Bruselas tiene un carácter mestizo y desnacionalizado. La mayor parte de su población son inmigrantes nacionales (flamencos y valones) o extranjeros cuyo arraigo se remonta a dos o tres generaciones. A la vez, es el último feudo del nacionalismo belga, lo que la convierte en el mayor obstáculo en el proceso de federalización del país, y también uno de los últimos vínculos que mantiene unidos a valones y flamencos.
Comunidades y regiones. La actual configuración política de Bélgica es un complejo entramado de Comunidades (basadas en el principio “personal”) y Regiones (que se basan en el principio territorial). En la combinación de ambos principios está la originalidad y la debilidad del federalismo belga.
Las Regiones autónomas son Flandes, Valonia y Bruselas, con competencias en el plano territorial (infraestructuras, medio ambiente, etc.). Las tres comunidades son la flamenca, la francófona y la germanófona, y poseen un estatuto de autonomía con competencias e instituciones políticas propias, con competencias en el ámbito de las materias “personalizables” como cultura y educación.
Los habitantes de Bruselas caen bajo la competencia de las comunidades flamenca y francófona en función de su pertenencia lingüística (en las materias “personalizables”). En las competencias regionales, Bruselas tiene instituciones políticas propias en las que las dos comunidades lingüísticas están representadas.
Identidades étnicas y lingüísticas. Bruselas es la capital de la Comunidad y Región flamencas, lo que hace de ella, para el movimiento flamenco, territorio flamenco, a pesar del declive del idioma en la ciudad. La reivindicación tiene condiciones etnoterritoriales (se identifican con un territorio concreto) y se basa en una argumentación de tipo histórico, a pesar de que la población es mayoritariamente francófona. En esta realidad se basa el movimiento francófono para proclamar a Bruselas como ciudad francófona.
Por la parte francófona no existe una identidad étnica común. Los flamencos han fusionado los dos niveles de autonomía política (región y comunidad), pero la falta de una identidad común se lo ha impedido a los francófonos. La comunidad francófona de Bélgica se compone de valones (concepto con connotaciones étnicas), y francófonos, es decir, belgas de habla francesa (concepto lingüístico), cuyo sustrato étnico es diverso. Sus intereses son divergentes y con frecuencia el valón se siente menospreciado por el francófono.
De ciudad flamenca a oasis francófono. Es indudable el predominio del francés en Bruselas. Los censos lingüísticos están prohibidos, pero tanto flamencos como francófonos recurren a métodos alternativos (de criterios poco objetivos) para calcular su peso demográfico.
El movimiento flamenco dice que el francés es hoy el idioma mayoritario por una larga historia de presiones asimilistas por parte de la élite política y social francófona. Paradójicamente, nunca como hoy los flamencos han gozado de más derechos lingüísticos y políticos en Bruselas.
Bruselas como problema nacional. El estatuto regional de Bruselas se basa en la representación paritaria de ambas comunidades lingüísticas nacionales en el gobierno regional. Su fragilidad está en la extrema debilidad demográfica flamenca, tanto que constituye una amenaza para el funcionamiento del sistema: podría llegar a cuestionarse el actual sistema de paridad en el gobierno de Bruselas y, dado que el estatuto regional de Bruselas está vinculado a otros de carácter nacional, la crisis institucional de Bruselas tendría repercusiones de ámbito nacional. Para los políticos flamencos, si los flamencos dejan de participar en el gobierno de la ciudad, ésta perdería su función de capital nacional y dejaría de ser el símbolo de la unión del país.
De capital nacional a espacio desnacionalizado. El proceso de “desnacionalización” de la capital se concreta en que la población flamenca cambia Bruselas por zonas residenciales en territorios flamenco y a que el porcentaje de extranjeros en Bruselas está creciendo. Esta doble tendencia demográfica la ha transformado de ciudad bilingüe y bicultural a multilingüe y multicultural. La mayoría de los extranjeros adoptaron el francés como lengua franca, y sus hijos son escolarizados en la enseñanza francófona.
El proselitismo flamenco: la vía aloctonista[1]. El voto “extranjero” puede desequilibrar las dos comunidades lingüísticas nacionales. El partido francofonista de Bruselas ha mostrado interés por los derechos políticos de emigrante, a la vez que despuntan las corrientes racistas dentro del movimiento flamenco.
