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Contrapunto I: Desaparicion Y Olvido: Las Posibilidades De La Memoria (Eduardo C. Mendoza)

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Los olvidos en la antropología social corresponden a condiciones históricas y sociales de la que forma parte la producción antropológica. En Argentina los olvidos y las desapariciones son procesos intermitentes pero constantes que remiten a la trayectoria de la sociedad y no sólo a la trayectoria individual/grupal específica.

Se analiza aquí la primera de sus dimensiones, la macrosocial (aun siendo la segunda, encarnada en los familiares y organizaciones de denuncia de las desapariciones, de gran importancia).

La dimensión macrosocial refiere a dos momentos:
  • la situación histórica inmediata (1973-1985)
  • proceso histórico de Argentina dentro del que el periodo aludido es expresión especial del desarrollo de diferentes formas de violencia y de desapariciones, pero no el único.
Importa analizar dicho periodo dentro de un proceso histórico, en el que distintos periodos aparecen con especificidades y estrategias particulares de desaparición pero como partes de una historia que nos ha sido constituyendo como colectividades.

Junto a ello, es importante que la investigación incluya al antropólogo como sujeto que funciona a través de su propio contexto, no alejado de lo que investiga.

Muerte y desaparición como procesos históricos

Se parte de reconocer que la historia de Argentina se desarrollo dentro de un proceso de violencia estructural que se instituye durante el periodo de la conquista europea y se continua durante los procesos de organización nacional hasta hoy en día. Su inicio fundacional real y simbólico se sitúa en Buenos Aires en los dos momentos fundacionales de la ciudad (primera fundación y ocupación española, con exterminio de los europeos que participaron, y la segunda fundación, con expulsión de nativos e inicio de un exterminio más o menos continuo). Por tanto, doble etnocidio , en un proceso de aparición/desaparición basado en la violencia.

Se da una continuidad/discontinuidad del proceso de aparición/desaparición con especifidades según el momento, pero siempre a partir de la violencia, que busca el exterminio o reducción del “enemigo”.

Esta continuidad como violencia/desaparición o como olvido/negación se da hasta la actualidad. Los procesos de exterminio o de aparición/desaparición se caracterizan por su presencia pero también por su olvido.

Como ejemplos, exterminio de indios y de anarquistas en Patagonia, sucesos que sólo ocasionalmente fueron recuperados del olvido pero después de nuevo olvidados.

Una parte de los procesos de aparición/desaparición no refleja esa violencia sino que se plasman en la violencia del proceso de aculturación de los emigrantes que conformaron la constitución de Argentina entre 1880 y 1930, con represión de la lengua originaria en los hijos de estos, a favor del “argentino”. Se transforma la cultura originaria en parte sustantiva y la vez olvidada de la “nueva” cultura cotidiana (chuletón navarro será el “bife de chorizo”).

Población emigrante expresa la sociedad dominante y la población nativa desaparece.

En el caso de las narraciones, aquellas que para la primera generación resultaban significativas y aludían a aspectos reales de la cultura de origen, para la segunda generación pasan a ser cuentos que desaparecen en la memoria de la tercera generación.

Este es un proceso de homogenización de las diferencias que dura hasta la actualidad, de “argentinización”, de olvido y/o resignificación de los saberes culturales de los inmigrantes, en el que las diferencias son el producto de los nuevos procesos y no sus elementos previos.

La escolarización fue un proceso consciente de homogenización de los inmigrantes en Argentina (del lenguaje) que favoreció el aprendizaje de dos mensajes:
  • papel central de la violencia en la constitución de la sociedad argentina.
  • la ruptura con determinadas formas de vida que iban desapareciendo o cuya desaparición se impulsaba.

Desapariciones reales o imaginarias han sido parte de una sociedad caracterizada por un fuerte maniqueísmo ideológico-político e ideológico-cultural con fuerte polarización social (negación del otro que adopta distintas formas en el desarrollo histórico).

Violencia, desaparición, maniqueísmo, olvido, constituyen elementos sustantivos del proceso de continuidad/discontinuidad cultural en el que se constituyen tanto el imaginario social como las subjetividades de los argentinos.

En este sentido, el proceso operado entre 1976 y 1983 debe ser remitido a las características de continuidad/discontinuidad aludidas (sin desdeñar sus especificidades). Antes aparecen alternativas de cambio social con incremento de antagonismos. Se programa el cambio del sistema y de vida con inclusión de formas de violencia social legitimadas por los objetivos. Frente a esto surgen respuestas basadas en la violencia, en los años 70 (Triple A).

Desde el 73 se impulsan agresiones y actos violentos de todo tipo, procesos de horror planificado y que condujo a diferentes tipos de negaciones y renegaciones de la realidad. Frente a ello y desde dentro una serie de grupos mantuvieron una resistencia contra el olvido y la negación, logrando juzgar en su presencia a los culpables del horror entre el 76 y el 83. Pero después comenzó de nuevo el olvido y la negación (ley de punto final), con rebrotes de intentos de anular las leyes del olvido.

La vida para reproducirse parece exigir el olvido o la resignificación como técnica de supervivencia biosocial, psicológica y cultural. Sólo grupos específicos tratan de mantener el recuerdo, cada vez más reducido a lo individual o microgrupal.

En definitiva:

Desaparición y violencia estructural se insertan en un proceso de continuidad/discontinuidad característico de la constitucionalidad histórica, siendo el olvido la estrategia recurrente de negación de dicho aspecto constitutivo.

Los olvidos/negaciones de determinadas aspectos del pasado mitificado permiten mantener la identidad construida, aun cuando en episodios concretos y recurrentes quedan al descubierto. Se niegan la desaparición y el olvido como procesos constitutivos.

La convivencia (en sentido amplio) supone el desarrollo de transacciones que tienden a la negación de algunos hechos de la vida individual y colectiva. Ello permite dar continuidad a partir del presente, y el olvido actúa como elemento necesario, junto con la negación en la reproducción ideológico-cultural individual y colectiva.

Frente al olvido, recuerdo.Ya que la reproducción cotidiana de la vida tiende a impulsar la discontinuidad (el olvido) y por ello es necesaria la continuidad (recuerdo).
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