Las formas de la supremacía oceánica
El proceso de relaciones marítimas entre continentes iniciado y desarrollado en el transcurso del siglo XVI, se intensificó en el XVII. No todas las flotas se incrementaron igual, los armamentos navales conocieron un clarísimo ascenso, se distinguieron sobre los demás los ingleses y los holandeses. El tonelaje mercantil de Inglaterra era de 70000 Tm. en 1582, Holanda con sus 570000 Tm. en 1670 superaba ampliamente a Inglaterra, Francia, Escocia, Alemania, España y Portugal juntas, así Ámsterdam superó a Lisboa también como centro de la publicación de mapas, atlas y manuales de navegación. La proyección cartográfica de Mercator (1569) y perfeccionada por Wrigt (1590) se hizo de uso casi normal a partir de 1630.
El curso de la historia se estaba modificando gracias a las nuevas orientaciones de los tráficos con repercusiones tanto fuera del continente como en el interior. En la ocupación territorial Europa controlará hacia el 1700 cuatro millones de km2. El orgullo del europeo se estaba desarrollando cada vez más frente a los pueblos de ultramar, aunque los objetivos de la conquista religiosa no habían desaparecido, habían cedido rápidamente el primer puesto a los económicos, ya en transcurso del siglo XVI. Ya desde los siglos XV y XVI los europeos se habían aproximado a otros pueblos con desenvuelta superioridad, como si los que no eran cristianos estuvieran desprovistos de auténticos derechos sobre el suelo que ocupaban y sobre los productos que éste ofrecía.
De 1533 en adelante el rey de Portugal concedió a sus nobles las capitanías hereditarias en Brasil. Ya en el XVII, los distintos gobiernos concedían siempre la soberanía feudal a las compañías privilegiadas, que se comprometían a cumplir sus obligaciones de vasallos. En 1606 Jacobo I cedió a los socios de la Virginia Company la plena propiedad de las tierras que hubiera descubierto; en 1628 Luis XIII asignó el Canadá a la Compagnie Française des Indes Orientales. De este modo el aspecto de varias áreas de ultramar, sobre todo costeras, era remodelado según la pauta de los usos y de los modelos de vida vigentes en Europa. La relación de dominio más exportada fue la señorial dado que se trataba de ocupación del suelo y de aprovechamiento de sus recursos. Para los estados, la expansión oceánica representó un factor de consolidación y se tradujo en una reorganización administrativa.
Una particular relevancia asumieron en el siglo XVII las relaciones entre los gobiernos y las compañías monopolistas que dependían de ellos. El desarrollo del aparato estatal les llevó a intervenciones directas en sus operaciones de ultramar y los estimuló para recuperar los derechos que al principio habían sido cedidos a las compañías, con el objetivo de someterlas a las leyes válidas para todo los súbditos, así se verificaron desacuerdos entre las compañías y los gobiernos. Los estados se interesaron de valerse de los privilegios que habían concedido para pasar a la gestión directa de las colonias y hacer de ellas las bases de auténticos imperios, llegaron a enfrentarse con los colonos, cada vez menos dispuestos a sacrificarse por las exigencias de los intereses de los grupos económicos de la madre patria, se pasó, en poco tiempo, de la expoliación o de la explotación epidérmica al de la valoración autónoma de los recursos de ultramar, surgiendo así las contradicciones del sistema colonial. La primera solución fue la de las compañías comerciales, ala que ya se había recurrido para los tráficos con el este europeo o el Levante.
Existieron compañías efímeras y otras más seculares, con radio de acción solo regional o bien mundial, algunas se hicieron así prósperas (como las de las Indias Orientales holandesas, británicas y francesas) hasta el punto de poder moverse como potencias autónomas y constituir un estado dentro del estado. Se entraba en ellas por derecho hereditario o por el pago de una cuota o bien al término de un periodo de aprendizaje. Las compañías que sólo admitían a comerciantes cualificados se distinguían de las que aceptaban a cualquiera que invirtiese su dinero, las primeras se caracterizaban por sus estatutos y las segundas por el modo de invertir el capital. Cada socio utilizaba sus fondos como caja común para cada viaje: al regreso, los intereses eran divididos. Las compañías que operaban en lugares geográficamente dispersos nombraron gobernadores locales, sometidos de diferentes modos a la dirección central. Cualquier representante quedaba libre para poder negociar personalmente, fuera del ámbito de la compañía, y por ello podía llegar a convertirse en el competidor más temible.
