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De los modelos lingüísticos a los modelos psicológicos

La revisión crítica de los primeros resultados de la aplicación del análisis componencial y de la elaboración de taxonomías se centra en varios puntos:
  1. Utilización adecuada de los modelos lingüísticos adoptados (Durbin).
  2. Validez psicológica de los mismos.
  3. Reflexión a propósito de las consecuencias de la orientación que imprimen a la investigación.
Como consecuencia de la revisión crítica, el análisis componencial ha ido siendo abandonado. Por su parte, las taxonomías han sido reformuladas como sistemas de clasificación e ilustraciones de procesos de categorización.

Es ilustrativo en este sentido el balance crítico a propósito de los resultados del análisis etnosemántico, concluyendo que lo que ha hecho éste es tomarlo como una organización de sonidos que simplemente es objeto de contraste en un solo plano, cuando en realidad es una estructura compleja de la cual no se han asimilado algunas de sus características fundamentales:
  1. Los componentes fonológicos distintivos están agrupados secuencial y simultáneamente.
  2. El principio de distribución complementaria juega un papel tan importante como el contraste.
  3. Se usan otros criterios adicionales como el de similaridad fonética, congruencia de pauta y límite morfémico.
  4. Las unidades de orden más alto como los morfemas influyen sobre las pautas de los sonidos.
La cuestión de la validez psicológica

La distinción emic/etic nos pone sobre aviso de la importancia que tiene la realidad psicológica. En la Antropología Cognitiva el asunto de la realidad psicológica se ha convertido en central.

Tyler: Partiendo de un mismo conjunto de datos, pueden ofrecerse varios esquemas explicativos del mismo proceso o factor cultural, todos ellos completos y consistentes. Entonces se planteará la cuestión de determinar cuál de esas explicaciones se ajusta al modelo nativo.

Este planteamiento prejuzga que existe un único modelo adecuado, cuando bien puede suceder que existan varios en la mente de los nativos, tal como puede haber también varios en la mente de los investigadores.

La cuestión de la validez psicológica está ya implícita en la formulaciones de Goodenough, ya que los modelos lingüísticos (análisis componencial) fueron adoptados con el fin de proporcionar definiciones reales desde el punto de vista psicológico. El objetivo era el acceso a la significación, tal como ésta era vivida por los usuarios nativos. Se trataba, en definitiva, de hacer enunciados acerca de los conceptos que pueblan el mundo cognitivo de los nativos. De otra forma, como sostiene Wallace, se trataría tan sólo de referirnos a la conducta verbal de los nativos, sin hacer ninguna referencia a los aspectos semánticos. Es, pues, evidente que lo que interesa es establecer lo que significan los términos para los nativos, intentando hacer enunciados correctos acerca de la conducta de éstos y no sobre los rasgos objetivos de los referentes.

Por lo demás, Burling mostró que es posible realizar infinitos análisis componeneciales distintos partiendo del mismo conjunto de elementos. Así que, o sólo uno de ellos es válido o lo son todos. Burling se decantó por la segunda opción. Su posición es pesimista: “Suena mucho mejor decir que estamos descubriendo ‘los sistemas cognitivos de la gente’ que admitir que en realidad nos dedicamos a perder el tiempo con un conjunto de reglas que nos permiten usar los términos de la forma que otros lo hacen. Pero en mi opinión esto último es realista, lo primero no lo es”.

Wallace piensa que se puede salir de esa aporía utilizando otras técnicas, como complemento del análisis componencial. Así lo hizo en sus estudios sobre el parentesco, empleando técnicas para identificar las dimensiones de la clasificación y las operaciones lógicas reales realizadas por los nativos. Otras técnicas le servían para demostrar que una dimensión de una clasificación o una operación lógica determinada, aunque hayan sido empleadas por el antropólogo, no son usadas por los nativos.

Habría que distinguir entre realidad estructural y realidad psicológica.

Primeros modelos: mazeway

Wallace utilizó el concepto de mazeway como ilustración de sus planteamientos. En Cultura y personalidad nos dice al respecto: “El raciocinio de cada hombre abarca en un determinado momento, como producto de su experiencia, una única imagen mental de un complejo sistema de objetos dinámicamente relacionados, que incluye el cuerpo en el que el cerebro está alojado, diversos otros objetos circundantes y a veces hasta el cerebro mismo. Esta compleja imagen mental es un mazeway. (…) El mazeway puede ser comparado al mapa de un gigantesco laberinto, con una leyenda o clave elaborada y muchas intercalaciones. En este mapa están representados tres tipos de asociación: 1) objetivos y espejismos (valores y situaciones deseables e indeseables); 2) el yo y otros objetos (personas o cosas); y 3) métodos (planes, procesos y técnicas) que pueden ser evitados o utilizados, según sus características para facilitar el logro o la evitación de valores por el yo”.

Desde el punto de vista teórico, el mazeway es mucho más ambicioso que un mapa cognitivo, puesto que es para el individuo lo que la cultura es para el grupo. Sirve de puente para enlazar la cultura y la personalidad individual. Es un “sistema dinámico de asociaciones perceptuales”.

