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La Expansión Ibérica

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En el siglo XV, Castilla, sólo poseía en el Atlántico las islas Canarias, cuya colonización ocupó varias décadas. En cambio, las isla de Santo Domingo, diez veces mayor, fue ocupada y reducida a colonia por los españoles en unos diez años. Su intenso aprovechamiento hizo que al faltar mano de obra se deportaron a ella a los habitantes de las Bahamas, los conquistadores carecían de todo escrúpulo con tal incrementar sus beneficios. Se lanzaron a la búsqueda de nuevas tierras, desde Cuba hasta la zona de Panamá: en 1513, Vasco Núñez de Balboa encontraba otro mar al otro lado del istmo.
En 1519 se iniciaron dos empresas importantes: con cinco navíos, Magallanes empezó de Santander su periplo al globo y Cortés partió a la conquista de México con 600 hombres, quince mosquetes y siete pequeños cañones que disparaban balas de piedra. Al cabo de tres años, una sola nave regresaba del inmenso viaje, con 18 supervivientes de los 265 que habían salido. En un periodo similar, Hernán Cortés, valiéndose del apoyo de los enemigos de los aztecas, se habían apoderado de su país. Mientras que a finales del siglo XV los españoles eran señores en ultramar de no más de 50000 km2, en 1515 poseían ya 250000 y desde 1540 dominaban un radio de dos millones.
Desde el inicio se había dirigido a la sumisión de sus habitantes, sin embargo era difícil controlar a los colonos debido a la lejanía con la madre patria. La primera acción de Cortés, la fundación de Veracruz, fue llevada a cabo sin autorización de su superior local: el Adelantado de Cuba, sus seguidores constituyeron por propia iniciativa una comunidad autónoma hasta que, en octubre de 1522, las cartas enviadas por Carlos V legalizaron la situación de la nueva provincia llamada Nueva España, pero tuvieron que pasar varias décadas para que el vasto territorio fuera verdaderamente controlado. El territorio maya fue ocupado entre 1527 y 1544, se produjo una gran revuelta seguida de una gran represión entre 1547y 1548. más que por los arcabuces europeos, los habitantes quedaron diezmados por la enfermedades contagiosas —ante todo la viruela— traídas por los conquistadores, a fines del siglo XVI, de ochenta millones se habían reducido a doce. El cruce étnico entre los recién llegados y las mujeres de lugar dio lugar a la humanidad criolla que constituyó uno de los mayores fenómenos culturales y raciales provocados por la conquista.
Tras la conquista de México continuaron hacia la América meridional. Diez años después de que Pascual de Andagoya hubiera llegado al sur de la actual Colombia (1523), se encontraron frente a los incas a 3000 m de altura (1532) y sólo con el rescate del emperador Atahualpa se apoderaron de metales por valor equivalente a medio siglo de producción europea. Tras haber sido bautizado, el soberano fue estrangulado en el verano de 1533 y los españoles pudieron entrar en Cuzco. Pizarro prefirió tener en principio a un soberano inca y nombró a un hermanastro de Atahualpa, llamado Manco que no tardó en provocar una revuelta, los doscientos hombres de Pizarro tuvieron que resistir un asedio de unos dos meses hasta la llegada de refuerzos capitaneados por Almagro (marzo de 1537), nacía así una gran provincia, la del Perú cuyo control no fue fácil, Manco se refugió en las montañas y desde allí condujo una prolongada guerrilla contra los invasores, en cambio, su sucesor Titu-Cusi (1560-1571) se hizo bautizar y dejar a los misioneros agustinos permanecer en la zona por él controlada. En 1572, el virrey Francisco de Toledo se apoderó de la base de Vitcos en hizo decapitar al inca Tupac Amaru, entonces se produjeron las discordias entre los jefes españoles llegando a una especie de guerra civil entre dos facciones capitaneadas por Pizarro y Almagro. Los partidarios de Almagro fueron derrotados en abril de 1538 y se refugiaron en la costa del Pacífico. Tres años más tarde un hijo de Almagro regresó al Perú y asesino a Francisco Pizarro en 26 de junio de 1541.
La América del Sur española se extendió un poco hacia la Amazonia —Orellana entró en 1540— y a lo largo de la costa chilena donde tuvieron la feroz resistencia de los araucanos que infligieron un grave derrota a los conquistadores en la batalla de Tucopel, 1553. El resto del siglo el virreinato del Perú no se extendió mucho más.
