CARACTERÍSTICAS GENERALES
- Concepto de E. de los Metales.-
Definido por criterios tecnológicos, que servían para expresar el progreso de la humanidad, el término servía para referirse al inicio de la utilización de los metales, el cobre –Eneolítico o Calcolítico- y al desarrollo de la metalurgia con el descubrimiento de las aleaciones –E. del Bronce-. Al uso de los metales útiles se añadía también el conocimiento y trabajo de los metales nobles como el oro y la plata.
El desmantelamiento del difusionismo oriental (El camino hacia Europa pasaba previamente por el Egeo, donde a partir del 3er. milenio a. C. se desarrollaría el Br. Egeo, detonante de las exploraciones y relaciones comerciales hacia los Balcanes y el Med. Hasta llegar a la P. Ib.), a partir de nuevas posiciones teóricas y de criterios arqueo. y crono., dio paso a los planteamientos procesuales que tratan de explicar los cambios culturales desde una óptica autoctonista, en los procesos económicos y sociales y de una manera gradual, aunque no exenta de contactos entre territorios: serán los comportamientos socioeconómicos, y ya no las migraciones, los mecanismos por los que se generalizarán ideologías, conocimientos técnicos y elementos de cultura material.
El inicio de la metalurgia del cobre, coincidente con la del oro en el área balcánica, tiene lugar en un marco no de ruptura sino de creciente interés por la explotación, uso y circulación de materias primas de calidad durante lo que se suele denominar Neolítico final o en algunas áreas Neolítico medio. Pero la minería, la metalurgia y el uso de objs. metálicos no aparece simultáneamente en toda Europa, ni siquiera en el ámbito más concreto de la P. Ib. Suele aceptarse ahora que la metalurgia, aunque un factor imp., no necesariamente ha de ser el desencadenante de cambios culturales, sino en parte la consecuencia de nuevas situaciones socioeconómicas y por lo tanto no debe ser el único rasgo definidor del Calcolítico.
Así, pues, durante el Calcolítico, quizá ya desde antes, y la E. del Br. se desarrollan estructuras socioeconómicas complejas, calificadas como jefaturas según algunos o como verdaderos estados –o procesos de transición al estado- según otros. Tampoco este rasgo es simultáneo, y en la P. Ib. el registro arqueo. que habitualmente se ha interpretado en esos términos sólo se documenta en las tierras meridionales, especialmente en el SE., donde para el cobre –cultura de Los Millares- se dispones de abundante material, tanto de poblados como de necrópolis, circunstancia que casi no se repite en la mayor parte de Europa, a excepción del Egeo.
Se va a seguir el criterio cronológico, adoptando el término Calcolítico para hacer ref. grosso modo al 3er. milenio hasta del 1900/1800 a. C., en cronologías sin calibrar.
- La metalurgia del cobre y las aleaciones.-
Los trabajos de Renfrew y la publicación en 1973 de su visión de conj. de la prehistoria europea sentaron las bases para el abandono de las tesis difusionistas defendidas por Gordon Childe y que afectaban entre otros aspectos a la aparición del megalitismo y de la metalurgia en Europa. Al mismo tiempo, la comprensión de los procesos metalúrgicos primitivos eliminó la idea de descubrimiento extraordinario y primó la consideración de que algunas comunidades estaban “predispuestas” a ella por varias razones: por el creciente interés en la búsqueda de materias primas de calidad o vistosas ya en el Neolítico que, en algunos casos, se había traducido en la utilización de cobre nativo para sencillos objs. de adorno; por la fabricación de la cerámica que había favorecido un mayor control de las técnicas del fuego; por la extracción de algunas materias primas, por ej. el sílex, que había permitido el desarrollo de una tecnologías extractivas que serían aplicadas a la obtención de los minerales de cobre; y lógicamente por disponer de posibilidades mineralógicas en su territorio.
Aunque en los yacimientos penin. no se ha documentado la etapa supuestamente previa –el uso de cobre nativo- al desarrollo de una verdadera minería y metalurgia, suele aceptarse que fue también un foco independiente aunque posterior, puesto que no hay indicios anteriores al 3er. milenio a. C.
La tradición investigadora, la abundancia y naturaleza de los hallazgos y los mapas metalogenéticos actuales han primado la consideración de las áreas meridionales, en especial el SE. y el SO., como originarias de la metalurgia y, efectivamente, sigue siendo incuestionable la primacía cronológica de sus actividades metalúrgicas desde comienzos del 3er. milenio a. C. en los contextos culturales de Los Millares, Vilanova de S. Pedro y el cobre del SO. Para el resto de la P. Ib., siempre se ha aceptado que los inicios de la metalurgia son posteriores, de finales del 3er. milenio a. C., coincidiendo con la presencia del vaso campaniforme, tal como se documenta en algunos asentamientos meseteños, como El Ventorro, y en los ajuares funerarios donde además aparecen también los 1as. joyas de oro.
En la Pen. no se conocen complejos mineros de envergadura, por lo que la obtención del mineral debió hacerse con técnicas extractivas sencillas, a cielo abierto, en trinchera o covacha. Esta técnica extractiva implica unos trabajos poco complejos y una productividad baja, aunque suficiente para una demanda que probablemente no debió de ser al principio muy elevada. Los estudios que se han realizado sobre esta metalurgia, como los de Rovira y Montero, coinciden en calificarla como una actividad poco desarrollada tecnológicamente, consistente en el aprovechamiento de los recursos locales. Las actividades de transformación y producción de objs. metálicos se realizaban en el interior de los poblados, que por otra parte presentan por lo general evidencias de actividades de producción relacionadas con la subsistencia, de manera que no se puede hablar de grupos mineros y metalurgos totalmente especializados y desligados de las actividades primarias. En cuanto a las aleaciones durante el Calcolítico, es un temas de debate. Mientras Arribas y Molina defienden que la presencia de arsénico en algunos cobres del SE. son fruto de aleaciones intencionadas y de una tecnología metalúrgica desarrollada, Montero y Rovira insisten en el desconocimiento del proceso de aleación y justifican la presencia de arsénico por la explotación, no necesariamente intencionada, de minerales de cobre que ya lo llevan en su composición.
- La industria lítica.-
A partir del conocimiento de estos lugares de explotación y del estudio siquiera somero del instrumental lítico se puede afirmar que el inicio de la metalurgia del cobre no supuso el desplazamiento del instrumental lítico en la mayoría de las actividades de producción.
En la Pen., y en líneas muy generales, la comparación entre los conjs. líticos neolíticos y los calcolíticos permite observar algunas diferencias tipológicas. Por ej., tal como se aprecia en los hallazgos en contextos domésticos y funerarios, las principales novedades afectan a la desaparición de los microlitos y a la imp. que adquieren los útiles foliáceos, largas hojas, dientes de hoz y puntas de flecha, de retoque lateral y cubriente y de formas básicamente triangulares pero con bastantes variaciones; todo ello junto a la persistencia de los útiles de fondo común. Durante el Calcolítico la tipología metálica es muy pobre y hace ref. a objs. útiles para algunos trabajos y la defensa o la caza.
Cuando se conocen los poblados, es habitual que aparezcan restos de talla en los suelos de habitación, pero no en todos, por lo que probablemente la producción de algunos tipos concretos podía ser el resultado de especialistas, no a tiempo completo. Trabajos bastante recientes en Andalucía han dado a conocer algunas explotaciones mineras, y los estudios de distribución por poblados de los restos de talla y de los productos acabados, así como los análisis de caracterización aportan conocimientos muy interesantes sobre la organización de la explotación, producción y distribución de los objs. líticos, actividades que probablemente resultaron tan imps. como las metalúrgicas.
GRUPOS CULTURALES
1. Sur de la Península Ibérica.
Bajo esta delimitación incluimos el centro y S. de Portugal, Extremadura, Andalucía y su prolongación por el SE. hasta Murcia. Las 2 áreas mejor estudiadas con el SE. –cultura de Los Millares- y la Extremadura portuguesa –cultura de Vilanova de S. Pedro-.
Periodización.-
Para el SE., la más reciente propuesta por Molina es la siguiente, expresada en cronología convencional:
En su reciente revisión de las cronologías a partir de su calibración, Castro y otros proponen la siguiente periodización que se ciñe bastante a la anterior:
Las excavaciones y prospecciones de los últimos 20 años han aumentado los yacimientos calco. en el resto de Andalucía, de manera que además de sus nosos. megalitos y algunos tholoi, se dispone del conocimiento de algunos asentamientos. Poblados fortificados aparecen en toda Andalucía y Extremadura, si bien son todavía muy pocoo nosos., tanto asociados a tholoi como a tumbas megalíticas a veces agrupadas en necrópolis; también se conocen asentamietnos identificados a partir de estructuras domésticas débiles como fondos de cabaña, basureros y silos que no parecen igualar el grado de sedentarización o perduración de la pob. de los anteriores. En ambos casos y a falta de dataciones radiocarbónicas, su consideración calcolítica se basa en los paralelos de sus cerámicas y las de los poblados portugueses del SO.
Para Andalucía esta dualidad de comportamientos cerámicos –cerámicas simbólicas/tipologías similares a las portuguesas, junto con la aparente oposición tholoi/megalitos- contribuyó a reforzar la idea de una dualidad cultural: Los Millares en el SE. y pob. megalíticas en el resto.
Los poblados.-
En líneas generales, se puede afirmar que desde un momento avanzado del Neolítico, algunas comunidades van abandonando los hábitats en cueva a favor de asentamientos, generalmente de mayor tamaño y estables. En el SE. se conocen algunos con ocupaciones largas que cubren varios siglos, como La Peña de los Gitanos habitado desde un Neolítico final hasta la E. del Br.
Los poblados que han servido para definir el período son los de larga duración, con estructuras domésticas sólidas y con una manifiesta preocupación defensiva documentada por la elección de lugares destacados para su ubicación y por la construcción de una o varias líneas de murallas de piedra, a menudo reforzadas por torres y bastiones de planta circular o cuadrada que rodean todo el poblado o la parte más vulnerable del mismo. Las necesidades defensivas están corroboradas por la aparición de nosas. puntas de flecha de sílex, tanto en los poblados como en los ajuares funerarios. En algunos casos la ocupación se plantea ya desde el 1er. momento con fortificación, mientras que en otros ésta se construye tras una etapa de ocupación abierta, como ocurre en Vilanova de S. Pedro, el Cabezo de Los Vientos (Huelva) o Los Castillejos de Montefrío.
Sin duda el más llamativo es el de Los Millares; se acepta que su inicio debe ser anterior a la fecha más antigua disponible procedente de la tumba 19, en el tránsito entre el 4º y 3er. milenio a. C., mientras que la más tardía procede del Fortín 1, en torno al último cuarto del 3er. milenio a. C. Situado sobre un espolón en la confluencia de la rambla del Huéchar con el río Andarax, su emplazamiento fue ocupado previamente, quizá de un modo esporádico. Cuando se ocupa definitivamente se planifica ya un espacio rodeado por 3 líneas de fortificación; durante su época de apogeo, todavía precampaniforme, se refuerzan con torres y bastiones y se construye la gran muralla exterior en el espacio más vulnerable entre los 2 ríos, destacando la compleja estructura defensiva de la puerta de entrada o barbacana; durante las 2 últimas fases, definidas por la aparición de campaniforme marítimo 1º y de campaniforme inciso después se constata una inutilización progresiva de las murallas de modo que al final la ocupación quedó reducida a la ciudadela. Lo más singular es la construcción de una línea exterior de fortines situados en las colinas al S. y al E. del asentamiento, con visibilidad entre ellos y sobre el poblado y la necrópolis, con aprox. un centenar de tumbas, la mayoría tholoi. El sist. constructivo de los fortines es similar al del poblado. Su función defensiva del territorio de Los Millares parece innegable.
En el SE. y del mismo horizonte cultural se conocen otros poblados fortificados como Almizaraque, Campos, El Tarajal en Almería, El Cerro de la Virgen, El Malagón, el Cerro de las Canteras en Granada o el Cabezo del Plomo en Murcia.
Los poblados suelen ser de dimensiones reducidas y corresponden a agrupaciones pequeñas pero, en todo caso, sups. a las de etapas anteriores. No conocemos la org., pero las casas son de planta circular, sin divisiones internas y sólo el registro arqueo. permite deducir alguna diferencia entre ellas en cuanto a la presencia o no de actividades específicas como talleres de sílex o metalúrgicos.
En Portugal, Vilanova de S. Pedro y Zambujal responden al mismo interés defensivo, con la construcción de recintos que durante la vida del poblado se multiplican y refuerzan con torres, bastiones y barbacanas; la mayoría son de nueva planta y rodean a veces una superficie pequeña.
En el SO., conocido durante mucho tiempo por los sepulcros megalíticos y los tholoi, los trabajos desarrollados a partir de los años 80 han documentado nosos. poblados de pequeño tamaño y potentes fortificaciones como el Castelo de Sta. Justa y Monte da Tumba, aunque también los hay sin fortificar.
Las actividades de producción.-
En líneas generales, se puede afirmar que los poblados están todos situados en lugares con potencial agrícola y ganadero, primando a veces unas posibilidades sobre otras. Es evidente que hay que aceptar una mejora de las técnicas agrícolas y ganaderas que pudiera absorber el aumento demográfico demostrado por el nº de asentamientos y que posibilitara la existencia de agrupaciones humanas mayores que en el Neolítico y viviendo permanentemente en un mismo lugar.
Uno de los problemas que se plantean es el conocimiento de las condiciones climáticas, o en su caso culturales, que hicieron posible el desarrollo del horizonte de Los Millares en las tierras bajas de Almería, las más áridas de la Penin. en la actualidad. Algunos investigadores como Gilman, Thornes o Chapman defienden para el pasado la existencia de un clima ya árido en las zonas bajas aunque con unas condiciones menos degradadas; por el contrario, otros, como Llull y Molina, proponen unas condiciones de mayor grado de humedad a partir de los restos óseos y paleobotánicos de algunos poblados (nutria, castor, corzo, gamo, etc…, y de carbones de encina) serían reflejo de una mayor abundancia de humedales y de bosque. Las explicaciones basadas en la presencia de algunos restos animales y vegetales han sido bastante criticadas.
En el otro extremo de Andalucía, algunos estudios realizados en el Bajo Guadalquivir, en las marismas, han dado como resultado la existencia de pequeñas variaciones climáticas en el sentido de períodos con mayor o menor grado de pluviosidad, lo que habría afectado a las condiciones de habitabilidad de estas zonas bajas.
La situación de los poblados en estrecha relación con los cauces fluviales pone de manifiesto la valoración del agua como recurso imprescindible, y no sólo para las necesidades de la pob. y de los animales, sino también para su utilización para el regadío; se acepta la existencia de acequias en Los Millares y el Cerro de la Virgen, aunque es difícil confirmar su antigüedad. El regadío permitiría el desarrollo de una agricultura intensiva para las comunidades situadas en los lugares más áridos.
Pero muchos poblados, situados en zonas menos áridas, desarrollaron sists. de secano, menos predecibles porque dependen del régimen de lluvias en otoño para la siembra y en primavera para el crecimiento y más extensivos puesto que se requiere el control de una mayor cantidad de tierras para practicar la alternancia del cultivo y del barbecho. En todo caso, ambos sists. facilitaron la ocupación de nuevos terrenos y de condiciones más diversificadas que los del Neolítico.
El instrumental agrícola siguió siendo de piedra, probablemente con utensilios de madera también, y se apunta la posibilidad de la introducción del arado (¿?) y del uso de la tracción animal.
