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Hacia Una Antropología De La Música

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Durante el siglo XIX, Europa tenía el dominio político y cultural de una buena parte del mundo y, por tanto, imponía su forma de pensamiento. Musicalmente, por ejemplo, se pensaba que cualquier tipo de música que no fuera occidental era primitiva, inferior y salvaje; este pensamiento aludía, incluso, a la música popular que realizaban los campesinos.

Sin embargo, en este contexto, surgió un interés por coleccionar y recopilar música e instrumentos musicales no europeos, y de las zonas rurales, la música de tradición oral, la que no se escribía, más que nada como un interés por lo exótico, aunque se sigue manteniendo la visión de que en algunos casos ni siquiera se le podía llamar música. Nació así, como una rama de la Musicología (que estudia a la música occidental), la Musicología Comparada.

En esta primera etapa surgen la Escuela Alemana de Musicología y la Escuela Norteamericana

La Escuela Alemana de Musicología Comparada se preocupó por recopilar, clasificar y analizar la música popular. Empezaron a cuestionarse y analizar a la música desde su función en la sociedad. Sus investigaciones se centraron más en el sonido por sí mismo, realizando análisis y transcripciones de la música recopilada.

Al final del siglo XIX, buena parte de las teorías sobre el origen de las culturas se basaban en el comparativismo de la teoría social evolucionista. La música y la danza aparecían ligadas al estado evolutivo de la sociedad en que se ejecutan, tomando como referente superior la música occidental. Se suponía que el hombre primitivo tenía más necesidad de la ejecución para lograr el trance espiritual que su moderno sucesor, privado de la capacidad, posteriormente adquirida, de una reflexión intelectual distanciada.

Con el paso del tiempo se desecharon esos conceptos de inferioridad y surgió la necesidad de estudiar la función que realiza la música en una determinada sociedad, iniciando el camino hacia una Antropología de la Música.

La etnografía ha revelado que la ejecución de la música en diversas épocas y climas es un proceso social muy valorado y producido por sí mismo, pero también interviene en otras actividades sociales. Por esto, la organización de las curaciones, la guerra, el trabajo, la política, las ideologías de la identidad, la documentación de la historia, las relaciones de los seres humanos con los demás, con la naturaleza y con lo sobrenatural (por no citar más que algunos ejemplos) va acompañada de una ejecución musical e incluso no pueda ser viable sin ella.[1]

Franz Boas, fundador antiteórico y por ende antievolucionista y anticomparativista de la antropología cultural americana del siglo XX influyó mucho en la separación entre musicólogos y antropólogos de músicas no occidentales. Para Boas, la música no era una filogenia cultural universal, sino más bien la expresión llena de significado local de una serie histórica concreta de experiencias, junto con sus estilizaciones culturales.

Sin embargo, fueron los comparativistas europeos y americanos de la música, cuyos trabajos se apoyaban en la creencia en la posibilidad de una teoría sobre la música en general, los que produjeron los mejores estudios etnomusicológicos de mitad de siglo, aunque sus teorías sobre el estilo musical puedan parecer hoy equivocadas. De entre las muchas figuras sobresalientes que surgieron de este movimiento comparativista, destaca el checoslovaco Bruno Nettl, especialista en los pueblos aborígenes americanos y que estudió la música del Oriente Próximo.

A partir de 1950, la Musicología Comparada, rebautizada en 1959 por J. Kunst como etnomusicología, empieza a tener un auge mundial. La escuela Norteamericana comienza a fijar sus líneas de investigación basándose en las teorías y métodos de la antropología moderna, y comienza a investigar la música desde la función que desarrolla en una sociedad determinada.