El discurso político flamenco define a Bruselas como “ciudad de minorías”. Para el flamenquismo moderado, flamencos y extranjeros tienen un enemigo común, el asimilacionismo francófono. El movimiento flamenco tendrá que ayudar a los “nuevos” habitantes de Bruselas a conservar y desarrollar su identidad y patrimonio cultural y lingüístico para poder sobrevivir étnicamente a pesar de la presión asimilista francófona. Invertir en el multiculturalismo permitirá consolidar a la larga la posición flamenca en Bruselas, al ofrecer una alternativa a las minorías alóctonas.
El Vlaams Blok y la “reconquista” de Bruselas. El partido flamenquista radical Vlaams Blok (Bloque Flamenco) rechaza cualquier compromiso político con los francófonos, es ultranacionalista y antidemocrático (fascista), con vínculos con la extrema derecha europea. Lucha por la independencia de Flandes, la homogeneidad étnica y cultural de la nación flamenca y la recuperación de los territorios flamencos “históricos” (Bruselas). Es un partido separatista, xenófobo, irredentista e intransigente. Para los residentes extranjeros de la UE propone una política de asimilación lingüística y cultural, y para los de fuera de la UE, el retorno a su país de origen. El éxito electoral de este partido está precisamente a sus planteamientos xenófobos y a su rechazo de la sociedad multicultural.
En Bruselas, busca su “reconquista” flamenca, en su vertiente política (reforzar el peso político de la comunidad flamenca de Bruselas) y en la territorial (la incorporación a Flandes).
Estrategias transétnicas. Por la debilidad demográfica flamenca en Bruselas y por la imposibilidad de frenar el éxodo flamenco, la única solución para los partidos flamencos es el recurso a estrategias transétnicas. Los partidos democráticos flamencos intentan atraer a los “nuevos belgas” (de origen extranjero) con un programa social y cultural multiculturalista (un verdadero suicidio para la comunidad flamenca, según el Vlaams Blok).
Pero en la vía aloctonista hay serios obstáculos: el alóctono tiene pocos motivos para votar a un partido flamenco, puesto que no se identifica con el conflicto lingüístico y pocos dominan la lengua neerlandesa. Además, debido al discurso xenófobo del Vlaams Blok, existe una imagen negativa del flamenco entre la población alóctona.
También el Vlaams Blok recurre a una táctica transétnica, dirigiéndose a la población autóctona francófona, lo que ha resultado más eficaz que la estrategia aloctonista.
La manipulación del marcador étnico en función de la supervivencia étnica. La supervivencia política de la comunidad flamenca depende de las estrategias electorales transétnicas y la captación del voto alóctono y/o alófono. En función de esa estrategia, se flexibiliza (o se manipula, o redefine) el principal marcador identitario, la lengua.
La estrategia aloctonista intenta crear una comunidad de intereses entre flamencos y alóctonos basada en el interculturalismo y la defensa de los derechos de las minorías. Su éxito depende de reducir o eliminar la distancia lingüística que dificulta el acercamiento entre ambos colectivos.
En el Vlaams Blok, la manipulación del marcador identitario se centra en lo biológico. Puesto que defiende posturas éticas o etnicistas (y hasta racistas), este enfoque le permite hacer abstracción de la identidad lingüística de los francófonos autóctonos de Bruselas (muchos con apellidos flamencos), que biológicamente pueden ser considerados flamencos (a pesar de su cambio de identidad lingüística, que en todo caso es reversible). Y por ello un “nuevo belga” jamás podrá ser considerado flamenco.
Posicionamientos flamencos de cara al futuro de Bruselas. La mayoría de los partidos flamencos están insatisfechos con el actual modelo de Estado y reclaman más competencias para Comunidades y Regiones. Los partidos francófonos, sin embargo, son contrarios a la reforma constitucional.
Para los flamenquistas moderados, en las materias “personalizables” los habitantes de Bruselas podrían elegir entre “subnacionalidad” flamenca o francófona. Es algo complicado para los habitantes de Bruselas, que se afilian a una u otra comunidad en función de intereses puntuales. No se puede decir que los usuarios de los servicios flamencos quieran identificarse con lo “flamenco”.