Categorías y prototipos

Fue en el dominio del color donde primero se advirtió la importancia de los modelos psicológicos cognitivos y, dentro de estos, la conveniencia de estudiar las categorías. Rosch considera que el dominio del color era ideal para someter a prueba los modelos whorfianos porque en él pueden hacerse medidas independientes de la cognición lingüística y porque se pueden obtener medidas de operaciones específicamente cognitivas como la percepción y la memoria. El estudio de Berlin y Kay proporcionó, aparte de la secuencia de estadios en la terminología del color, evidencias acerca de que existía entre los hablantes de distintas lenguas gran variación en los límites de los términos, pero una enorme coincidencia en los puntos focales de cada uno de ellos. Estos puntos focales se propusieron como explicación más convincente para mostrar que la codificabilidad y la memoria eran resultado de la saliencia. Lo que Rosch mostró con sus estudios transculturales y evolutivos fue que los colores focales perceptualmente salientes eran prototipos naturales, puntos desde los que se estructuran las categorías de color. El concepto de “tipo ideal” sirvió para fundamentar los prototipos de color como puntos de referencia en relación a los cuales se perciben y evalúan otros elementos del dominio.

Respecto a la existencia de prototipos en otros dominios, Rosca encontró que las formas geométricas y las expresiones faciales de emoción están estructuradas de manera similar (Estudios de Rosch con los Dani y los Fore de Nueva Guinea). En ambos dominios sus estudios apuntan a la universalidad de los prototipos. A su juicio, la noción de prototipo cuestiona la concepción aristotélica de las categorías, entendidas como conjuntos lógicos de atributos criteriales con límites definidos y poseídas por igual. Las propiedades físicas no son discretas sino de variación continua.

La noción de prototipo

Kleiber los define en función de dos rasgos fundamentales:
  1. Se trata del mejor ejemplar comúnmente asociado a la categoría.
  2. No es, sin embargo, un ejemplar concreto y particular. No se trata de un objeto sino de un contenido mental (tipo ideal).
Estudios realizados por Rosch y otros investigadores relativos a las categorías perceptuales (forma, color, etc.), a categorías de objetos naturales (pájaros, árboles, peces, etc.) y sobre categorías de objetos artificiales (herramientas, muebles, etc.), ofrecen un buen soporte empírico de la noción de prototipo. Existe, por tanto, cierto consenso en lo que se refiere al funcionamiento por prototipos y al gradiente entre los miembros de las categorías semánticas en relación a cómo reflejan la idea o imagen del significado. La estructura interna de las categorías tiene un efecto directo en la condición. Esto se hace evidente por:
  • Las pruebas de memoria semántica.
  • Los ejemplares más prototípicos son mencionados los primeros y con mayor frecuencia cuando pedimos a un informante que enumere los miembros de una categoría.
  • Las representaciones mentales generadas por los nombres de las categorías semánticas afectan a la percepción.
  • Cuando se pide la sustitución de unos prototipos por otros en frases determinadas, ésta se produce con mucha más facilidad con los ejemplares buenos que con los malos.
  • En cuanto al desarrollo, los niños pueden definir inicialmente una categoría por medio de casos claros concretos más que en términos de atributos criteriales abstractos.
Desde la perspectiva de la teoría de los prototipos, las categorías tienen las propiedades siguientes:
  1. Una estructura interna prototípica.
  2. El grado de representatividad de un miembro se corresponde con el grado de pertenencia a esa categoría.
  3. Los límites de las categorías son difusos, como consecuencia de su organización interna en gradiante.
  4. No hay propiedades comunes a todos los miembros.
  5. La pertenencia a la categoría se basa en el grado de semejanza.
  6. No operan de forma analítica, analizando los atributos de uno a uno, sino de manera global.
Clasificaciones jerarquizadas. Las taxonomías etnobotánicas y otras.

La cuestión esencial consiste en determinar cómo y por qué los seres humanos ordenan su entorno, utilizando para ello esquemas categoriales y otras formas de clasificación. Se trata también de establecer el valor de las diferenciaciones, niveles y rasgos establecidos, así como sus relaciones con factores psicológicos.

Los rangos

Los trabajos de Berlin y otros sobre la clasificación de plantas tzeltal, ampliados más tarde a otras culturas, mostraron que la clasificación folk de las plantas aparecen cinco o seis niveles o rangos. Les dieron las siguientes denominaciones, ordenándolos según el grado de inclusión de los mismos: inicial único, formas de vida (planta o animal), géneros (Conklin los denomina categorías básicas), específicos y variedades. Frente a ésta, la clasificación de la Biología moderna alude al menos a doce: reino, subreino, phylum, subphylum, clase, subclase, superorden, orden, familia, subfamila, género y especie.

Las categorías son reconocibles por medio de las claves del lenguaje. Boas y Sapir consideraban que la categorización reflejaba en el lenguaje es en gran medida inconsciente. Algunas formas de reconocer las categorizaciones: maneras de referirse (flor, pájaro, …), congruencia gramatical, estructura morfológica, uso de frases, léxico. En todo caso, el desvelamiento de las categorías debería ser resultado de análisis de contextos etnográficos, no tan sólo resultado de la aplicación de test o del registro de lexemas y expresiones lingüísticas.