Europa utilizaba en su expansión oceánica los instrumentos más perfeccionados de su técnica naval y militar, de su organización social y económica, aunque no podía dejar de tropezar con dificultades que no eran sólo materiales o exteriores, en muchos casos, se encontraban con poblaciones de distinta mentalidad y con las que era muy difícil comerciar. Otra dificultad era la escasa disponibilidad de mano de obra, las compañías tuvieron que recurrir frecuentemente al reclutamiento de colonos europeos, muchos braceros eran contratados por periodos que oscilaban entre un año y medio y tres años. Sin embargo, la fuente más abundante de fuerza de trabajo fue la esclavitud y el empleo servil de los negros, sin los cuales no habrían sido posibles ciertos cultivos rentables. El tráfico de esclavos se convirtió en uno de los principales instrumentos de la colonización atlántica. Fernando el Católico lo promovió y desde 1510 ordenó en la Casa de Contratación organizar el abastecimiento de mano de obra negra para las minas americanas. Como los negros se encontraban en las esfera de competencia lusitana, fueron éstos los que dominaron ese comercio tanto en dirección a las colonias españolas como a las propias. Los negros fueron llevados también a Brasil desde 1525. en el siglo XVII su tráfico pasó en gran parte a manos de los holandeses, que organizaron regulares y numerosos cargamentos desde la Costa de Oro. Este tráfico fue intenso desde 1640 hasta 1700. en la segunda mitad del siglo lo practicaron también los franceses, desde 1673 con la Compañía del Senegal y desde 1685 con la Compañía de Guinea. Más activamente los ingleses desde 1663 cuya Royal African Company vendió 90000 esclavos entre 1671 y 1711. ninguna profesión cristiana se opuso a ese comercio, ni siquiera la calvinista, sus teólogos sostuvieron que eso era justificable porque los negros tenían que ser catequizados y no vendidos a españoles o portugueses.
Los holandeses
Recién llegados a los océanos se convirtieron bien pronto en auténticos dominadores de las rutas del Atlántico y sobre todo del Índico. Tradicionales y expertos pescadores de arenque en el mar del Norte y principales intermediarios del comercio báltico, constituyeron la gran revelación marinera del siglo XVII. Sus puntos de referencia consistieron en una dúctil capacidad de iniciativa, en una flota en rápido ascenso y sumamente competitiva y en hacerse insustituibles como intermediarios comerciales. Los constructores navales holandeses se distinguieron por su pericia y por el sentido de la economía en el uso de los materiales para la construcción. Sus astilleros tenían un precio inferior en un 40-50 % a los ingleses. Sin innovaciones revolucionarias siguieron a la cabeza de la proyección de mercantes de línea simple, de flotación segura y de mejor aprovechamiento del espacio, fue una producción sistemática y a gran escala.
Las innovaciones más destacadas fueron las aportadas al diseño del casco, el amplio uso de cabrestantes y aparejos que permitían economizar la mano de obra. La nave de tres palos transoceánica iba provista de velas cuadras a proa y de una vela mesana latina en el palo mayor.
El comercio de especias que supieron organizar provechosamente, representó le precioso complemento de sus comercios bálticos, para éstos y para el mar del Norte construyeron una nueva embarcación, el fluyt, provisto de pocos cañones para disminuir gastos de tripulación y armamento, tenía una sección panzuda, fondo casi plano y una longitud de cuatro a seis veces mayor que su anchura máxima: la proa era chata y la popa redondeada, oscilaba entre las 200 y 500 Tm. y dominó durante el siglo XVII el comercio de la Europa septentrional, debido también a su precio.
Amberes fue el gran emporio del siglo XVI, tanto de las especias como del comercio internacional, no fue centro de astilleros importantes y por eso dependía de las marinas extranjeras. Tras producirse la revuelta antiespañola a la flota de las Provincias Unidas les fue fácil su bloqueo. Durante la primera mitad del XVII, entre la tregua de los Doce Años y la guerra siguiente el bloque fue eficazmente mantenido, esto produjo que Ámsterdam se fuese haciendo con el comercio en detrimento de Amberes, donde siguió existiendo el tráfico fluvial con el interior del país.
Los holandeses se lanzaron al océano por motivos coyunturales. Al disminuir la afluencia de la sal portuguesa por su conflicto con España, a partir de 1598 empezaron a aprovechar los inmensos yacimientos de Venezuela, ya que este producto era imprescindible para la conservación del pescado. A parte ampliaron el mercado de intercambio con diferentes productos, así en 1621 se llegó a la constitución oficial de una Compañía de las Indias Occidentales, lo que se intentaba era la creación de colonias en el continente americano afín de conseguir productos de venta segura en Europa. Se establecieron en diversas zonas y bastante distantes unas de otras, desde Brasil hasta Guayana, desde el Curaçao hasta la desembocadura del Hudson, tras sus huellas llegaron los ingleses y los franceses. Su colonia más importante fue Nueva Holanda que contaba con 2000 hombres en 1635 y con 10000 diez años más tarde. Su capital Nueva Ámsterdam , se convirtió enel centro de un intenso tráfico de pieles de castor, pero en 1644, por el conflicto con los ingleses tuvieron que cederla y se rebautizó con el nombre de Nueva York. Aún así la marina holandesa siguió ocupando un puesto de gran relieve en los comercios atlánticos.
Las mayores fortunas holandesas, sin embargo, se realizaron en Asia, varias compañías había dirigido sus naves por la ruta de la seda hasta las islas de la Sonda, en 1600 el número de barcos holandeses era ya igual al de los portugueses y diez años más tarde lo habían cuatriplicado. Supieron viajar con productos manufacturados para utilizarlos como mercancías aptas para el cambio por otras. Buscaron un paso hacia oriente que los sustrajese al fuerte estorbo de los vientos estacionales y así tras varios avatares encontraron en el sur el mar de Java a través del estrecho de la Sonda, siguiendo una ruta practicable durante todo el año, así evitaron la vía del mar Rojo y del Golfo Pérsico y minaron la función del emporio de Goa. En Yakarta, Jan Pieterszoon Coen fundó la plaza fortificada de Batavia. No renunciaron a los tráficos con Persia, ofreciendo tejidos y armas de fuego y consiguieron hacer confluir en Batavia notables cantidades de seda y tapices.
