El marxismo estructural: los conceptos del modo de producción y de formación social. Articulación de los modos de producción. Modos de producción, apropiación y reproducción social. Principales críticas. La economía política. El éxito de la etiqueta. Distintos enfoques de la economía política. ¿A qué se llama marxismo?
RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES
Formación social:
RELACIONES DE PRODUCCIÓN
Hay que quedar clara la naturaleza de las relaciones de producción, no es sólo la organización del proceso de trabajo (fenómeno tecnológico). Debemos distinguir entre lo tecnológico y el proceso de producción de la sociedad, sólo a este último se le puede aplicar la noción de relaciones de producción, si queremos evitar la confusión de ciertos marxistas que ven en cada actividad tecnológica un “modo de producción”.
Las relaciones de producción son aquellas relaciones sociales que dominan los procesos materiales bajo unas condiciones tecnológicas dadas. Definen la racionalidad específica del sistema económico. Así es incorrecto decir que el modo de producción es un fenómeno tecnológico.
LA ECONOMÍA POLÍTICA. W. Roseberry (EGM)
INTRODUCCIÓN
Años 70, Firth establece una distinción entre marxismo intestinal (visceral) y marxismo cerebral. Los marxistas cerebrales (estructuralistas) eran antropólogos franceses que planteaban la importancia teórica. Los marxistas viscerales planteaban la importancia práctica, antropólogos americanos.
Ortner: en su revisión de la teoría antropológica de los años 70 esboza dos versiones de la antropología marxista: el marxismo estructural que sería el cerebral de Firth al que se le sumaron autores británicos y norteamericanos, y la economía política, el marxismo visceral de Firth con una inspiración y problemática más específica, la inspiración basada en las teorías de la sociología política y los sistemas mundiales; la problemática interesada por los efectos de la penetración capitalista en las comunidades.
La economía política se abre a los análisis simbólicos, análisis regionales y actitud histórica. Críticas: es demasiado económica, no se ocupa de la gente real que hace cosas reales y su enfoque histórico está demasiado centrado en el capitalismo. Por lo que tiene poco que ofrecer a los antropólogos.
Así el autor de este ensayo nos ofrece una valoración diferente sobre la historia de la economía política, al margen de sus críticas, alegando que cada autor intenta siempre plantear los hechos de forma que demuestren lo que él quiere.
EL DESARROLLO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA ANTROPOLÓGICA
Etiquetas, movimientos, historias
Muchos antropólogos etiquetan lo que hacen como economía política.
La economía política se distingue de la economía neoclásica en que esta última representó un cambio en la actitud intelectual que pasó de interesarse por “la riqueza de las naciones” a hacerlo por el precio de las judías, del valor cómo lo determina el tiempo de trabajo, al precio cómo lo determinan los mercados.
La mayoría de los antropólogos que se apropiaron de la economía política no se apropiaron de toda la economía política clásica: se apropiaron de Marx.
De mayor importancia para este ensayo es la gama de ideas, proyectos, métodos y trabajo que caen dentro de la economía antropológica. Lo que ha llegado a llamarse economía política es el producto desarrollado de una variedad de movimientos políticos e intelectuales, unos marxistas y otros no, unos basados en Wallerstein y otros no, que han abierto un debate con otros antropólogos “economistas políticos” y con otros científicos sociales.
Podemos apreciar la profundidad y la erudición de los antropólogos dedicados a la economía política examinando sus obras: Wolf, Mintz, Nash y Leacock. No son las únicas obras pero si nos muestran una amplia gama de perspectivas que van más allá de identificar la economía política con los años 60 y 70 o con la teoría del sistema-mundo.
Wolf, Mintz, Leacock, Nash
Cuando publicaron los resultados de sus estudios, Wolf y Mintz, se apartaron explícitamente de la ecología cultural de Steward (tema 7) y denominaron a su enfoque “historia cultural”, superficialmente parecería que se interesaban únicamente por los efectos de la penetración del capitalismo en las comunidades, pero su proyecto contenía un desafío más radical. Sus comunidades tenían su propia estructura e historia, a la que se les había impuesto una historia posterior de penetración capitalista. Los autores mantenían que la formación de sus comunidades estuvo íntimamente relacionada con una historia más amplia del colonialismo, de la construcción imperial, del comercio internacional y de la formación del estado. El enfoque de historia cultural que le dieron a su trabajo persistirá en sus obras futuras, estos rasgos característicos son:
A diferencia de los anteriores, Nash ni estudió en Columbia, ni se graduó a comienza de los años 50. Procede de la tradición funcional-estructuralista de Chicago. Recalca la importancia de las respuestas a la presión y a las tensiones sociales y culturales. Su contribución a la economía política es posterior a la de los otros autores. Se ha dedicado principalmente a dos actividades:
Críticas radicales
Aquellos movimientos a los que Firth prestó su atención surgieron a finales de los 60 y en los años 70, e implicaron una rica combinación de proyectos. El pensamiento intelectual y político se desarrolló dentro de una infraestructura material o institucional, en diferentes escenarios universitarios, todos relacionados y con la participación de los antropólogos en grupos y partidos radicales. Fue a esta efervescencia política y al movimiento intelectual, a los que Firth apodó marxismo intestinal o visceral. Y en el periodo de promulgación de sus ideas algunos antropólogos comenzaron a usar el término “economía política” para referirse a su perspectiva.
Las teorías de la dependencia y del Sistema-mundo
Una de las nuevas fuentes de estudios con que se encontraron los nuevos grupos de universitarios radicales fue la teoría de la dependencia.
Una idea central de sus trabajos era que el mundo desarrollado y el subdesarrollado estaban ligados estructural y sistemáticamente, de tal manera que el proceso de desarrollo en una región suponía el proceso de subdesarrollo en otra. Entre varias escuelas destacamos dos:
A pesar de todo, la teoría del sistema-mundo de Wallerstein compartía ciertos presupuestos y defectos con la teoría de la dependencia de Frank. Ambos destacaron la estabilidad estructural y escribieron análisis históricos, aunque sus historias eran demasiado estáticas. Todo dinamismo aparecía en el centro desarrollado o metrópolis; los desarrollos de la periferia dependían de las iniciativas tomadas en el centro. Así reproducían la lógica funcionalista de una ciencia social que ellos mismos estaban sometiendo a una crítica radical.
Las nuevas versiones de la teoría de la dependencia que surgieron a partir de los 70 eran más dinámicas e históricamente más razonables, debido al impacto de las críticas marxistas y a la creciente conciencia del alcance de las discusiones sobre la dependencia en América Latina. Con la institucionalización de las teorías del sistema-mundo, se alcanzó una gama tal de perspectivas que sería difícil encuadrarlas en un neologismo como “wallersteinismo”. Temas específicos, como la formación de clases, la esclavitud sudafricana, el imperio otomano, etc, poblaron el trabajo de antropólogos sociólogos e historiadores.
Modos de producción
Pero muchos otros antropólogos contribuyeron a las críticas de esa corriente. Dentro del marxismo, la interpretación dominante durante los 70, procedía de Althusser y de sus seguidores en Francia. En este punto es donde confluyen el marxismo cerebral y visceral de Firth, o el marxismo estructural y la economía política de Ortner. Esto no significa que todos los antropólogos interesados en el subdesarrollo se adhirieran al marxismo althusseriano, muchos llegaron a esta corriente a través de las lecturas de Godelier, Terray, Meillassoux o Rey, quienes no eran todos althusserianos, a pesar de su nacionalidad y su marxismo.
La contribución más importante de Althusser para los investigadores radicales del subdesarrollo, fue su interpretación de los conceptos de producción y formación social. En sus aplicaciones más prácticas, el concepto de modo de producción ofreció la posibilidad de una comprensión más diferenciada del capitalismo que la que se podía alcanzar con las versiones extremas de la teoría de la dependencia y la del sistema-mundo. Esta comprensión se aplicó tanto a la historia del capitalismo como a la situación actual de las regiones subdesarrolladas de la economía mundial. En las investigaciones históricas, en lugar de subsumir las partes del mundo en un capitalismo global existente desde el s. XVI hasta nuestros días, los investigadores que utilizaban la perspectiva del modo de producción, consideraron que la transición al capitalismo había sido más prolongada y desigual. La incorporación de las regiones a los imperios coloniales o mercantiles no les había impuesto, necesariamente las leyes del desarrollo capitalista, por lo que existía una compleja relación o “articulación” entre las dinámicas de los modos capitalistas y no capitalistas. Además el trabajo en poblaciones actuales no se ajusta a la relación capital/trabajo asalariado. Para estos casos también resultaba importante el concepto de “articulación” entre las dinámicas capitalistas y no capitalistas. Uno de los teóricos más influyentes de este enfoque fue Rey, que ideó tres estadios en la transición al capitalismo. Cada una de las transiciones posibles al capitalismo está condicionada por las relaciones sociales locales en la época del contacto y por las formas y procesos de la imposición del capitalismo mismo. Rey destaca la importancia de escribir una historia doble, porque las transiciones deberían considerarse tanto en términos de la estructura y la lógica del capitalismo como en términos de la estructura y la lógica de los modos no capitalistas en los que se estaba enraizando el capitalismo.