Los restos vegetales recuperados en los poblados nos informan del cultivo de cereales, trigos y cebadas, así como de una presencia de leguminosas más abundante durante el Br. También está presente el lino, lo que implicaría mejores condiciones de humedad, o irrigación, y que junto con la lana son la base para las actividades textiles que se documentan en nosos. poblados por la presencia de pesas de telar. La importancia de la producción agrícola se refleja en los utensilios para el procesado del grano, así como en la presencia de silos o lugares de almacenamiento.
En cuanto a las actividades ganaderas, en líneas generales se observa un descenso de la presencia de especies salvajes, pero que nunca desaparecen del todo; la cabaña ganadera está integrada por ovejas, cabras, bueyes, cerdo y, como novedad, el caballo. En la ganadería, la mejora consistía en criar animales no para el consumo de su carne sino para el aprovechamiento de sus productos secundarios –leche, lana, fuerza de trabajo-, lo que, a su vez, implicaba de nuevo un incremento del trabajo.
El aprovechamiento de los productos secundarios está atestiguado por la presencia en los poblados de recipientes relacionados con el procesado de la leche, de pesas de telar y por el sacrificio en edad adulta de muchos de los animales; por otra parte, el buey y el caballo desempeñarían un papel imp. como animal de tracción, si es cierta la incorporación del arado, pero también de transporte en un momento en que los campos están cada vez más lejos del poblado. Cabe destacar la presencia de cerdo, cuya explotación es evidentemente para consumo de carne.
Explotación de otros recursos.-
Durante el Calcolítico hay suficientes pruebas que documentan la explotación de determidadas materias primas, aparte de las alimentarias, utensilios, textiles y cerámicas domésticas para el autoconsumo, y su transformación en manufacturas que implicarían trabajos específicos o especializados, aunque no a tiempo completo. Nos referimos a la explotación del sílex y de los minerales de cobre.
Hay muy poca variedad de tipos metálicos que se pueden clasificar como útiles y armas, que se repiten a lo largo de siglos y sólo al final aparecen los puñales de lengüeta y las puntas de Palmela asociadas o no a vaso campaniforme. La mayoría procede de ajuares funerarios, lo que indica que, aparte de su posible valor utilitario, tuvieron también un significado de prestigio puesto que sólo se constatan en algunos de ellos.
El sílex es otra de las materias primas cuya explotación ha sido obj. de especial atención en Andalucía. La caracterización del sílex, así como la identificación de la distribución desigual entre los difs. poblados de soportes y restos de talla y de manufacturas, permiten identificar los lugares de explotación, los de transformación, así como la esfera de circulación por la que las manufacturas llegan a otros poblados.
A través de los ajuares, aunque también a veces se encuentran en los asentamientos, se conoce un espectro más amplio de materias primas locales o lejanas pero cuya procedencia no se ha podido determinar, como el azabache, el mármol, la calaíta, utilizados en la fabricación de objs. de adorno y simbólicos. Quizá los más llamativos son el marfil, usado en pequeños recipientes o para la fabricación de “ídolos”, y las pequeñas cuentas en cáscara de huevo de avestruz, documentados tanto en Andalucía como en Portugal; en ambos casos el lugar de procedencia hay que buscarlo en el N. de África. También la presencia de algunos elementos de cultura material fuera de las áreas culturales de las que supuestamente son propios se interpretan como pruebas de la existencia de contactos y relaciones entre territorios cercanos o alejados. Todo ello podría ser indicio de la imp. social de los intercambios, no con una finalidad económica en el sentido actual de mercado, sino como exponente de las relaciones entre elites de un territorio amplio.
Manifestaciones funerarias.-
Durante buena parte del Calcolítico continúan realizándose enterramientos colectivos en megalitos, en tholoi o en cuevas artificiales; aunque más excepcionalmente también se encuentran enterramientos en silos en Córdoba, Jaén y Sevilla. Los tholoi, considerados rasgo cultural de la cultura de Los Millares, aparecen también en otros lugares de Andalucía y en el S. y centro de Portugal.
En cuanto a las construcciones megalíticas, conviven en esta época tanto los sepulcros pequeños como los de mayores dimensiones, siendo de destacar en estos últimos divisiones internas del corredor ygrabados o pints. que deben responder a comportamientos rituales y simbólicos.
En principio, pues, el ritual funerario en sí aparenta ser una continuidad con respecto al final del Neolítico. En todo caso, lo que parece diferencias al Calcolítico es una mayor complejidad arq. y, en líneas generales, un mayor nº de elementos de cultura material depositados en los ajuares entre los que destacan las representaciones simbólicas –cerámicas, ídolos falange, ídolos cilíndricos, placas de pizarra con representaciones antropomorfas y geométricas- y las materias primas exóticas o de calidad y por lo tanto valiosas por su escasez o por la dificultad de su manufactura. Los temas representados en las cerámicas e ídolos, aparte de los geométricos y algún zoomorfo, suelen ser diseños circulares, interpretados como soles o ojos, y se suelen relacionar con cultos femeninos, asociados tradicionalmente a las 1as. etapas del megalitismo. Estas representaciones se documentan también en áreas de habitación, destacando la aparición de un gran nº de ídolos en la Pijotilla, mientras que el ídolo de El Malagón responde a un concepto estético más realista, aunque estilizado, y es una representación masculina.
Si bien es cierto que los enterramientos colectivos son lo usual, así como la utilización de estructuras monumentales, no hay que olvidar la existencia de otros tipos de enterramientos, sin ninguna señalización externa ni mucho menos monumentalidad, como son los practicados en silos, bien conocidos en sevilla como los de Acebuchal, Campo Real o Valencina de la Concepción.
La última etapa, representada por la presencia de cerámica campaniforme, parece cada vez más evidente que se debe considerar en términos de continuidad. Tanto en Andalucía como en Portugal, la presencia de esta cerámica, siempre minoritaria en un contexto cerámico local, se documenta en los mismos asentamientos y en muchas tumbas megalíticas. La mayor facilidad de reconocer ajuares individuales cuando éstos tienen cerámica campaniforme se ha interpretado en nosas. ocasiones, para todas las áreas penin. donde aparecen en megalitos, como una reutilización de esos espacios pero sin la ideología propia de sus 1os. constructores. No obstante, fuera del área cultural de Los Millares, sobre todo en el Guadalquivir y Portugal se documentan enterramientos realmente individuales que vendrían a confirmar una tendencia al tratamiento individual de la persona en el ritual funerario y a la desaparición de la monumentalidad que va a ser un rasgo característico de la E. del Br.; algunos enterramientos en grieta natural, en fosa o en cista como los de Bélmez y El Bramadero en Córdoba, o Fuente de S. Ginés y Cañada Rosal en Sevilla, con un buen ej.
Organización social.-
En el interior de los asentamientos no se han podido documentar difs. arqs. significativas en cuanto a tamaño y complejidad entre las distintas casas; en todo caso, las difs. pueden apreciarse a partir de la presencia/ausencia de determinados elementos de producción, de actividades líticas o metalúrgicas que sirven para constatar una cierta especialización de algunas actividades o bien se pueden interpretar en términos de una mayor o menor riqueza.
La aceptación de una “mayor complejidad social” se traduce en su calificación como estructura tipo big man (Ramos), incipiente jefatura (Chapman) o transición al estado propuesta por Nocete.
En aquellas zonas donde los trabajos de prospección y excavación han permitido conocer un buen nº de asentamientos, como en el SE y el SO, se acepta por lo general una jerarquización de los poblados basándose en difs. de tamaño y riqueza de materiales, en la presencia o no de fortificaciones y en la distribución de los asentamientos dominando tierras de labor, de recursos metalúrgicos o líticos o de control visual, lo que implica una incipiente complementariedad y dependencia entre distintos asentamientos de una unidad social o política que incluye varios poblados.
El consumo desigual de materias primas y manufacturas exóticas o valiosas –como objs. de cobre y cerámica campaniforme- serviría para demostrar la capacidad de control de esos objs. de prestigio por parte de los no productores.
2. El Noroeste y Norte peninsular.
Periodización.-
El inicio del Calcolítico suele colocarse durante la 2ª ½ del 4º milenio cal. BC a partir de algunas fechaciones como las de Vinha de Soutilha y Castelo Velho en Portugal. Otras cronologías de los mismos poblados o de otros como Fontenla en Pontevedra confirman su uso en el tránsito al 3er. milenio y durante buena parte del mismo. En líneas generales se pueden identificar 2 etapas:
La distribución de los asentamientos, manifestaciones funerarias, petroglifos y grabados, salvo algunas excepciones especialmente en la costa, evita las tierras llanas, que son las idóneas para una explotación agrícola tecnológicamente desarrollada. Los asentamientos, salvo algunas excepciones, se han mantenido durante mucho tiempo invisibles dada la precariedad y a veces dispersión de las estructuras. Ello se explica como consecuencia de un sist. de explotación del suelo consistente en el aprovechamiento de suelos ligeros para la agricultura con una tecnología de rozas y el aprovechamiento de los pastos para las actividades ganaderas, objetivo que parece tener un interés creciente a partir del Calcolítico.
Una de las novedades durante el Calcolítico es la aparición de poblados tanto en el N. de Portugal como en la penín. del Morrazo en Pontevedra, con cerámicas decoradas, entre ellas las de estilo Penha. Por lo general están situados en lugares estratégicos, en altura, y alguno de ellos con defensas construidas como Sao Lourenço y Castelo Velho. En este último se ha documentado una fase de ocupación previa a la construcción de las fortificaciones que consisten en una doble muralla reforzada con bastiones, en el interior de las cuales hay restos de construcciones pétreas además de agujeros para postes y hogares. Este poblado, de extensión pequeña conoció ocupaciones durante un largo período desde finales del 4º o comienzos del 3er. milenio a. C. hasta algún momento de la 1ª ½ del 2º milenio. La continuidad de ocupaciones está presente también en los poblados gallegos. Para O. Jorge, estos poblados reflejan una mayor duración de la utilización de unos mismos espacios domésticos, lo que redunda en una mayor visualización e incluso monumentalización en algunos casos y que podría ser indicio no sólo de una mayor imp. de la agricultura en algunos lugares, sino también de la expresión de procesos de jerarquización.
Para el Calcolítico gallego, Fábregas señala una mayor variedad de entornos habitados y explotados con asentamientos o tumbas tanto en zonas altas como en zonas medias de valle además de los asentamientos costeros, lo que sería indicio de un aumento demográfico pero también del desarrollo de sists. eficaces de explotación del suelo, basados en una agricultura por lo general complementaria o poco suficiente, de roza, y una imp. creciente de la ganadería y de la explotación de los productos secundarios tal como demuestra el hallazgo de pesas de telar y de queseras. Es interesante destacar la presencia de un conchero en las inmediaciones de Guidoiro Areoso, lo que indica la imp. que pudo tener el aprovechamiento de los recursos marinos.
Los enterramientos.-
Las construcciones megalíticas continuaron en uso durante el Calcolítico y en algún caso la E. de Br. Para los comienzos del Calcolítico, estas reutilizaciones, y a veces también las construcciones de nueva planta, son difíciles de constatar dada la ausencia entre sus ajuares de las cerámicas decoradas que caracterizan a los asentamientos, mientras que su uso a finales de este período sí que está fielmente reflejado por la presencia de cerámicas campaniformes. Buena parte de los hallazgos se documentan en los grandes sepulcros de corredor, algunos de los cuales destacan por la presencia en su interior de pints. o grabados. En algunos casos se han podido constatar cambios en la estructura de anteriores monumentos con el objetivo de agrandar el espacio funerario como ocurre en Dombate (Coruña); en otros casos, se documenta una adecuación de un espacio frente a la entrada, a modo de atrio, donde se han localizado pequeños ídolos cilíndricos y guijarros con sencillas decoraciones pints. o grabadas, como ocurre en Dombate y Parxubeira. A todo ello hay que añadir la presencia de pints. y grabados en el interior de algunos sepulcros tanto en el NO. Como en Portugal. Todo esto, si bien el arte megalítico se inicia ya en el Neolítico, se puede considerar como una continuación e intensificación durante el Calcolítico de una complejización ritual y de una delimitación sinbólica de los difs. espacios.
Durante el Calco. también se levantan estructuras tumulares menores, con o sin construcciones pétreas en el interior y probablemente de utilización individual. Además se conocen enterramientos colectivos e individuales en algunas cuevas. Cabe destacar que la mayoría de las grandes construcciones y las que presentan mayor complejidad simbólica están situadas en las zonas más occ., donde aparecen también algunos poblados con un mayor grado de sedentarización. Los ajures, en líneas generales, se aprecia también un mayor grado de riqueza con respecto a los del interior. En los 1os. aparecen las típicas puntas de flecha de retoque plano y de varios tipos, junto con grandes hojas de sílex y a veces abundantes cuentas, de azabache o de variscita, frecuentemente de materias primas no locales, lo que se interpreta como expresión de una integración en redes sociales de intercambio. Mientras que en sepulcros del interior los ajuares suelen estar integrados por objs. de piedras duras, también no locales, que repiten formas de mazas, dobles hachas o dobles azuelas perforadas, materiales que, según Fábregas, se pueden asociar al predominio de una simbología masculina.
Hacia el E. –Asturias, Cantabría y P. Vasco-, a pesar de los notables esfuerzos de las investigaciones recientes, el panorama es todavía demasiado confuso y produce la sensación de una continuidad con respecto al Neolítico, sólo rota por algunas de las novedades habituales como la metalurgia o el vaso campaniforme, en ambos casos poco abundantes.
La idea de continuidad se ve favorecida por la reutilización de las estructuras tumulares, con megalitos o no en el interior, y de las cuevas distribuidas por toda la cornisa septentrional pero más nosas. en el P. Vasco, tanto de enterramiento como de hab. Se pueden detectar algunas de las novedades que caracterizan al Calco. En cuanto a industria lítica, mientras que las cerámicas, muy fragmentadas, muestran un predominio de la ausencia de decoración, salvo cuando se trata de las cerámicas campaniformes; también se aprecia un incremento de los objs. de adorno personal como cuentas en conchas, azabache y a veces de calaíta. Algunos de estos objs. se conocen también en ajuares funerarios. En cuanto a los enterramientos, mientras el uso de las cuevas para inhumaciones sucesivas se ciñe a momentos concretos, los hallazgos en las estructuras megalíticas permiten reconocer reutilizaciones durante todo el Calco. Las prospecciones más recientes han localizado nosos. sitios con dispersión superficial de materiales arqueo. –cerámicas y sílex- que atestiguan un aumento considerable de las ocupaciones al aire libre como el Castro, Monte Cildá en Cantabria o la Renke en el P. Vasco; la falta de estructuras o la endeblez de las mismas parecen responder a asentamientos poco estables. El estudio de la distribución geográfica de los yacimientos cántabros, de hábitat o funerarios, demuestra la ocupación tanto de la costa, donde se ha localizado algún enterramiento en conchero, como de las zonas inmediatamente al interior. Puede ponerse en relación con una mayor imp. de las actividades agrícolas tal como demostraría la disminución de la cubierta arbóreaa reflejada en los análisis polínicos. No obstante, el componente ganadero sería imp. dadas las características geográficas de estos territorios.
Los inicios de la metalurgia, o la 1ª utilización de los metales, se acepta también aquí para una etapa precampaniforme, aunque sólo esté representada por unos pocos objs. como hachas planas, punzones y alguna cuenta en lámina de oro; a partir del final del Calco. Éstos son más abundantes con hachas, puñales, muy pocas puntas de Palmela y una alabarda del yacimiento asturiano de Puertu Gumial.