En 1602 se fundó la Gran Compañía Holandesa de las Indias Orientales y desde el principio asumió los caracteres de máximo ente semipúblico, de hecho independiente en cualquier otro campo, dispuso, también desde el comienzo de un capital de cerca de seis millones y medio de florines, de más dinero y naves que sus rivales portugueses e ingleses juntos. La componían seis cámaras distintas: sólo la de Ámsterdam poseía la mitad de los títulos, cada una era autónoma, empleaba sus propias embarcaciones, escogía hombres y mercancías y vendía los productos al regreso. Inicialmente cada socio podía retirar su propio capital y sus interese sin dificultad, pero desde 1612 en adelante, la Compañía rechazó efectuar reembolsos y desde 1623 los propietarios de pequeñas cuotas perdieron todo poder efectivo y los titulares de grandes inversiones vieron como se les reconocía estatutariamente una posición dominante. Hacia mediados del siglo XVII, los Estados generales renunciaron al derecho de aprobar el nombramiento del gobernador general de la Compañía en Asia. Ésta mantuvo el monopolio del comercio de Extremo oriente en el estrecho de Magallanes, con facultad de declarar la guerra y concertar la paz, de estipular alianzas y ocupar cualquier territorio.
Los holandeses evitaron comprometerse en conquistas, se opusieron a una emigración de tipo colonial y evitaron mezclarse con los indígenas. Su única instalación agrícola fue en Ciudad del Cabo, a partir de 1652, en la ruta de las especias. El objetivo de la Compañía Holandesa fue dominar los comercios y controlar la producción. En 1670 tenía un centenar de naves de 600 Tm. en servicio. A principios de siglo, los puntos neurálgicos del sudeste asiático cayeron en sus manos: Amboina en 1605, Molucas en 1609, el enfrentamiento con los ingleses se resolvió a su favor y los fue expulsando sucesivamente de Yakarta, Banda, Amboina y la Molucas entre 1620 y 1630. en 1641 tomaron también la base de Malaca y otras plazas lusitanas en Ceilán y la India meridional. En cambio, no lograron expulsarlos de Macao ni impedir que éste irradiase mercancías hacia Manila, India e Europa.
La verdadera fuente de la riqueza holandesa siguió estando en Indonesia, donde la Compañía se comportaba casi como un soberano feudal con respecto a los príncipes locales, los apoyaba militarmente y controlaba de manera férrea la producción, lo que se traducía en una serie de medidas colonialistas. Cuando la cantidad producida superaba la demanda, el excedente se destruía y los cultivos fueron concentrados en determinados territorios. De 1680 en adelante se instituyó un cuerpo de supervisores, responsables de las cosechas en las diversas zonas. Exigían también prestaciones personales de trabajo por parte de los indígenas. Los precios de las especias eran fijados para unos cuantos años, vinculados con entregas obligatorias, y en condiciones favorables para ellos.
Ingleses y Franceses
Entre los europeos que se lanzaron al comercio trasnsoceánico es preciso no silenciar a los daneses y a los suecos quienes también tuvieron sus Compañías de las Islas Orientales.
La lado de la flota holandesa se desarrollaron en particular la inglesa y la francesa, mientras la holandesa optó por el carácter mercante, la inglesa conservó el tipo de embarcación armada, existió una ósmosis entre ambas marinas, a fines del siglo XVII, una cuarta parte, sino la tercera, de los navíos ingleses era de construcción holandesa. La flota británica de acrecentó en la segunda mitad del siglo llegando a las 260000 Tm. en el 1700. a partir de la mitad del siglo se hizo sentir la presencia inglesa y francesa más allá del océano, que hasta entonces la hostilidad con España y sus navíos les era más provechosa la guerra de corsarios.
La Compañía Inglesa de las Indias Orientales vio la luz al comienzo del siglo XVII, por una reacción de los mercados londinenses frente a un acaparamiento de las especias por parte de los holandeses, que había hecho doblar su precio en el mercado. Cada socio tenía derecho a un voto proporcional a sus inversiones. Los beneficios de esta Compañía fueron pronto notables, llegando al 250 % entre 1609 y 1613, y al 500 % en 1617. fue la verdadera heredera de los portugueses en la India e incluso los sustituyeron en Ormuz a partir de 1623. Su primer asentamiento fue en Pulicat (1609) cerca de Madrás, de la que apoderaron en 1643 y tenían un fuerte de 1639. la presencia inglesa en la India fue muy notable desde Surta (se habían instalado en 1612) hasta Masulipatam (1631). En 1634 estableció contacto con el Gran Mongol y fue autorizada para comerciar en Bengala, allí surgieron la factoría de Hooghly (1640) y Cassimbazar (1658). En 1641 agregaron Bombay y abrieron en la costa china las bases de Amoy y Fuzhou.