El Vlaams Blok defiende, como partido radical, la independencia de Flandes, de la que Bruselas sería parte integral. Pero en Flandes existe una imagen bastante negativa de Bruselas, sin que el flamenco la perciba como su capital regional. El flamenco no se identifica con ella y no está dispuesto a luchar por ella.
La contrapartida ha sido que los políticos flamencos de Bruselas opinen que la capital tiene que liberarse de la tutela de Flandes. Por encima del conflicto Flandes-Valonia, en Bruselas se está desarrollando una nueva identidad, dispuesta a asumir la responsabilidad de gobernar la ciudad “desde dentro”, como reacción a la sensación de que las decisiones sobre su destino son tomadas por políticos flamencos y valones ajenos a la realidad de la ciudad.
Conclusiones: hacia un nuevo modelo político para Bruselas. El modelo político belga está inspirado en la realidad demográfica nacional, pero puede no ser el más adecuado para Bruselas.
Los inmigrantes muestran su desinterés por la cuestión lingüística. Aunque usan el francés, para ellos es sólo un instrumento, sin que constituya un marcador de identidad, como para las dos comunidades autóctonas.
Tampoco los alóctonos que han sido escolarizados en la red de enseñanza flamenca llegan a identificarse con la comunidad flamenca, lo mismo que los numerosos alumnos francófonos belgas que acuden a centros de enseñanza flamenca en Bruselas.
Como solución, se propone que las listas electorales para las elecciones regionales de Bruselas sean lingüísticamente heterogéneas (sólo para las municipales se admitían listas bilingües). Hay que señalar que los políticos flamencos han conseguido una posición de poder en el gobierno regional que jamás conseguirían en un sistema lingüísticamente neutro.
En las elecciones autonómicas de 1999, el ganador en las urnas, tanto del lado francófono como del flamenco, fue el partido ecologista. A nivel nacional, los verdes destacan por ser los únicos que se niegan a entrar en la lógica del enfrentamiento lingüístico, primando la colaboración transétnica y la defensa común de su programa ecologista.
En el diseño futuro de un nuevo modelo político para Bruselas, habrá que contar con que la cada vez más numerosa población extranjera no se identifica con el principio lingüístico como marcador de identidad, ni como principio organizador de la política.
[1] Alóctono: oriundo de un lugar distinto del que reside. Es lo contrario de autóctono.
Comunidades y regiones. La actual configuración política de Bélgica es un complejo entramado de Comunidades (basadas en el principio “personal”) y Regiones (que se basan en el principio territorial). En la combinación de ambos principios está la originalidad y la debilidad del federalismo belga.
Las Regiones autónomas son Flandes, Valonia y Bruselas, con competencias en el plano territorial (infraestructuras, medio ambiente, etc.). Las tres comunidades son la flamenca, la francófona y la germanófona, y poseen un estatuto de autonomía con competencias e instituciones políticas propias, con competencias en el ámbito de las materias “personalizables” como cultura y educación.
Los habitantes de Bruselas caen bajo la competencia de las comunidades flamenca y francófona en función de su pertenencia lingüística (en las materias “personalizables”). En las competencias regionales, Bruselas tiene instituciones políticas propias en las que las dos comunidades lingüísticas están representadas.
Identidades étnicas y lingüísticas. Bruselas es la capital de la Comunidad y Región flamencas, lo que hace de ella, para el movimiento flamenco, territorio flamenco, a pesar del declive del idioma en la ciudad. La reivindicación tiene condiciones etnoterritoriales (se identifican con un territorio concreto) y se basa en una argumentación de tipo histórico, a pesar de que la población es mayoritariamente francófona. En esta realidad se basa el movimiento francófono para proclamar a Bruselas como ciudad francófona.
Por la parte francófona no existe una identidad étnica común. Los flamencos han fusionado los dos niveles de autonomía política (región y comunidad), pero la falta de una identidad común se lo ha impedido a los francófonos. La comunidad francófona de Bélgica se compone de valones (concepto con connotaciones étnicas), y francófonos, es decir, belgas de habla francesa (concepto lingüístico), cuyo sustrato étnico es diverso. Sus intereses son divergentes y con frecuencia el valón se siente menospreciado por el francófono.