La cerámica campaniforme, prácticamente inexistente en Asturias y Cantabria, y sus elementos asociados o, a veces, posteriores son escasos y procedentes tanto de ámbitos funerarios como domésticos. Para el P. Vasco, la distribución geográfica de los difs. elementos y tipos pone de manifiesto el papel relevante que en esta época desempeñó por su situación entre los territorios atlánticos franceses y la P. Ib. Al igual que en Cataluña, también aquí se documentan algunos ejemplares cerámicos cordados y mixtos de clara tipología renana, aceptando su introducción por los Pirineos occ. Esta procedencia se acepta también para algunos objs. excepcionales como son los botones tipo Durfort de Echauri (Navarra) y las arandelas de hueso del dolmen de Igaratza Sur. La presencia de los campaniformes cordados, mixtos y marítimos en la vertiente cántabra confirmaría estos contactos con territorio francés. Por el contrario, los campaniformes incisos, de estilo Ciempozuelos, se concentran preferentemente en la vertiente mediterránea y especialmente en la llanura alavesa. Entre los hallazgos riojanos hay que destacar el túmulo funerario de La Atalayuela, en Agoncillo (Logroño), donde se realizaron unas 80 inhumaciones simultáneas; se confirma la utilización sincrónica de los estilos mixtos, marítimos e incisos.
3. La Meseta.
Periodización.-
Para el Calco. es de aceptación general de diferenciación entre una fase precampaniforme y otra campaniforme cuyo estilo más característico y abundante, el estilo Ciempozuelos, se documenta también en contextos que, según algunas fechas radiocarbónicas, llegan prácticamente hasta mediados del 2º milenio a. C., incluyéndosele por lo tanto en los comienzos de la E. del Br. Recientemente J. F. Fabián ha propuesto para el S. de la Meseta N. la siguiente periodización tripartita:
Fragmentos de crisoles del poblado de Las Pozas demuestran una actividad metalúrgica precampaniforme, a poca distancia cronológica del S. y de Portugal, cronología que también se atribuye a algunas hachas-cincel procedentes de tumbas megalíticas.
Los asentamientos.-
Durante el Calco., las investigaciones de estas últimas décadas han puesto al descubierto un buen nº de poblados que, junto con la distribución de los hallazgos funerarios, reflejan la ocupación progresiva de la Meseta N., similar a lo constatado también en las regiones extremeñas con las que presentan muchos puntos de contacto. Éstos se conocen sobre todo en la parte occ., en las prov. de Salamanca (La Solana, La Mariselva), Ávila (Peña del Aguila, Peña del Bardal, La Teta, Alto del Quemado), y Zamora (Teso del Moral, Las Pozas), así como nosos. en la zona central, y ya hallazgos más dispersos en el resto, entre los que hay que destacar los del Alto Duero.
En su mayoría, se trata de asentamientos abiertos, de ubicación muy diversa. Las estructuras de hab. Son endebles, excavadas en parte en el suelo y, según su tamaño, interpretadas como silos, hoyos para la extracción de arcilla y amotizados frecuentemente como basureros. Por lo general, estos asentamientos son de peq. extesión; no obstante, algunos poblados madrileños, con cerámica Ciempozuelos, presentan una amplia dispersión de estructuras de este tipo que parecen reflejar una ocupación relativamente densa de determinados suelos. Aunque excepcionales, no falta algún poblado en altura y fortificado, bien sea con muro de piedra, bien con un foso, como el Pedroso en Zamora y alto del Quemado en Ávila, lo que, según Delibes, podría se indicio de un proceso de mayor sedentarización y quizá de incipiente jerarquización.
Para reconstruir las actividades económicas es preciso basarse más en la distribución geográfica de los yacimientos que en los análisis de muestras vegetales y animales que son muy escasas. Es evidente la vocación agrícola de la mayoría de los asentamientos que se sitúan en llano o terraza en las tierras sedimentarias de la cuenca del Duero y del Tajo. No obstante, la poca consistencia estratigráfica de la mayoría de los poblados y sus débiles estructuras domésticas se interpretan como prueba de la corta duración de los mismos, como consecuencia de una tecnología agrícola de explotación continuada de unas tierras hasta su agotamiento y abandono. Pero la existencia de yacimientos en zonas de alto potencial de pastos indica la imp. de la actividad ganadera que, en algunos territorios, podría se prioritaria con una agricultura complementaria (Los Tolmos o cuevas del Asno, etc…)
Si bien la producción de alimentos constituiría la principal ocupación de las comunidades meseteñas, otras actividades se podían desarrollar dentro del ámbito doméstico como la fabricación de útiles líticos o de cerámica. En cuanto a la fabricación de cerámicas, siempre se ha otorgado un carácter especial a las campaniformes, de manera que a veces, sobre todo en el caso de las marítimas, se ha hablado de verdaderas importaciones o en general de su circulación como obj. de prestigio.
Sin duda, la novedad es la producción metalúrgica. Desde el 1er. momento que se documenta el uso de objs. metálicos se constata también la actividad metalúrgica en algunos lugares de asentamiento como ocurre en las Pozas para un momento precampaniforme, o en El Ventorro para el estadio campaniforme, incluso con algunos crisoles con decoración Ciempozuelos. Los hallazgos de objs. metálicos antiguos son muy escasos; algunos punzones y hachas planas procedentes de ajuares dolménicos.
A pesar de la utilización de fuentes de aprovisionamiento locales para la obtención de diversas materias primas, es necesario aceptar la existencia de mecanismos sociales o con mayor intencionalidad económica a través de los cuales se extienden conocimientos técnicos o se comparten unos mismos usos de determinados objs. materiales.
Los enterramientos.-
Es segura la reutilización de las construcciones megalíticas durante el Calco. Las difs. de riqueza se expresan a partir de la mayor o menor abundancia de utensilios líticos, de cuentas de adorno o de elementos como las espátulas de hueso con cabeza segmentada y muy escasa cerámica. A finales del Calco. y comienzos del Br. es cuando se aprecia un cambio en el comportamiento funerario con la presencia de enterramientos individuales en fosa presentes en la cuenca del Duero y del Tajo.
Se constatan enterramientos en cuevas, colectivos o individuales; su distribución geográfica suele coincidir con las áreas en las que no hay construcciones megalíticas o éstas son muy escasas. En la mayorí de los casos estos enterramientos se conocen por noticias antiguas y ambiguas que no se han podido verificar o bien por hallazgos de restos óseos o piezas dentarias y algún obj. material muy escasos. De nuevo hay que destacar algunas cavidades de las sierras de Soria, Segovia y Burgos muy relacionadas con los grabados esquemáticos, bien en el interior de la misma cavidad o bien en cuevas o abrigos cercanos, y próximas a su vez a asentamientos en cuevas y al aire libre.
4. El País Valenciano.
Periodización.-
Según la última periodización de J. Bernabeu, el Calco. se inscribe en la etapa que denomina Neolítico II (3400-1800/1700 a. C.) subdividido en:
Los asentamientos.-
Durante el Calco. precampaniforme el tipo de asentamiento generalizado es el poblado al aire libre. La elección de su ubicación suele ser bastante uniforme, por lo general en llano –fondo de terraza, terrazas fluviales- primando la inmediatez de suelos ligeros para la agricultura y para pastos. Prospecciones y excavaciones recientes, como las llevadas a cabo en el valle del río Alcoy, han documentado la amplia dispersión de estas estructuras que a veces alcanza más de 10 ha. Como en el caso de Les Jovades, por lo que más que un poblado concentrado parece documentar un poblamiento disperso en estrecha relación con las tierras explotadas. Algunos casos sí parecen responder a una pob. agrupada, como Ereta del Pedregal, donde a partir de su fase II se conocen habs. rectangulares, con zócalo de piedra y paredes de estructura vegetal y barro.
Durante El Horizonte campaniforme de transición, a pesar de la continuidad de ocupaciones dispersas en llano, comienzan algunos poblados agrupados, situados en altura, dominando las tierras de labor pero también respondiendo a preocupaciones defensivas, como se deduce por la construcción de murallas que aparecen también en algunos poblados anteriores como Ereta del Pedregal en su fase III. En el Levante esta cerámica siempre se había interpretado, dada su escasa presencia, en función de influencias procedentes de Cataluña (Salomó), la Meseta (Ciempozuelos) y el S. Hay que destacar la aparición de decoración cordada, con el ejemplar más completo de la Penín., en los silos de Villa Filomena, Castellón, sin duda relacionado con los hallazgos catalanes, y algunos ejemplares de estilo marítimo poco abundantes. Los más representativos son los que llevan decoraciones incisas y seudoexcisas. Es difícil aceptar sin más una sucesión cronológica de los difs. estilos y la naturaleza de los hallazgos en esta zona no sirve para solucionar este problema puesto que muchos proceden de enterramientos colectivos. En cuanto a su interpretación, si bien la decoración cordada se puede entender en estrecha relación con el NE., se considera que las decoraciones incisas y seudoexcisas son producciones locales aunque las evidentes semejanzas con los estilos de Salomó y Ciempozuelos se pueden explicar como consecuencia de una comunidad o circulación de gustos decorativos en un contexto de crecientes relaciones con comunidades cercanas. El nº escaso de estas cerámicas, al igual que de los objs. asociados a las mismas, se interpretan en términos de diferenciación de estatus.
En cuanto a las actividades de subsistencia, los análisis de restos vegetales y animales disponibles son demasiado escasos como para deducir un comportamiento generalizado. Para las actividades ganaderas se puede apreciar una mayoritaria presencia de ovicrápidos, seguidos de suidos y bóvidos; se mantiene la caza, aunque en 2º plano, con la primacía del ciervo.
El principal cambio de conducta con respecto a la etapa anterior parece establecerse en la edad de sacrificio, con un aumento de ovicápridos y bóvidos adultos interpretado como prueba de una actividad ganadera sólo enparte dedicada a la explotación cárnica y también para la explotación de los productos secundarios. Cabe destacar la escasez de restos caballo.
Las muestras vegetales son todavía más escasas. Las actividades de subsistencia constituyeron la principal ocupación de los grupos humanos, tal como se constata por la presencia de instrumental agrícola –hoces, hachas, azuelas- en los asentamientos. Aunque algunos elementos de cultura material ponen de manifiesto un creciente interés por la calidad de la materia prima o de su manufactura, no hay documentación clara de que la explotación de algunas materias o las actividades de transformación fueran los suficientemente imps. como para derivar fuerza de trabajo hacia estas actividades o mediatizar la ubicación de algún asentamiento.
En el caso de la metalurgia del cobre, autores como Lerma proponen que los 1os. objs. metálicos –muy escasos- sean en realidad importaciones meridionales, a través de algun mecanismo de intercambio, ya que no se han documentado actividades metalúrgicas precampaniformes. Cuando sí se puede hablar de una actividad completa, por lo menos en cuanto a la manipulación y transformación de minerales de cobre en algunos poblados es a partir del Horizonte campaniforme de transición. El repertorio –punzones, puñales de lengüeta, puntas de Palmela- es más variado y el característico de esta etapa. Otro de los problemas sin resolver por ahora es el del aprovisionamiento de la materia prima; el territorio es pobre en recursos mineros y no es posible afirmar si los minerales se extrajeron de filones no documentados o bien de la sierra de Orihuela, único lugar con posibilidades metalogenéticas, o si el mineral llegó de los centros de explotación localizados más al S.
Los enterramientos.-
El ritual funerario se caracteriza por la práctica de enterramientos colectivos/sucesivos realizado por lo general en cuevas, abrigos y pequeñas covachas o grietas abiertas en la roca; la ausencia de construcciones megalíticas es un rasgo que comparte con el S. de Cataluña, el E. de la Meseta y buena parte de Murcia. También se han documentado restos humanos en el interior de las estructuras de los asentamientos al aire libre.
El carácter colectivo de los enterramientos, la antigüedad de muchas de las excavaciones y la actuación de los clandestinos imposibilita cualquier intento de individualizar los ajuares; no obstante, la presencia de cerámicas campaniformes, de puñales o de puntas de Palmela, así como de algunos objs. simbólicos como los colgantes acanalados o los ídolos sobre falange con representaciones oculadas en algunas cuevas, proporciona una sensación de diferenciación de riqueza interpretada en términos de expresión de desigualdades entre los individuos.
5. El Noreste peninsular: Cataluña.
Periodización.-
En las difs. propuestas de periodización, fechación y calibración de las cronologías, entre las que destacan los trabajos, entre otros, de Martín, Tarrús, Mestres y Miró, la secuencia del 3er. milenio a. C. quedó configurada de la siguiente manera:
En cuanto a la cerámica campaniforme, en el NE penin. aparecen todos los estilos decorativos englobados bajo esta denominación: cordados, CZM, internacionales o marítimos con decoraciones en líneas horizontales o la característica herringbone, puntillados geométricos e incisos geométricos en sus 2 estilos –Pirenaico y Salomó-. Es de general aceptación la anterioridad de los cordados, mixtos y marítimos, de los que se conocen muy pocos. Esta valoración cronológica se apoya en parte en el tipo de enterramiento en el que aparecen las cerámicas, puesto que los campaniformes antiguos aparecen en los sepulcros de corredor y las galerías cubiertas, mientras que en los tipos considerados posteriores –cámaras pirenaicas, por ej.- sólo aparecen los estilos incisos.
Los asentamientos.-
Hay que reconocer que no se dispone de suficientes estudios que permitan reconstruir los patrones de asentamiento. La mayoría de los yacimientos son funerarios, megalitos o cuevas. El paisaje de estos yacimientos es predominantemente de altura, pero desconocemos los lugares de hab. De los grupos que enterraban allí. Algunas cuevas y abrigos tienen niveles claramente de ocupación, la cova del Frare o la Bauma del Serrat del Pont con vaso campaniforme. Estas ocupaciones son valoradas siempre como esporádicas, estacionales, probablemente relacionadas con la explotación de los pastos estacionales, aunque siempre se documenta la presencia de cereales que, no necesariamente, han de reflejar la explotación del entorno más inmediato, pero sí de espacios más propicios de valle.
Se siguen documentando los asentamientos en llano, relacionables con suelos agrícolas. Las estructuras excavadas en el suelo, vestigios de estas ocupaciones se conocen preferentemente en la depresión prelitoral –el Coll, Can Vinyals, Ullastret, Porqueras,…- o en el S. con los hallazgos de Mas de Marius y Barranc de Rifà en Tarragona, a los que se podrían añadir los llamados “talleres de sílex” de Tarragona y Girona. A finales del Calco. o en esa etapa difícil de delimitación, en términos de fósiles directores, con los incios del Bronce, se van conociemdo más asentamientos de este tipo.
Los datos paleoeconómicos de que se dispone tampoco ayudan mucho a clarificar la comprensión, puesto que son poco abundantes y algunos proceden de niveles funerarios, lo que implica una selección. No obstante, tanto en éstos como en los de hab. Suele ser constante la presencia de cereales, cebada y trigo, y de animales como los ovicápridos, bóvidos y cerdo; mientras que la recolección de frutos silvestres, la caza mayor y menor y la pesca están presentes también en algunos yacimientos como la cova 120. Los ovicápridos suelen ser predominantes en los lugares de altura. No hay suficientes datos que indiquen cambios o mejoras en la tecnología agrícola contribuyendo a la idea de continuidad que proporcionan los tipos de asentamiento. En este sentido, se podría aventurar una mayor importancia del componente pastoril y la posible explotación de los productos secundarios, aunque probablemente para autoconsumo.
La industria lítica comparte con el resto del territorio penin. la desaparición de los útiles microlíticos y, junto a los instrumentos de fondo común, destacan las grandes hojas y las puntas de flecha de retoque plano y bifacial y de difs. tipologías. Prácticamente desaparece el sílex melado. Ahora se tallan sobre cuarzo o difs. tipos de sílex, por lo general locales.