Pero muchos autores intentaron escribir una historia de las regiones o de las comunidades en las que trabajaban en términos de la imposición o surgimiento del capitalismo, concibiendo tal historia como una articulación cambiante de los modos de producción capitalistas y no capitalistas. Este grupo tenía afinidades con aquellos teóricos de la dependencia con una mayor orientación histórica, que pretendían situar las regiones o las poblaciones dentro de la historia del capitalismo en países concretos.
Nos adentraremos ahora en los estudios de las poblaciones actuales. Los autores se concentraron en el estudio de grupos y de tipos de actividad que no se ajustaban a una relación concebida estrictamente en términos capital/trabajo asalariado. Intentar comprender estas actividades y estos grupos en términos del modo de producción nos llevaría a etiquetarlos como no capitalistas y a explorar tanto su lógica y coherencia internas como su relación con el modo capitalista dominante. Los investigadores se dedicaron activamente a estudiar a grupos de campesinos y artesanos, y el trabajo de las mujeres dentro de las casas. Ambas corrientes de investigación tienen historias distintas, pero los intentos recientes de integrarlas nos ofrecen algunos de los más prometedores desarrollos de la economía política.
Alternativas
Uno de los puntos fuertes de los enfoques del sistema mundo y del modo de producción fue situar a los sujetos antropológicos en movimientos económicos, políticos e históricos más amplios en su intento de entender cómo les afectó el choque con las estructuras de poder. También aportaron un mayor peso teórico y metodológico a las críticas de los estudios de comunidad que habían iniciado Julian Steward y sus estudiantes y estimularon la realización de estudios comparativos regionales y más generales. Además contribuyeron al resurgimiento de la investigación histórica en los análisis etnográficos.
Desgraciadamente, la comprensión de los sujetos antropológicos en términos de los procesos capitalistas condujo a que, tanto los teóricos de la dependencia, como los del modo de producción, cayesen en un tipo de razonamiento funcionalista, su hincapié en la determinación estructural era tan determinista que dejaba poca cancha a las actividades consecuentes de los sujetos antropológicos.
Además las concepciones de la historia y de las relaciones estructurales se relataban de forma muy abstracta. En lugar de servir como un medio para analizar grupos sociales concretos, los análisis del modo de producción con demasiada frecuencia se convertían en un fin por sí mismo. De tal modo que los procesos sociales y culturales los concebían en términos de relaciones de unas leyes entre estructuras que se consideraban previas y alejadas de la acción humana.
Las críticas surgieron en los años 70 y 80 del propio campo de la economía política, estimulando el desarrollo de nuevos enfoques, tendiendo la mano a tradiciones marxistas olvidadas, y conectando con obras antropológicas anteriores y actuales que difícilmente se podrían situar en los enfoques de la dependencia o del modo de producción.
En parte, la corriente crítica recibió el estímulo de la aparición de obras de otros estudiosos franceses tales como Bordieu; pero la influencia más notable proviene de la obra de otros autores ajenos a la tradición francesa, entre los que destaca Thompson, quien en su crítica a Althusser, el historiador británico había atacado con firmeza el problema de la abstracción y del determinismo estructural, al tiempo que había pedido un enfoque más concreto y sin desarrollos preestablecidos para abordar la actividad de los trabajadores en la historia del capitalismo. El de Thompson fue uno de los varios análisis críticos que introducía entre los temas a tratar los problemas de la estructura y la agencia (respuestas de los individuos, como formas de resistencia o de conflicto ante las diversas formas de dominio y de opresión). También introdujo a los antropólogos marxistas en una tradición que había sido despreciada por los althusserianos: la tradición de la historiografía marxista británica que contaba entre sus filas a figuras como Hobsbawm, Hill, Milton y Thompson.
Dado el creciente descontento con las discusiones sobre el modo de producción desde finales de los 70 hasta comienzos de los 80, estas obras y la de otros marxistas británicos como Williams se hicieron cada vez más populares, y dieron paso a estudios culturales marxistas, que mostraron una preocupación explícita por la clase, la cultura y la política. En este nuevo tipo de obras adquirió una importancia cada vez mayor en la economía política. Entre los trabajos realizados encontramos estudios de caso sobre las experiencias y las políticas de la clase obrera o de la campesina, la formación de las comunidades, la creación de las tradiciones culturales, la hegemonía y la resistencia.
Mientras que la corriente del modo de producción prestaba muy poca atención a la actividad de los sujetos humanos, ahora, tal actividad se sitúa en el centro del análisis. Mientras que la teoría del sistema-mundo casi no prestaba atención a las situaciones locales, muchos investigadores empiezan y terminan sus trabajos en lo local.
Se podría decir que algunas de las nuevas obras han ido demasiado lejos en cada uno de estos aspectos. Muchos investigadores han consumido el materialismo histórico británico con parcialidad, pero han prestado muy poca atención a su tratamiento de la revolución industrial y del cambiante Estado británico en el que esa actividad tenía lugar. No basta con afirmar que las transformaciones no están estructuralmente determinadas y que son el resultado de la intervención humana. Estas afirmaciones son ciertas pero triviales y corren el riesgo de convertirse en un eslogan teórico. Lo que realmente es necesario recalcar es la unidad de estructura y agencia, es decir, la actividad de los sujetos humanos en unos contextos estructurados, que son en sí mismo el producto de la actividad del pasado, pero que, como productos estructurados ejercen presiones determinantes y establecen límites a la actividad del futuro.
Podemos señalar dos grupos:
Mientras que Wolf, Mintz y otros se habían centrado en la formación de los sujetos antropológicos en las intersecciones de las historias globales y locales, autores como Frank y Wallerstein consideraron una gran variedad de instituciones y prácticas como productos inequívocos del capitalismo.
En este sentido, el último libro de Wolf puede considerarse la culminación de la perspectiva de la historia cultural, y un poderoso texto que expone una gran variedad de estudios de economía política. El libro se puede leer como un ejemplo de la teoría del sistema-mundo o como un texto de la teoría de los modos de producción, porque socava ambos campos. En el primer caso examina procesos globales sin encerrarlos en un sistema. En el segundo no intenta conceptuar la articulación de los modos de producción, sino que estos se convierten en una herramienta para reflexionar sobre la historia del capitalismo fuera de Europa sin imponerle a esa historia etiquetas evolucionistas.
Wolf sigue la pista a una serie de intersecciones de historias locales y globales en la propia constitución de los sujetos antropológicos, y reclama una reformulación de cómo pensamos y nos planteamos la historia.
Proyectos
La proposición de que los sujetos antropológicos deberían situarse en las intersecciones de las historias globales y locales, es más el planteamiento de un problema que una conclusión.
Los antropólogos han de evitar convertir el capitalismo en algo demasiado determinante y han de evitar convertir la libertad cultural de los sujetos antropológicos en un elemento romántico. Esta tensión define a la economía política antropológica, sus preocupaciones, sus proyectos y sus promesas.
El autor quiere terminar este ensayo refiriéndose a seis obras que aportan distintos tratamientos al problema de la tensión (agencia). Su intención es señalar qué tipos de enfoques utilizan los antropólogos dedicados a la economía política con respecto a los análisis de lo global (Stoler y Behar), de lo local (Vincent y Warman), de la historia y de la cultura (Ong y Mintz).
Stoler y Behar
El libro de Stoler se inspira en Thompson, en su sugerente estudio de la red de derechos de los aldeanos europeos en regiones con tierras comunales, merece un importante lugar en una concepción abierta de la economía política antropológica.
El de Stoler abarca una región entera, ya que para la autora la región es una concentración de muchas condiciones, adopta una estrategia de investigación múltiple que incluye el análisis de archivos, entrevistas (diferentes fuentes), viajes por toda la región para entrevistar a gente de toda clase, y el estudio de una aldea local. Su estudio sirve de guía metodológica para otros investigadores que quieran realizar estudios regionales en términos de procesos globales. Pero además ha hecho una contribución teórica muy importante al problema de la relación entre la estructura y la agencia. Nos muestra como los planes de los administradores de las fincas para controlar el trabajo estaban determinados por su percepción de peligro que podían suponer los trabajadores. Los intentos por solucionar estos problemas crearon nuevos problemas de organización del trabajo. Y concluye con unas consecuencias que ninguno de los actores podría haber previsto.
