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El Epipaleolítico -Parte 1-

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Características generales

La instauración de condiciones climáticas atemperadas, con el final de la última glaciación, acelera la liquidación (el cambio) de las culturas del paleo. avanzado. La oscilación de Alleröd, acabando el tardiglaciar, abre el proceso de asentamiento definitivo de las condiciones de clima y de paisaje actuales, apenas interrumpido por el último episodio frío del würmiense (el Dryas III). El fuerte aumento de la pluviosidad y la elevación de las temperaturas en Alleröd facilitaron la consiguiente expansión del bosque templado por muchas zonas protegidas de la Península.

En los comienzos del holoceno, el período Preboreal ofrece en los porcentajes de especies vegetales un ascenso generalizado de olmos, robledal y hayas, avellanos o abedules en los diversos parajes del SO europeo. La templanza generalizada del siguiente período Boreal (c.6800 a 5500 a. C.), con situaciones regionales de fuerte sequía, favorece la expansión de amplias masas de pinos en ambientes de influjo mediterráneo o de interior, y de otros árboles caducifolios en las regiones húmedas de la fachada atlántica. A continuación, durante el período Atlántico (c.5500 a 3000/2500 a. C.), hay un cierto enfriamiento de temperaturas y un aumento de pluviosidad: ese clima suave y bastante húmedo acogerá la expansión de las formas culturales del neolítico por Europa occ. En esos 3 ó 4 milenios de la 1ª parte del holoceno se produjo una acelerada transgresión marina que sitúa los niveles de las aguas del Atlántico en sus cotas actuales.

El término de epipaleo./mesolítico engloba las situaciones culturales del 1er. tercio del poswürmiense: unas parecen más supervivencias (y perduraciones más directas) del inmediato paleo. sup. (epipaleolítico), mientras que otras despliegan más ciertas innovaciones peculiares de una nueva situación intermedia entre el precedente paleo. y el posterior neolítico (mesolítico). Lo caracterizan la proliferación de facies especializadas en la explotación local o estacional y la tendencia al asentamiento de las pobs. (cuevas acondicionadas y chozas o campamentos de hábitat agrupado). La captura de grandes ungulados se acompaña de una mayor atención a otras especies de talla menor: mamíferos (conejos o liebres) o aves. Se incrementa la explotación de los recursos acuáticos, por la pesca y el marisqueo. Al mismo tiempo que el bosque caducifolio proporciona un interesante repertorio de recursos complementarios de árbol, de sotobosque y de matorral: recolección de frutos y bayas enriquece sensiblemente la dieta alimenticia de aquellos cazadores y pescadores.

El arte naturalista del magda. parece desaparecer casi por completo al final de la última glaciación. A lo largo del epipaleo. domina un arte “simbólico” de trazos rectilíneos o de puntuaciones en combinaciones bastante sencillas, exclusivamente en manifestaciones portátiles.

Contadísimas excepciones de representación animalista se anotan en algunas estaciones del levante en figs. grabadas sobre trozos de piedra, en contextos arqueo. de difícil precisión. El catálogo de cantos pintados del aziliense cantábrico ofrece su mejor repertorio en la colección de la cueva de Los Azules. También al aziliense cantábrico aparecen sobre soportes de piedra y de hueso grabados en líneas agrupadas en temas sencillos: así las de una placa arenisca de Berroberría en disposición radial o las de algunos cantos de Morín y Balmori. En las excavaciones de Arenaza I se están recuperando fragmentos óseos planos con marcas transversales o en haces, en cuadrículas, etc.

Se detectan entre las pobs. del epipaleo./mesolítico penin. comportamientos precisos en lo funerario que sugieran la existencia de un ritual formalizado en cuanto a ofrendas y disposición de los cadáveres.

En un suelo aziliense de la cueva de Los Azules se preparó una fosa ovalada en la que fue colocado el cadáver con la cabeza adosada a la pared rocosa, en posición de decúbito dorsal con los brazos hacia abajo algo replegados. Todo se cubrió con un túmulo de tierras, parcialmente resguardado por lajas de piedra. Del mesolítico avanzado en la cueva de Los Canes (Asturias) son 3 tumbas bien conservadas, en forma de fosa de planta alargada y oval, conteniendo restos bastante completos de otros tantos cadáveres (más las extremidades infs. De un 4º): 2 de los muertos fueron colocados en decúbito supino con las piernas fuertemente flexionadas hacia el cuerpo, y el otro tumbado ligeramente de costado con los brazos extendidos a lo largo del cuerpo y con las piernas en flexión. Se han descrito, también, los ajuares asociados a esos inhumados de Los Canes: abundantes caracoles y restos animales en una de las tumbas, 2 testuces de cabra, un bastón perforado y elementos de un collar de conchas de mar y dientes perforados de ciervo en otra, y restos de un animal depositado en la 3ª de ellas.

Peculiaridades del utillaje en piedra tallada y de la disposición de los yacimientos caracterizan 3 grandes grupos culturales: como más directos herederos de las culturas terminales del paleo. (aziliense o facies laminar levantina), como usuarios de elementos macrolíticos sobre guijarros (el asturiense y otras manifestaciones próximas), o como productores de un cuidado utillaje de “puntas” geométricas (facies geométrica levantina o concheros portugueses). Las condiciones de las diversas regiones matizan ese cuadro general: en el cantábrico se asiente el aziliense, y en una parte del territorio el asturiense (cultura de los concheros); en Galicia y Portugal hay manifestaciones macrolíticas y una imp. concentración de concheros con geométricos (Concheros del Muge); en el levante se plantea la sucesión de las facies microlaminar (S. Gregorio de Falset, Mallaetes) y geométrica (Filador, Cocina).