Otro rasgo, común también en diversas áreas de Europa occ., es la desaparición de los objs. de adorno de calaíta. Tal como ya apunta Villalba, la interrupción de su uso probablemente hay que ponerlo enrelación con cambios de moda o simbólicos y con la desaparición de los canales de interacción. No obstante, los objs. de adorno son bastante comunes y se fabrican sobre diversos tipos de piedras, hueso y concha. Destacan los botones o cuentas piramidales con perforación den “V” en hueso y concha.
Un tema debatido es el del inicio de la metalurgia y la valoración de los 1os. objs. metálicos. Prácticamente no se conocía ningún testimonio claro de actividades metalúrgicas tanto extractivas como de transformación locales anteriores al Br. a excepción de un fragmento de crisol en nivel campaniforme de la Cova del Frare.
Sí se conocen los característicos objs. de cobre que suelen aparecer en la fase de utilización del vaso campaniforme, como los punzones, puñales de lengüeta –muy escasos- y algunas puntas de Palmela. La Bauma del Serrat del Pont ha aportado imps. novedades, puesto que en los 3 momentos de ocupación calco. se documenta actividad metalúrgica, a partir de fragmentos cerámicos que han servido de horno de reducción del mineral y fragmentos interpretados como pertenecientes a toberas para el proceso de combustión; sus investigadores proponen que el mineral puede ser local, procedente de mineralizaciones superficiales de la comarca. Es interesante destacar la asociación de actividad metalúrgica y vaso campaniforme, conocida ya en otros yacimientos penin. La tecnología es muy sencilla, de martilleo, y el uso de recipientes cerámicos indica una producción pequeña y seguramente circunstancial.
Los enterramientos.-
Las difs. formas de construcciones megalíticas –sepulcros corredor, galerías catalanas grandes y pequeñas, cámaras pirenaicas y cistas megalíticas_ se han interpretado en términos cronológicos, siendo los 2 1os. tipos propios del Neo. Final y calco. los 2 últimos, conociéndose en todos ellos reutilizaciones durante la E. del Br. Los sepulcros de corredor son los más septentrionales, con una concentración significativa en el Alto Ampurdán, mientras que las galerías catalanas se distribuyen de N. a S. por la ½ oriental. Los dólmenes o cámaras sencillas se encuentran preferentemente en el Pirineo central y Prepirineo, mientras que las cistas megalíticas se concentran en el interior considerándose una evolución de las cistas del Neo. medio. Nosas. cuevas y abrigos se utilizaron también como lugar de enterramiento, sist. exclusivo en las tierras de Tarragona, pero con hallazgos dispersos por toda Cataluña; también se conocen estructuras en pozo con cubierta megalítica, los paradólmenes, y cuevas con losa megalítica en el entrada, los hemidólmenes. Es probable que los difs. tipos, independientemente de que obedezcan a cronologías difs., tengan una explicación en el contexto geográfico, económico y de tamaño de los grupos.
De nuevo el carácter colectivo de los enterramientos impide cualquier intento de asociación individual de los ajuares y por lo tanto de conocer su utilización en un hipotético tratamiento diferencial de las personas. La interpretación generalizada de las cerámicas campaniformes, siempre escasas, o de sus elementos asociados, especialmente los pocos puñales o puntas de cobre, como símbolos de prestigio daría pie a hablar de conjs. más ricos.
En la Cataluña interior destaca la abundancia relativa de campaniformes puntillados, marítimos y puntillados geométricos en algunas cuevas. Es precisamente a finales del Calco. cuando se detecta un comportamiento ritual dif., con la práctica de enterramientos individuales pero que no acaba de cuajar posteriormente, puesto que se siguen realizando enterramientos colectivos.
Creemos que la circulación de individuos a ambos lados de los Pirineos pudo ser corriente en muchos momentos, por razones sociales y también de movilidad no a grandes distancias en busca de pastos o de tierra donde asentarse. Por otra parte, ya es de común aceptación por una mayoría de investigadores que, cuando se conocen lugares de hábitat, la aparición de vaso campaniforme se documenta en contextos de continuidad más que de cambio.
Es preciso insistir en la estrecha relación con el S. de Francia que se puede deducir de las cerámicas campaniformes, muy especialmente los cordados y mixtos, aunque sean de producción local, y de algunos objs. como el botón Durfort de la cista megalítica de El Cau de la Guineu. Cataluña es la zona más meridional de los circuitos que ponen en conexión los territorios franceses con los del Rin y también zona de paso para la llegada de los campaniformes cordados y mixtos a tierras castellonenses.
6. Aragón.
Pese a que se acepta una Calco. precampaniforme, en realidad es la presencia de las cerámicas campaniformes o los elementos acompañantes el rasgo más reconocible que documenta la reocupación de los dólmenes oscenses y de las cuevas sepulcrales. Los lugares de hábitat se localizan tanto en cueva como en poblados. Así como El Portillo se debe considerar como un asentamiento de carácter estacional, Moncín representa un poblado de larga ocupación con una secuencia completa que se inicia al final del Calco., con cerámica campaniforme, y llega sin interrupción hasta el Br. Tardío. Según Harrison, en las 1as. ocupaciones del poblado queda bien definida la sucesión cronológica de campaniforme marítimo, mixtos e inciso de estilo Ciempozuelos. Las estructuras domésticas de este poblado responden a los típicos silos/basureros y a cabañas construidas de barro y elementos vegetales y algunas también de piedra. La presentcia de crisoles y restos de fundición demuestra el desarrollo de actividades metalúrgicas en su interior, mientras que los silos están fuera de las casas. Los restos vegetaless y óseos se interpretan como prueba de una agricultura de secano (trigo duro, cebada, lentejas, habas y lino) y una cabaña con mayoría de ovicápridos, seguido de bóvidos y de caballo y en menor proporción cerdo.
7. Las Islas Baleares.
En las islas, especialmente en Mallorca y Menorca, es a partir del 3er. milenio cal. BC cuando se tienen evidencias de una ocupación consolidada. Los 1os. materiales arqueológicos incuestionables son cerámicas que recuerdan a las veracienses del S. de Francia o Cataluña.
En las islas Baleares el Calcolítico hispano se correspondería con el horizonte de la cerámica incisa, denominado también Pretalayótico arcaico, Neolítico reciente o Protocalcolítico, en el que se han distinguido 2 fases. La fase I, caracterizada por grandes láminas de sílex toscas, botones de hueso semiesféricos y piramidales con perforación en “V”, punzones, etc. La fase II, con una cronología supuesta entre el 1800-1500 a. C., tiene su aparición el cobre (Son Torrella).
La escasez de fechas radiocarbónicas y la ausencia de buenos estudios de las tipologías cerámicas que permita su uso con criterios cronológicos dificulta la comprensión del poblamiento de las islas más allá de la descripción de los difs. conjs. Uno de estos conjs. con las cerámicas con decoración incisa, campaniformes. Sus formas son cuencos y recipientes bitronconónicos o carenados, distribuyéndose la decoración en franja horizontal en la parte sup. y radial hacia la base, como es característico de los estilos incisos regionales. Estas cerámicas son muy abundantes en el poblado de Son Ferrandell-Oleza (Valldemosa), excepcional en la isla por ser uno de los pocos asentamientos al aire libre, de estratigrafía horizontal con una zona de ocupación pretalayótica y otra talayótica, y estar rodeado por un muro de piedra que delimita un espacio rectangular en cuyo interior se conservan 2 estructuras pétreas naviformes. Junto con estas cerámicas aparecen los elementos acompañantes como botones en “V”, brazales de arquero, punzones de cobre, hojas de hoz de sílez y cerámicas comunes lisas.
Cerámicas campaniformes, ya en menor cantidad, se han documentado en el abrigo de Son Matge, en cuevas de hab. Como Cova dels Bous, Son Marroig, etc., en un contexto parece que funerario en una posible cista en Son Gallard, bajo el santuario de Son Mas y en el asentamiento al aire libre de Ca Na Cotxera, bajo una estructura pétrea datada hacia el 2200 cal. BC. La distribución de los yacimientos con estos hallazgos se concentra especialmente por el N. y O. dse Mallorca; se confirma el desarrollo de actividades metalúrgicas tanto en Son Matge, por la aparición decrisoles, algunos con decoración campaniformes, como en Son Ferrandell por la presencia de masas de mineral consideradas lingotes, mientras que para las actividades económicas sólo se ha documentado la presencia de restos óseos de cabra, cerdo y bóvidos que confirman un pastoreo.
EL VASO CAMPANIFORME
Este término hace ref. a un conj. de cerámicas decoradas que, en realidad, presentan formas, técnicas y motivos decorativos diversos, pero cuya definición ha estado mediatizada por el predominio de la forma acampanada. Desde las investigaciones de los años 50 por Bosch Gimpera y Castillo, esta cerámica fue estudiada como una entidad cultural independientemente del contexto en el que aparecía y, dada su amplia distribución geográfica –desde Bohemia y Moravia hasta el Atlántico y des el N. de Europa hasta el Mediterráneo-, se la consideró identificadora de una cultura o civilización para la que había que explicar su inicio y su expansión. El mecanismo de expansión lo proporcionaba la movilidad de grupos humanos cuya actividad económica les proporcionaba el motivo de trasladarse. Bosch Gimpera y Castillo defendieron la P. Ib. –Andalucía o Castilla- como lugar originario, dada la riqueza de tipos y decoraciones, así como su expansión por vía marítima y continental al resto de Europa, aunque no faltaron trabajos que, por las mismas razones, defendían algo similar para Bohemia y Moravia.
A partir de los 60, esta hipótesis fue reemplazada por la de Sangmeister. Mediante el estudio de las decoraciones se distinguieron 2 estilos, sucesivos cronológicamente: el Marítimo, llamado también Internacional por la similitud de formas y decoraciones en buena parte de Europa, con decoración puntillada o a ruedecilla, y el Continental o Regional, con decoraciones incisas y estampadas o seudoexcisas, para el que se conocen difs. grupos geográficos con características propias. Sangmeister defendió un origen penin., en los poblados de la desembocadura del Tajo, para el Marítimo y su expansión por vía marítima hasta el Rin; tras la mezcla con las tradiciones decorativas locales de la Cerámica de Cuerdas y los ricos estilos decorativos de la cultura de Vucedol de Europa central, se produjo un reflujo hacia occ. aportando estilos regionales, y toda una serie de novedades que siempre se han asociado al campaniforme como los puñales de lengüeta, puntas de flecha, brazales de arquero y botones o cuentas con perforación en “V”, así como la generalización de la metalurgia del cobre.
Posteriormente, los trabajos realizados en el Bajo Rin y la revisión de materiales procedentes de antiguas excavaciones han tenido como consecuencia el reconocimiento de otros estilos decorativos y nuevas propuestas cronológicas. Entre los difs. tipos y estilos se reconocen:
La distribución europea de estas cerámicas no es uniforme, sino que hay muchos vacíos geográficos enlos que no aparece, mientras que en las zonas donde sí se documentan lo hace con densidades muy desiguales. En cuanto a la metalurgia, si bien es cierto que su generalización coincide a veces con la presencia de esta cerámica, hay que constatar por un lado que en la P. Ib. ya se conocía y se usaba más o menos regularmente.
Actualmente, a partir de los 1os. planteamientos de Clarke, Shenann y otros, suele aceptarse que esta cerámica pudo cumplir una función de obj. de prestigio, por estar asociada a algún ritual determinado, y por ello entrar en los circuitos de circulación e intercambio, siendo estos circuitos los responsables de esa aparente unificación de territorios muy amplios y contextos culturales difs. Ha sido frecuente vincular la presencia de los estilos regionales con cambios en el ritual funerario: fin del megalitismo y sustitución del ritual de enterramiento colectivo por el de enterramiento individual, junto con un mayor interés en reflejar mediante el ajuar la personalidad del enterrado; pero en la Penin. la mayoría de las veces, junto a la constatación de un mayor nº de enterramientos individuales se documenta también la reutilización de los sepulcros megalíticos, siendo avalada por la estratigrafía cómo estas cerámicas aparecen en un ambiente de continuidad cultural.
Independientemente de su significado, esta cerámica se ha utilizado como marcador cronológico para dividir el Calco. en 2 etapas, pre y campaniforme, para hablar de una metalurgia pre y campaniforme, para referirse el término de E. del cobre sólo a la época campaniforme como suele aceptarse por ej. para Cataluña, o para considerar el din del campaniforme como inicio de la E. del Br. Según la secuencia radiocarbónica de los P. Bajos, la ordenación cronológica es la siguiente: AOC, Marítimo y continental o estilos incisos. Pero recientemente se cuestiona una distancia cronológica bien definida entre los estilos marítimos y los incisos.
Harrison propone la siguiente secuencia:
- Concepto de E. de los Metales.-
Definido por criterios tecnológicos, que servían para expresar el progreso de la humanidad, el término servía para referirse al inicio de la utilización de los metales, el cobre –Eneolítico o Calcolítico- y al desarrollo de la metalurgia con el descubrimiento de las aleaciones –E. del Bronce-. Al uso de los metales útiles se añadía también el conocimiento y trabajo de los metales nobles como el oro y la plata.
El desmantelamiento del difusionismo oriental (El camino hacia Europa pasaba previamente por el Egeo, donde a partir del 3er. milenio a. C. se desarrollaría el Br. Egeo, detonante de las exploraciones y relaciones comerciales hacia los Balcanes y el Med. Hasta llegar a la P. Ib.), a partir de nuevas posiciones teóricas y de criterios arqueo. y crono., dio paso a los planteamientos procesuales que tratan de explicar los cambios culturales desde una óptica autoctonista, en los procesos económicos y sociales y de una manera gradual, aunque no exenta de contactos entre territorios: serán los comportamientos socioeconómicos, y ya no las migraciones, los mecanismos por los que se generalizarán ideologías, conocimientos técnicos y elementos de cultura material.
El inicio de la metalurgia del cobre, coincidente con la del oro en el área balcánica, tiene lugar en un marco no de ruptura sino de creciente interés por la explotación, uso y circulación de materias primas de calidad durante lo que se suele denominar Neolítico final o en algunas áreas Neolítico medio. Pero la minería, la metalurgia y el uso de objs. metálicos no aparece simultáneamente en toda Europa, ni siquiera en el ámbito más concreto de la P. Ib. Suele aceptarse ahora que la metalurgia, aunque un factor imp., no necesariamente ha de ser el desencadenante de cambios culturales, sino en parte la consecuencia de nuevas situaciones socioeconómicas y por lo tanto no debe ser el único rasgo definidor del Calcolítico.
Así, pues, durante el Calcolítico, quizá ya desde antes, y la E. del Br. se desarrollan estructuras socioeconómicas complejas, calificadas como jefaturas según algunos o como verdaderos estados –o procesos de transición al estado- según otros. Tampoco este rasgo es simultáneo, y en la P. Ib. el registro arqueo. que habitualmente se ha interpretado en esos términos sólo se documenta en las tierras meridionales, especialmente en el SE., donde para el cobre –cultura de Los Millares- se dispones de abundante material, tanto de poblados como de necrópolis, circunstancia que casi no se repite en la mayor parte de Europa, a excepción del Egeo.
Se va a seguir el criterio cronológico, adoptando el término Calcolítico para hacer ref. grosso modo al 3er. milenio hasta del 1900/1800 a. C., en cronologías sin calibrar.