Los ingleses consideraron América septentrional como una tierra destinada a poblarse. En Virginia comenzó el cultivo de tabaco hacia 1610 y en la década siguiente era la principal abastecedora de ese producto para la madre patria, se acudió a la mano de obra africana. La segunda colonia fue la de Nueva Inglaterra en 1620, en 1629 Masachusetts y a continubación Providence, Connecticut, New Haven y Rhode Island, y en las cercanías de Virginia surgían Maryland y las dos Carolinas. La presencia inglesa fue diferente de la española y de la portuguesa en el resto del continente, en lugar de conquistadores, feudatarios o funcionarios fueron agricultores y comerciantes. El comercio con esas colonias constituía en la segunda mitad del siglo XVII casi un monopolio para la madre patria, que lo consideró como un sector fundamental de su riqueza.
No descuidaron las islas atlánticas, en 1602 habían ocupado el archipiélago de las Bermudas, en 1642 ocuparon Barbados (base principal de sus corsarios) y otras islas menores. La conquista de Jamaica les permitió combatir con los holandeses en el contrabando con la América española. En 1690, una sexta parte de la flota inglesa estaba dedicada las transacciones comerciales con América.
Gran potencia continental, Francia fue la última en dedicarse a las empresas transoceánicas. Su comercio gravitaba en parte en torno al tráfico mediterráneo y en parte por su poco interés por las aventuras de ultramar. En sus viajes americanos durante el siglo XVI se puede mencionar l’exploit de una compañía de barcos mercantes de Ruán, que desde 1595 sostuvo una guerra contra los portugueses de Brasil y se dedicó al comercio con Guinea y Angola. Desde 1604 se constituyó también la Compañía Francesa de las Indias Orientales, después de que una expedición llegara a Bantam (Java) en 1601. No obstante, a los inicios del siglo XVII, antes de Richelieu, no tenía el empuje que había caracterizado a Holanda e Inglaterra. Éste fue consciente de la necesidad de que el estado francés se hiciese promotor de la expansión en ultramar. Fundó en 1628 la Compañía de los Cien Socios y dio a Champlain un apoyo vigoroso. La energía de Richelieu logró resultados parciales, aunque no despreciables, como los asentamientos en Guayana, en las Antillas (1626) y en el río San Lorenzo (dónde fundaron Montreal en 1641). Tras la declaración de guerra a España (1635, la Compañía se apoderó de Guadalupe y de la Martinica.
En 1633, Richelieu había apoyado la fundación de otra Compañía para la explotación de Guinea, Senegal y Gambia y en 1634 y 1635 otras para operar en Mauritania y Sierra Leona. En 1642, los franceses de la Compañía de Oriente se apoderaron de Madagascar y fundaron Fort-Dauphin. Richelieu dio un impulso a la emigración a América y por consiguiente a la colonización, se enfrentó en Canadá con la resistencia de los iroqueses (1641-1666) u una segunda guerra entre 1682 y 1701.
Un nuevo impulso a la expansión francesa lo dio Colbert a partir de 1664 a través de numerosas compañías (sobre todo la de las Indias Orientales y la de las Indias Occidentales). El gobierno de Luis XIV participó en su fundación, reclutó sus socios, nombró sus directores, reunió los capitales necesarios y proporcionó las naves. El estado así, intentó realizar objetivos no solo económicos, sino también políticos y estratégicos. El explorador Cavalier de la Salle descendió el valle del río Mississippi y en su desembocadura fundo Luisiana en 1682.
Los contactos entre Europa y los demás continentes se ampliaron de modo muy notable durante el siglo XVII, a ello contribuyó también la nueva política de la Santa Sede, que en 1622 decidió crear un órgano para la coordinación de las misiones: la Congregación de Propaganda FIDE. Los nuevos vicariatos apostólicos empezaron a ser instituidos a partir de 1658, su presencia se hizo sentir particularmente en lugares como Siam, Tonkín y la Conchinchina. Los jesuitas que entraron en China en el siglo XVI fueron apreciados por sus conocimientos en astronomía y artillería y, en 1692 el emperador K’ang-hi de la dinastía manchú de los Tsing autorizó el ejercicio público de religión cristiana en todo el imperio. Aún así la penetración europea en ultramar seguía siendo bastante marginal, junto a Japón se le escapaba también la mayor parte de África negra y se le continuaba mostrando hostil el Norte de África.
Los europeos habían penetrado de modo parcial en los continentes, igual que en un océano como el Pacífico, cuyo control se les escapaba casi totalmente. Sin embargo hay que señalar la penetración Rusa en Asia, iniciada en el siglo XVI y que continuó en todo el siglo XVII, fueron los cosacos sus artífices que se extendieron cada vez hacia oriente en busca de pieles, haciendo retroceder poco a poco a los tártaros. El espacio siberiano fue progresivamente controlado por medio de la construcción de campamentos fortificados —ostrog—, donde el gobierno moscovita confinaba también a prisioneros políticos o a presos de derecho común, de estos campamentos surgieron poco a poco las ciudades: Ienisseisk en 1618, Krasnoiarsk en 1628, Iakustsk en 1632. una vez alcanzado el río Lena la penetración se efectuó tanto hacia en norte como hacia el sur en dirección al Baikal. En 1665 los cosacos llegaron al valle del Amur y fundaron Javaroska, aproximándose a la zona controlada por el soberano de Pekín y se enfrentaron sus tropas en 1685. El tratado de Nertchinsk delimitó la frontera a lo largo del río Amur, fueron intermediarios los jesuitas, dado que cada contendiente ignoraba la lengua de su adversario.