Behar realiza su investigación en un pueblo leonés, Santa María del Monte. En lugar de presentar un relato del impacto del régimen de Franco en el pueblo, o de su integración en una economía más amplia a causa de la emigración, o de la transformación de la vida del pueblo al cerrarse los campos comunales o la reciente suburbanización. Behar intenta recapturar la economía y la cultura de un pueblo de campos comunales en una región que ha practicado un reparto estricto de las herencias. En el proceso nos brinda un relato meticuloso del sustento y de la vida campesina no capitalista. Su relato, centrado en el concepto de uso describe las prácticas y estrategias de las herencias, la ideología de la igualdad, la red de derechos de uso imperantes en la agricultura y ganadería del pueblo. El resultado es una etnografía de los comunales. También nos muestra que el interés por los derechos de uso no implica necesariamente un interés por el valor del uso.
Vincent y Warman
Con ellos exploraremos dos estrategias históricas. Vincent se concentra en un periodo relativamente breve de tiempo, durante el cual se introdujo y enraizó el capitalismo en el distrito Teso de Uganda. Warman se centra en la experiencia de los campesinos del este de Morelos desde la Revolución Mejicana, aunque también se referirá a los cambios ocurridos en los 300 años previos.
El libro de Vincent es un relato de la conquista y colonización de la zona que se convertiría en el distrito Teso: la creación de una jerarquía administrativa, la competición entre las misiones católicas y protestantes y su papel en los sujetos colonizados, la introducción de impuestos per cápita y de destacamentos de trabajo obligatorio y la introducción (también obligatoria) del cultivo de algodón. Una de las relaciones sociales y políticas más importantes fue el establecimiento de un campesinado y de un proletariado incipiente. La autora concluye su estudio con una pregunta: ¿por qué los trabajadores de Teso no adquirieron conciencia de clase? Las situaciones de auténtica conciencia de clase son bastantes raras y no parece muy probable que se diesen en el Teso de comienzos del s. XX. En el contexto de la diferenciación regional y del desarrollo desigual estaba surgiendo un campesinado diferenciado y un proletariado segmentado.
Al igual que el estudio de Teso es histórico el trabajo de Warman también. Pero su uso de la historia difiere del de Vincent en dos aspectos fundamentales:
A Warman le han caracterizado como populista o campesinista por prestar atención especial a los campesinos como actores históricos. Pero su tratamiento hacia ellos está muy lejos de ser romántico, porque su tratamiento de la formación histórica del campesinado local y el carácter de sus conexiones con otras clases y con el Estado es uno de los más satisfactorios de los que se disponen, por su meticulosidad y la complejidad con la que aborda la estructura del poder.
Ong y Mintz
Ong aporta un análisis etnográfico de la posesión por espíritus entre mujeres jóvenes malayas, que trabajan en plantas de montaje electrónico.
Mintz examina históricamente el papel cambiante y el significado del azúcar en la dieta de la clase obrera inglesa.
Ambos son dos intentos de la economía política para comprender fenómenos culturales.
Ong conecta su trabajo con otros intentos de considerar que fenómenos culturales como la posesión por espíritus y los pactos o contratos con el demonio, son respuestas a la introducción de relaciones capitalistas. No reduce su análisis a una oposición simple entre el valor de uso de las relaciones precapitalistas y el valor de cambio de los capitalistas. Sino que comienza examinando la creación colonial de un campesinado malayo, su experiencia anterior en la producción de mercancías y explora el carácter cambiante de la vida en las aldeas dentro del Estado malayo moderno. Al estudiar la diferenciación y la formación de clases en las aldeas y las cambiantes relaciones domésticas, esboza el surgimiento de un grupo de mujeres jóvenes que por su posición dentro de la aldea y dentro de la casa, son empujadas a buscar un trabajo asalariado para incrementar su independencia al tiempo que son despreciadas en su casa y en la aldea. Cuando Ong sigue a estas mujeres a la cadena de montaje, las sitúa como sujetos históricos en términos de experiencias particulares de clase, género, aldea y vida doméstica. Quiere descubrir en el vocabulario de la posesión de los espíritus, el origen inconsciente en contra de la disciplina del trabajo y en contra del control masculino en la situación industrial moderna. Palabras como inconsciente u origen exigen un análisis múltiple para situar la discusión de estos fenómenos en un nuevo nivel.
El libro de Mintz aporta un enfoque original a la relación entre lo local y lo global, al integrar todo lo que había percibido, tras décadas de estudio en el Caribe, en un estudio de transformaciones en Inglaterra. Desde un punto de vista histórico abarca un periodo de 250 años, desde el s. XVII al XIX, el periodo que abarca el establecimiento del capitalismo y la creación del proletariado en Inglaterra. Aquí nos centraremos en su análisis del cambio cultural en la transformación de la dieta y en el creciente dominio del azúcar en la vida inglesa. Este enfoque de Mintz está relacionado con su elección de la unidad de análisis, de la periodización histórica y del método.
Establece los cambios en la utilización del azúcar desde finales de la edad media hasta la época industrial: desde sus usos en medicina, especie, sustancia decorativa, edulcorante, conservante, hasta su utilización más extendida, para endulzar. También examina su paso de producto utilizado exclusivamente por las clases altas, a su generalización por toda la población. Esto está relacionado con el cambio en la estructura de clases, es decir, con la conversión de los trabajadores en proletarios y con los cambios consecuentes en los grupos domésticos, en los hábitos de trabajo y comidas. Ofrece una importante crítica a quienes divorcian la comprensión de la cultura de las relaciones de clase y poder y muestra que podemos vislumbrar tan complejas relaciones, mediante una reflexión histórica sobre un objeto aparentemente tan simple como un azucarero.
CONCLUSIÓN
Aunque la mayoría de los estudios que hemos visto sitúan a sus sujetos dentro de la formación de una economía mundial y del desarrollo del capitalismo, ninguno se limita a afirmar que hay un mundo más amplio, y ninguno se preocupa por la articulación de los modos de producción. Cada uno sitúa los fenómenos sociales y culturales que investiga, en un análisis de las circunstancias asociadas a ganarse la vida y a la estructura de poder que configura y restringe la actividad.
Demuestran que los antropólogos pueden tratar creativamente tensiones metodológicas y teóricas impuestas por el intento de situar a los sujetos antropológicos en las intersecciones de las historias locales y globales. En el proceso, ofrecen un desafío fundamental a quienes discuten sobre cultura, historia y práctica sin tener en consideración las clases, el capitalismo y el poder.
LA CULTURA, ¿PANACEA O PROBLEMA? Eric Wolf
Marx ha sido de todo para todo el mundo. A veces se le considera un profeta del futuro, y otras, un señor del desgobierno y del caos.
Creo que los humanos se ocupan del mundo natural no sólo mediante las fuerzas de producción sino también mediante relaciones sociales estratégicas que rigen la movilización del trabajo social.
Ocuparse del mundo natural es social: siempre implica a seres humanos relacionados entre sí, y aunque las relaciones no sean evidentes deben ser analizadas.
Estamos obligados a buscar descripciones adecuadas de la interacción social y de las formas culturales. Al mismo tiempo buscaremos en vano una noción de interacción social o una teoría de la cultura en Marx.
Marx leyó bastante etnografía, pero lo que él buscaba no era el detalle cultural, sino los principios básicos de la variación sobre la que se construye la vida humana.
El modo tributario de movilizar el trabajo social está gobernado por relaciones sociales en las que el excedente extraído de los productores primarios pasa a manos de una élite captadora de tributos. El modo se rige por el poder y sus operaciones se ven afectadas por el grado de concentración o dispersión del poder.
Bajo las relaciones capitalistas de movilización del trabajo, como mostró Marx, los capitalistas, dueños de los medios de producción, compran la fuerza de trabajo de unos trabajadores que han sido liberados, se les ha apartado de sus propios medios de producción y dependen de los salarios para su subsistencia. Existen variaciones entre las formaciones sociales capitalistas, pero el modelo marciano deriva su poder explicativo de su capacidad para entenderlas como transformaciones de unas en otras.
Estos modos de movilización social del trabajo, no son sólo ecológicos, sino que también imparten una dirección característica a la formación y propagación de ideas. Así, las operaciones del modo basado en el parentesco generan derechos sobre los recursos y servicios y la apropiación de estos recursos y servicios entre demandantes rivales dentro y entre los grupos.
Si el modo regido por el parentesco depende vitalmente de la comprensión simbólica de quién es y quién no, un pariente, el modo tributario depende del ejercicio del poder. A su vez, el poder depende de asunciones sobre quien puede tomar de quien. Es característico de estos sistemas que la élite, debido a sus atributos imaginarios (sangre azul, huesos blancos, descendencia de dioses) y asigne a estos atributos un papel clave en el mantenimiento de la jerarquía de la naturaleza. A su vez las relaciones capitalistas están entrelazadas con nociones del individuo libre, capaz y deseoso de establecer relaciones contractuales con otros. Estas nociones del individuo como un agente libre se conjugan con sus variantes, con el concepto del contrato social, de la sociedad como producto de la interacción entre los egos y los alter, del mercado de mercancías e ideas, o del terreno político como si estuviese constituido por el continuo plebiscito de los votantes individuales.