Magallanes había llegado, en 1521, a Filipinas, pero los españoles no estaban ya en condiciones de establecerse allí duraderamente. La fundación de Buenos Aires en 1535 fue un gran acontecimiento. La expedición de Legazpi y Urdaneta (1564-1565) logró la ruta para atravesar el Pacífico que facilitó la ocupación de Filipinas y que los españoles llegaran a la zona de la producción de las especias, se realizaba así la cirunnavegación económica del globo. Las Filipinas eran ya una colonia hacia 1570 y en sus islas los misioneros llevaron a cabo una de más importantes obras de conversión: de un centenar en 1570 pasaron a 100000 an 1583 y cerca de 300000 a finales del siglo. Se estableció una línea regular entre Acapulco y Manila. Simultáneamente se implantaban dos redes de penetración europeas en Extremo Oriente: la portuguesa con base en Macao y la española con base en Filipinas.
A través de la subyugación de la mano de obra indígena, los españoles persiguieron también el dominio de las vastas tierras interiores del continente americano y les impusieron su religión y les marcaron con el sello de su propia raza.
Tanto Fernando e Isabel como sus sucesores reservaron a los castellanos la exclusiva de los monopolios y del aprovechamiento de las tierras de ultramar, cedieron a los particulares la tarea de fundar las colonias en cuyo interior cada uno tenía amplia jurisdicción. Se instauró la que consistía en la delegación a un hombre emprendedor de los derechos señoriales sobre un dominio y sobre los indígenas que lo habitaban, se dio práctica de exigir a los jefes indígenas que proporcionasen determinadas cantidades de mano de obra a los titulare de las encomiendas, los indígenas eran considerados como parte integrante del botín sin ninguna contrapartida real para ellos, cada individuo estaba sometido a un tributo en oro y en trabajo desde la edad de catorce años. La encomienda no suprimía la autoridad indígena, sino que hacía a su detentor (encomendero) el árbitro de la aplicación de las prescripciones cuya observancia debía asegurar la integración de los indígenas en el nuevo sistema. Este régimen se impuso durante todo el siglo XVI, sin oposición, en los virreinatos de México y del Perú.
Castilla creo órganos centrales de control comercial y administrativo. En 1503 se creó y estableció en Sevilla la Casa de Contratación, que en nombre del rey supervisaba y regía el movimiento de las mercancías y de los metales preciosos. En 1524 fue creado el Consejo de Indias, que trataba los asuntos de mayor importancia relativos al imperio de ultramar. En las colonias bajo la autoridad suprema de los virreyes, fueron instituidas las de auditores y procuradores, auténticos detentores del poder. La primera en Santo Domingo (1511) luego México (1527), Panamá (1538), Lima y Guatemala (1542), Guadalajara, Santa Fe, Las Charcas, Quito y santiago de Chile (1564) y la última del siglo XVI fue la de Manila en 1583. Compuesta de letrados, la audiencia fue el verdadero instrumento de la construcción imperial en ultramar.
La intelligentsia española del siglo XVI, representada por eclesiásticos, intentó frenar los excesos cometidos por los conquistadores contra los indígenas, se distinguieron los dominicos Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas (1474-1536) y Francisco Vitoria, que contribuyeron a despertar la conciencia europea ante estos problemas. En 1538, Pablo III publicó una bula que prohibía esclavizar a los indígenas, pero en 1545 Carlos V sancionaba definitivamente el sistema de la encomienda.
La conquista militar y administrativa fue acompañada y sostenida por la religiosa, que representó su aspecto más duradero, destacaron los agustinos, los franciscanos y los dominicos, la evangelización se caracterizó por un número reducido de sacerdotes en relación a las necesidades reales. Se crearon tres arzobispados (m de siglo) y las diócesis fueron de quince en 1566 a treinta cuatro en 1622. Se produjo un proceso de criollización eclesiástica acompañada de un fuerte declive del espíritu misionero y una agravación de la conducta respecto a los indígenas.
Más consistentes fueron las ventajas que Europa sacó de las colonias de ultramar en el plano económico. El desnivel tecnológico y el escaso número de colonos hizo que los productos del suelo fueran secundarios. Los productos coloniales fundamentales en el imperio hispánico siguieron siendo las drogas y las especias asiáticas y sobre todo los metales preciosos americanos, a la extracción y tratamiento de éstos se dedicaron a los indígenas y también a muchos esclavos negros, el rendimiento fue posible porque el trabajo no era remunerado y era indiferente la suerte física de los trabajadores, las víctimas se contaron por millones. La exportación de metales preciosos a Europa, a comienzos del siglo, superó las 25000 toneladas. Dos grandes centros de producción eran el mejicano y el peruano con los yacimientos del Potosí que proporcionaron el 80 % de la plata peruana y donde a fines del siglo XVI se concentraba una masa de 120000 hombres, ascendió a 160000 en 1610.
En la primera mitad del siglo XVI, la plaza a la que iban a parar los metales preciosos llegados a España era Amberes, a la que se enviaban como pago a material bélico y papel. Los bienes que provenían de América representaba una cincuentava parte de la producción de la agricultura europea, en el plano de los intercambios su valor resultó el doble o el triple que el del comercio marítimo del trigo en Europa. En el siglo XVI, la plata representó el 80 % de los metales preciosos, el oro un poco menos del 20 % y las perlas el 1-2 %.