El proceso de relaciones marítimas entre continentes iniciado y desarrollado en el transcurso del siglo XVI, se intensificó en el XVII. No todas las flotas se incrementaron igual, los armamentos navales conocieron un clarísimo ascenso, se distinguieron sobre los demás los ingleses y los holandeses. El tonelaje mercantil de Inglaterra era de 70000 Tm. en 1582, Holanda con sus 570000 Tm. en 1670 superaba ampliamente a Inglaterra, Francia, Escocia, Alemania, España y Portugal juntas, así Ámsterdam superó a Lisboa también como centro de la publicación de mapas, atlas y manuales de navegación. La proyección cartográfica de Mercator (1569) y perfeccionada por Wrigt (1590) se hizo de uso casi normal a partir de 1630.
El curso de la historia se estaba modificando gracias a las nuevas orientaciones de los tráficos con repercusiones tanto fuera del continente como en el interior. En la ocupación territorial Europa controlará hacia el 1700 cuatro millones de km2. El orgullo del europeo se estaba desarrollando cada vez más frente a los pueblos de ultramar, aunque los objetivos de la conquista religiosa no habían desaparecido, habían cedido rápidamente el primer puesto a los económicos, ya en transcurso del siglo XVI. Ya desde los siglos XV y XVI los europeos se habían aproximado a otros pueblos con desenvuelta superioridad, como si los que no eran cristianos estuvieran desprovistos de auténticos derechos sobre el suelo que ocupaban y sobre los productos que éste ofrecía.
De 1533 en adelante el rey de Portugal concedió a sus nobles las capitanías hereditarias en Brasil. Ya en el XVII, los distintos gobiernos concedían siempre la soberanía feudal a las compañías privilegiadas, que se comprometían a cumplir sus obligaciones de vasallos. En 1606 Jacobo I cedió a los socios de la Virginia Company la plena propiedad de las tierras que hubiera descubierto; en 1628 Luis XIII asignó el Canadá a la Compagnie Française des Indes Orientales. De este modo el aspecto de varias áreas de ultramar, sobre todo costeras, era remodelado según la pauta de los usos y de los modelos de vida vigentes en Europa. La relación de dominio más exportada fue la señorial dado que se trataba de ocupación del suelo y de aprovechamiento de sus recursos. Para los estados, la expansión oceánica representó un factor de consolidación y se tradujo en una reorganización administrativa.
Una particular relevancia asumieron en el siglo XVII las relaciones entre los gobiernos y las compañías monopolistas que dependían de ellos. El desarrollo del aparato estatal les llevó a intervenciones directas en sus operaciones de ultramar y los estimuló para recuperar los derechos que al principio habían sido cedidos a las compañías, con el objetivo de someterlas a las leyes válidas para todo los súbditos, así se verificaron desacuerdos entre las compañías y los gobiernos. Los estados se interesaron de valerse de los privilegios que habían concedido para pasar a la gestión directa de las colonias y hacer de ellas las bases de auténticos imperios, llegaron a enfrentarse con los colonos, cada vez menos dispuestos a sacrificarse por las exigencias de los intereses de los grupos económicos de la madre patria, se pasó, en poco tiempo, de la expoliación o de la explotación epidérmica al de la valoración autónoma de los recursos de ultramar, surgiendo así las contradicciones del sistema colonial. La primera solución fue la de las compañías comerciales, ala que ya se había recurrido para los tráficos con el este europeo o el Levante.
Existieron compañías efímeras y otras más seculares, con radio de acción solo regional o bien mundial, algunas se hicieron así prósperas (como las de las Indias Orientales holandesas, británicas y francesas) hasta el punto de poder moverse como potencias autónomas y constituir un estado dentro del estado. Se entraba en ellas por derecho hereditario o por el pago de una cuota o bien al término de un periodo de aprendizaje. Las compañías que sólo admitían a comerciantes cualificados se distinguían de las que aceptaban a cualquiera que invirtiese su dinero, las primeras se caracterizaban por sus estatutos y las segundas por el modo de invertir el capital. Cada socio utilizaba sus fondos como caja común para cada viaje: al regreso, los intereses eran divididos. Las compañías que operaban en lugares geográficamente dispersos nombraron gobernadores locales, sometidos de diferentes modos a la dirección central. Cualquier representante quedaba libre para poder negociar personalmente, fuera del ámbito de la compañía, y por ello podía llegar a convertirse en el competidor más temible.