- La metalurgia del cobre y las aleaciones.-
Los trabajos de Renfrew y la publicación en 1973 de su visión de conj. de la prehistoria europea sentaron las bases para el abandono de las tesis difusionistas defendidas por Gordon Childe y que afectaban entre otros aspectos a la aparición del megalitismo y de la metalurgia en Europa. Al mismo tiempo, la comprensión de los procesos metalúrgicos primitivos eliminó la idea de descubrimiento extraordinario y primó la consideración de que algunas comunidades estaban “predispuestas” a ella por varias razones: por el creciente interés en la búsqueda de materias primas de calidad o vistosas ya en el Neolítico que, en algunos casos, se había traducido en la utilización de cobre nativo para sencillos objs. de adorno; por la fabricación de la cerámica que había favorecido un mayor control de las técnicas del fuego; por la extracción de algunas materias primas, por ej. el sílex, que había permitido el desarrollo de una tecnologías extractivas que serían aplicadas a la obtención de los minerales de cobre; y lógicamente por disponer de posibilidades mineralógicas en su territorio.
Aunque en los yacimientos penin. no se ha documentado la etapa supuestamente previa –el uso de cobre nativo- al desarrollo de una verdadera minería y metalurgia, suele aceptarse que fue también un foco independiente aunque posterior, puesto que no hay indicios anteriores al 3er. milenio a. C.
La tradición investigadora, la abundancia y naturaleza de los hallazgos y los mapas metalogenéticos actuales han primado la consideración de las áreas meridionales, en especial el SE. y el SO., como originarias de la metalurgia y, efectivamente, sigue siendo incuestionable la primacía cronológica de sus actividades metalúrgicas desde comienzos del 3er. milenio a. C. en los contextos culturales de Los Millares, Vilanova de S. Pedro y el cobre del SO. Para el resto de la P. Ib., siempre se ha aceptado que los inicios de la metalurgia son posteriores, de finales del 3er. milenio a. C., coincidiendo con la presencia del vaso campaniforme, tal como se documenta en algunos asentamientos meseteños, como El Ventorro, y en los ajuares funerarios donde además aparecen también los 1as. joyas de oro.
En la Pen. no se conocen complejos mineros de envergadura, por lo que la obtención del mineral debió hacerse con técnicas extractivas sencillas, a cielo abierto, en trinchera o covacha. Esta técnica extractiva implica unos trabajos poco complejos y una productividad baja, aunque suficiente para una demanda que probablemente no debió de ser al principio muy elevada. Los estudios que se han realizado sobre esta metalurgia, como los de Rovira y Montero, coinciden en calificarla como una actividad poco desarrollada tecnológicamente, consistente en el aprovechamiento de los recursos locales. Las actividades de transformación y producción de objs. metálicos se realizaban en el interior de los poblados, que por otra parte presentan por lo general evidencias de actividades de producción relacionadas con la subsistencia, de manera que no se puede hablar de grupos mineros y metalurgos totalmente especializados y desligados de las actividades primarias. En cuanto a las aleaciones durante el Calcolítico, es un temas de debate. Mientras Arribas y Molina defienden que la presencia de arsénico en algunos cobres del SE. son fruto de aleaciones intencionadas y de una tecnología metalúrgica desarrollada, Montero y Rovira insisten en el desconocimiento del proceso de aleación y justifican la presencia de arsénico por la explotación, no necesariamente intencionada, de minerales de cobre que ya lo llevan en su composición.
- La industria lítica.-
A partir del conocimiento de estos lugares de explotación y del estudio siquiera somero del instrumental lítico se puede afirmar que el inicio de la metalurgia del cobre no supuso el desplazamiento del instrumental lítico en la mayoría de las actividades de producción.
En la Pen., y en líneas muy generales, la comparación entre los conjs. líticos neolíticos y los calcolíticos permite observar algunas diferencias tipológicas. Por ej., tal como se aprecia en los hallazgos en contextos domésticos y funerarios, las principales novedades afectan a la desaparición de los microlitos y a la imp. que adquieren los útiles foliáceos, largas hojas, dientes de hoz y puntas de flecha, de retoque lateral y cubriente y de formas básicamente triangulares pero con bastantes variaciones; todo ello junto a la persistencia de los útiles de fondo común. Durante el Calcolítico la tipología metálica es muy pobre y hace ref. a objs. útiles para algunos trabajos y la defensa o la caza.
Cuando se conocen los poblados, es habitual que aparezcan restos de talla en los suelos de habitación, pero no en todos, por lo que probablemente la producción de algunos tipos concretos podía ser el resultado de especialistas, no a tiempo completo. Trabajos bastante recientes en Andalucía han dado a conocer algunas explotaciones mineras, y los estudios de distribución por poblados de los restos de talla y de los productos acabados, así como los análisis de caracterización aportan conocimientos muy interesantes sobre la organización de la explotación, producción y distribución de los objs. líticos, actividades que probablemente resultaron tan imps. como las metalúrgicas.
GRUPOS CULTURALES
1. Sur de la Península Ibérica.
Bajo esta delimitación incluimos el centro y S. de Portugal, Extremadura, Andalucía y su prolongación por el SE. hasta Murcia. Las 2 áreas mejor estudiadas con el SE. –cultura de Los Millares- y la Extremadura portuguesa –cultura de Vilanova de S. Pedro-.
Periodización.-
Para el SE., la más reciente propuesta por Molina es la siguiente, expresada en cronología convencional:
- Cobre antiguo (3000/2700-2400 a. C.): representado en muy pocos poblados y tumbas circulares con cubierta en falsa cúpula y con una metalurgia del cobre insuficientemente documentada. El pobaldo de Los Millares se inicia al final de esta etapa.
- Cobre pleno (2400-2000 a. C.): máximo desarrollo representado por poblados fortificados, necrópolis de tholoi y cultura material característica: metalurgia, cerámicas simbólicas, ídolos, ausencia de vaso campaniforme.
- Cobre reciente (2000-1900/1800 a. C.): preencia de vaso campaniforme y crisis final marcada por la reorganización del espacio habitado en algunos poblados –Los Millares- y por el progresivo abandono de la mayoría.
En su reciente revisión de las cronologías a partir de su calibración, Castro y otros proponen la siguiente periodización que se ciñe bastante a la anterior:
- Período formativo (3400-2800/2700 a. C.): subdividido en una etapa mal definida de transición Neolítico final/Calcolítico (3400-3000/2950 a. C.) y la etapa inicial calcolítica (3000/2950-2800/2700 a. C.).
- Calcolítico pleno precampaniforme (2800/2700-2500 a. C.).
- Calcolítico final campaniforme (2500-2250 a. C.).
Las excavaciones y prospecciones de los últimos 20 años han aumentado los yacimientos calco. en el resto de Andalucía, de manera que además de sus nosos. megalitos y algunos tholoi, se dispone del conocimiento de algunos asentamientos. Poblados fortificados aparecen en toda Andalucía y Extremadura, si bien son todavía muy pocoo nosos., tanto asociados a tholoi como a tumbas megalíticas a veces agrupadas en necrópolis; también se conocen asentamietnos identificados a partir de estructuras domésticas débiles como fondos de cabaña, basureros y silos que no parecen igualar el grado de sedentarización o perduración de la pob. de los anteriores. En ambos casos y a falta de dataciones radiocarbónicas, su consideración calcolítica se basa en los paralelos de sus cerámicas y las de los poblados portugueses del SO.
Para Andalucía esta dualidad de comportamientos cerámicos –cerámicas simbólicas/tipologías similares a las portuguesas, junto con la aparente oposición tholoi/megalitos- contribuyó a reforzar la idea de una dualidad cultural: Los Millares en el SE. y pob. megalíticas en el resto.
Los poblados.-
En líneas generales, se puede afirmar que desde un momento avanzado del Neolítico, algunas comunidades van abandonando los hábitats en cueva a favor de asentamientos, generalmente de mayor tamaño y estables. En el SE. se conocen algunos con ocupaciones largas que cubren varios siglos, como La Peña de los Gitanos habitado desde un Neolítico final hasta la E. del Br.
Los poblados que han servido para definir el período son los de larga duración, con estructuras domésticas sólidas y con una manifiesta preocupación defensiva documentada por la elección de lugares destacados para su ubicación y por la construcción de una o varias líneas de murallas de piedra, a menudo reforzadas por torres y bastiones de planta circular o cuadrada que rodean todo el poblado o la parte más vulnerable del mismo. Las necesidades defensivas están corroboradas por la aparición de nosas. puntas de flecha de sílex, tanto en los poblados como en los ajuares funerarios. En algunos casos la ocupación se plantea ya desde el 1er. momento con fortificación, mientras que en otros ésta se construye tras una etapa de ocupación abierta, como ocurre en Vilanova de S. Pedro, el Cabezo de Los Vientos (Huelva) o Los Castillejos de Montefrío.
Sin duda el más llamativo es el de Los Millares; se acepta que su inicio debe ser anterior a la fecha más antigua disponible procedente de la tumba 19, en el tránsito entre el 4º y 3er. milenio a. C., mientras que la más tardía procede del Fortín 1, en torno al último cuarto del 3er. milenio a. C. Situado sobre un espolón en la confluencia de la rambla del Huéchar con el río Andarax, su emplazamiento fue ocupado previamente, quizá de un modo esporádico. Cuando se ocupa definitivamente se planifica ya un espacio rodeado por 3 líneas de fortificación; durante su época de apogeo, todavía precampaniforme, se refuerzan con torres y bastiones y se construye la gran muralla exterior en el espacio más vulnerable entre los 2 ríos, destacando la compleja estructura defensiva de la puerta de entrada o barbacana; durante las 2 últimas fases, definidas por la aparición de campaniforme marítimo 1º y de campaniforme inciso después se constata una inutilización progresiva de las murallas de modo que al final la ocupación quedó reducida a la ciudadela. Lo más singular es la construcción de una línea exterior de fortines situados en las colinas al S. y al E. del asentamiento, con visibilidad entre ellos y sobre el poblado y la necrópolis, con aprox. un centenar de tumbas, la mayoría tholoi. El sist. constructivo de los fortines es similar al del poblado. Su función defensiva del territorio de Los Millares parece innegable.
En el SE. y del mismo horizonte cultural se conocen otros poblados fortificados como Almizaraque, Campos, El Tarajal en Almería, El Cerro de la Virgen, El Malagón, el Cerro de las Canteras en Granada o el Cabezo del Plomo en Murcia.
Los poblados suelen ser de dimensiones reducidas y corresponden a agrupaciones pequeñas pero, en todo caso, sups. a las de etapas anteriores. No conocemos la org., pero las casas son de planta circular, sin divisiones internas y sólo el registro arqueo. permite deducir alguna diferencia entre ellas en cuanto a la presencia o no de actividades específicas como talleres de sílex o metalúrgicos.
En Portugal, Vilanova de S. Pedro y Zambujal responden al mismo interés defensivo, con la construcción de recintos que durante la vida del poblado se multiplican y refuerzan con torres, bastiones y barbacanas; la mayoría son de nueva planta y rodean a veces una superficie pequeña.
En el SO., conocido durante mucho tiempo por los sepulcros megalíticos y los tholoi, los trabajos desarrollados a partir de los años 80 han documentado nosos. poblados de pequeño tamaño y potentes fortificaciones como el Castelo de Sta. Justa y Monte da Tumba, aunque también los hay sin fortificar.
Las actividades de producción.-
En líneas generales, se puede afirmar que los poblados están todos situados en lugares con potencial agrícola y ganadero, primando a veces unas posibilidades sobre otras. Es evidente que hay que aceptar una mejora de las técnicas agrícolas y ganaderas que pudiera absorber el aumento demográfico demostrado por el nº de asentamientos y que posibilitara la existencia de agrupaciones humanas mayores que en el Neolítico y viviendo permanentemente en un mismo lugar.
Uno de los problemas que se plantean es el conocimiento de las condiciones climáticas, o en su caso culturales, que hicieron posible el desarrollo del horizonte de Los Millares en las tierras bajas de Almería, las más áridas de la Penin. en la actualidad. Algunos investigadores como Gilman, Thornes o Chapman defienden para el pasado la existencia de un clima ya árido en las zonas bajas aunque con unas condiciones menos degradadas; por el contrario, otros, como Llull y Molina, proponen unas condiciones de mayor grado de humedad a partir de los restos óseos y paleobotánicos de algunos poblados (nutria, castor, corzo, gamo, etc…, y de carbones de encina) serían reflejo de una mayor abundancia de humedales y de bosque. Las explicaciones basadas en la presencia de algunos restos animales y vegetales han sido bastante criticadas.
En el otro extremo de Andalucía, algunos estudios realizados en el Bajo Guadalquivir, en las marismas, han dado como resultado la existencia de pequeñas variaciones climáticas en el sentido de períodos con mayor o menor grado de pluviosidad, lo que habría afectado a las condiciones de habitabilidad de estas zonas bajas.
La situación de los poblados en estrecha relación con los cauces fluviales pone de manifiesto la valoración del agua como recurso imprescindible, y no sólo para las necesidades de la pob. y de los animales, sino también para su utilización para el regadío; se acepta la existencia de acequias en Los Millares y el Cerro de la Virgen, aunque es difícil confirmar su antigüedad. El regadío permitiría el desarrollo de una agricultura intensiva para las comunidades situadas en los lugares más áridos.
Pero muchos poblados, situados en zonas menos áridas, desarrollaron sists. de secano, menos predecibles porque dependen del régimen de lluvias en otoño para la siembra y en primavera para el crecimiento y más extensivos puesto que se requiere el control de una mayor cantidad de tierras para practicar la alternancia del cultivo y del barbecho. En todo caso, ambos sists. facilitaron la ocupación de nuevos terrenos y de condiciones más diversificadas que los del Neolítico.
El instrumental agrícola siguió siendo de piedra, probablemente con utensilios de madera también, y se apunta la posibilidad de la introducción del arado (¿?) y del uso de la tracción animal.
Los restos vegetales recuperados en los poblados nos informan del cultivo de cereales, trigos y cebadas, así como de una presencia de leguminosas más abundante durante el Br. También está presente el lino, lo que implicaría mejores condiciones de humedad, o irrigación, y que junto con la lana son la base para las actividades textiles que se documentan en nosos. poblados por la presencia de pesas de telar. La importancia de la producción agrícola se refleja en los utensilios para el procesado del grano, así como en la presencia de silos o lugares de almacenamiento.
En cuanto a las actividades ganaderas, en líneas generales se observa un descenso de la presencia de especies salvajes, pero que nunca desaparecen del todo; la cabaña ganadera está integrada por ovejas, cabras, bueyes, cerdo y, como novedad, el caballo. En la ganadería, la mejora consistía en criar animales no para el consumo de su carne sino para el aprovechamiento de sus productos secundarios –leche, lana, fuerza de trabajo-, lo que, a su vez, implicaba de nuevo un incremento del trabajo.
El aprovechamiento de los productos secundarios está atestiguado por la presencia en los poblados de recipientes relacionados con el procesado de la leche, de pesas de telar y por el sacrificio en edad adulta de muchos de los animales; por otra parte, el buey y el caballo desempeñarían un papel imp. como animal de tracción, si es cierta la incorporación del arado, pero también de transporte en un momento en que los campos están cada vez más lejos del poblado. Cabe destacar la presencia de cerdo, cuya explotación es evidentemente para consumo de carne.
Explotación de otros recursos.-
Durante el Calcolítico hay suficientes pruebas que documentan la explotación de determidadas materias primas, aparte de las alimentarias, utensilios, textiles y cerámicas domésticas para el autoconsumo, y su transformación en manufacturas que implicarían trabajos específicos o especializados, aunque no a tiempo completo. Nos referimos a la explotación del sílex y de los minerales de cobre.