El pensamiento simbólico substituye las contradicciones de un universo imaginario por las reales.
En el modo tributario las relaciones de poder rigen el mundo real, pero las relaciones imaginarias de la jerarquía estructuran el terreno imaginario del orden mundial.
De este modo los modelos jerárquicos generados por el modo tributario siempre producen modelos y concepciones alternativos. Pero estas alternativas operan dentro de la misma topología de ideas que el modelo que rechazan. En todas ellas el poder central se traslada del nexo real del poder a la preocupación por la justicia o por el derecho a vivir; del funcionamiento del modo de producción al problema de la legitimidad y de la corrección en el pensamiento y en la conducta humana. Substituyen la economía política por una economía moral, una forma ideológica de representar a los humanos.
Bajo la tutela de las relaciones capitalistas se conceptualiza a los individuos como vendedores de bienes, ideas y votos y se considera que la sociedad es un contrato mantenido por las estrategias sociales de los individuos, de las empresas y de los grupos sociales.
Según esta perspectiva, gran parte de que los antropólogos han denominado “cultura” es “ideología en construcción”, “racionalizaciones”, cuyo desarrollo busca dotar a la existencia práctica cotidiana de una dirección imaginaria, de una resolución ficticia. La construcción, la reconstrucción y la destrucción culturales son procesos en curso que siempre tienen lugar dentro de campos históricos más amplios.
El funcionamiento de los modos de movilización social del trabajo y los conflictos que se generan interna y externamente, debemos llegar e entenderlos como constructos humanos que encarnan las fuerzas generadas por el modo subyacente de movilización social del trabajo. Ni son estáticos ni están formados para siempre, sino que al encarnar las tensiones del modo imperante, están sujetos a procesos continuos de organización y desmembramiento social.
VENTAS Y TRUEQUES EN EL LAGO TITICACA: UN TEST PARA PERSPECTIVAS ALTERNATIVAS. Benjamín S. Orlove
Este artículo intenta comparar y evaluar las perspectivas de la teoría de la decisión, del culturalismo y del neomarxismo, tomando un caso en el que cada una puede tratar de dar una explicación, elaborando las hipótesis que corresponden a cada una de ellas y comprobándolas con los datos empíricos. Se ve que las distintas perspectivas no tienen el mismo éxito a la hora de explicar los resultados de la investigación.
El lago Titicaca, situado en la frontera entre Perú y Bolivia en los Andes centrales, es grande y está alto, en una hondonada cerrada conocida como el altiplano. Las tierras más cercanas al lago son zonas de agricultura mixta o pastoreo. Y las más altas y más alejadas del lago son áreas exclusivamente de pastoreo y se extienden hasta las montañas.
Casi toda la población cercana al lago consume pesca. En la orilla peruana se cuentan más de 3000 pescadores. Casi todos tienen campos de su propiedad. La pesca es una actividad masculina, pero al mercado lo llevan las mujeres, parientes de los pescadores, miembros de su mismo grupo doméstico.
El trueque y la venta se dan tanto en la plaza de mercado como fuera de ella. Sobre la captura total, el 70% se distribuye en las plazas de mercado, un 17% lo consumen directamente los pescadores y los miembros de sus grupos domésticos y familias extensas; y un 13% se cambia dentro de las aldeas en el almacén, por el sistema de venta puerta a puerta o por otras formas. De la distribución en la plaza de mercado, el 90% se vende, el 10% se cambia. El trueque tiene un papel más importante en el intercambio fuera de la plaza de mercado. La cantidad de pesca vendida en las plazas alcanza a un 67% de la captura total, la distribuida por trueque un 16%.
Los culturalistas se han dirigido a la región llamados por la presencia de una sociedad y una economía campesinas sociológica, cultural y lingüísticamente diferenciada en el contexto de una economía de mercado propia de un estado moderno.
Para los neomarxistas, las dificultades que tiene el pretender que los campesinos y pescadores del altiplano andino operen ya como capitalistas, ya como proletarios, permite una discusión de la articulación de los modos de producción.
La venta y trueque de pescado son para los teóricos de la decisión alternativas entre las cuales los individuos deben elegir, para los culturalistas son sistemas sociales y económicos distintos, y para los neomarxistas son la expresión de modos de producción distintos, pero articulados.
Los teóricos de la decisión examinan las elecciones. La ganancia y la seguridad son las metas comunes. Las hipótesis que corresponden a esta perspectiva presentarían la venta y el trueque de pescado como dos formas de intercambio.
La perspectiva culturalista contempla las economías como sistemas que se interrelacionan con los sistemas sociales. Los culturalistas ven los valores como enlazados a estos sistemas, consideran que las sociedades particulares contienen dos o más sistemas económicos, cada uno de los cuales con una correspondiente pauta de organización social y criterios para establecer los valores. Así verían la venta y el trueque de pescado como partes de dos subsistemas económicos distintos que difieren en la asignación de valores y en sus formas de organización.
Un análisis neomarxista de este caso puede derivarse del énfasis en los modos precapitalista y capitalista. En el 1º las unidades de producción, predominantemente grupos domésticos campesinos, son propietarios de sus medios de producción (tierra y capital), y sólo emplean el trabajo de los miembros del grupo doméstico. Los compradores de sus bienes se sitúan primariamente dentro del modo de producción capitalista. Lo que obtienen les permite comprar elementos de subsistencia y herramientas, pero no acumular capital en un grado significativo. En contraste el modo de producción capitalista está caracterizado por la separación entre capital y trabajo. Puesto que los trabajadores no son los propietarios de los modos de producción, deben buscar empleo en los capitalistas, que buscan beneficios pagando salarios bajos y vendiendo a precios altos. El trueque de pescado se vería similar al consumo doméstico de pescado, una actividad de subsistencia dentro de este modo. La venta de pescado por dinero se vería similar a otros casos de articulación del modo de producción de mercancía al por menor con el capitalista. La venta se basa en el valor de cambio, el valor de uso es más importante en el trueque.
La principal ventaja del trueque está en que permite a las personas, y en particular a los consumidores de pescado, conservar sus cantidades de dinero, que son más limitadas que sus stocks de alimentos. Los consumidores más pobres insisten más en el trueque, puesto que las cantidades de dinero de las que disponen son limitadas en relación a los alimentos.
El examen de las pesquerías del Lago Titicaca da apoyo a la teoría de la decisión y da menos crédito a las perspectivas culturalistas y neomarxistas. El estudio del trueque entre pastores y campesinos está más basado en anécdotas y no permite a los etnógrafos hablar con el mismo grado de convicción. Hay que esperar a que se hagan más estudios con mayor rigor y de ese modo las perspectivas competidoras podrán ponerse de acuerdo en la fuerza y la debilidad de unas y de otras. Así es como se reforzará el campo de la antropología económica y se podrá ayudar a que cumpla con la promesa de lograr un desarrollo analítico y una precisión metodológica que es lo que ha marcado el periodo que se abrió cuando acabó el debate formalista-substantivista.
RESUMEN DE LOS PROBLEMAS CENTRALES
- Los conceptos de modo de producción y de formación social aplicados a sociedades no capitalistas. Modos de producción. Relaciones de producción y apropiación. El marxismo estructural: la articulación de los modos de producción y las relaciones entre base y superestructura en formaciones no capitalistas.
- Los sistemas-mundo: relaciones entre centro y periferia. ¿Circulación o producción?
- La economía política: confluencia de posturas. Las distintas lecturas de Marx: Eric Wolf y su uso de los modos de producción.
Formación social:
- Jurídico-política
- Ideológica
- Medios de producción
- Fuerzas de producción
- Organización de producción
- Relaciones de producción
RELACIONES DE PRODUCCIÓN
Hay que quedar clara la naturaleza de las relaciones de producción, no es sólo la organización del proceso de trabajo (fenómeno tecnológico). Debemos distinguir entre lo tecnológico y el proceso de producción de la sociedad, sólo a este último se le puede aplicar la noción de relaciones de producción, si queremos evitar la confusión de ciertos marxistas que ven en cada actividad tecnológica un “modo de producción”.
Las relaciones de producción son aquellas relaciones sociales que dominan los procesos materiales bajo unas condiciones tecnológicas dadas. Definen la racionalidad específica del sistema económico. Así es incorrecto decir que el modo de producción es un fenómeno tecnológico.
LA ECONOMÍA POLÍTICA. W. Roseberry (EGM)
INTRODUCCIÓN
Años 70, Firth establece una distinción entre marxismo intestinal (visceral) y marxismo cerebral. Los marxistas cerebrales (estructuralistas) eran antropólogos franceses que planteaban la importancia teórica. Los marxistas viscerales planteaban la importancia práctica, antropólogos americanos.