Europa utilizaba en su expansión oceánica los instrumentos más perfeccionados de su técnica naval y militar, de su organización social y económica, aunque no podía dejar de tropezar con dificultades que no eran sólo materiales o exteriores, en muchos casos, se encontraban con poblaciones de distinta mentalidad y con las que era muy difícil comerciar. Otra dificultad era la escasa disponibilidad de mano de obra, las compañías tuvieron que recurrir frecuentemente al reclutamiento de colonos europeos, muchos braceros eran contratados por periodos que oscilaban entre un año y medio y tres años. Sin embargo, la fuente más abundante de fuerza de trabajo fue la esclavitud y el empleo servil de los negros, sin los cuales no habrían sido posibles ciertos cultivos rentables. El tráfico de esclavos se convirtió en uno de los principales instrumentos de la colonización atlántica. Fernando el Católico lo promovió y desde 1510 ordenó en la Casa de Contratación organizar el abastecimiento de mano de obra negra para las minas americanas. Como los negros se encontraban en las esfera de competencia lusitana, fueron éstos los que dominaron ese comercio tanto en dirección a las colonias españolas como a las propias. Los negros fueron llevados también a Brasil desde 1525. en el siglo XVII su tráfico pasó en gran parte a manos de los holandeses, que organizaron regulares y numerosos cargamentos desde la Costa de Oro. Este tráfico fue intenso desde 1640 hasta 1700. en la segunda mitad del siglo lo practicaron también los franceses, desde 1673 con la Compañía del Senegal y desde 1685 con la Compañía de Guinea. Más activamente los ingleses desde 1663 cuya Royal African Company vendió 90000 esclavos entre 1671 y 1711. ninguna profesión cristiana se opuso a ese comercio, ni siquiera la calvinista, sus teólogos sostuvieron que eso era justificable porque los negros tenían que ser catequizados y no vendidos a españoles o portugueses.
Los holandeses
Recién llegados a los océanos se convirtieron bien pronto en auténticos dominadores de las rutas del Atlántico y sobre todo del Índico. Tradicionales y expertos pescadores de arenque en el mar del Norte y principales intermediarios del comercio báltico, constituyeron la gran revelación marinera del siglo XVII. Sus puntos de referencia consistieron en una dúctil capacidad de iniciativa, en una flota en rápido ascenso y sumamente competitiva y en hacerse insustituibles como intermediarios comerciales. Los constructores navales holandeses se distinguieron por su pericia y por el sentido de la economía en el uso de los materiales para la construcción. Sus astilleros tenían un precio inferior en un 40-50 % a los ingleses. Sin innovaciones revolucionarias siguieron a la cabeza de la proyección de mercantes de línea simple, de flotación segura y de mejor aprovechamiento del espacio, fue una producción sistemática y a gran escala.
Las innovaciones más destacadas fueron las aportadas al diseño del casco, el amplio uso de cabrestantes y aparejos que permitían economizar la mano de obra. La nave de tres palos transoceánica iba provista de velas cuadras a proa y de una vela mesana latina en el palo mayor.
El comercio de especias que supieron organizar provechosamente, representó le precioso complemento de sus comercios bálticos, para éstos y para el mar del Norte construyeron una nueva embarcación, el fluyt, provisto de pocos cañones para disminuir gastos de tripulación y armamento, tenía una sección panzuda, fondo casi plano y una longitud de cuatro a seis veces mayor que su anchura máxima: la proa era chata y la popa redondeada, oscilaba entre las 200 y 500 Tm. y dominó durante el siglo XVII el comercio de la Europa septentrional, debido también a su precio.
Amberes fue el gran emporio del siglo XVI, tanto de las especias como del comercio internacional, no fue centro de astilleros importantes y por eso dependía de las marinas extranjeras. Tras producirse la revuelta antiespañola a la flota de las Provincias Unidas les fue fácil su bloqueo. Durante la primera mitad del XVII, entre la tregua de los Doce Años y la guerra siguiente el bloque fue eficazmente mantenido, esto produjo que Ámsterdam se fuese haciendo con el comercio en detrimento de Amberes, donde siguió existiendo el tráfico fluvial con el interior del país.
Los holandeses se lanzaron al océano por motivos coyunturales. Al disminuir la afluencia de la sal portuguesa por su conflicto con España, a partir de 1598 empezaron a aprovechar los inmensos yacimientos de Venezuela, ya que este producto era imprescindible para la conservación del pescado. A parte ampliaron el mercado de intercambio con diferentes productos, así en 1621 se llegó a la constitución oficial de una Compañía de las Indias Occidentales, lo que se intentaba era la creación de colonias en el continente americano afín de conseguir productos de venta segura en Europa. Se establecieron en diversas zonas y bastante distantes unas de otras, desde Brasil hasta Guayana, desde el Curaçao hasta la desembocadura del Hudson, tras sus huellas llegaron los ingleses y los franceses. Su colonia más importante fue Nueva Holanda que contaba con 2000 hombres en 1635 y con 10000 diez años más tarde. Su capital Nueva Ámsterdam , se convirtió enel centro de un intenso tráfico de pieles de castor, pero en 1644, por el conflicto con los ingleses tuvieron que cederla y se rebautizó con el nombre de Nueva York. Aún así la marina holandesa siguió ocupando un puesto de gran relieve en los comercios atlánticos.
Las mayores fortunas holandesas, sin embargo, se realizaron en Asia, varias compañías había dirigido sus naves por la ruta de la seda hasta las islas de la Sonda, en 1600 el número de barcos holandeses era ya igual al de los portugueses y diez años más tarde lo habían cuatriplicado. Supieron viajar con productos manufacturados para utilizarlos como mercancías aptas para el cambio por otras. Buscaron un paso hacia oriente que los sustrajese al fuerte estorbo de los vientos estacionales y así tras varios avatares encontraron en el sur el mar de Java a través del estrecho de la Sonda, siguiendo una ruta practicable durante todo el año, así evitaron la vía del mar Rojo y del Golfo Pérsico y minaron la función del emporio de Goa. En Yakarta, Jan Pieterszoon Coen fundó la plaza fortificada de Batavia. No renunciaron a los tráficos con Persia, ofreciendo tejidos y armas de fuego y consiguieron hacer confluir en Batavia notables cantidades de seda y tapices.