Discusión sobre el sistema de rangos

Problemas: universalidad o generalidad, diversidad (al menos cinco rangos) y carácter sistemático.

Una taxonomía folk puede ser resultado de un proceso inducido por el sistema de preguntas-respuestas, en lugar de responder a diferenciaciones propias de la mente nativa. Por otra parte, en ocasiones cuenta, más que la información contenida en las categorías, la cue validity (saliencia, validez o eficacia de la señal). Esta noción enlaza con la organización interna y externa de las categorías. En cuanto a la primera, son los prototipos los que muestran la cue validity más elevada. Por lo que respecta a la segunda, son las categorías del nivel de base las que lo hacen. Esto nos hace pensar que los sistemas de categorías no reúnen atributos de manera arbitraria, sino que existen correlaciones internas entre los atributos agrupados.

Relativismo versus universalismo en la formación de las categorías

La perspectiva relativista da especial importancia a los niveles inferiores de las taxonomías, también a los géneros, aunque principalmente a los específicos y las variedades (trabajos de Conklin y Frake).

Desde una perspectiva universalista (Berlin) se admite también un cierto relativismo al constatar que las categorías específicas y de variedades son numerosas en las distintas sociedades, con relación a las plantas que tienen relevancia en esas culturas. Berlin constató que la cultura Aguaruna tenía específicos para el 39 % de las plantas cultivadas, el 31% de las protegidas, el 20 % de las significativas y el 6 % de las no importantes. Encontró porcentajes similares en la cultura Tzeltal. La explicación propuesta sugiere que las culturas dan más atención a las plantas que son más importantes para ellas y por eso las diferencian con mayor detalle. Comparando la formación de específicos y variedades por un lado y de géneros por otro, habría que concluir que la naturaleza de las categorías no es homogéna. Tres tipos de rasgos: rasgos parte (de gran eficacia comunicativa, correlacionan forma o apariencia con función. Por ej.: aletas de los peces, alas de los pájaros o de los aviones, etc.), funcionales y mixtos.

Jugar con categorías. Notas sobre la cuestión de la relevancia

¿Hasta qué punto la imposición de la realidad se consigue entre otras técnicas por medio de categorías y clasificaciones, proponiendo un orden y dándole fundamento hasta hacer que se acepte como natural? Siguiendo a Foucault podría decirse que este es uno de las formas más eficaces de ejercicio del poder.

En el ámbito social, las categorías y clasificaciones son de una importancia básica. Determinan posiciones, privilegios, límites a las interacciones, etc. (Ej.: sistema de castas hindú o categorías raciales desarrolladas en la América colonial desde el XVI).

En las sociedades modernas las instituciones las instituciones ponen en práctica con frecuencia el juego de las categorías. A modo de ejemplo puede citarse el estudio de Yanow sobre el uso de categorías raciales y étnicas usadas en los censos de EEUU. En el de 1790: seis categorías relacionadas con la raza, cinco de ellas para “personas libres” y una para esclavos. En el de 1820 se añaden “extranjeros no naturalizados” y “personas de color libres”. En el de 1830 aparecen “blancos libres”, “esclavos y personas de color libres” y “sordomudos”. En el de 1850 existen dos categorías: libres y esclavos. Se dividen en cada una de ellas en cinco subcategorías: edad, sexo, color, sordomudos o ciegos y dementes o bobos. En el de 1870 aparecen las categorías de raza (blanco, de color, chino e indio), que se irá ampliando en censos posteriores. En el censo de 1950 se introduce la categoría de “lengua materna”. Yakow concluye que las categorías del censo tenían propósitos instrumentales. En sus orígenes, el censo servía como instrumento para la recaudación de impuestos, el servicio militar, el trabajo y el conocimiento de la masa de votantes potenciales.

Categorías para jugar

En todas las culturas se encuentran modos de jugar con las categorías. Como ejemplos podemos citar los acertijos o adivinanzas. Estas prácticas sirven a distintos fines sociales, además de ser utilizadas como instrumento para el aprendizaje. En tales juegos es esencial el conocimiento de descripciones y definiciones formadas mediante el enunciado de ciertos rasgos. A propósito de ello cabe destacar que:
  1. El análisis de rasgos no necesita ser exhaustivo para que se produzca el reconocimiento de las categorías.
  2. Los rasgos están intencionadamente seleccionados.
  3. Las categorías se conforman en torno a prototipos, ofrecidos como términos de referencia o comparación.
  4. Los rasgos se presentan no sólo en conjunción, sino integrados en esquemas o modelos de organización.
  5. Las taxonomías no aparecen desarrolladas con el número de rangos que Berlin creía universal, sino más bien a modo de “árboles enanos” (Randall), formados sobre la base de relaciones según el esquema: “X es un tipo de Y”.
  6. Aparecen otras formas de relación: localización, orden y orientación en un espacio, secuencia en el tiempo, transmutación, etc. También se da la combinación de varias de ellas.
  7. Uso de la metáfora (Ej.: identificación en diversas formas entre plantas y seres humanos).

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