De ciudad flamenca a oasis francófono. Es indudable el predominio del francés en Bruselas. Los censos lingüísticos están prohibidos, pero tanto flamencos como francófonos recurren a métodos alternativos (de criterios poco objetivos) para calcular su peso demográfico.
El movimiento flamenco dice que el francés es hoy el idioma mayoritario por una larga historia de presiones asimilistas por parte de la élite política y social francófona. Paradójicamente, nunca como hoy los flamencos han gozado de más derechos lingüísticos y políticos en Bruselas.
Bruselas como problema nacional. El estatuto regional de Bruselas se basa en la representación paritaria de ambas comunidades lingüísticas nacionales en el gobierno regional. Su fragilidad está en la extrema debilidad demográfica flamenca, tanto que constituye una amenaza para el funcionamiento del sistema: podría llegar a cuestionarse el actual sistema de paridad en el gobierno de Bruselas y, dado que el estatuto regional de Bruselas está vinculado a otros de carácter nacional, la crisis institucional de Bruselas tendría repercusiones de ámbito nacional. Para los políticos flamencos, si los flamencos dejan de participar en el gobierno de la ciudad, ésta perdería su función de capital nacional y dejaría de ser el símbolo de la unión del país.
De capital nacional a espacio desnacionalizado. El proceso de “desnacionalización” de la capital se concreta en que la población flamenca cambia Bruselas por zonas residenciales en territorios flamenco y a que el porcentaje de extranjeros en Bruselas está creciendo. Esta doble tendencia demográfica la ha transformado de ciudad bilingüe y bicultural a multilingüe y multicultural. La mayoría de los extranjeros adoptaron el francés como lengua franca, y sus hijos son escolarizados en la enseñanza francófona.
El proselitismo flamenco: la vía aloctonista[1]. El voto “extranjero” puede desequilibrar las dos comunidades lingüísticas nacionales. El partido francofonista de Bruselas ha mostrado interés por los derechos políticos de emigrante, a la vez que despuntan las corrientes racistas dentro del movimiento flamenco.
El discurso político flamenco define a Bruselas como “ciudad de minorías”. Para el flamenquismo moderado, flamencos y extranjeros tienen un enemigo común, el asimilacionismo francófono. El movimiento flamenco tendrá que ayudar a los “nuevos” habitantes de Bruselas a conservar y desarrollar su identidad y patrimonio cultural y lingüístico para poder sobrevivir étnicamente a pesar de la presión asimilista francófona. Invertir en el multiculturalismo permitirá consolidar a la larga la posición flamenca en Bruselas, al ofrecer una alternativa a las minorías alóctonas.
El Vlaams Blok y la “reconquista” de Bruselas. El partido flamenquista radical Vlaams Blok (Bloque Flamenco) rechaza cualquier compromiso político con los francófonos, es ultranacionalista y antidemocrático (fascista), con vínculos con la extrema derecha europea. Lucha por la independencia de Flandes, la homogeneidad étnica y cultural de la nación flamenca y la recuperación de los territorios flamencos “históricos” (Bruselas). Es un partido separatista, xenófobo, irredentista e intransigente. Para los residentes extranjeros de la UE propone una política de asimilación lingüística y cultural, y para los de fuera de la UE, el retorno a su país de origen. El éxito electoral de este partido está precisamente a sus planteamientos xenófobos y a su rechazo de la sociedad multicultural.
En Bruselas, busca su “reconquista” flamenca, en su vertiente política (reforzar el peso político de la comunidad flamenca de Bruselas) y en la territorial (la incorporación a Flandes).
Estrategias transétnicas. Por la debilidad demográfica flamenca en Bruselas y por la imposibilidad de frenar el éxodo flamenco, la única solución para los partidos flamencos es el recurso a estrategias transétnicas. Los partidos democráticos flamencos intentan atraer a los “nuevos belgas” (de origen extranjero) con un programa social y cultural multiculturalista (un verdadero suicidio para la comunidad flamenca, según el Vlaams Blok).
Pero en la vía aloctonista hay serios obstáculos: el alóctono tiene pocos motivos para votar a un partido flamenco, puesto que no se identifica con el conflicto lingüístico y pocos dominan la lengua neerlandesa. Además, debido al discurso xenófobo del Vlaams Blok, existe una imagen negativa del flamenco entre la población alóctona.