En 1602 se fundó la Gran Compañía Holandesa de las Indias Orientales y desde el principio asumió los caracteres de máximo ente semipúblico, de hecho independiente en cualquier otro campo, dispuso, también desde el comienzo de un capital de cerca de seis millones y medio de florines, de más dinero y naves que sus rivales portugueses e ingleses juntos. La componían seis cámaras distintas: sólo la de Ámsterdam poseía la mitad de los títulos, cada una era autónoma, empleaba sus propias embarcaciones, escogía hombres y mercancías y vendía los productos al regreso. Inicialmente cada socio podía retirar su propio capital y sus interese sin dificultad, pero desde 1612 en adelante, la Compañía rechazó efectuar reembolsos y desde 1623 los propietarios de pequeñas cuotas perdieron todo poder efectivo y los titulares de grandes inversiones vieron como se les reconocía estatutariamente una posición dominante. Hacia mediados del siglo XVII, los Estados generales renunciaron al derecho de aprobar el nombramiento del gobernador general de la Compañía en Asia. Ésta mantuvo el monopolio del comercio de Extremo oriente en el estrecho de Magallanes, con facultad de declarar la guerra y concertar la paz, de estipular alianzas y ocupar cualquier territorio.
Los holandeses evitaron comprometerse en conquistas, se opusieron a una emigración de tipo colonial y evitaron mezclarse con los indígenas. Su única instalación agrícola fue en Ciudad del Cabo, a partir de 1652, en la ruta de las especias. El objetivo de la Compañía Holandesa fue dominar los comercios y controlar la producción. En 1670 tenía un centenar de naves de 600 Tm. en servicio. A principios de siglo, los puntos neurálgicos del sudeste asiático cayeron en sus manos: Amboina en 1605, Molucas en 1609, el enfrentamiento con los ingleses se resolvió a su favor y los fue expulsando sucesivamente de Yakarta, Banda, Amboina y la Molucas entre 1620 y 1630. en 1641 tomaron también la base de Malaca y otras plazas lusitanas en Ceilán y la India meridional. En cambio, no lograron expulsarlos de Macao ni impedir que éste irradiase mercancías hacia Manila, India e Europa.
La verdadera fuente de la riqueza holandesa siguió estando en Indonesia, donde la Compañía se comportaba casi como un soberano feudal con respecto a los príncipes locales, los apoyaba militarmente y controlaba de manera férrea la producción, lo que se traducía en una serie de medidas colonialistas. Cuando la cantidad producida superaba la demanda, el excedente se destruía y los cultivos fueron concentrados en determinados territorios. De 1680 en adelante se instituyó un cuerpo de supervisores, responsables de las cosechas en las diversas zonas. Exigían también prestaciones personales de trabajo por parte de los indígenas. Los precios de las especias eran fijados para unos cuantos años, vinculados con entregas obligatorias, y en condiciones favorables para ellos.
Ingleses y Franceses
Entre los europeos que se lanzaron al comercio trasnsoceánico es preciso no silenciar a los daneses y a los suecos quienes también tuvieron sus Compañías de las Islas Orientales.
La lado de la flota holandesa se desarrollaron en particular la inglesa y la francesa, mientras la holandesa optó por el carácter mercante, la inglesa conservó el tipo de embarcación armada, existió una ósmosis entre ambas marinas, a fines del siglo XVII, una cuarta parte, sino la tercera, de los navíos ingleses era de construcción holandesa. La flota británica de acrecentó en la segunda mitad del siglo llegando a las 260000 Tm. en el 1700. a partir de la mitad del siglo se hizo sentir la presencia inglesa y francesa más allá del océano, que hasta entonces la hostilidad con España y sus navíos les era más provechosa la guerra de corsarios.
La Compañía Inglesa de las Indias Orientales vio la luz al comienzo del siglo XVII, por una reacción de los mercados londinenses frente a un acaparamiento de las especias por parte de los holandeses, que había hecho doblar su precio en el mercado. Cada socio tenía derecho a un voto proporcional a sus inversiones. Los beneficios de esta Compañía fueron pronto notables, llegando al 250 % entre 1609 y 1613, y al 500 % en 1617. fue la verdadera heredera de los portugueses en la India e incluso los sustituyeron en Ormuz a partir de 1623. Su primer asentamiento fue en Pulicat (1609) cerca de Madrás, de la que apoderaron en 1643 y tenían un fuerte de 1639. la presencia inglesa en la India fue muy notable desde Surta (se habían instalado en 1612) hasta Masulipatam (1631). En 1634 estableció contacto con el Gran Mongol y fue autorizada para comerciar en Bengala, allí surgieron la factoría de Hooghly (1640) y Cassimbazar (1658). En 1641 agregaron Bombay y abrieron en la costa china las bases de Amoy y Fuzhou.