En el siguiente cuadro analizaremos las diferencias de las dos escuelas de musicología vistas hasta el momento:

ETNOMUSICOLOGÍA
ALEMANA
(Ligada al estudio de la música)
* estudio del sonido por sí mismo
* búsqueda de leyes internas del sonido
* preocupación por el origen y difusión de la música
NORTEAMERICANA
(Más cercana al estudio de la cultura)
* relativismo cultural
* énfasis al aspecto cultural
* función de la música en las culturas
* museográfico


A finales de los años 50 los etnomusicólogos de EEUU, habían desarrollado dos corrientes; por un lado estaban los de formación antropológica encabezados por Alan Merriam, y por el otro los de formación musicológica liderados por Mantle Hood. Este músico e investigador preocupado por el proceso educativo al que se enfrentaban sus alumnos, desarrolla el concepto de bi-musicalismo (bi-musicality). A grandes rasgos significa que una persona que tiene formación musical europea, al investigar otra cultura musical necesita aprender ese sistema, para convertirse en un bilingüe musical. Este concepto lo plasma en su libro The Challenge of bi-musicality (1960).

La formulación de Alan Merriam de la antropología de la música como estudio de la 'música dentro de la cultura' siguió siendo un poderoso paradigma para la investigación y la etnología musical.

Más tarde, el folklore y la etnomusicología se unieron dando importancia a la forma en la que se transmite y se crea el fenómeno musical. Posiblemente, los especialistas y departamentos de folklore han contribuido más al avance y a la institucionalización del estudio antropológico de la música que los propios departamentos de antropología, gracias al interés directo de éste por los géneros auditivos de la expresión. En éste área destacan los estudios de Alan Lomax, de los que hablaremos más tarde.

En una tercera etapa se piensa que la etnomusicología debe estudiar la música que producen los campesinos, dando especial énfasis al proceso creativo. Por último se liga a la etnomusicología con las teorías y métodos de la antropología para de esta manera poder abordar el estudio de cualquier tipo de música, incluyendo la que se desarrolla en las grandes urbes y las músicas realizadas para ser consumida por las grandes masas.

La etnomusicología se especializa en la necesidad de entender el fenómeno musical dentro de una sociedad determinada, no importando el género, ya sea ésta una música que se escribe o no. Hay que entender a la música como una actividad del ser humano, con un lenguaje determinado según la cultura en la que se encuentre. Así, a la etnomusicología le atañe la gran labor de estudiar los diferentes géneros musicales que convergen en una sociedad: indígena, popular, comercial, tradicional, académica, etc., y la función y el uso que cumplen estas músicas en cada cultura; es decir, el estudio antropológico del fenómeno musical.

Mediado el decenio de 1980 aparecieron algunos artículos y monografías importantes. En ellos la música dejaba de ser un ámbito para convertirse en el entorno dentro del cual se puede entender toda una sociedad. De hecho desaparece la división teórica entre el estudio de la música y el estudio de la sociedad. Por supuesto, no todas las culturas requieren que los aspectos centrales de su vida social se constituyan por medio de ceremonias relacionadas con la música. Aun así, se demostró empíricamente que la antropología de la música podía ser más útil e incluso necesaria para la etnografía de algunos grupos aborígenes[2]. La ejecución de la música no es una actividad aparte de la no ejecución sino que es la continuación de otros modos de acción y ámbitos de la realidad social; no es que la vida se realice en el arte sino que el arte es la vida misma.

Resumiendo, el estudio de la música en la antropología y el de la antropología como tipo de análisis de la música precisa, para seguir adelante, igual que antes, un análisis permanente de las complejas relaciones existentes entre el emitir sonidos refinados y crear un sentido cultural en una sociedad.


[1] Por ejemplo, los Nuer, pueblo tenazmente igualitario del sur de Sudán, escogían como capitán para la guerra a quien mejor entonaba los himnos bélicos. El discurso de los caciques en el s. XIX en Hawai era ininteligible sin el hula. En Sudáfrica la población de origen europeo parece incapaz de llegar a entender por qué los africanos locales no pueden participar en una protesta ciudadana sin ejecutar músicas y danzas 'amenazadoras'. Los ejemplos serían interminables.

[2] Así, Marina Roseman pudo ver que la música era fundamental para la antropología médica de los curanderos tradicionales entre los Temiar malasios. O también que la cultura de los mineros migrantes Basotho y por extensión la etnografía histórica de Lesotho podía entenderse mejor por medio de un estudio exhaustivo de las propias autobiografías de los mineros cantadas.
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