Análisis de los conjuntos en la zona cantábrica

Dos son los conjuntos industriales encontrados en los yacimientos epipaleo. cantábricos: La cultura Aziliense, es el más imp. y numeroso. Series instrumentales microlaminares talladas en sílex y de borde rebajado, derivados del Magda. sup. final. Y, la cultura Asturiense, de tipos macrolíticos, caracterizada por el “pico asturiense”, instrumento tallado sobre nódulo de cuarcita, con técnica de grandes lascas que recuerdan el Paleo. inf.

El Aziliense

Se produce en esta ápoca una relativa evolución de parte del equipamiento en utillaje y la práctica desaparición del arte figurativo precedente. Se siguen habitando la mayor parte de las cuevas, adaptándose las pobs. A la caza de las especies más abundantes (ciervo, cabra montés y rebeco/sarrio, además del corzo y el jabalí) y a una explotación intensa y diversificada de otros recursos (litorales o del medio vegetal).

La cultura aziliense muestra su máxima densidad de estaciones en la región cantábrica y en la vertiente N. del Pirineo, de donde parece que se fue expandiendo hacia zonas inmediatas del SO francés. En la Pen. Ib. queda circunscrito a la fachada cantábrica. Se conocen cerca de medio centenar de yacimientos azilienses en estratigrafía de cuevas: La Paloma, cueva Oscura de Ania, cueva Oscura de Perán, Los Azules, Cueto de la Mina, La Riera, Balmori, etc., en Asturias; La Meaza, La Pila, El Castillo, El Pendo, Morín, Camargo, El Piélago, El Rascaño, Salitre, El Otero, etc., en Cantabria; Arenaza, Silibranka, Bolinkoba, Atxeta, Santimamiñe, etc., en Vizcaya; Ermittia, Urtiaga, Ekain, etc., en Guipúzcoa; y Berroberría y Zatoya, en Navarra.

Los niveles de esta cultura se sitúan en la mayoría de las estaciones directamente (o intermediando un horizonte estalagmítico) sobre el magda. terminal; a veces, incluso, comparten ambas culturas el mismo medio estratigráfico.

Desde el Dryas medio (c. 10300 a 9800 a. C.) se esboza un proceso de “azilianización” en yacimientos del Pirineo francés, empezando a revelarse el aziliense propio en algunos lugares desde el comienzo de la oscilación de Alleröd. Dataciones absolutas por C14 asegurarían al aziliense del frente norte penin. una vigencia de unos 3 milenios, entre los límites de inicios del Alleröd e inicios del Boreal (Urtiaga), aproximadamente 8500 a 7000 a. C. Son ahora abundantes las laminitas de dorso apuntadas (“puntas azilienses”) y los raspadores frontales cortos (algunos microlíticos), bajando sensiblemente las proporciones de buriles. El utillaje óseo experimenta una reducción. El fósil característico de la época es el “arpón aziliense” de asta, de sección aplanada, con una peculiar perforación en su base en forma de ojal y proporciones más anchas y cortas que las de los magda. Las decoraciones de algunos soportes óseos se reducen a trazos rectilíneos o a puntuaciones alineadas; en algunos cantos rodados se hicieron pints. en rojo o en negro con motivos bastante elementales (Los Azules I).

El Asturiense

más de 30 estaciones del asturiense, casi todas en cuevas o abrigos, se concentrasn en un tramo bastante reducido del litoral cantábrico. La gran densidad de yacimientos se produce entre las cuencas de los ríos Sella y Cabras/Calabres (Penicial, La Riera, Cueto de la Mina, Tres Calabres, Balmori, Bricia, Arnero, Coberizas, etc.) y al E. de Asturias (Mazaculos/La Franca, Colombres, etc.).

El instrumento más característico del asturiense es el “pico”, elaborado a partir de un canto aplanado con retoque unifacial que lo apunta. El resto del utillaje en piedra tallada es bastante simple, realizado sobre todo en lascas. En hueso se fabricaban pequeñas piezas biapuntadas que servirían de anzuelos, y en asta unos peculiares bastones/horquillas.

Las gentes asturienses estaban especializadas en la explotación de los recursos costeros (Cultura de los concheros). Sus yacimientos se sitúan normalmente sobre la plataforma litoral, en zonas de fácil comunicación tanto hacia la línea de costa rocosa y de ensenadas como hacia el interior del país. La recogida de crustáceos, percebes, erizos de mar, diversos moluscos y peces de roca y playa supone una explotación integral de los recursos costeros, que se completa con la caza de ungulados propios de bosque y sotobosque (corzos, jabalíes y ciervos), especialmente crías, y de otros de zonas próximas de roquedo (rebecos y cabras). Luego se amplía el efectivo con las especies de parajes más abiertos de costa en la banda descubierta por bajamares, y al final del asturiense se recogen las que habitan en rocas de aguas batidas (percebes, por ej.).

Las dataciones C14 precisan el desarrollo del asturiense cantábrico desde comienzos del 8º milenio hasta poco después de concluido el 6º (Mazaculos II en 7340más440, Coberizas en 5150más170), prolongándose en un inmediato postasturiense en las fechas de los concheros de Les Pedroses (3830más180) y La Lloseta (2510más660), ya en contexto “neolítico”. Las fechas más antiguas del asturiense se solapan con las del aziliense de algunos yacimientos de la zona cantábrica.

Los orígenes del asturiense son imprecisos, ya que por sus características industriales –instrumentos macrolíticos de talla unifacial- representan un modelo cultural opuesto totalmente al microlitismo epipaleo. Seguramente han de considerarse como propios de una cultura arcaizante, cuyo origen hay que suponer en el área atlántica, en las que perduraron largo tiempo las culturas del Paleo. inferior.
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