Los ingleses consideraron América septentrional como una tierra destinada a poblarse. En Virginia comenzó el cultivo de tabaco hacia 1610 y en la década siguiente era la principal abastecedora de ese producto para la madre patria, se acudió a la mano de obra africana. La segunda colonia fue la de Nueva Inglaterra en 1620, en 1629 Masachusetts y a continubación Providence, Connecticut, New Haven y Rhode Island, y en las cercanías de Virginia surgían Maryland y las dos Carolinas. La presencia inglesa fue diferente de la española y de la portuguesa en el resto del continente, en lugar de conquistadores, feudatarios o funcionarios fueron agricultores y comerciantes. El comercio con esas colonias constituía en la segunda mitad del siglo XVII casi un monopolio para la madre patria, que lo consideró como un sector fundamental de su riqueza.
No descuidaron las islas atlánticas, en 1602 habían ocupado el archipiélago de las Bermudas, en 1642 ocuparon Barbados (base principal de sus corsarios) y otras islas menores. La conquista de Jamaica les permitió combatir con los holandeses en el contrabando con la América española. En 1690, una sexta parte de la flota inglesa estaba dedicada las transacciones comerciales con América.
Gran potencia continental, Francia fue la última en dedicarse a las empresas transoceánicas. Su comercio gravitaba en parte en torno al tráfico mediterráneo y en parte por su poco interés por las aventuras de ultramar. En sus viajes americanos durante el siglo XVI se puede mencionar l’exploit de una compañía de barcos mercantes de Ruán, que desde 1595 sostuvo una guerra contra los portugueses de Brasil y se dedicó al comercio con Guinea y Angola. Desde 1604 se constituyó también la Compañía Francesa de las Indias Orientales, después de que una expedición llegara a Bantam (Java) en 1601. No obstante, a los inicios del siglo XVII, antes de Richelieu, no tenía el empuje que había caracterizado a Holanda e Inglaterra. Éste fue consciente de la necesidad de que el estado francés se hiciese promotor de la expansión en ultramar. Fundó en 1628 la Compañía de los Cien Socios y dio a Champlain un apoyo vigoroso. La energía de Richelieu logró resultados parciales, aunque no despreciables, como los asentamientos en Guayana, en las Antillas (1626) y en el río San Lorenzo (dónde fundaron Montreal en 1641). Tras la declaración de guerra a España (1635, la Compañía se apoderó de Guadalupe y de la Martinica.
En 1633, Richelieu había apoyado la fundación de otra Compañía para la explotación de Guinea, Senegal y Gambia y en 1634 y 1635 otras para operar en Mauritania y Sierra Leona. En 1642, los franceses de la Compañía de Oriente se apoderaron de Madagascar y fundaron Fort-Dauphin. Richelieu dio un impulso a la emigración a América y por consiguiente a la colonización, se enfrentó en Canadá con la resistencia de los iroqueses (1641-1666) u una segunda guerra entre 1682 y 1701.
Un nuevo impulso a la expansión francesa lo dio Colbert a partir de 1664 a través de numerosas compañías (sobre todo la de las Indias Orientales y la de las Indias Occidentales). El gobierno de Luis XIV participó en su fundación, reclutó sus socios, nombró sus directores, reunió los capitales necesarios y proporcionó las naves. El estado así, intentó realizar objetivos no solo económicos, sino también políticos y estratégicos. El explorador Cavalier de la Salle descendió el valle del río Mississippi y en su desembocadura fundo Luisiana en 1682.
Los contactos entre Europa y los demás continentes se ampliaron de modo muy notable durante el siglo XVII, a ello contribuyó también la nueva política de la Santa Sede, que en 1622 decidió crear un órgano para la coordinación de las misiones: la Congregación de Propaganda FIDE. Los nuevos vicariatos apostólicos empezaron a ser instituidos a partir de 1658, su presencia se hizo sentir particularmente en lugares como Siam, Tonkín y la Conchinchina. Los jesuitas que entraron en China en el siglo XVI fueron apreciados por sus conocimientos en astronomía y artillería y, en 1692 el emperador K’ang-hi de la dinastía manchú de los Tsing autorizó el ejercicio público de religión cristiana en todo el imperio. Aún así la penetración europea en ultramar seguía siendo bastante marginal, junto a Japón se le escapaba también la mayor parte de África negra y se le continuaba mostrando hostil el Norte de África.
Los europeos habían penetrado de modo parcial en los continentes, igual que en un océano como el Pacífico, cuyo control se les escapaba casi totalmente. Sin embargo hay que señalar la penetración Rusa en Asia, iniciada en el siglo XVI y que continuó en todo el siglo XVII, fueron los cosacos sus artífices que se extendieron cada vez hacia oriente en busca de pieles, haciendo retroceder poco a poco a los tártaros. El espacio siberiano fue progresivamente controlado por medio de la construcción de campamentos fortificados —ostrog—, donde el gobierno moscovita confinaba también a prisioneros políticos o a presos de derecho común, de estos campamentos surgieron poco a poco las ciudades: Ienisseisk en 1618, Krasnoiarsk en 1628, Iakustsk en 1632. una vez alcanzado el río Lena la penetración se efectuó tanto hacia en norte como hacia el sur en dirección al Baikal. En 1665 los cosacos llegaron al valle del Amur y fundaron Javaroska, aproximándose a la zona controlada por el soberano de Pekín y se enfrentaron sus tropas en 1685. El tratado de Nertchinsk delimitó la frontera a lo largo del río Amur, fueron intermediarios los jesuitas, dado que cada contendiente ignoraba la lengua de su adversario.
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