El éxito colonial de Portugal no fue menos notable que el de España, la superación del Cabo de Buena Esperanza, por sus navegantes, les puso en contacto con India e Insulindia, donde interesaban casi de modo exclusivo las especias asiáticas. África proporcionó, además de un número cada vez más creciente de esclavos, cierta cantidad de oro que sirvió para financiar la importación de las especias asiáticas. Al principio de siglo fue el oro de Guinea y más tarde el de Mozambique. Incluso la difusión de la fe cristiana, que ere el objetivo principal de las empresas de ultramar, se centró prioritariamente en Asia, aunque a Brasil, Álvares Cabral había llegado casi por casualidad entre abril y mayo de 1500 cuando se dirigía a la Indias. El asentamiento comenzó después de 1530, tras la expedición de Martín Alonso de Souza. En 1540 se procedió al nombramiento de un gobernador general que permitió a la monarquía empezar a percibir los derechos regulares, después llegaron los jesuitas que contribuyeron a la estructuración del país y hacia fin de siglo construyeron astilleros navales.
La gran aventura lusitana del siglo XVI siguió siendo la asiática donde no tuvieron ninguna dificultad en asumir el control del océano Índico, tanto desde el punto de vista náutico como comercial, los intereses lusitanos y los de los comerciantes árabes entraron en abierto conflicto.
Se debe tener en cuenta las dimensiones geográfica de Portugal, en torno a 1500 eran menos de un millón y medio, y lo mares que surcaban que se encontraban con adversarios más aguerridos que los encontrados por los españoles. El tiempo que se tardaba entre Goa y Lisboa equivalía al que se tardaba entre Lima y Sevilla, a fines del siglo XVI con el sistema en su máxima perfección, se tardaba en el trayecto dieciocho meses para un viaje de ida y vuelta. Uno de ida y vuelta de Goa a Japón duraba tres años.
Tanto en África como en Asia, el imperio portugués se basó en el sistema de la factorías monopolistas, aprovechas por la corona a través de los concesionarios. Un capitán mayor —desde 1505 asumió el título de virrey— delegaba sus propios poderes en regidores y gobernadores, de su incumbencia fueron las responsabilidades militares, comerciales y logísticas. La victoria naval entablada en Diu por Francisco de Almeida (1509) en la que venció a los musulmanes consagró una supremacía incontestada en el siglo XVI. El sucesor de Antequera, Albuquerque comprendió la importancia de las embocaduras del golfo Pésico y del mar Rojo y así orientó una política de cooperación con Persia y vio igualmente la necesidad de ampliar sus bases hacia Insulindia, donde Goa, conquistada en 1505 se convirtió en la capital de la India portuguesa. Tomó Malaca en 1511 y su posesión duró 130 años, Ormuz conquistada entre 1507 y 1508 fue sede del virrey a partir de 1510 y a través de esta fortaleza y su escala, los portugueses lograron pertrecharse de la moneda persa de plata que les resultó preciosa en os intercambios efectuados en las plazas indias. Lo que no prosperó fue el bloqueo al mar Rojo, siempre fallido y en 1517 se abandonó la idea de poseer Adén.
Durante todo el siglo XVI, el volumen de la producción de las especias aumentó sin cesar, las cantidades llegadas a Europa se duplicaron, objeto de amplio consumo, la pimienta constituía los dos tercios de los artículos que importaban a Europa, cultivada en Malabar tenía la ventaja de llegar a los mercados occidentales en diez meses mientras el resto de especias tardaban mucho más tiempo desde las Molucas —sándalo, macis, clavo, etc.— . A partir de 1501-1503 el centro de maniobra de las especias fue Amberes. La ciudad más perjudicada fue Venecia, aunque mantuvo el eje Venecia–Alejandría para suministrar a Europa. Por la ruta del mar Rojo llegó una cantidad de especias equivalente a tres cuartas partes dela que tomó la ruta del Cabo de Buena Esperanza. En el océano Índico el comercio estuvo en manos portuguesas en un 60 % mientras que el resto lo mantuvieron los árabes.
Tras el viaje de Magallanes, —portugués al servicio se España— lucharon durante años para que les reconociesen la pertenencia de las Molucas a su área de influencia, resuelto a si favor en 1529. en 1522 sus naves habían alcanzado las costas australianas, en 1543 enlazaron con Japón con quien se incrementaron los intercambios comerciales, se realizó una importante empresa misionera con el jesuita Francisco Saverio que en 149 fundó una iglesia que llegó a contar con dos millones de fieles. En 1555 llegó para ellos la hora de China, se instalaron en Macao que pasó a ser un gran puerto comercial. A diferencia del imperio español, los portugueses no realizaron un auténtico crecimiento a lo largo del siglo, referente al comercio, le nivel alcanzado en 1515 no fue superado en el futuro.
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