Cerámica de bandas (Danubiano I)
Desde mediados del V milenio las tierras bajas de Europa Central conocieron una civilización neolítica que se caracteriza por una gran uniformidad de su cultura material. El elemento más representativo es la cerámica de bandas, que debió extenderse con gran rapidez por un amplio territorio, pues se conoce desde Budapest hasta los Países Bajos y Francia desde el 4500 a.C. Existen marcadas diferencias de tipo económico y religioso con el Neolítico balcánico, por lo que parece más un proceso lento de aculturación que de conquista en esta etapa, que para G. Childe mereció el nombre de Danubiano I.
Los hábitats son muy estereotipados (Bylany en Checoslovaquia, Köln-Lindenthal en Alemania y Geleen o Sittard en los Países Bajos), con poblados muy extensos que agrupan varias granjas en el interior de un recinto defendido por un terraplén, una empalizada y un foso. Las viviendas son rectangulares y enormes, construidas con postes de madera y ramaje, y constan de hábitat, cuadra y cobertizo. En Köln-Lindenthal no todas las viviendas eran contemporáneas, sino con distintas fases ocupacionales en función de ciertos condicionamientos económicos. En Geleen y Sittard existe la impresión de que sus ocupaciones fueron largas y menos interrumpidas.
La economía se basaba en la práctica de cultivos rotatorios de agricultura itinerante, con abandono periódico de los campos conforme se agota su fertilidad, y cultivos de centeno, cebada, trigo guisantes y lentejas. Destaca el uso de azadas y palos cavadores. La agricultura itinerante y la posibilidad de que las casas tan grandes cobijaran a más de una familia son las características que mejor definen a las gentes de la cerámica de bandas. También tiene gran importancia la ganadería, de cabra, oveja y en especial de buey (sobre el que posiblemente se realizaran cruces intencionados con Bos salvaje). En Alemania casi todos los restos de bóvidos corresponden a animales adultos, lo que parece indicar que los añojos no se consumieron como carne. Ciertos rasgos parecen denotar prácticas de castración entre algunos individuos, bien para conseguir animales de engorde, bien para incrementar su docilidad.
El mejor distintivo de este grupo cultural es la cerámica, en la que privan las formas muy simples, como cuencos y recipientes esféricos, y cuyas superficies se decoran con cintas o bandas formando meandros y espirales. En un principio la técnica utilizada es la incisión (cerámica linear), para progresivamente aparecer el puntillado. En la zona oriental, en época tardía, aparecen bandas pintadas monocromas. Existen también hoces y hachas pulimentadas, así como algunos materiales exóticos (conchas mediterráneas, marfil africano) que ponen de relieve las redes comerciales.
Tienen precario conocimiento de las necrópolis. Los enterramientos están próximos a los hábitats y nunca en grandes cementerios. Suelen estar en fosas individuales, en posición contraída y con pobrísimos ajuares.
Danubiano II
Es difícil precisar el inicio de esta fase, que significará una notable diversificación cultural. Tal vez desde los inicios del IV milenio se consolidarán los grupos puntillados en el extremo occidental; algo después surgirá entre el Elba y el Rhin la civilización de Roessen, con conexiones e influencias en el norte de Francia, Países Bajos y Suiza. En Hungría aparece el grupo de Tisza, con expansión. Las cerámicas pintadas se extiende por Austria, Bohemia, Silesia y Polonia, recibiendo al final la influencia del grupo servio de Vinça-Tordos, conociendo al final de su desarrollo (fase de Lengyel) adornos de cobre. Entre la desembocadura del Danubio y el Dniester prosigue la civilización de Tripolje (ahora Clásico Tripolje), con ciertos matices del Danubiano.
El círculo de Roessen, centrado en Turingia y Baviera, se caracteriza por un tipo de cerámica derivada de la de bandas puntilladas, con importantes novedades formales (vasos carenados) y decorativas, con la aparición de la técnica de Roessen, que consiste en una alineación de puntos impresos triangulares que originan un surco de fondo rugoso en el que se incrusta una pasta blanca para destacar el motivo.
Pese al cambio en las viviendas (ahora cuadradas y de dimensiones más reducidas que en el Danubiano I), se piensa que son las mismas gentes danubianas que hayan cambiado su tradicional forma de vida, abandonando las tierras bajas, instalando los poblados en pequeños promontorios y dedicándose casi exclusivamente a la ganadería.
Los ajuares se enriquecen, y en las tumbas se documentan brazaletes de mármol, cuentas de collar de hueso o nácar y puntas de sílex triangulares con base cóncava.