Ortner: en su revisión de la teoría antropológica de los años 70 esboza dos versiones de la antropología marxista: el marxismo estructural que sería el cerebral de Firth al que se le sumaron autores británicos y norteamericanos, y la economía política, el marxismo visceral de Firth con una inspiración y problemática más específica, la inspiración basada en las teorías de la sociología política y los sistemas mundiales; la problemática interesada por los efectos de la penetración capitalista en las comunidades.
La economía política se abre a los análisis simbólicos, análisis regionales y actitud histórica. Críticas: es demasiado económica, no se ocupa de la gente real que hace cosas reales y su enfoque histórico está demasiado centrado en el capitalismo. Por lo que tiene poco que ofrecer a los antropólogos.
Así el autor de este ensayo nos ofrece una valoración diferente sobre la historia de la economía política, al margen de sus críticas, alegando que cada autor intenta siempre plantear los hechos de forma que demuestren lo que él quiere.
EL DESARROLLO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA ANTROPOLÓGICA
Etiquetas, movimientos, historias
Muchos antropólogos etiquetan lo que hacen como economía política.
La economía política se distingue de la economía neoclásica en que esta última representó un cambio en la actitud intelectual que pasó de interesarse por “la riqueza de las naciones” a hacerlo por el precio de las judías, del valor cómo lo determina el tiempo de trabajo, al precio cómo lo determinan los mercados.
La mayoría de los antropólogos que se apropiaron de la economía política no se apropiaron de toda la economía política clásica: se apropiaron de Marx.
De mayor importancia para este ensayo es la gama de ideas, proyectos, métodos y trabajo que caen dentro de la economía antropológica. Lo que ha llegado a llamarse economía política es el producto desarrollado de una variedad de movimientos políticos e intelectuales, unos marxistas y otros no, unos basados en Wallerstein y otros no, que han abierto un debate con otros antropólogos “economistas políticos” y con otros científicos sociales.
Podemos apreciar la profundidad y la erudición de los antropólogos dedicados a la economía política examinando sus obras: Wolf, Mintz, Nash y Leacock. No son las únicas obras pero si nos muestran una amplia gama de perspectivas que van más allá de identificar la economía política con los años 60 y 70 o con la teoría del sistema-mundo.
Wolf, Mintz, Leacock, Nash
Cuando publicaron los resultados de sus estudios, Wolf y Mintz, se apartaron explícitamente de la ecología cultural de Steward (tema 7) y denominaron a su enfoque “historia cultural”, superficialmente parecería que se interesaban únicamente por los efectos de la penetración del capitalismo en las comunidades, pero su proyecto contenía un desafío más radical. Sus comunidades tenían su propia estructura e historia, a la que se les había impuesto una historia posterior de penetración capitalista. Los autores mantenían que la formación de sus comunidades estuvo íntimamente relacionada con una historia más amplia del colonialismo, de la construcción imperial, del comercio internacional y de la formación del estado. El enfoque de historia cultural que le dieron a su trabajo persistirá en sus obras futuras, estos rasgos característicos son:
- se trataba de una obra histórica, consideraban a las comunidades locales como productos de varios siglos de procesos sociales, políticos, económicos y culturales, comprendidos estos procesos de una forma global
- pero a diferencia de las teorías posteriores del sistema-mundo, la meta de la investigación histórica no era subsumir las historias locales en procesos globales, sino entender la formación de los sujetos antropológicos (sujetos sociales) como la intersección de las relaciones e interacciones sociales y de los grandes procesos de formación de imperios y estados.
A diferencia de los anteriores, Nash ni estudió en Columbia, ni se graduó a comienza de los años 50. Procede de la tradición funcional-estructuralista de Chicago. Recalca la importancia de las respuestas a la presión y a las tensiones sociales y culturales. Su contribución a la economía política es posterior a la de los otros autores. Se ha dedicado principalmente a dos actividades:
- el estudio de los mineros del estaño de Bolivia, considerada aún hoy como una de las etnografías más impresionantes escritas desde la perspectiva de la economía política
- destaca su trabajo etnográfico y como organizadora en el campo de la antropología feminista, donde ha explorado cuestiones tales como la división del trabajo dentro y entre familias, la estructura de las compañías multinacionales, y el impacto de las últimas tendencias económicas internacionales en la participación de las mujeres en la fuerza del trabajo, tanto en países capitalistas avanzados como en países subdesarrollados.
Críticas radicales
Aquellos movimientos a los que Firth prestó su atención surgieron a finales de los 60 y en los años 70, e implicaron una rica combinación de proyectos. El pensamiento intelectual y político se desarrolló dentro de una infraestructura material o institucional, en diferentes escenarios universitarios, todos relacionados y con la participación de los antropólogos en grupos y partidos radicales. Fue a esta efervescencia política y al movimiento intelectual, a los que Firth apodó marxismo intestinal o visceral. Y en el periodo de promulgación de sus ideas algunos antropólogos comenzaron a usar el término “economía política” para referirse a su perspectiva.
Las teorías de la dependencia y del Sistema-mundo
Una de las nuevas fuentes de estudios con que se encontraron los nuevos grupos de universitarios radicales fue la teoría de la dependencia.
Una idea central de sus trabajos era que el mundo desarrollado y el subdesarrollado estaban ligados estructural y sistemáticamente, de tal manera que el proceso de desarrollo en una región suponía el proceso de subdesarrollo en otra. Entre varias escuelas destacamos dos:
- la primera asociada con Frank, era la más extremista, sostenía que las estructuras del desarrollo y del subdesarrollo, forjadas por el capitalismo, eran rígidas. Esto es, los grandes sucesos dentro del mundo desarrollado y subdesarrollado no afectaban a la estructura de dependencia y subdesarrollo, en tanto en cuanto el sistema capitalista permaneciese intacto.
- La segunda, asociada con Cardoso (su influencia fue tardía porque sus estudios no se tradujeron al inglés hasta 1979), resaltaba la existencia de movimientos y cambios en el interior de las estructuras de dependencia. También prestaba atención a las formas de dependencia en regiones y en países concretos. En todo momento se hacía hincapié en la particularidad de las situaciones locales, en la “internalización de lo externo”.
A pesar de todo, la teoría del sistema-mundo de Wallerstein compartía ciertos presupuestos y defectos con la teoría de la dependencia de Frank. Ambos destacaron la estabilidad estructural y escribieron análisis históricos, aunque sus historias eran demasiado estáticas. Todo dinamismo aparecía en el centro desarrollado o metrópolis; los desarrollos de la periferia dependían de las iniciativas tomadas en el centro. Así reproducían la lógica funcionalista de una ciencia social que ellos mismos estaban sometiendo a una crítica radical.
Las nuevas versiones de la teoría de la dependencia que surgieron a partir de los 70 eran más dinámicas e históricamente más razonables, debido al impacto de las críticas marxistas y a la creciente conciencia del alcance de las discusiones sobre la dependencia en América Latina. Con la institucionalización de las teorías del sistema-mundo, se alcanzó una gama tal de perspectivas que sería difícil encuadrarlas en un neologismo como “wallersteinismo”. Temas específicos, como la formación de clases, la esclavitud sudafricana, el imperio otomano, etc, poblaron el trabajo de antropólogos sociólogos e historiadores.
Modos de producción
Pero muchos otros antropólogos contribuyeron a las críticas de esa corriente. Dentro del marxismo, la interpretación dominante durante los 70, procedía de Althusser y de sus seguidores en Francia. En este punto es donde confluyen el marxismo cerebral y visceral de Firth, o el marxismo estructural y la economía política de Ortner. Esto no significa que todos los antropólogos interesados en el subdesarrollo se adhirieran al marxismo althusseriano, muchos llegaron a esta corriente a través de las lecturas de Godelier, Terray, Meillassoux o Rey, quienes no eran todos althusserianos, a pesar de su nacionalidad y su marxismo.
La contribución más importante de Althusser para los investigadores radicales del subdesarrollo, fue su interpretación de los conceptos de producción y formación social. En sus aplicaciones más prácticas, el concepto de modo de producción ofreció la posibilidad de una comprensión más diferenciada del capitalismo que la que se podía alcanzar con las versiones extremas de la teoría de la dependencia y la del sistema-mundo. Esta comprensión se aplicó tanto a la historia del capitalismo como a la situación actual de las regiones subdesarrolladas de la economía mundial. En las investigaciones históricas, en lugar de subsumir las partes del mundo en un capitalismo global existente desde el s. XVI hasta nuestros días, los investigadores que utilizaban la perspectiva del modo de producción, consideraron que la transición al capitalismo había sido más prolongada y desigual. La incorporación de las regiones a los imperios coloniales o mercantiles no les había impuesto, necesariamente las leyes del desarrollo capitalista, por lo que existía una compleja relación o “articulación” entre las dinámicas de los modos capitalistas y no capitalistas. Además el trabajo en poblaciones actuales no se ajusta a la relación capital/trabajo asalariado. Para estos casos también resultaba importante el concepto de “articulación” entre las dinámicas capitalistas y no capitalistas. Uno de los teóricos más influyentes de este enfoque fue Rey, que ideó tres estadios en la transición al capitalismo. Cada una de las transiciones posibles al capitalismo está condicionada por las relaciones sociales locales en la época del contacto y por las formas y procesos de la imposición del capitalismo mismo. Rey destaca la importancia de escribir una historia doble, porque las transiciones deberían considerarse tanto en términos de la estructura y la lógica del capitalismo como en términos de la estructura y la lógica de los modos no capitalistas en los que se estaba enraizando el capitalismo.