También el Vlaams Blok recurre a una táctica transétnica, dirigiéndose a la población autóctona francófona, lo que ha resultado más eficaz que la estrategia aloctonista.
La manipulación del marcador étnico en función de la supervivencia étnica. La supervivencia política de la comunidad flamenca depende de las estrategias electorales transétnicas y la captación del voto alóctono y/o alófono. En función de esa estrategia, se flexibiliza (o se manipula, o redefine) el principal marcador identitario, la lengua.
La estrategia aloctonista intenta crear una comunidad de intereses entre flamencos y alóctonos basada en el interculturalismo y la defensa de los derechos de las minorías. Su éxito depende de reducir o eliminar la distancia lingüística que dificulta el acercamiento entre ambos colectivos.
En el Vlaams Blok, la manipulación del marcador identitario se centra en lo biológico. Puesto que defiende posturas éticas o etnicistas (y hasta racistas), este enfoque le permite hacer abstracción de la identidad lingüística de los francófonos autóctonos de Bruselas (muchos con apellidos flamencos), que biológicamente pueden ser considerados flamencos (a pesar de su cambio de identidad lingüística, que en todo caso es reversible). Y por ello un “nuevo belga” jamás podrá ser considerado flamenco.
Posicionamientos flamencos de cara al futuro de Bruselas. La mayoría de los partidos flamencos están insatisfechos con el actual modelo de Estado y reclaman más competencias para Comunidades y Regiones. Los partidos francófonos, sin embargo, son contrarios a la reforma constitucional.
Para los flamenquistas moderados, en las materias “personalizables” los habitantes de Bruselas podrían elegir entre “subnacionalidad” flamenca o francófona. Es algo complicado para los habitantes de Bruselas, que se afilian a una u otra comunidad en función de intereses puntuales. No se puede decir que los usuarios de los servicios flamencos quieran identificarse con lo “flamenco”.
El Vlaams Blok defiende, como partido radical, la independencia de Flandes, de la que Bruselas sería parte integral. Pero en Flandes existe una imagen bastante negativa de Bruselas, sin que el flamenco la perciba como su capital regional. El flamenco no se identifica con ella y no está dispuesto a luchar por ella.
La contrapartida ha sido que los políticos flamencos de Bruselas opinen que la capital tiene que liberarse de la tutela de Flandes. Por encima del conflicto Flandes-Valonia, en Bruselas se está desarrollando una nueva identidad, dispuesta a asumir la responsabilidad de gobernar la ciudad “desde dentro”, como reacción a la sensación de que las decisiones sobre su destino son tomadas por políticos flamencos y valones ajenos a la realidad de la ciudad.
Conclusiones: hacia un nuevo modelo político para Bruselas. El modelo político belga está inspirado en la realidad demográfica nacional, pero puede no ser el más adecuado para Bruselas.
Los inmigrantes muestran su desinterés por la cuestión lingüística. Aunque usan el francés, para ellos es sólo un instrumento, sin que constituya un marcador de identidad, como para las dos comunidades autóctonas.
Tampoco los alóctonos que han sido escolarizados en la red de enseñanza flamenca llegan a identificarse con la comunidad flamenca, lo mismo que los numerosos alumnos francófonos belgas que acuden a centros de enseñanza flamenca en Bruselas.
Como solución, se propone que las listas electorales para las elecciones regionales de Bruselas sean lingüísticamente heterogéneas (sólo para las municipales se admitían listas bilingües). Hay que señalar que los políticos flamencos han conseguido una posición de poder en el gobierno regional que jamás conseguirían en un sistema lingüísticamente neutro.
En las elecciones autonómicas de 1999, el ganador en las urnas, tanto del lado francófono como del flamenco, fue el partido ecologista. A nivel nacional, los verdes destacan por ser los únicos que se niegan a entrar en la lógica del enfrentamiento lingüístico, primando la colaboración transétnica y la defensa común de su programa ecologista.
En el diseño futuro de un nuevo modelo político para Bruselas, habrá que contar con que la cada vez más numerosa población extranjera no se identifica con el principio lingüístico como marcador de identidad, ni como principio organizador de la política.
[1] Alóctono: oriundo de un lugar distinto del que reside. Es lo contrario de autóctono.
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