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Historia de la Antropologia Social

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Bases históricas: Antigüedad, Edad Media y Renacimiento hasta la Ilustración. El concepto de cultura en torno a las polémicas al colonialismo y el pensamiento filosófico ante la Revolución Francesa.

EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA Y EL DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE

El descubrimiento de América y su conquista y colonización por parte de España durante el S. XVI supusieron también, para Europa, el descubrimiento del hombre y las sociedades humanas no europeas, precisamente cuando el humanismo renacentista estaba construyendo el concepto de hombre como ser físico y moral, basándose en el estudio de la tradición clásica y cristiana.
El prolongado proceso de colonización, aculturación y convivencia con las poblaciones indígenas americanas permitió a los pensadores españoles poder estudiar con profundidad a unas sociedades diferentes de las conocidas, recogiendo una amplia información histórica y etnográfica muy diferente de las observaciones esporádicas y con carácter de curiosidad que fueron obtenidas en la Antigüedad y la Edad Media por viajeros y observadores del Viejo Mundo. De este cúmulo de conocimiento y de investigaciones, en principio realizadas más por un afán práctico que teórico (las necesidades de la colonización y cristianización de los indígenas), surgió un replanteamiento de la visión que en Europa se tenía sobre la naturaleza humana. Cuestiones como la oposición civilización/ barbarie, las características esenciales de la humanidad, la existencia de poblaciones de humanidad inferior o deficiente y la forma de remediar sus deficiencias, fueron planteadas casi siempre desde un punto de vista etnocéntrico europeo y español, pero llevaron a una concienciación de la diversidad de las sociedades y del ser humano y a una búsqueda de explicaciones que en principio pudieron resultar erróneas pero que, sobre la base de la documentación obtenida, serán retomadas con una reflexión más profunda en el periodo de la Ilustración, dando origen a las preocupaciones por el conocimiento antropológico.
Por tanto, las investigaciones realizadas por pensadores como Sahagún, de las Casas, Acosta u Oviedo, no solo aportan informaciones sobre el periodo precolombino y colonial de las poblaciones indígenas americanas, sino que reflejan las concepciones y mentalidad europea del S. XVI con las que interpretaron y juzgaron a dichas poblaciones. Esto se puede observar en los siguientes criterios que manejaron para discutir el grado de humanidad de los indígenas y el grado de civilización de sus sociedades, basándose siempre en una concepción europea del hombre centrada en la doble dicotomía cristiano/ pagano y civilizado/ bárbaro: Las características físicas, sin caer en un racismo exacerbado pues su interpretación fue muy variada; el lenguaje y, sobre todo, la existencia de escritura; la vida urbana, condición que, al igual que otras, solo satisfacían algunos pueblos como aztecas e incas; la economía, con aspectos como la propiedad, el trabajo y el salario; los sistemas de gobierno complejos; la familia y la educación; las costumbres y las prácticas y ritos religiosos.
Los resultados de estas investigaciones fueron muy ambiguos: según las concepciones europeas los indígenas americanos resultaban tener un grado de humanidad y civilización deficiente, pero no se podía asegurar su total inhumanidad y barbarie. La conclusión fue una visión paternalista de los indígenas como seres humanos a los que había que civilizar, aplicándoles el modelo social, económico, político, religioso y cultural europeo. El que la mayoría de los observadores fuesen sacerdotes favoreció esa visión, pasando de una interpretación primera de los indígenas como seres en "estado de naturaleza", a una posterior más pesimista como seres viciados por el pecado, pero regenerables mediante su cristianización y aculturación. La incomprensión hacia las condiciones ambientales de estas poblaciones y la alteración que a todos los efectos les supuso la conquista y colonización española, llevó a un cierto grado de desengaño ante la posibilidad de los indígenas de llegar a ser seres humanos plenos, según el concepto europeo. Algunos autores (Sahagún, las Casas) si fueron conscientes de este problema e intentaron con sus investigaciones históricas del periodo precolombino y echando manos de conceptos como el ambientalismo, demostrar que el modelo europeo no podía ser de aplicación universal. Es decir, que llegaron a una concienciación de la diversidad y complejidad humanas y de la inaplicabilidad de idénticos modelos político-sociales a contextos humanos y ambientales diversos. Así, la colonización española de América fue un hecho fundamental en el planteamiento de preguntas clave sobre la condición humana y social y el reconocimiento de la simultánea unidad y diversidad del ser humano, previas al desarrollo de un conocimiento antropológico de carácter científico.