Pero muchos autores intentaron escribir una historia de las regiones o de las comunidades en las que trabajaban en términos de la imposición o surgimiento del capitalismo, concibiendo tal historia como una articulación cambiante de los modos de producción capitalistas y no capitalistas. Este grupo tenía afinidades con aquellos teóricos de la dependencia con una mayor orientación histórica, que pretendían situar las regiones o las poblaciones dentro de la historia del capitalismo en países concretos.
Nos adentraremos ahora en los estudios de las poblaciones actuales. Los autores se concentraron en el estudio de grupos y de tipos de actividad que no se ajustaban a una relación concebida estrictamente en términos capital/trabajo asalariado. Intentar comprender estas actividades y estos grupos en términos del modo de producción nos llevaría a etiquetarlos como no capitalistas y a explorar tanto su lógica y coherencia internas como su relación con el modo capitalista dominante. Los investigadores se dedicaron activamente a estudiar a grupos de campesinos y artesanos, y el trabajo de las mujeres dentro de las casas. Ambas corrientes de investigación tienen historias distintas, pero los intentos recientes de integrarlas nos ofrecen algunos de los más prometedores desarrollos de la economía política.
Alternativas
Uno de los puntos fuertes de los enfoques del sistema mundo y del modo de producción fue situar a los sujetos antropológicos en movimientos económicos, políticos e históricos más amplios en su intento de entender cómo les afectó el choque con las estructuras de poder. También aportaron un mayor peso teórico y metodológico a las críticas de los estudios de comunidad que habían iniciado Julian Steward y sus estudiantes y estimularon la realización de estudios comparativos regionales y más generales. Además contribuyeron al resurgimiento de la investigación histórica en los análisis etnográficos.
Desgraciadamente, la comprensión de los sujetos antropológicos en términos de los procesos capitalistas condujo a que, tanto los teóricos de la dependencia, como los del modo de producción, cayesen en un tipo de razonamiento funcionalista, su hincapié en la determinación estructural era tan determinista que dejaba poca cancha a las actividades consecuentes de los sujetos antropológicos.
Además las concepciones de la historia y de las relaciones estructurales se relataban de forma muy abstracta. En lugar de servir como un medio para analizar grupos sociales concretos, los análisis del modo de producción con demasiada frecuencia se convertían en un fin por sí mismo. De tal modo que los procesos sociales y culturales los concebían en términos de relaciones de unas leyes entre estructuras que se consideraban previas y alejadas de la acción humana.
Las críticas surgieron en los años 70 y 80 del propio campo de la economía política, estimulando el desarrollo de nuevos enfoques, tendiendo la mano a tradiciones marxistas olvidadas, y conectando con obras antropológicas anteriores y actuales que difícilmente se podrían situar en los enfoques de la dependencia o del modo de producción.
En parte, la corriente crítica recibió el estímulo de la aparición de obras de otros estudiosos franceses tales como Bordieu; pero la influencia más notable proviene de la obra de otros autores ajenos a la tradición francesa, entre los que destaca Thompson, quien en su crítica a Althusser, el historiador británico había atacado con firmeza el problema de la abstracción y del determinismo estructural, al tiempo que había pedido un enfoque más concreto y sin desarrollos preestablecidos para abordar la actividad de los trabajadores en la historia del capitalismo. El de Thompson fue uno de los varios análisis críticos que introducía entre los temas a tratar los problemas de la estructura y la agencia (respuestas de los individuos, como formas de resistencia o de conflicto ante las diversas formas de dominio y de opresión). También introdujo a los antropólogos marxistas en una tradición que había sido despreciada por los althusserianos: la tradición de la historiografía marxista británica que contaba entre sus filas a figuras como Hobsbawm, Hill, Milton y Thompson.
Dado el creciente descontento con las discusiones sobre el modo de producción desde finales de los 70 hasta comienzos de los 80, estas obras y la de otros marxistas británicos como Williams se hicieron cada vez más populares, y dieron paso a estudios culturales marxistas, que mostraron una preocupación explícita por la clase, la cultura y la política. En este nuevo tipo de obras adquirió una importancia cada vez mayor en la economía política. Entre los trabajos realizados encontramos estudios de caso sobre las experiencias y las políticas de la clase obrera o de la campesina, la formación de las comunidades, la creación de las tradiciones culturales, la hegemonía y la resistencia.
Mientras que la corriente del modo de producción prestaba muy poca atención a la actividad de los sujetos humanos, ahora, tal actividad se sitúa en el centro del análisis. Mientras que la teoría del sistema-mundo casi no prestaba atención a las situaciones locales, muchos investigadores empiezan y terminan sus trabajos en lo local.
Se podría decir que algunas de las nuevas obras han ido demasiado lejos en cada uno de estos aspectos. Muchos investigadores han consumido el materialismo histórico británico con parcialidad, pero han prestado muy poca atención a su tratamiento de la revolución industrial y del cambiante Estado británico en el que esa actividad tenía lugar. No basta con afirmar que las transformaciones no están estructuralmente determinadas y que son el resultado de la intervención humana. Estas afirmaciones son ciertas pero triviales y corren el riesgo de convertirse en un eslogan teórico. Lo que realmente es necesario recalcar es la unidad de estructura y agencia, es decir, la actividad de los sujetos humanos en unos contextos estructurados, que son en sí mismo el producto de la actividad del pasado, pero que, como productos estructurados ejercen presiones determinantes y establecen límites a la actividad del futuro.
Podemos señalar dos grupos:
- Finales 70, comienzos 80, las críticas internas empujaron a ir más allá del problema de la articulación, muchos autores aún manteniendo su interés por los temas teóricos, establecieron este interés en términos de formas y no en términos de modos de producción. Las obras más interesantes de este grupo tratan de la producción simple de mercancías.
- El otro grupo se ha interesado por estudios más etnográficos e históricos de poblaciones o regiones particulares, y se ha concentrado en problemas concretos y en temas tales como la formación étnica y sus relaciones, la emigración laboral, y los pagos que envían, la formación de las casas, la oferta y producción de alimentos y diversas estructuras y procesos de colonialismo. Al realizar estos estudios se re-encontraron con la historia cultural, que había precedido los enfoques del sistema mundo y del modo de producción, y desarrollaron nuevos estudios a lo largo de los 70 y los 80.
Mientras que Wolf, Mintz y otros se habían centrado en la formación de los sujetos antropológicos en las intersecciones de las historias globales y locales, autores como Frank y Wallerstein consideraron una gran variedad de instituciones y prácticas como productos inequívocos del capitalismo.
En este sentido, el último libro de Wolf puede considerarse la culminación de la perspectiva de la historia cultural, y un poderoso texto que expone una gran variedad de estudios de economía política. El libro se puede leer como un ejemplo de la teoría del sistema-mundo o como un texto de la teoría de los modos de producción, porque socava ambos campos. En el primer caso examina procesos globales sin encerrarlos en un sistema. En el segundo no intenta conceptuar la articulación de los modos de producción, sino que estos se convierten en una herramienta para reflexionar sobre la historia del capitalismo fuera de Europa sin imponerle a esa historia etiquetas evolucionistas.
Wolf sigue la pista a una serie de intersecciones de historias locales y globales en la propia constitución de los sujetos antropológicos, y reclama una reformulación de cómo pensamos y nos planteamos la historia.
Proyectos
La proposición de que los sujetos antropológicos deberían situarse en las intersecciones de las historias globales y locales, es más el planteamiento de un problema que una conclusión.
Los antropólogos han de evitar convertir el capitalismo en algo demasiado determinante y han de evitar convertir la libertad cultural de los sujetos antropológicos en un elemento romántico. Esta tensión define a la economía política antropológica, sus preocupaciones, sus proyectos y sus promesas.
El autor quiere terminar este ensayo refiriéndose a seis obras que aportan distintos tratamientos al problema de la tensión (agencia). Su intención es señalar qué tipos de enfoques utilizan los antropólogos dedicados a la economía política con respecto a los análisis de lo global (Stoler y Behar), de lo local (Vincent y Warman), de la historia y de la cultura (Ong y Mintz).
Stoler y Behar
El libro de Stoler se inspira en Thompson, en su sugerente estudio de la red de derechos de los aldeanos europeos en regiones con tierras comunales, merece un importante lugar en una concepción abierta de la economía política antropológica.
