En este subcontinente, el panorama es mucho más complejo. Grupos culturales individualizados, siguieron evoluciones propias, en el seno de la extinción de la fauna pleistocénica, por lo que prefiere dividirse el periodo con los términos “tradición” y “horizonte”.
Analizamos en primer lugar la denominada “tradición de los antiguos cazadores sudamericanos”:
Las sociedades cazadoras se caracterizan por el uso de puntas bifaciales, casi siempre retocadas por presión. Las dos formas fundamentales son la cola de pez y las puntas foliaceas o lanceoladas de tipo El Jobo, Ayampitín o Lauricocha. Acompañan a estas puntas utensilios sobre lasca (raederas y raspadores) y en hueso (punzones).
Otra de las piezas que caracterizan a estos cazadores es la “bola” de boleadora.
Los yacimientos más antiguos del cono sur se sitúan en torno al 11.000 a.C. si bien su datación no es aceptada por unanimidad. Las diferentes estratigrafías permiten asociar diverso instrumental lítico a fauna extinguida en este periodo.
Otro gran grupo es el de los “cazadores-recolectores especializados”:
Especial importancia tiene la punta de Paiján. Existen diversos yacimientos repartidos por Perú, Bolivia, y en general en la zona septentrional y Ecuador.
El yacimiento de la cueva del Guitarrero presenta 4 niveles, en los que se aprecia la evolución del instrumental lítico, además de la presencia sucesiva de vegetales cultivados, incluido el maiz, que se presenta en el tercer nivel, hacia el 5.700 a.C.
Las cuevas más importantes son las de Lauricocha, que constituyen la secuencia más completa para las regiones altas de los Andes. Se divide en 3 horizontes (Lauricocha I, II y III). El horizonte Lauricocha I representa la transición entre la “tradición antigua de los cazadores sudamericanos” y la “tradición de los recolectores andinos”. El horizonte Lauricocha III correspondería ya a niveles precerámicos.
Otro yacimiento importante es el de Viscachani en Bolivia, donde se han descrito dos culturas, Viscachaniense I y II, según su antigüedad.
Analizamos en primer lugar la denominada “tradición de los antiguos cazadores sudamericanos”:
Las sociedades cazadoras se caracterizan por el uso de puntas bifaciales, casi siempre retocadas por presión. Las dos formas fundamentales son la cola de pez y las puntas foliaceas o lanceoladas de tipo El Jobo, Ayampitín o Lauricocha. Acompañan a estas puntas utensilios sobre lasca (raederas y raspadores) y en hueso (punzones).
Otra de las piezas que caracterizan a estos cazadores es la “bola” de boleadora.
Los yacimientos más antiguos del cono sur se sitúan en torno al 11.000 a.C. si bien su datación no es aceptada por unanimidad. Las diferentes estratigrafías permiten asociar diverso instrumental lítico a fauna extinguida en este periodo.
Otro gran grupo es el de los “cazadores-recolectores especializados”:
Especial importancia tiene la punta de Paiján. Existen diversos yacimientos repartidos por Perú, Bolivia, y en general en la zona septentrional y Ecuador.
El yacimiento de la cueva del Guitarrero presenta 4 niveles, en los que se aprecia la evolución del instrumental lítico, además de la presencia sucesiva de vegetales cultivados, incluido el maiz, que se presenta en el tercer nivel, hacia el 5.700 a.C.
Las cuevas más importantes son las de Lauricocha, que constituyen la secuencia más completa para las regiones altas de los Andes. Se divide en 3 horizontes (Lauricocha I, II y III). El horizonte Lauricocha I representa la transición entre la “tradición antigua de los cazadores sudamericanos” y la “tradición de los recolectores andinos”. El horizonte Lauricocha III correspondería ya a niveles precerámicos.
Otro yacimiento importante es el de Viscachani en Bolivia, donde se han descrito dos culturas, Viscachaniense I y II, según su antigüedad.