LA ILUSTRACIÓN

Los pensadores de la Ilustración en el S. XVIII basándose en la información etnográfica recogida, sobre todo, a partir del S. XVI serán los primeros en realizar un intento científico de comprensión de las sociedades y culturas humanas, dando origen a la Antropología como ciencia. Los ilustrados son precursores en plantear conceptos y problemas propios de la Antropología contemporánea y en buscar explicaciones y leyes para las semejanzas y diferencias culturales, la evolución de las sociedades y su desarrollo histórico.
Los principales conceptos y problemas antropológicos cuyo tratamiento iniciaron los filósofos e historiadores de la Ilustración son:
  • Concepto de cultura. A partir de Locke toda una serie de escritores ilustrados (Helvetius, Turgot) plantearon el moderno concepto de cultura como conjunto de rasgos y productos de las sociedades humanas de carácter adquirido, a través de la experiencia, que no se transmiten por mecanismos biológicos. Niegan la existencia de principios absolutos e innatos en el ámbito de lo social y cultural. A partir de aquí, van apareciendo otros rasgos y matices del concepto de cultura moderno, como la herencia social de los aspectos culturales, el uso de símbolos, la importancia de la educación en la transmisión cultural y el concepto de endoculturación.
  • Materialismo y determinismo. El hombre es parte de la naturaleza y la conducta humana esta sometida a las leyes de ésta y es, por tanto, investigable con los mismos métodos de las ciencias naturales (física), pudiéndose descubrir las leyes que rigen las diferencias y semejanzas culturales. Además si la conducta humana depende de leyes, podrá ser predecible como los fenómenos naturales. Se difunden así en el S. XVIII las primeras perspectivas naturalistas y deterministas en el estudio de la cultura, aplicando modelos materialistas (La Mettrie, D'Holbach). También dentro de esta búsqueda de una causación material de las culturas surgieron teorías de determinismo geográfico (Montesquieu), pero que mantuvieron la primacía de la razón y la voluntad humana como causa última del curso de la historia. Los ilustrados establecieron la equivalencia entre la ley natural, que domina los fenómenos físicos, y el racionalismo, que domina los humanos (Condorcet).
  • Evolucionismo sociocultural. Aplicación del concepto de evolución a las transformaciones socioculturales buscando los mecanismos de causa- efecto responsables de estas. Aparece la tendencia a dividir la historia cultural en estadios o fases culturales (Turgot, Montesquieu) y muchos autores comienzan a correlacionar fenómenos de los diferentes ámbitos de una sociedad (económicos, políticos, sociales, culturales) para explicar su evolución o semejanzas y diferencias culturales (Turgot, Ferguson, Millar). Otros autores hacen hincapié en la evolución paralela de invenciones independientes para explicar las semejanzas culturales sin recurrir al difusionismo (Robertson).
  • Noción de progreso. El evolucionismo de la Ilustración estaba plenamente asociado al concepto de progreso. Todos los pueblos habían partido de un "estado de naturaleza", definido por la total ausencia de las instituciones sociales, económicas, políticas y religiosas de la Europa moderna, y habían de evolucionar, siendo el motor de esa transformación la aplicación de la razón. Por tanto, el racionalismo aseguraba la dirección del progreso y era el causante de las diferencias socioculturales observables. El recurso permanente de casi todos los pensadores ilustrados a este idealismo racionalista concluyó con los intentos científicos de búsqueda y definición de las condiciones naturales y humanas del cambio cultural. Los ilustrados no defendieron el carácter inevitable del progreso, pero si el papel de la razón humana como causa última de la historia y la evolución sociocultural.
Se puede concluir que en el S. XVIII se pueden encontrar elementos, conceptos y teorías que suponen el origen de la Antropología como ciencia, pero la insistencia de los ilustrados en la elección racional, consciente e individual como causa principal de la evolución sociocultural impidió un mayor desarrollo de las tendencias explicativas materialistas y un acercamiento a la explicación científica de los fenómenos socioculturales. Como excepción a esta situación generalizada, un autor como Millar si supo ver que la historia es más producto de las condiciones materiales y reales que de la acción del pensamiento y la voluntad.
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