En el extremo occidental de la provincia Danubiana el influjo Roessen se dejará sentir, pero previamente se mantienen las decoraciones puntilladas de bandas incisas realizadas con punzón. Es la época del pointillé por excelencia de la región de París, Bajo Rhin y del Mosa, que prepara la aparición de los grupos neolíticos propiamente occidentales.
El Báltico
Desde finales del V milenio, algunos grupos epipaleolíticos, como Ertebölle, en la costa septentrional de Jutlandia (uno de los concheros más célebres del área nórdica) se benefician de los inventos neolíticos, fabricando cerámica y útiles de piedra pulimentada (hachas). Esta circunstancia, que supone el contacto con grupos neolíticos danubianos, da pie a que se haya considerado como un subneolítico.
Paralelamente a Ertëbolle existieron en el interior gentes productoras, los agricultores de Ellerbeck, a quienes algunos autores indican como los primeros neolíticos nórdicos, si bien otros autores son escépticos, pues los cereales encontrados podrían no ser productos estrictamente agrícolas, sino de crecimiento espontáneo.
La neolitización de Jutlandia, Scania y las orillas meridionales del Báltico no acaece hasta la aparición de los Trichterbecher (TRB) o Funnelneck Beaker (vasos de embudo) en la segunda mitad del IV milenio. Puede subdividirse en dos etapas, la primera (fases A-B) con tumbas planas individuales, y la segunda (C-D) en la que se pierde el enterramiento individual frente al impacto megalítico de enterramientos colectivos. Predominaba la economía agrícola cerealista, y con posterioridad se impuso la ganadería, especialmente con la introducción del cerdo.
Sobre la segunda etapa de la cultura TRB incidirá, desde la mitad del III milenio el pueblo oriental de la Corded Ware, que mantiene la tradición de las tumbas individuales y será responsable de la aparición de los primeros elementos metálicos en la región.
En el sur de Suecia, Dinamarca y orilla sur del Báltico, debido a la intempestividad del clima, no cuajaron las actividades neolíticas, perdurando durante este período y en las Edades del Metal una cultura de cazadores y pescadores heredera de los grupos epipaleolíticos maglemoisienses, que sólo excepcionalmente conocieron la cerámica.
Desde mediados del V milenio las tierras bajas de Europa Central conocieron una civilización neolítica que se caracteriza por una gran uniformidad de su cultura material. El elemento más representativo es la cerámica de bandas, que debió extenderse con gran rapidez por un amplio territorio, pues se conoce desde Budapest hasta los Países Bajos y Francia desde el 4500 a.C. Existen marcadas diferencias de tipo económico y religioso con el Neolítico balcánico, por lo que parece más un proceso lento de aculturación que de conquista en esta etapa, que para G. Childe mereció el nombre de Danubiano I.
Los hábitats son muy estereotipados (Bylany en Checoslovaquia, Köln-Lindenthal en Alemania y Geleen o Sittard en los Países Bajos), con poblados muy extensos que agrupan varias granjas en el interior de un recinto defendido por un terraplén, una empalizada y un foso. Las viviendas son rectangulares y enormes, construidas con postes de madera y ramaje, y constan de hábitat, cuadra y cobertizo. En Köln-Lindenthal no todas las viviendas eran contemporáneas, sino con distintas fases ocupacionales en función de ciertos condicionamientos económicos. En Geleen y Sittard existe la impresión de que sus ocupaciones fueron largas y menos interrumpidas.
La economía se basaba en la práctica de cultivos rotatorios de agricultura itinerante, con abandono periódico de los campos conforme se agota su fertilidad, y cultivos de centeno, cebada, trigo guisantes y lentejas. Destaca el uso de azadas y palos cavadores. La agricultura itinerante y la posibilidad de que las casas tan grandes cobijaran a más de una familia son las características que mejor definen a las gentes de la cerámica de bandas. También tiene gran importancia la ganadería, de cabra, oveja y en especial de buey (sobre el que posiblemente se realizaran cruces intencionados con Bos salvaje). En Alemania casi todos los restos de bóvidos corresponden a animales adultos, lo que parece indicar que los añojos no se consumieron como carne. Ciertos rasgos parecen denotar prácticas de castración entre algunos individuos, bien para conseguir animales de engorde, bien para incrementar su docilidad.