Hay muy poca variedad de tipos metálicos que se pueden clasificar como útiles y armas, que se repiten a lo largo de siglos y sólo al final aparecen los puñales de lengüeta y las puntas de Palmela asociadas o no a vaso campaniforme. La mayoría procede de ajuares funerarios, lo que indica que, aparte de su posible valor utilitario, tuvieron también un significado de prestigio puesto que sólo se constatan en algunos de ellos.
El sílex es otra de las materias primas cuya explotación ha sido obj. de especial atención en Andalucía. La caracterización del sílex, así como la identificación de la distribución desigual entre los difs. poblados de soportes y restos de talla y de manufacturas, permiten identificar los lugares de explotación, los de transformación, así como la esfera de circulación por la que las manufacturas llegan a otros poblados.
A través de los ajuares, aunque también a veces se encuentran en los asentamientos, se conoce un espectro más amplio de materias primas locales o lejanas pero cuya procedencia no se ha podido determinar, como el azabache, el mármol, la calaíta, utilizados en la fabricación de objs. de adorno y simbólicos. Quizá los más llamativos son el marfil, usado en pequeños recipientes o para la fabricación de “ídolos”, y las pequeñas cuentas en cáscara de huevo de avestruz, documentados tanto en Andalucía como en Portugal; en ambos casos el lugar de procedencia hay que buscarlo en el N. de África. También la presencia de algunos elementos de cultura material fuera de las áreas culturales de las que supuestamente son propios se interpretan como pruebas de la existencia de contactos y relaciones entre territorios cercanos o alejados. Todo ello podría ser indicio de la imp. social de los intercambios, no con una finalidad económica en el sentido actual de mercado, sino como exponente de las relaciones entre elites de un territorio amplio.
Manifestaciones funerarias.-
Durante buena parte del Calcolítico continúan realizándose enterramientos colectivos en megalitos, en tholoi o en cuevas artificiales; aunque más excepcionalmente también se encuentran enterramientos en silos en Córdoba, Jaén y Sevilla. Los tholoi, considerados rasgo cultural de la cultura de Los Millares, aparecen también en otros lugares de Andalucía y en el S. y centro de Portugal.
En cuanto a las construcciones megalíticas, conviven en esta época tanto los sepulcros pequeños como los de mayores dimensiones, siendo de destacar en estos últimos divisiones internas del corredor ygrabados o pints. que deben responder a comportamientos rituales y simbólicos.
En principio, pues, el ritual funerario en sí aparenta ser una continuidad con respecto al final del Neolítico. En todo caso, lo que parece diferencias al Calcolítico es una mayor complejidad arq. y, en líneas generales, un mayor nº de elementos de cultura material depositados en los ajuares entre los que destacan las representaciones simbólicas –cerámicas, ídolos falange, ídolos cilíndricos, placas de pizarra con representaciones antropomorfas y geométricas- y las materias primas exóticas o de calidad y por lo tanto valiosas por su escasez o por la dificultad de su manufactura. Los temas representados en las cerámicas e ídolos, aparte de los geométricos y algún zoomorfo, suelen ser diseños circulares, interpretados como soles o ojos, y se suelen relacionar con cultos femeninos, asociados tradicionalmente a las 1as. etapas del megalitismo. Estas representaciones se documentan también en áreas de habitación, destacando la aparición de un gran nº de ídolos en la Pijotilla, mientras que el ídolo de El Malagón responde a un concepto estético más realista, aunque estilizado, y es una representación masculina.
Si bien es cierto que los enterramientos colectivos son lo usual, así como la utilización de estructuras monumentales, no hay que olvidar la existencia de otros tipos de enterramientos, sin ninguna señalización externa ni mucho menos monumentalidad, como son los practicados en silos, bien conocidos en sevilla como los de Acebuchal, Campo Real o Valencina de la Concepción.
La última etapa, representada por la presencia de cerámica campaniforme, parece cada vez más evidente que se debe considerar en términos de continuidad. Tanto en Andalucía como en Portugal, la presencia de esta cerámica, siempre minoritaria en un contexto cerámico local, se documenta en los mismos asentamientos y en muchas tumbas megalíticas. La mayor facilidad de reconocer ajuares individuales cuando éstos tienen cerámica campaniforme se ha interpretado en nosas. ocasiones, para todas las áreas penin. donde aparecen en megalitos, como una reutilización de esos espacios pero sin la ideología propia de sus 1os. constructores. No obstante, fuera del área cultural de Los Millares, sobre todo en el Guadalquivir y Portugal se documentan enterramientos realmente individuales que vendrían a confirmar una tendencia al tratamiento individual de la persona en el ritual funerario y a la desaparición de la monumentalidad que va a ser un rasgo característico de la E. del Br.; algunos enterramientos en grieta natural, en fosa o en cista como los de Bélmez y El Bramadero en Córdoba, o Fuente de S. Ginés y Cañada Rosal en Sevilla, con un buen ej.
Organización social.-
En el interior de los asentamientos no se han podido documentar difs. arqs. significativas en cuanto a tamaño y complejidad entre las distintas casas; en todo caso, las difs. pueden apreciarse a partir de la presencia/ausencia de determinados elementos de producción, de actividades líticas o metalúrgicas que sirven para constatar una cierta especialización de algunas actividades o bien se pueden interpretar en términos de una mayor o menor riqueza.
La aceptación de una “mayor complejidad social” se traduce en su calificación como estructura tipo big man (Ramos), incipiente jefatura (Chapman) o transición al estado propuesta por Nocete.
En aquellas zonas donde los trabajos de prospección y excavación han permitido conocer un buen nº de asentamientos, como en el SE y el SO, se acepta por lo general una jerarquización de los poblados basándose en difs. de tamaño y riqueza de materiales, en la presencia o no de fortificaciones y en la distribución de los asentamientos dominando tierras de labor, de recursos metalúrgicos o líticos o de control visual, lo que implica una incipiente complementariedad y dependencia entre distintos asentamientos de una unidad social o política que incluye varios poblados.
El consumo desigual de materias primas y manufacturas exóticas o valiosas –como objs. de cobre y cerámica campaniforme- serviría para demostrar la capacidad de control de esos objs. de prestigio por parte de los no productores.
2. El Noroeste y Norte peninsular.
Periodización.-
El inicio del Calcolítico suele colocarse durante la 2ª ½ del 4º milenio cal. BC a partir de algunas fechaciones como las de Vinha de Soutilha y Castelo Velho en Portugal. Otras cronologías de los mismos poblados o de otros como Fontenla en Pontevedra confirman su uso en el tránsito al 3er. milenio y durante buena parte del mismo. En líneas generales se pueden identificar 2 etapas:
- El Horizonte de Rechaba, precampaniforme, identificado en algunos asentamientos por la presencia de cerámicas decoradas con ondulaciones, incisiones y triángulos con puntillado interno. Muy excepcionalmente, esta cerámica aparece en contextos funerarios, por lo que se establecía, como para otras zonas, una separación entre contextos domésticos y funerarios. Actualemente se acepta la reutilización de las estructuras funerarias del Neolítico con unos ajuares, cuando se documentan, integrados por objs. de piedra, especialmente mazas perforadas, dobles hachas perforadas, hachas pulimentadas y puntas de sílex de diversas formas, triangulares, con la base cóncava, mitradas con retoque plano, así como cuentas de variscita y de azabache entre otros materiales. La metalurgia está documentada por la aparición de evidencias de fundición en algunos poblado y por materiales como hachas, hachas-escoplo y algunos cuchillos curvos de paralelos meridionales.
- Una fase campaniforme, identificada por la presencia de cerámicas de estilo Marítimo, incluso algún CZM, puntillado geométrico y algunas incisas similares a los estilos de Palmela y Ciempozuelos, presentes sobre todo en contextos funerarios pero también en algunos asentamientos. La metalurgia asociada es la corriente de puñales de lengüeta y puntas de Palmela, algunos de cuyos ejemplares se consideran poscampaniformes puesto que aparecen sin esta cerámica. Las fechaciones son insuficientes para situar esta etapa dentro de una cronología precisa.
La distribución de los asentamientos, manifestaciones funerarias, petroglifos y grabados, salvo algunas excepciones especialmente en la costa, evita las tierras llanas, que son las idóneas para una explotación agrícola tecnológicamente desarrollada. Los asentamientos, salvo algunas excepciones, se han mantenido durante mucho tiempo invisibles dada la precariedad y a veces dispersión de las estructuras. Ello se explica como consecuencia de un sist. de explotación del suelo consistente en el aprovechamiento de suelos ligeros para la agricultura con una tecnología de rozas y el aprovechamiento de los pastos para las actividades ganaderas, objetivo que parece tener un interés creciente a partir del Calcolítico.
Una de las novedades durante el Calcolítico es la aparición de poblados tanto en el N. de Portugal como en la penín. del Morrazo en Pontevedra, con cerámicas decoradas, entre ellas las de estilo Penha. Por lo general están situados en lugares estratégicos, en altura, y alguno de ellos con defensas construidas como Sao Lourenço y Castelo Velho. En este último se ha documentado una fase de ocupación previa a la construcción de las fortificaciones que consisten en una doble muralla reforzada con bastiones, en el interior de las cuales hay restos de construcciones pétreas además de agujeros para postes y hogares. Este poblado, de extensión pequeña conoció ocupaciones durante un largo período desde finales del 4º o comienzos del 3er. milenio a. C. hasta algún momento de la 1ª ½ del 2º milenio. La continuidad de ocupaciones está presente también en los poblados gallegos. Para O. Jorge, estos poblados reflejan una mayor duración de la utilización de unos mismos espacios domésticos, lo que redunda en una mayor visualización e incluso monumentalización en algunos casos y que podría ser indicio no sólo de una mayor imp. de la agricultura en algunos lugares, sino también de la expresión de procesos de jerarquización.
Para el Calcolítico gallego, Fábregas señala una mayor variedad de entornos habitados y explotados con asentamientos o tumbas tanto en zonas altas como en zonas medias de valle además de los asentamientos costeros, lo que sería indicio de un aumento demográfico pero también del desarrollo de sists. eficaces de explotación del suelo, basados en una agricultura por lo general complementaria o poco suficiente, de roza, y una imp. creciente de la ganadería y de la explotación de los productos secundarios tal como demuestra el hallazgo de pesas de telar y de queseras. Es interesante destacar la presencia de un conchero en las inmediaciones de Guidoiro Areoso, lo que indica la imp. que pudo tener el aprovechamiento de los recursos marinos.
Los enterramientos.-
Las construcciones megalíticas continuaron en uso durante el Calcolítico y en algún caso la E. de Br. Para los comienzos del Calcolítico, estas reutilizaciones, y a veces también las construcciones de nueva planta, son difíciles de constatar dada la ausencia entre sus ajuares de las cerámicas decoradas que caracterizan a los asentamientos, mientras que su uso a finales de este período sí que está fielmente reflejado por la presencia de cerámicas campaniformes. Buena parte de los hallazgos se documentan en los grandes sepulcros de corredor, algunos de los cuales destacan por la presencia en su interior de pints. o grabados. En algunos casos se han podido constatar cambios en la estructura de anteriores monumentos con el objetivo de agrandar el espacio funerario como ocurre en Dombate (Coruña); en otros casos, se documenta una adecuación de un espacio frente a la entrada, a modo de atrio, donde se han localizado pequeños ídolos cilíndricos y guijarros con sencillas decoraciones pints. o grabadas, como ocurre en Dombate y Parxubeira. A todo ello hay que añadir la presencia de pints. y grabados en el interior de algunos sepulcros tanto en el NO. Como en Portugal. Todo esto, si bien el arte megalítico se inicia ya en el Neolítico, se puede considerar como una continuación e intensificación durante el Calcolítico de una complejización ritual y de una delimitación sinbólica de los difs. espacios.
Durante el Calco. también se levantan estructuras tumulares menores, con o sin construcciones pétreas en el interior y probablemente de utilización individual. Además se conocen enterramientos colectivos e individuales en algunas cuevas. Cabe destacar que la mayoría de las grandes construcciones y las que presentan mayor complejidad simbólica están situadas en las zonas más occ., donde aparecen también algunos poblados con un mayor grado de sedentarización. Los ajures, en líneas generales, se aprecia también un mayor grado de riqueza con respecto a los del interior. En los 1os. aparecen las típicas puntas de flecha de retoque plano y de varios tipos, junto con grandes hojas de sílex y a veces abundantes cuentas, de azabache o de variscita, frecuentemente de materias primas no locales, lo que se interpreta como expresión de una integración en redes sociales de intercambio. Mientras que en sepulcros del interior los ajuares suelen estar integrados por objs. de piedras duras, también no locales, que repiten formas de mazas, dobles hachas o dobles azuelas perforadas, materiales que, según Fábregas, se pueden asociar al predominio de una simbología masculina.
Hacia el E. –Asturias, Cantabría y P. Vasco-, a pesar de los notables esfuerzos de las investigaciones recientes, el panorama es todavía demasiado confuso y produce la sensación de una continuidad con respecto al Neolítico, sólo rota por algunas de las novedades habituales como la metalurgia o el vaso campaniforme, en ambos casos poco abundantes.
La idea de continuidad se ve favorecida por la reutilización de las estructuras tumulares, con megalitos o no en el interior, y de las cuevas distribuidas por toda la cornisa septentrional pero más nosas. en el P. Vasco, tanto de enterramiento como de hab. Se pueden detectar algunas de las novedades que caracterizan al Calco. En cuanto a industria lítica, mientras que las cerámicas, muy fragmentadas, muestran un predominio de la ausencia de decoración, salvo cuando se trata de las cerámicas campaniformes; también se aprecia un incremento de los objs. de adorno personal como cuentas en conchas, azabache y a veces de calaíta. Algunos de estos objs. se conocen también en ajuares funerarios. En cuanto a los enterramientos, mientras el uso de las cuevas para inhumaciones sucesivas se ciñe a momentos concretos, los hallazgos en las estructuras megalíticas permiten reconocer reutilizaciones durante todo el Calco. Las prospecciones más recientes han localizado nosos. sitios con dispersión superficial de materiales arqueo. –cerámicas y sílex- que atestiguan un aumento considerable de las ocupaciones al aire libre como el Castro, Monte Cildá en Cantabria o la Renke en el P. Vasco; la falta de estructuras o la endeblez de las mismas parecen responder a asentamientos poco estables. El estudio de la distribución geográfica de los yacimientos cántabros, de hábitat o funerarios, demuestra la ocupación tanto de la costa, donde se ha localizado algún enterramiento en conchero, como de las zonas inmediatamente al interior. Puede ponerse en relación con una mayor imp. de las actividades agrícolas tal como demostraría la disminución de la cubierta arbóreaa reflejada en los análisis polínicos. No obstante, el componente ganadero sería imp. dadas las características geográficas de estos territorios.
Los inicios de la metalurgia, o la 1ª utilización de los metales, se acepta también aquí para una etapa precampaniforme, aunque sólo esté representada por unos pocos objs. como hachas planas, punzones y alguna cuenta en lámina de oro; a partir del final del Calco. Éstos son más abundantes con hachas, puñales, muy pocas puntas de Palmela y una alabarda del yacimiento asturiano de Puertu Gumial.