El de Stoler abarca una región entera, ya que para la autora la región es una concentración de muchas condiciones, adopta una estrategia de investigación múltiple que incluye el análisis de archivos, entrevistas (diferentes fuentes), viajes por toda la región para entrevistar a gente de toda clase, y el estudio de una aldea local. Su estudio sirve de guía metodológica para otros investigadores que quieran realizar estudios regionales en términos de procesos globales. Pero además ha hecho una contribución teórica muy importante al problema de la relación entre la estructura y la agencia. Nos muestra como los planes de los administradores de las fincas para controlar el trabajo estaban determinados por su percepción de peligro que podían suponer los trabajadores. Los intentos por solucionar estos problemas crearon nuevos problemas de organización del trabajo. Y concluye con unas consecuencias que ninguno de los actores podría haber previsto.
Behar realiza su investigación en un pueblo leonés, Santa María del Monte. En lugar de presentar un relato del impacto del régimen de Franco en el pueblo, o de su integración en una economía más amplia a causa de la emigración, o de la transformación de la vida del pueblo al cerrarse los campos comunales o la reciente suburbanización. Behar intenta recapturar la economía y la cultura de un pueblo de campos comunales en una región que ha practicado un reparto estricto de las herencias. En el proceso nos brinda un relato meticuloso del sustento y de la vida campesina no capitalista. Su relato, centrado en el concepto de uso describe las prácticas y estrategias de las herencias, la ideología de la igualdad, la red de derechos de uso imperantes en la agricultura y ganadería del pueblo. El resultado es una etnografía de los comunales. También nos muestra que el interés por los derechos de uso no implica necesariamente un interés por el valor del uso.
Vincent y Warman
Con ellos exploraremos dos estrategias históricas. Vincent se concentra en un periodo relativamente breve de tiempo, durante el cual se introdujo y enraizó el capitalismo en el distrito Teso de Uganda. Warman se centra en la experiencia de los campesinos del este de Morelos desde la Revolución Mejicana, aunque también se referirá a los cambios ocurridos en los 300 años previos.
El libro de Vincent es un relato de la conquista y colonización de la zona que se convertiría en el distrito Teso: la creación de una jerarquía administrativa, la competición entre las misiones católicas y protestantes y su papel en los sujetos colonizados, la introducción de impuestos per cápita y de destacamentos de trabajo obligatorio y la introducción (también obligatoria) del cultivo de algodón. Una de las relaciones sociales y políticas más importantes fue el establecimiento de un campesinado y de un proletariado incipiente. La autora concluye su estudio con una pregunta: ¿por qué los trabajadores de Teso no adquirieron conciencia de clase? Las situaciones de auténtica conciencia de clase son bastantes raras y no parece muy probable que se diesen en el Teso de comienzos del s. XX. En el contexto de la diferenciación regional y del desarrollo desigual estaba surgiendo un campesinado diferenciado y un proletariado segmentado.
Al igual que el estudio de Teso es histórico el trabajo de Warman también. Pero su uso de la historia difiere del de Vincent en dos aspectos fundamentales:
- Warman pretende delinear las características del presente, su obra se basa en un proyecto colectivo a gran escala de etnografía e historia oral, llevado a cabo en varios pueblos y aldeas de la región. La mayoría de sus datos se refieren a las situaciones actuales de los aldeanos y a sus memorias de la revolución y sus secuelas.
- Su interpretación del presente depende de un bosquejo histórico. Así la implantación del capitalismo no puede situarse en un breve periodo de tiempo. Por lo que Warman presenta varios momentos de la formación: A) el periodo colonial, la reconstrucción de las comunidades indígenas y el asentamiento de los trabajadores en las haciendas. B) los años finales del s. XIX, cuando toda la región estaba controlada por un solo latifundio. C) la revolución y los años post-revolucionarios, periodo en el que se desmanteló todo el latifundio, se instituyeron ejidos y entraron nuevos grupos sociales y nuevas instituciones estatales en la vida de los cultivadores rurales.
A Warman le han caracterizado como populista o campesinista por prestar atención especial a los campesinos como actores históricos. Pero su tratamiento hacia ellos está muy lejos de ser romántico, porque su tratamiento de la formación histórica del campesinado local y el carácter de sus conexiones con otras clases y con el Estado es uno de los más satisfactorios de los que se disponen, por su meticulosidad y la complejidad con la que aborda la estructura del poder.
Ong y Mintz
Ong aporta un análisis etnográfico de la posesión por espíritus entre mujeres jóvenes malayas, que trabajan en plantas de montaje electrónico.
Mintz examina históricamente el papel cambiante y el significado del azúcar en la dieta de la clase obrera inglesa.
Ambos son dos intentos de la economía política para comprender fenómenos culturales.
Ong conecta su trabajo con otros intentos de considerar que fenómenos culturales como la posesión por espíritus y los pactos o contratos con el demonio, son respuestas a la introducción de relaciones capitalistas. No reduce su análisis a una oposición simple entre el valor de uso de las relaciones precapitalistas y el valor de cambio de los capitalistas. Sino que comienza examinando la creación colonial de un campesinado malayo, su experiencia anterior en la producción de mercancías y explora el carácter cambiante de la vida en las aldeas dentro del Estado malayo moderno. Al estudiar la diferenciación y la formación de clases en las aldeas y las cambiantes relaciones domésticas, esboza el surgimiento de un grupo de mujeres jóvenes que por su posición dentro de la aldea y dentro de la casa, son empujadas a buscar un trabajo asalariado para incrementar su independencia al tiempo que son despreciadas en su casa y en la aldea. Cuando Ong sigue a estas mujeres a la cadena de montaje, las sitúa como sujetos históricos en términos de experiencias particulares de clase, género, aldea y vida doméstica. Quiere descubrir en el vocabulario de la posesión de los espíritus, el origen inconsciente en contra de la disciplina del trabajo y en contra del control masculino en la situación industrial moderna. Palabras como inconsciente u origen exigen un análisis múltiple para situar la discusión de estos fenómenos en un nuevo nivel.
El libro de Mintz aporta un enfoque original a la relación entre lo local y lo global, al integrar todo lo que había percibido, tras décadas de estudio en el Caribe, en un estudio de transformaciones en Inglaterra. Desde un punto de vista histórico abarca un periodo de 250 años, desde el s. XVII al XIX, el periodo que abarca el establecimiento del capitalismo y la creación del proletariado en Inglaterra. Aquí nos centraremos en su análisis del cambio cultural en la transformación de la dieta y en el creciente dominio del azúcar en la vida inglesa. Este enfoque de Mintz está relacionado con su elección de la unidad de análisis, de la periodización histórica y del método.
Establece los cambios en la utilización del azúcar desde finales de la edad media hasta la época industrial: desde sus usos en medicina, especie, sustancia decorativa, edulcorante, conservante, hasta su utilización más extendida, para endulzar. También examina su paso de producto utilizado exclusivamente por las clases altas, a su generalización por toda la población. Esto está relacionado con el cambio en la estructura de clases, es decir, con la conversión de los trabajadores en proletarios y con los cambios consecuentes en los grupos domésticos, en los hábitos de trabajo y comidas. Ofrece una importante crítica a quienes divorcian la comprensión de la cultura de las relaciones de clase y poder y muestra que podemos vislumbrar tan complejas relaciones, mediante una reflexión histórica sobre un objeto aparentemente tan simple como un azucarero.
CONCLUSIÓN
Aunque la mayoría de los estudios que hemos visto sitúan a sus sujetos dentro de la formación de una economía mundial y del desarrollo del capitalismo, ninguno se limita a afirmar que hay un mundo más amplio, y ninguno se preocupa por la articulación de los modos de producción. Cada uno sitúa los fenómenos sociales y culturales que investiga, en un análisis de las circunstancias asociadas a ganarse la vida y a la estructura de poder que configura y restringe la actividad.
Demuestran que los antropólogos pueden tratar creativamente tensiones metodológicas y teóricas impuestas por el intento de situar a los sujetos antropológicos en las intersecciones de las historias locales y globales. En el proceso, ofrecen un desafío fundamental a quienes discuten sobre cultura, historia y práctica sin tener en consideración las clases, el capitalismo y el poder.
LA CULTURA, ¿PANACEA O PROBLEMA? Eric Wolf
Marx ha sido de todo para todo el mundo. A veces se le considera un profeta del futuro, y otras, un señor del desgobierno y del caos.
Creo que los humanos se ocupan del mundo natural no sólo mediante las fuerzas de producción sino también mediante relaciones sociales estratégicas que rigen la movilización del trabajo social.
Ocuparse del mundo natural es social: siempre implica a seres humanos relacionados entre sí, y aunque las relaciones no sean evidentes deben ser analizadas.
Estamos obligados a buscar descripciones adecuadas de la interacción social y de las formas culturales. Al mismo tiempo buscaremos en vano una noción de interacción social o una teoría de la cultura en Marx.
Marx leyó bastante etnografía, pero lo que él buscaba no era el detalle cultural, sino los principios básicos de la variación sobre la que se construye la vida humana.
