en el sur de Rusia las culturas del gravetiense se especializaron en la caza y en la ingesta de carne de mamuts, en la construcción de casas a partir de sus colmilllos y en calentarse prendiendo fuego a sus huesos. En Europa, se dedicaron a la caza mayor a lo largo de las frondosas praderas que se extendían al sur de los glaciares continentales.
Hace unos 10.000 años, la reforestación, ayudada de forma inimaginable por la caza humana, destruyó esta megafauna.
Desde entonces el Mesolítico europeo se caracteriza por culturas que se adaptan a hábitats costeros, fluviales y forestales. El perro fue domesticado para ayudar a cazar en los bosques. Otras muchas invenciones tecnológicas se introdujeron para adaptarse a la explotación de animales y planta en este nuevo ámbito. A pesar de la desaparición del arte rupestre el Mesolítico fue una época de innovación cultural. Tan pronto como los grupos locales acamparon durante periodos de tiempo más largos cerca de recursos renovables como bancos marisqueros o lugares de pesca, se incrementó la densidad de población y se abrieron nuevas oportunidades para la evolución cultural.
Compartir:

BUSCAR