La cerámica campaniforme, prácticamente inexistente en Asturias y Cantabria, y sus elementos asociados o, a veces, posteriores son escasos y procedentes tanto de ámbitos funerarios como domésticos. Para el P. Vasco, la distribución geográfica de los difs. elementos y tipos pone de manifiesto el papel relevante que en esta época desempeñó por su situación entre los territorios atlánticos franceses y la P. Ib. Al igual que en Cataluña, también aquí se documentan algunos ejemplares cerámicos cordados y mixtos de clara tipología renana, aceptando su introducción por los Pirineos occ. Esta procedencia se acepta también para algunos objs. excepcionales como son los botones tipo Durfort de Echauri (Navarra) y las arandelas de hueso del dolmen de Igaratza Sur. La presencia de los campaniformes cordados, mixtos y marítimos en la vertiente cántabra confirmaría estos contactos con territorio francés. Por el contrario, los campaniformes incisos, de estilo Ciempozuelos, se concentran preferentemente en la vertiente mediterránea y especialmente en la llanura alavesa. Entre los hallazgos riojanos hay que destacar el túmulo funerario de La Atalayuela, en Agoncillo (Logroño), donde se realizaron unas 80 inhumaciones simultáneas; se confirma la utilización sincrónica de los estilos mixtos, marítimos e incisos.
3. La Meseta.
Periodización.-
Para el Calco. es de aceptación general de diferenciación entre una fase precampaniforme y otra campaniforme cuyo estilo más característico y abundante, el estilo Ciempozuelos, se documenta también en contextos que, según algunas fechas radiocarbónicas, llegan prácticamente hasta mediados del 2º milenio a. C., incluyéndosele por lo tanto en los comienzos de la E. del Br. Recientemente J. F. Fabián ha propuesto para el S. de la Meseta N. la siguiente periodización tripartita:
- Calcolítico Inicial o Tardoneolítico, con muy pocas refs. en los asentamientos.
- Calcolítico Precampaniforme: reconocido en una serie de cerámicas, procedentes de enterramientos pero sobre todo de los poblados. Decoraciones características son las pintadas, peinadas, acanaladas y las incisas con triángulos rellenos de puntos o representaciones de soliformes, oculados y algún zoomorfo.
- Calcolítico Tardío y Final. El fósil director más característico es el vaso campaniforme, en todos sus estilos. La aparición de estas cerámicas junto con las incisas clásicas, así como la revisión tipológica y decorativa, no parecen apoyar un estilo dif. y, en todo caso, su posterioridad, coincidiría con la prolongación de uso del estilo Ciempozuelos.
Fragmentos de crisoles del poblado de Las Pozas demuestran una actividad metalúrgica precampaniforme, a poca distancia cronológica del S. y de Portugal, cronología que también se atribuye a algunas hachas-cincel procedentes de tumbas megalíticas.
Los asentamientos.-
Durante el Calco., las investigaciones de estas últimas décadas han puesto al descubierto un buen nº de poblados que, junto con la distribución de los hallazgos funerarios, reflejan la ocupación progresiva de la Meseta N., similar a lo constatado también en las regiones extremeñas con las que presentan muchos puntos de contacto. Éstos se conocen sobre todo en la parte occ., en las prov. de Salamanca (La Solana, La Mariselva), Ávila (Peña del Aguila, Peña del Bardal, La Teta, Alto del Quemado), y Zamora (Teso del Moral, Las Pozas), así como nosos. en la zona central, y ya hallazgos más dispersos en el resto, entre los que hay que destacar los del Alto Duero.
En su mayoría, se trata de asentamientos abiertos, de ubicación muy diversa. Las estructuras de hab. Son endebles, excavadas en parte en el suelo y, según su tamaño, interpretadas como silos, hoyos para la extracción de arcilla y amotizados frecuentemente como basureros. Por lo general, estos asentamientos son de peq. extesión; no obstante, algunos poblados madrileños, con cerámica Ciempozuelos, presentan una amplia dispersión de estructuras de este tipo que parecen reflejar una ocupación relativamente densa de determinados suelos. Aunque excepcionales, no falta algún poblado en altura y fortificado, bien sea con muro de piedra, bien con un foso, como el Pedroso en Zamora y alto del Quemado en Ávila, lo que, según Delibes, podría se indicio de un proceso de mayor sedentarización y quizá de incipiente jerarquización.
Para reconstruir las actividades económicas es preciso basarse más en la distribución geográfica de los yacimientos que en los análisis de muestras vegetales y animales que son muy escasas. Es evidente la vocación agrícola de la mayoría de los asentamientos que se sitúan en llano o terraza en las tierras sedimentarias de la cuenca del Duero y del Tajo. No obstante, la poca consistencia estratigráfica de la mayoría de los poblados y sus débiles estructuras domésticas se interpretan como prueba de la corta duración de los mismos, como consecuencia de una tecnología agrícola de explotación continuada de unas tierras hasta su agotamiento y abandono. Pero la existencia de yacimientos en zonas de alto potencial de pastos indica la imp. de la actividad ganadera que, en algunos territorios, podría se prioritaria con una agricultura complementaria (Los Tolmos o cuevas del Asno, etc…)
Si bien la producción de alimentos constituiría la principal ocupación de las comunidades meseteñas, otras actividades se podían desarrollar dentro del ámbito doméstico como la fabricación de útiles líticos o de cerámica. En cuanto a la fabricación de cerámicas, siempre se ha otorgado un carácter especial a las campaniformes, de manera que a veces, sobre todo en el caso de las marítimas, se ha hablado de verdaderas importaciones o en general de su circulación como obj. de prestigio.
Sin duda, la novedad es la producción metalúrgica. Desde el 1er. momento que se documenta el uso de objs. metálicos se constata también la actividad metalúrgica en algunos lugares de asentamiento como ocurre en las Pozas para un momento precampaniforme, o en El Ventorro para el estadio campaniforme, incluso con algunos crisoles con decoración Ciempozuelos. Los hallazgos de objs. metálicos antiguos son muy escasos; algunos punzones y hachas planas procedentes de ajuares dolménicos.
A pesar de la utilización de fuentes de aprovisionamiento locales para la obtención de diversas materias primas, es necesario aceptar la existencia de mecanismos sociales o con mayor intencionalidad económica a través de los cuales se extienden conocimientos técnicos o se comparten unos mismos usos de determinados objs. materiales.
Los enterramientos.-
Es segura la reutilización de las construcciones megalíticas durante el Calco. Las difs. de riqueza se expresan a partir de la mayor o menor abundancia de utensilios líticos, de cuentas de adorno o de elementos como las espátulas de hueso con cabeza segmentada y muy escasa cerámica. A finales del Calco. y comienzos del Br. es cuando se aprecia un cambio en el comportamiento funerario con la presencia de enterramientos individuales en fosa presentes en la cuenca del Duero y del Tajo.
Se constatan enterramientos en cuevas, colectivos o individuales; su distribución geográfica suele coincidir con las áreas en las que no hay construcciones megalíticas o éstas son muy escasas. En la mayorí de los casos estos enterramientos se conocen por noticias antiguas y ambiguas que no se han podido verificar o bien por hallazgos de restos óseos o piezas dentarias y algún obj. material muy escasos. De nuevo hay que destacar algunas cavidades de las sierras de Soria, Segovia y Burgos muy relacionadas con los grabados esquemáticos, bien en el interior de la misma cavidad o bien en cuevas o abrigos cercanos, y próximas a su vez a asentamientos en cuevas y al aire libre.
4. El País Valenciano.
Periodización.-
Según la última periodización de J. Bernabeu, el Calco. se inscribe en la etapa que denomina Neolítico II (3400-1800/1700 a. C.) subdividido en:
- Neolítico IIA u Horizonte de las cerámicas esgrafiadas.
- Neolítico IIB y Horizonte precampaniforme.
- Neolítico IIC y Horizonte campaniforme de transición.
Los asentamientos.-
Durante el Calco. precampaniforme el tipo de asentamiento generalizado es el poblado al aire libre. La elección de su ubicación suele ser bastante uniforme, por lo general en llano –fondo de terraza, terrazas fluviales- primando la inmediatez de suelos ligeros para la agricultura y para pastos. Prospecciones y excavaciones recientes, como las llevadas a cabo en el valle del río Alcoy, han documentado la amplia dispersión de estas estructuras que a veces alcanza más de 10 ha. Como en el caso de Les Jovades, por lo que más que un poblado concentrado parece documentar un poblamiento disperso en estrecha relación con las tierras explotadas. Algunos casos sí parecen responder a una pob. agrupada, como Ereta del Pedregal, donde a partir de su fase II se conocen habs. rectangulares, con zócalo de piedra y paredes de estructura vegetal y barro.
Durante El Horizonte campaniforme de transición, a pesar de la continuidad de ocupaciones dispersas en llano, comienzan algunos poblados agrupados, situados en altura, dominando las tierras de labor pero también respondiendo a preocupaciones defensivas, como se deduce por la construcción de murallas que aparecen también en algunos poblados anteriores como Ereta del Pedregal en su fase III. En el Levante esta cerámica siempre se había interpretado, dada su escasa presencia, en función de influencias procedentes de Cataluña (Salomó), la Meseta (Ciempozuelos) y el S. Hay que destacar la aparición de decoración cordada, con el ejemplar más completo de la Penín., en los silos de Villa Filomena, Castellón, sin duda relacionado con los hallazgos catalanes, y algunos ejemplares de estilo marítimo poco abundantes. Los más representativos son los que llevan decoraciones incisas y seudoexcisas. Es difícil aceptar sin más una sucesión cronológica de los difs. estilos y la naturaleza de los hallazgos en esta zona no sirve para solucionar este problema puesto que muchos proceden de enterramientos colectivos. En cuanto a su interpretación, si bien la decoración cordada se puede entender en estrecha relación con el NE., se considera que las decoraciones incisas y seudoexcisas son producciones locales aunque las evidentes semejanzas con los estilos de Salomó y Ciempozuelos se pueden explicar como consecuencia de una comunidad o circulación de gustos decorativos en un contexto de crecientes relaciones con comunidades cercanas. El nº escaso de estas cerámicas, al igual que de los objs. asociados a las mismas, se interpretan en términos de diferenciación de estatus.
En cuanto a las actividades de subsistencia, los análisis de restos vegetales y animales disponibles son demasiado escasos como para deducir un comportamiento generalizado. Para las actividades ganaderas se puede apreciar una mayoritaria presencia de ovicrápidos, seguidos de suidos y bóvidos; se mantiene la caza, aunque en 2º plano, con la primacía del ciervo.
El principal cambio de conducta con respecto a la etapa anterior parece establecerse en la edad de sacrificio, con un aumento de ovicápridos y bóvidos adultos interpretado como prueba de una actividad ganadera sólo enparte dedicada a la explotación cárnica y también para la explotación de los productos secundarios. Cabe destacar la escasez de restos caballo.
Las muestras vegetales son todavía más escasas. Las actividades de subsistencia constituyeron la principal ocupación de los grupos humanos, tal como se constata por la presencia de instrumental agrícola –hoces, hachas, azuelas- en los asentamientos. Aunque algunos elementos de cultura material ponen de manifiesto un creciente interés por la calidad de la materia prima o de su manufactura, no hay documentación clara de que la explotación de algunas materias o las actividades de transformación fueran los suficientemente imps. como para derivar fuerza de trabajo hacia estas actividades o mediatizar la ubicación de algún asentamiento.
En el caso de la metalurgia del cobre, autores como Lerma proponen que los 1os. objs. metálicos –muy escasos- sean en realidad importaciones meridionales, a través de algun mecanismo de intercambio, ya que no se han documentado actividades metalúrgicas precampaniformes. Cuando sí se puede hablar de una actividad completa, por lo menos en cuanto a la manipulación y transformación de minerales de cobre en algunos poblados es a partir del Horizonte campaniforme de transición. El repertorio –punzones, puñales de lengüeta, puntas de Palmela- es más variado y el característico de esta etapa. Otro de los problemas sin resolver por ahora es el del aprovisionamiento de la materia prima; el territorio es pobre en recursos mineros y no es posible afirmar si los minerales se extrajeron de filones no documentados o bien de la sierra de Orihuela, único lugar con posibilidades metalogenéticas, o si el mineral llegó de los centros de explotación localizados más al S.
Los enterramientos.-
El ritual funerario se caracteriza por la práctica de enterramientos colectivos/sucesivos realizado por lo general en cuevas, abrigos y pequeñas covachas o grietas abiertas en la roca; la ausencia de construcciones megalíticas es un rasgo que comparte con el S. de Cataluña, el E. de la Meseta y buena parte de Murcia. También se han documentado restos humanos en el interior de las estructuras de los asentamientos al aire libre.
El carácter colectivo de los enterramientos, la antigüedad de muchas de las excavaciones y la actuación de los clandestinos imposibilita cualquier intento de individualizar los ajuares; no obstante, la presencia de cerámicas campaniformes, de puñales o de puntas de Palmela, así como de algunos objs. simbólicos como los colgantes acanalados o los ídolos sobre falange con representaciones oculadas en algunas cuevas, proporciona una sensación de diferenciación de riqueza interpretada en términos de expresión de desigualdades entre los individuos.
5. El Noreste peninsular: Cataluña.
Periodización.-
En las difs. propuestas de periodización, fechación y calibración de las cronologías, entre las que destacan los trabajos, entre otros, de Martín, Tarrús, Mestres y Miró, la secuencia del 3er. milenio a. C. quedó configurada de la siguiente manera:
- Neolítico Reciente: cerámicas mal caracterizadas preveracienses.
- Neolítico Final: presencia de cerámicas de tipo Veraza y, ocasionalmente, de tipo Treilles.
- Neolítico Final/Calcolítico, o simplemente Calcolítico: cerámicas campaniformes y metalurgia.
En cuanto a la cerámica campaniforme, en el NE penin. aparecen todos los estilos decorativos englobados bajo esta denominación: cordados, CZM, internacionales o marítimos con decoraciones en líneas horizontales o la característica herringbone, puntillados geométricos e incisos geométricos en sus 2 estilos –Pirenaico y Salomó-. Es de general aceptación la anterioridad de los cordados, mixtos y marítimos, de los que se conocen muy pocos. Esta valoración cronológica se apoya en parte en el tipo de enterramiento en el que aparecen las cerámicas, puesto que los campaniformes antiguos aparecen en los sepulcros de corredor y las galerías cubiertas, mientras que en los tipos considerados posteriores –cámaras pirenaicas, por ej.- sólo aparecen los estilos incisos.
Los asentamientos.-
Hay que reconocer que no se dispone de suficientes estudios que permitan reconstruir los patrones de asentamiento. La mayoría de los yacimientos son funerarios, megalitos o cuevas. El paisaje de estos yacimientos es predominantemente de altura, pero desconocemos los lugares de hab. De los grupos que enterraban allí. Algunas cuevas y abrigos tienen niveles claramente de ocupación, la cova del Frare o la Bauma del Serrat del Pont con vaso campaniforme. Estas ocupaciones son valoradas siempre como esporádicas, estacionales, probablemente relacionadas con la explotación de los pastos estacionales, aunque siempre se documenta la presencia de cereales que, no necesariamente, han de reflejar la explotación del entorno más inmediato, pero sí de espacios más propicios de valle.
Se siguen documentando los asentamientos en llano, relacionables con suelos agrícolas. Las estructuras excavadas en el suelo, vestigios de estas ocupaciones se conocen preferentemente en la depresión prelitoral –el Coll, Can Vinyals, Ullastret, Porqueras,…- o en el S. con los hallazgos de Mas de Marius y Barranc de Rifà en Tarragona, a los que se podrían añadir los llamados “talleres de sílex” de Tarragona y Girona. A finales del Calco. o en esa etapa difícil de delimitación, en términos de fósiles directores, con los incios del Bronce, se van conociemdo más asentamientos de este tipo.