El modo tributario de movilizar el trabajo social está gobernado por relaciones sociales en las que el excedente extraído de los productores primarios pasa a manos de una élite captadora de tributos. El modo se rige por el poder y sus operaciones se ven afectadas por el grado de concentración o dispersión del poder.
Bajo las relaciones capitalistas de movilización del trabajo, como mostró Marx, los capitalistas, dueños de los medios de producción, compran la fuerza de trabajo de unos trabajadores que han sido liberados, se les ha apartado de sus propios medios de producción y dependen de los salarios para su subsistencia. Existen variaciones entre las formaciones sociales capitalistas, pero el modelo marciano deriva su poder explicativo de su capacidad para entenderlas como transformaciones de unas en otras.
Estos modos de movilización social del trabajo, no son sólo ecológicos, sino que también imparten una dirección característica a la formación y propagación de ideas. Así, las operaciones del modo basado en el parentesco generan derechos sobre los recursos y servicios y la apropiación de estos recursos y servicios entre demandantes rivales dentro y entre los grupos.
Si el modo regido por el parentesco depende vitalmente de la comprensión simbólica de quién es y quién no, un pariente, el modo tributario depende del ejercicio del poder. A su vez, el poder depende de asunciones sobre quien puede tomar de quien. Es característico de estos sistemas que la élite, debido a sus atributos imaginarios (sangre azul, huesos blancos, descendencia de dioses) y asigne a estos atributos un papel clave en el mantenimiento de la jerarquía de la naturaleza. A su vez las relaciones capitalistas están entrelazadas con nociones del individuo libre, capaz y deseoso de establecer relaciones contractuales con otros. Estas nociones del individuo como un agente libre se conjugan con sus variantes, con el concepto del contrato social, de la sociedad como producto de la interacción entre los egos y los alter, del mercado de mercancías e ideas, o del terreno político como si estuviese constituido por el continuo plebiscito de los votantes individuales.
El pensamiento simbólico substituye las contradicciones de un universo imaginario por las reales.
En el modo tributario las relaciones de poder rigen el mundo real, pero las relaciones imaginarias de la jerarquía estructuran el terreno imaginario del orden mundial.
De este modo los modelos jerárquicos generados por el modo tributario siempre producen modelos y concepciones alternativos. Pero estas alternativas operan dentro de la misma topología de ideas que el modelo que rechazan. En todas ellas el poder central se traslada del nexo real del poder a la preocupación por la justicia o por el derecho a vivir; del funcionamiento del modo de producción al problema de la legitimidad y de la corrección en el pensamiento y en la conducta humana. Substituyen la economía política por una economía moral, una forma ideológica de representar a los humanos.
Bajo la tutela de las relaciones capitalistas se conceptualiza a los individuos como vendedores de bienes, ideas y votos y se considera que la sociedad es un contrato mantenido por las estrategias sociales de los individuos, de las empresas y de los grupos sociales.
Según esta perspectiva, gran parte de que los antropólogos han denominado “cultura” es “ideología en construcción”, “racionalizaciones”, cuyo desarrollo busca dotar a la existencia práctica cotidiana de una dirección imaginaria, de una resolución ficticia. La construcción, la reconstrucción y la destrucción culturales son procesos en curso que siempre tienen lugar dentro de campos históricos más amplios.
El funcionamiento de los modos de movilización social del trabajo y los conflictos que se generan interna y externamente, debemos llegar e entenderlos como constructos humanos que encarnan las fuerzas generadas por el modo subyacente de movilización social del trabajo. Ni son estáticos ni están formados para siempre, sino que al encarnar las tensiones del modo imperante, están sujetos a procesos continuos de organización y desmembramiento social.
VENTAS Y TRUEQUES EN EL LAGO TITICACA: UN TEST PARA PERSPECTIVAS ALTERNATIVAS. Benjamín S. Orlove
Este artículo intenta comparar y evaluar las perspectivas de la teoría de la decisión, del culturalismo y del neomarxismo, tomando un caso en el que cada una puede tratar de dar una explicación, elaborando las hipótesis que corresponden a cada una de ellas y comprobándolas con los datos empíricos. Se ve que las distintas perspectivas no tienen el mismo éxito a la hora de explicar los resultados de la investigación.
El lago Titicaca, situado en la frontera entre Perú y Bolivia en los Andes centrales, es grande y está alto, en una hondonada cerrada conocida como el altiplano. Las tierras más cercanas al lago son zonas de agricultura mixta o pastoreo. Y las más altas y más alejadas del lago son áreas exclusivamente de pastoreo y se extienden hasta las montañas.
Casi toda la población cercana al lago consume pesca. En la orilla peruana se cuentan más de 3000 pescadores. Casi todos tienen campos de su propiedad. La pesca es una actividad masculina, pero al mercado lo llevan las mujeres, parientes de los pescadores, miembros de su mismo grupo doméstico.
El trueque y la venta se dan tanto en la plaza de mercado como fuera de ella. Sobre la captura total, el 70% se distribuye en las plazas de mercado, un 17% lo consumen directamente los pescadores y los miembros de sus grupos domésticos y familias extensas; y un 13% se cambia dentro de las aldeas en el almacén, por el sistema de venta puerta a puerta o por otras formas. De la distribución en la plaza de mercado, el 90% se vende, el 10% se cambia. El trueque tiene un papel más importante en el intercambio fuera de la plaza de mercado. La cantidad de pesca vendida en las plazas alcanza a un 67% de la captura total, la distribuida por trueque un 16%.
Los culturalistas se han dirigido a la región llamados por la presencia de una sociedad y una economía campesinas sociológica, cultural y lingüísticamente diferenciada en el contexto de una economía de mercado propia de un estado moderno.
Para los neomarxistas, las dificultades que tiene el pretender que los campesinos y pescadores del altiplano andino operen ya como capitalistas, ya como proletarios, permite una discusión de la articulación de los modos de producción.
La venta y trueque de pescado son para los teóricos de la decisión alternativas entre las cuales los individuos deben elegir, para los culturalistas son sistemas sociales y económicos distintos, y para los neomarxistas son la expresión de modos de producción distintos, pero articulados.
Los teóricos de la decisión examinan las elecciones. La ganancia y la seguridad son las metas comunes. Las hipótesis que corresponden a esta perspectiva presentarían la venta y el trueque de pescado como dos formas de intercambio.
La perspectiva culturalista contempla las economías como sistemas que se interrelacionan con los sistemas sociales. Los culturalistas ven los valores como enlazados a estos sistemas, consideran que las sociedades particulares contienen dos o más sistemas económicos, cada uno de los cuales con una correspondiente pauta de organización social y criterios para establecer los valores. Así verían la venta y el trueque de pescado como partes de dos subsistemas económicos distintos que difieren en la asignación de valores y en sus formas de organización.
Un análisis neomarxista de este caso puede derivarse del énfasis en los modos precapitalista y capitalista. En el 1º las unidades de producción, predominantemente grupos domésticos campesinos, son propietarios de sus medios de producción (tierra y capital), y sólo emplean el trabajo de los miembros del grupo doméstico. Los compradores de sus bienes se sitúan primariamente dentro del modo de producción capitalista. Lo que obtienen les permite comprar elementos de subsistencia y herramientas, pero no acumular capital en un grado significativo. En contraste el modo de producción capitalista está caracterizado por la separación entre capital y trabajo. Puesto que los trabajadores no son los propietarios de los modos de producción, deben buscar empleo en los capitalistas, que buscan beneficios pagando salarios bajos y vendiendo a precios altos. El trueque de pescado se vería similar al consumo doméstico de pescado, una actividad de subsistencia dentro de este modo. La venta de pescado por dinero se vería similar a otros casos de articulación del modo de producción de mercancía al por menor con el capitalista. La venta se basa en el valor de cambio, el valor de uso es más importante en el trueque.
La principal ventaja del trueque está en que permite a las personas, y en particular a los consumidores de pescado, conservar sus cantidades de dinero, que son más limitadas que sus stocks de alimentos. Los consumidores más pobres insisten más en el trueque, puesto que las cantidades de dinero de las que disponen son limitadas en relación a los alimentos.
El examen de las pesquerías del Lago Titicaca da apoyo a la teoría de la decisión y da menos crédito a las perspectivas culturalistas y neomarxistas. El estudio del trueque entre pastores y campesinos está más basado en anécdotas y no permite a los etnógrafos hablar con el mismo grado de convicción. Hay que esperar a que se hagan más estudios con mayor rigor y de ese modo las perspectivas competidoras podrán ponerse de acuerdo en la fuerza y la debilidad de unas y de otras. Así es como se reforzará el campo de la antropología económica y se podrá ayudar a que cumpla con la promesa de lograr un desarrollo analítico y una precisión metodológica que es lo que ha marcado el periodo que se abrió cuando acabó el debate formalista-substantivista.
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