El mejor distintivo de este grupo cultural es la cerámica, en la que privan las formas muy simples, como cuencos y recipientes esféricos, y cuyas superficies se decoran con cintas o bandas formando meandros y espirales. En un principio la técnica utilizada es la incisión (cerámica linear), para progresivamente aparecer el puntillado. En la zona oriental, en época tardía, aparecen bandas pintadas monocromas. Existen también hoces y hachas pulimentadas, así como algunos materiales exóticos (conchas mediterráneas, marfil africano) que ponen de relieve las redes comerciales.
Tienen precario conocimiento de las necrópolis. Los enterramientos están próximos a los hábitats y nunca en grandes cementerios. Suelen estar en fosas individuales, en posición contraída y con pobrísimos ajuares.
Danubiano II
Es difícil precisar el inicio de esta fase, que significará una notable diversificación cultural. Tal vez desde los inicios del IV milenio se consolidarán los grupos puntillados en el extremo occidental; algo después surgirá entre el Elba y el Rhin la civilización de Roessen, con conexiones e influencias en el norte de Francia, Países Bajos y Suiza. En Hungría aparece el grupo de Tisza, con expansión. Las cerámicas pintadas se extiende por Austria, Bohemia, Silesia y Polonia, recibiendo al final la influencia del grupo servio de Vinça-Tordos, conociendo al final de su desarrollo (fase de Lengyel) adornos de cobre. Entre la desembocadura del Danubio y el Dniester prosigue la civilización de Tripolje (ahora Clásico Tripolje), con ciertos matices del Danubiano.
El círculo de Roessen, centrado en Turingia y Baviera, se caracteriza por un tipo de cerámica derivada de la de bandas puntilladas, con importantes novedades formales (vasos carenados) y decorativas, con la aparición de la técnica de Roessen, que consiste en una alineación de puntos impresos triangulares que originan un surco de fondo rugoso en el que se incrusta una pasta blanca para destacar el motivo.
Pese al cambio en las viviendas (ahora cuadradas y de dimensiones más reducidas que en el Danubiano I), se piensa que son las mismas gentes danubianas que hayan cambiado su tradicional forma de vida, abandonando las tierras bajas, instalando los poblados en pequeños promontorios y dedicándose casi exclusivamente a la ganadería.
Los ajuares se enriquecen, y en las tumbas se documentan brazaletes de mármol, cuentas de collar de hueso o nácar y puntas de sílex triangulares con base cóncava.
En el extremo occidental de la provincia Danubiana el influjo Roessen se dejará sentir, pero previamente se mantienen las decoraciones puntilladas de bandas incisas realizadas con punzón. Es la época del pointillé por excelencia de la región de París, Bajo Rhin y del Mosa, que prepara la aparición de los grupos neolíticos propiamente occidentales.
El Báltico
Desde finales del V milenio, algunos grupos epipaleolíticos, como Ertebölle, en la costa septentrional de Jutlandia (uno de los concheros más célebres del área nórdica) se benefician de los inventos neolíticos, fabricando cerámica y útiles de piedra pulimentada (hachas). Esta circunstancia, que supone el contacto con grupos neolíticos danubianos, da pie a que se haya considerado como un subneolítico.
Paralelamente a Ertëbolle existieron en el interior gentes productoras, los agricultores de Ellerbeck, a quienes algunos autores indican como los primeros neolíticos nórdicos, si bien otros autores son escépticos, pues los cereales encontrados podrían no ser productos estrictamente agrícolas, sino de crecimiento espontáneo.
La neolitización de Jutlandia, Scania y las orillas meridionales del Báltico no acaece hasta la aparición de los Trichterbecher (TRB) o Funnelneck Beaker (vasos de embudo) en la segunda mitad del IV milenio. Puede subdividirse en dos etapas, la primera (fases A-B) con tumbas planas individuales, y la segunda (C-D) en la que se pierde el enterramiento individual frente al impacto megalítico de enterramientos colectivos. Predominaba la economía agrícola cerealista, y con posterioridad se impuso la ganadería, especialmente con la introducción del cerdo.
Sobre la segunda etapa de la cultura TRB incidirá, desde la mitad del III milenio el pueblo oriental de la Corded Ware, que mantiene la tradición de las tumbas individuales y será responsable de la aparición de los primeros elementos metálicos en la región.
En el sur de Suecia, Dinamarca y orilla sur del Báltico, debido a la intempestividad del clima, no cuajaron las actividades neolíticas, perdurando durante este período y en las Edades del Metal una cultura de cazadores y pescadores heredera de los grupos epipaleolíticos maglemoisienses, que sólo excepcionalmente conocieron la cerámica.