Los datos paleoeconómicos de que se dispone tampoco ayudan mucho a clarificar la comprensión, puesto que son poco abundantes y algunos proceden de niveles funerarios, lo que implica una selección. No obstante, tanto en éstos como en los de hab. Suele ser constante la presencia de cereales, cebada y trigo, y de animales como los ovicápridos, bóvidos y cerdo; mientras que la recolección de frutos silvestres, la caza mayor y menor y la pesca están presentes también en algunos yacimientos como la cova 120. Los ovicápridos suelen ser predominantes en los lugares de altura. No hay suficientes datos que indiquen cambios o mejoras en la tecnología agrícola contribuyendo a la idea de continuidad que proporcionan los tipos de asentamiento. En este sentido, se podría aventurar una mayor importancia del componente pastoril y la posible explotación de los productos secundarios, aunque probablemente para autoconsumo.
La industria lítica comparte con el resto del territorio penin. la desaparición de los útiles microlíticos y, junto a los instrumentos de fondo común, destacan las grandes hojas y las puntas de flecha de retoque plano y bifacial y de difs. tipologías. Prácticamente desaparece el sílex melado. Ahora se tallan sobre cuarzo o difs. tipos de sílex, por lo general locales.
Otro rasgo, común también en diversas áreas de Europa occ., es la desaparición de los objs. de adorno de calaíta. Tal como ya apunta Villalba, la interrupción de su uso probablemente hay que ponerlo enrelación con cambios de moda o simbólicos y con la desaparición de los canales de interacción. No obstante, los objs. de adorno son bastante comunes y se fabrican sobre diversos tipos de piedras, hueso y concha. Destacan los botones o cuentas piramidales con perforación den “V” en hueso y concha.
Un tema debatido es el del inicio de la metalurgia y la valoración de los 1os. objs. metálicos. Prácticamente no se conocía ningún testimonio claro de actividades metalúrgicas tanto extractivas como de transformación locales anteriores al Br. a excepción de un fragmento de crisol en nivel campaniforme de la Cova del Frare.
Sí se conocen los característicos objs. de cobre que suelen aparecer en la fase de utilización del vaso campaniforme, como los punzones, puñales de lengüeta –muy escasos- y algunas puntas de Palmela. La Bauma del Serrat del Pont ha aportado imps. novedades, puesto que en los 3 momentos de ocupación calco. se documenta actividad metalúrgica, a partir de fragmentos cerámicos que han servido de horno de reducción del mineral y fragmentos interpretados como pertenecientes a toberas para el proceso de combustión; sus investigadores proponen que el mineral puede ser local, procedente de mineralizaciones superficiales de la comarca. Es interesante destacar la asociación de actividad metalúrgica y vaso campaniforme, conocida ya en otros yacimientos penin. La tecnología es muy sencilla, de martilleo, y el uso de recipientes cerámicos indica una producción pequeña y seguramente circunstancial.
Los enterramientos.-
Las difs. formas de construcciones megalíticas –sepulcros corredor, galerías catalanas grandes y pequeñas, cámaras pirenaicas y cistas megalíticas_ se han interpretado en términos cronológicos, siendo los 2 1os. tipos propios del Neo. Final y calco. los 2 últimos, conociéndose en todos ellos reutilizaciones durante la E. del Br. Los sepulcros de corredor son los más septentrionales, con una concentración significativa en el Alto Ampurdán, mientras que las galerías catalanas se distribuyen de N. a S. por la ½ oriental. Los dólmenes o cámaras sencillas se encuentran preferentemente en el Pirineo central y Prepirineo, mientras que las cistas megalíticas se concentran en el interior considerándose una evolución de las cistas del Neo. medio. Nosas. cuevas y abrigos se utilizaron también como lugar de enterramiento, sist. exclusivo en las tierras de Tarragona, pero con hallazgos dispersos por toda Cataluña; también se conocen estructuras en pozo con cubierta megalítica, los paradólmenes, y cuevas con losa megalítica en el entrada, los hemidólmenes. Es probable que los difs. tipos, independientemente de que obedezcan a cronologías difs., tengan una explicación en el contexto geográfico, económico y de tamaño de los grupos.
De nuevo el carácter colectivo de los enterramientos impide cualquier intento de asociación individual de los ajuares y por lo tanto de conocer su utilización en un hipotético tratamiento diferencial de las personas. La interpretación generalizada de las cerámicas campaniformes, siempre escasas, o de sus elementos asociados, especialmente los pocos puñales o puntas de cobre, como símbolos de prestigio daría pie a hablar de conjs. más ricos.
En la Cataluña interior destaca la abundancia relativa de campaniformes puntillados, marítimos y puntillados geométricos en algunas cuevas. Es precisamente a finales del Calco. cuando se detecta un comportamiento ritual dif., con la práctica de enterramientos individuales pero que no acaba de cuajar posteriormente, puesto que se siguen realizando enterramientos colectivos.
Creemos que la circulación de individuos a ambos lados de los Pirineos pudo ser corriente en muchos momentos, por razones sociales y también de movilidad no a grandes distancias en busca de pastos o de tierra donde asentarse. Por otra parte, ya es de común aceptación por una mayoría de investigadores que, cuando se conocen lugares de hábitat, la aparición de vaso campaniforme se documenta en contextos de continuidad más que de cambio.
Es preciso insistir en la estrecha relación con el S. de Francia que se puede deducir de las cerámicas campaniformes, muy especialmente los cordados y mixtos, aunque sean de producción local, y de algunos objs. como el botón Durfort de la cista megalítica de El Cau de la Guineu. Cataluña es la zona más meridional de los circuitos que ponen en conexión los territorios franceses con los del Rin y también zona de paso para la llegada de los campaniformes cordados y mixtos a tierras castellonenses.
6. Aragón.
Pese a que se acepta una Calco. precampaniforme, en realidad es la presencia de las cerámicas campaniformes o los elementos acompañantes el rasgo más reconocible que documenta la reocupación de los dólmenes oscenses y de las cuevas sepulcrales. Los lugares de hábitat se localizan tanto en cueva como en poblados. Así como El Portillo se debe considerar como un asentamiento de carácter estacional, Moncín representa un poblado de larga ocupación con una secuencia completa que se inicia al final del Calco., con cerámica campaniforme, y llega sin interrupción hasta el Br. Tardío. Según Harrison, en las 1as. ocupaciones del poblado queda bien definida la sucesión cronológica de campaniforme marítimo, mixtos e inciso de estilo Ciempozuelos. Las estructuras domésticas de este poblado responden a los típicos silos/basureros y a cabañas construidas de barro y elementos vegetales y algunas también de piedra. La presentcia de crisoles y restos de fundición demuestra el desarrollo de actividades metalúrgicas en su interior, mientras que los silos están fuera de las casas. Los restos vegetaless y óseos se interpretan como prueba de una agricultura de secano (trigo duro, cebada, lentejas, habas y lino) y una cabaña con mayoría de ovicápridos, seguido de bóvidos y de caballo y en menor proporción cerdo.
7. Las Islas Baleares.
En las islas, especialmente en Mallorca y Menorca, es a partir del 3er. milenio cal. BC cuando se tienen evidencias de una ocupación consolidada. Los 1os. materiales arqueológicos incuestionables son cerámicas que recuerdan a las veracienses del S. de Francia o Cataluña.
En las islas Baleares el Calcolítico hispano se correspondería con el horizonte de la cerámica incisa, denominado también Pretalayótico arcaico, Neolítico reciente o Protocalcolítico, en el que se han distinguido 2 fases. La fase I, caracterizada por grandes láminas de sílex toscas, botones de hueso semiesféricos y piramidales con perforación en “V”, punzones, etc. La fase II, con una cronología supuesta entre el 1800-1500 a. C., tiene su aparición el cobre (Son Torrella).
La escasez de fechas radiocarbónicas y la ausencia de buenos estudios de las tipologías cerámicas que permita su uso con criterios cronológicos dificulta la comprensión del poblamiento de las islas más allá de la descripción de los difs. conjs. Uno de estos conjs. con las cerámicas con decoración incisa, campaniformes. Sus formas son cuencos y recipientes bitronconónicos o carenados, distribuyéndose la decoración en franja horizontal en la parte sup. y radial hacia la base, como es característico de los estilos incisos regionales. Estas cerámicas son muy abundantes en el poblado de Son Ferrandell-Oleza (Valldemosa), excepcional en la isla por ser uno de los pocos asentamientos al aire libre, de estratigrafía horizontal con una zona de ocupación pretalayótica y otra talayótica, y estar rodeado por un muro de piedra que delimita un espacio rectangular en cuyo interior se conservan 2 estructuras pétreas naviformes. Junto con estas cerámicas aparecen los elementos acompañantes como botones en “V”, brazales de arquero, punzones de cobre, hojas de hoz de sílez y cerámicas comunes lisas.
Cerámicas campaniformes, ya en menor cantidad, se han documentado en el abrigo de Son Matge, en cuevas de hab. Como Cova dels Bous, Son Marroig, etc., en un contexto parece que funerario en una posible cista en Son Gallard, bajo el santuario de Son Mas y en el asentamiento al aire libre de Ca Na Cotxera, bajo una estructura pétrea datada hacia el 2200 cal. BC. La distribución de los yacimientos con estos hallazgos se concentra especialmente por el N. y O. dse Mallorca; se confirma el desarrollo de actividades metalúrgicas tanto en Son Matge, por la aparición decrisoles, algunos con decoración campaniformes, como en Son Ferrandell por la presencia de masas de mineral consideradas lingotes, mientras que para las actividades económicas sólo se ha documentado la presencia de restos óseos de cabra, cerdo y bóvidos que confirman un pastoreo.
EL VASO CAMPANIFORME
Este término hace ref. a un conj. de cerámicas decoradas que, en realidad, presentan formas, técnicas y motivos decorativos diversos, pero cuya definición ha estado mediatizada por el predominio de la forma acampanada. Desde las investigaciones de los años 50 por Bosch Gimpera y Castillo, esta cerámica fue estudiada como una entidad cultural independientemente del contexto en el que aparecía y, dada su amplia distribución geográfica –desde Bohemia y Moravia hasta el Atlántico y des el N. de Europa hasta el Mediterráneo-, se la consideró identificadora de una cultura o civilización para la que había que explicar su inicio y su expansión. El mecanismo de expansión lo proporcionaba la movilidad de grupos humanos cuya actividad económica les proporcionaba el motivo de trasladarse. Bosch Gimpera y Castillo defendieron la P. Ib. –Andalucía o Castilla- como lugar originario, dada la riqueza de tipos y decoraciones, así como su expansión por vía marítima y continental al resto de Europa, aunque no faltaron trabajos que, por las mismas razones, defendían algo similar para Bohemia y Moravia.
A partir de los 60, esta hipótesis fue reemplazada por la de Sangmeister. Mediante el estudio de las decoraciones se distinguieron 2 estilos, sucesivos cronológicamente: el Marítimo, llamado también Internacional por la similitud de formas y decoraciones en buena parte de Europa, con decoración puntillada o a ruedecilla, y el Continental o Regional, con decoraciones incisas y estampadas o seudoexcisas, para el que se conocen difs. grupos geográficos con características propias. Sangmeister defendió un origen penin., en los poblados de la desembocadura del Tajo, para el Marítimo y su expansión por vía marítima hasta el Rin; tras la mezcla con las tradiciones decorativas locales de la Cerámica de Cuerdas y los ricos estilos decorativos de la cultura de Vucedol de Europa central, se produjo un reflujo hacia occ. aportando estilos regionales, y toda una serie de novedades que siempre se han asociado al campaniforme como los puñales de lengüeta, puntas de flecha, brazales de arquero y botones o cuentas con perforación en “V”, así como la generalización de la metalurgia del cobre.
Posteriormente, los trabajos realizados en el Bajo Rin y la revisión de materiales procedentes de antiguas excavaciones han tenido como consecuencia el reconocimiento de otros estilos decorativos y nuevas propuestas cronológicas. Entre los difs. tipos y estilos se reconocen:
- AOC (All Orver Corded), Cerámica cordada: vaso con perfil en “S” –vaso campaniforme- con decoración en líneas horizontales realizada con impresiones de cuerdas y que cubren casi toda la superficie del vaso.
- Marítimo (M): vaso como forma dominante, decoración realizada a peine o ruedecilla y difs. composiciones decorativas: líneas horizontales equidistantes o agrupadas; la decoración más corriente es la que alterna franjas decoradas con líneas oblícuas entre 2 horizontales y en direcciones alternas, a veces separadas por franjas exentas: es la variedad Herringbone o “en espina de pez”.
- CZM (Corded Zoned Maritim), con decoración similar a la anterior pero con las líneas horizontales impresas con cuerdas.
- Puntillado complejo: Harrison cita para la P. Ib. la variedad Agualva, se refiere a formas campaniformes o no, con decoración puntillada pero con motivos geométricos más complejos: aparecen, aunque no muy abundantes, en Cataluña, La Meseta, Portugal, Galicia y Andalucía occ.
- Estilos regionales o Continental, con formas diversas y decoraciones incisas y estampadas formando motivos decorativos complejos: los grupos tradicionalmente citados eran Salomó en Cataluña, Palmela en Portugal, Carmona en Sevilla y Ciempozuelos en la Meseta, protagonizando este último una expansión por territorios de la periferia; posteriormente se ha puesto en duda esta expansión y se aceptan otras producciones incisas locales en el SE., Levante (Elche), S. de la Meseta (Dornajos), y también para Galicia, Ebro y Baleares.
La distribución europea de estas cerámicas no es uniforme, sino que hay muchos vacíos geográficos enlos que no aparece, mientras que en las zonas donde sí se documentan lo hace con densidades muy desiguales. En cuanto a la metalurgia, si bien es cierto que su generalización coincide a veces con la presencia de esta cerámica, hay que constatar por un lado que en la P. Ib. ya se conocía y se usaba más o menos regularmente.
Actualmente, a partir de los 1os. planteamientos de Clarke, Shenann y otros, suele aceptarse que esta cerámica pudo cumplir una función de obj. de prestigio, por estar asociada a algún ritual determinado, y por ello entrar en los circuitos de circulación e intercambio, siendo estos circuitos los responsables de esa aparente unificación de territorios muy amplios y contextos culturales difs. Ha sido frecuente vincular la presencia de los estilos regionales con cambios en el ritual funerario: fin del megalitismo y sustitución del ritual de enterramiento colectivo por el de enterramiento individual, junto con un mayor interés en reflejar mediante el ajuar la personalidad del enterrado; pero en la Penin. la mayoría de las veces, junto a la constatación de un mayor nº de enterramientos individuales se documenta también la reutilización de los sepulcros megalíticos, siendo avalada por la estratigrafía cómo estas cerámicas aparecen en un ambiente de continuidad cultural.
Independientemente de su significado, esta cerámica se ha utilizado como marcador cronológico para dividir el Calco. en 2 etapas, pre y campaniforme, para hablar de una metalurgia pre y campaniforme, para referirse el término de E. del cobre sólo a la época campaniforme como suele aceptarse por ej. para Cataluña, o para considerar el din del campaniforme como inicio de la E. del Br. Según la secuencia radiocarbónica de los P. Bajos, la ordenación cronológica es la siguiente: AOC, Marítimo y continental o estilos incisos. Pero recientemente se cuestiona una distancia cronológica bien definida entre los estilos marítimos y los incisos.
Harrison propone la siguiente secuencia:
- 2650-2500 a. C.: cordados y marítimos.
- 2600-2300 a. C.: principales estilos regionales, Ciempozuelos, Palmela, Salomás, SE. y Baleares.
- 2400-2100 a. C.: algunos estilos regionales tardíos como Carmona, Elche, Soria y Ebro Central.
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