A diferencia de los experimentos de memoria en el laboratorio realizados por Ebbinghaus con sílabas sin sentido, Bartlett trabajó no sólo con el lenguaje significativo de la vida cotidiana, sino historias extraídas de las investigaciones etnográficas de Haddon y Rivers. Sus conclusiones apuntan que la memoria se deteriora con el tiempo y no es una facultad pasiva, que se limite a reproducir, sino que construye y reconstruye la información. Esta reconstrucción de la información se realiza, según Bartlett, empleando esquemas culturales. Se producen así racionalizaciones, transformaciones y se altera la importancia concedida a determinados asuntos, siempre en función de los mencionados esquemas culturales.
Posteriormente se ha mostrado que el uso de esquemas culturales puede considerarse como elemento de interpretación en todos los niveles del psiquismo humano. Intervienen en la percepción, comprensión, categorización, planificación, reconocimiento, resolución de problemas y toma de decisiones. En todos estos casos, no los esquemas culturales no funcionan como simples asociaciones, sino que operan como totalidades orgánicas y constituyen representaciones indexicales basadas en la simultaneidad holística (Tyler).
Los esquemas culturales son a la vez estructura y proceso, pues combinan la organización y disposición relativa de los elementos con la secuencia, el planteamiento, la sucesión de elementos o de conductas en relación a un fin determinado.
Sobre la base de los trabajos de Bartlett, la Antropología Cognitiva ha ido perfeccionando el concepto y depurando su utilización.
Esquemas entre los subanun
Estudios de Frake sobre la conducta religiosa de los subanun (pueblo que practica la agricultura itinerante. Isla de Mindanao. Filipinas). Su interés se centró en:
Construyen 33 tipos de altares, variando la forma, tamaño, materiales y sistemas de decoración. Sólo quienes tienen poderes especiales pueden ver a los seres sobrenaturales, aunque todos los participantes dicen que la presencia de estos seres se hace sentir mediante señales auditivas o táctiles. Los seres sobrenaturales se clasifican en almas, espíritus, demonios y dioses. Los humanos que asisten a las ceremonias son clasificados a su vez a través de los roles de especialista, asistente, beneficiario y audiencia.
El estudio de Frake nos proporciona ciertas claves acerca de cómo debe enfocarse el trabajo etnográfico. Podemos ver, en primer término, que el interés del investigador se centra en estudiar de qué manera se programan las ceremonias y para ello realiza una lista lo más completa posible de lo que sucede antes y después de las escenas religiosas. Esta lista le permite establecer un marco o trama que a su vez le ayudará a distribuir el conjunto de acontecimientos y representarlo. La descripción de un marco o trama requiere:
Existen además ceremonias no programadas de antemano, que se relacionan con acontecimientos imprevistos. Por ejemplo ante la aparición de una enfermedad, ante problemas con los cultivos, dificultades en el orden social o problemas amorosos. En estos casos se contrae una deuda ritual (binalag). El reconocimiento ritual de ésta es como la firma de un contrato que hay que pagar cuando el problema se haya solucionado. Por ejemplo, en el caso de una enfermedad, el subanun piensa que incluso la ofrenda más generosa no asegura la curación y, por otra parte, si esa ofrenda se realiza antes de la curación, los seres sobrenaturales pueden hacer que la enfermedad persista para seguir extorsionando a quien la padece.
Seguir el guión
A partir de los estudios sobre la inteligencia artificial, Shank y Abelson han desarrollado un nuevo concepto de guión. Se refieren con él a la representación de una serie de acontecimientos que se producen normalmente siguiendo cierto orden secuencial, de tal modo que si se produce una acción ha de haberse producido la anterior en la serie. De esta forma, un guión puede considerarse como una secuencia predeterminada y estereotípica de acciones, que sirve para definir una situación bien conocida por el investigador.
Utilizan también el concepto de escena, considerando que un guión puede ligar escenas diferentes. Agar (1974), siguiendo estos postulados, realizó un estudio sobre el comportamiento de los heroinómanos urbanos de EEUU. Este estudio (“Hablar sobre hacer: léxico y acontecimiento”) se elaboró partiendo del argot específico de ese grupo social.
Esquemas culturales: definición y tipos
Los esquemas engloban y redefinen planes, guiones y marcos o tramas. Sus rasgos básicos fueron establecidos por Minsky (1975) y más tarde perfilados por Rumelhart (1980), siguiendo las ideas originales de Bartlett.
Minsky estableció dos aspectos centrales en la estructura de los esquemas, partiendo de dos niveles característicos: Los de nivel más alto, son fijos e integran los relieves invariantes de los conceptos; los de nivel más bajo, operan como terminales, a modo de espacios (ranuras) que han de ser rellenados con datos específicos, derivados de de cada una de las concreciones del sistema (instantiation -instanciación- es el término computacional correspondiente).
Las ranuras incluyen condiciones que restringen los elementos que pueden ser ligados a ellas o establecen condiciones sobre las interacciones de las variables que intervienen en el esquema. Por otra parte, se asignan a las variables valores ‘por defecto’, que no siempre corresponden a elementos que se hallan en el ambiente considerado. Una mejor información permitirá asignar a las variables valores más ajustados.
Aunque Rosch reconoce que un prototipo es al mismo tiempo un esquema, D’Andrade se opone a que se realice una identificación entre ambos. Un esquema es una trama o marco organizado de objetos y relaciones que aún no ha sido rellenado con los datos concretos, mientras que un prototipo es un caso típico de concreción. Las características de los esquemas serían:
Esquemas de orientación
Con la expresión esquema espacial se alude a la construcción cultural del espacio, representando las relaciones espaciales entre los objetos y sus posiciones relativas. Cuando se incluye en ellos la posición del sujeto, el esquema espacial se convierte en un esquema de orientación. Estos esquemas contienen tres clases de representaciones:
Esquemas de imagen
Son abstracciones perceptivas que nos permiten estructurar la experiencia. Son, por tanto, inherentemente significativos. Estos esquemas responden a configuraciones estructuradas y no son simples agregados de partes.
Ejemplos: Contenedor, Parte-Todo, Conexión, Centro-Periferia, Salida-Camino-Meta, Escala lineal, etc. A través de la construcción y empleo de los esquemas podemos comprobar cómo las racionalizaciones están basadas en la experiencia corporal y de qué forma se dan proyecciones metafóricas de los dominios concretos a los abstractos.
Esquemas de proposición
Especifican conceptos y las relaciones que se establecen entre ellos. De acuerdo con la teoría general de los esquemas de Rumelhart, podemos considerarlos como redes de nodos y enlaces. Están compuestos de fragmentos formados por un nodo y sus respectivos enlaces. Ejemplo: Dar sería un esquema simple de acción, que integra subesquemas como hacer, causar y transferir. Los esquemas de proposición proporcionan una forma simplificada de representar el significado. Uno de sus aspectos más destacados es el encadenamiento que puede establecerse entre sus elementos, siguiendo una secuencia lógica. También es interesante que puedan ser reconocidos y utilizados por programas informáticos.
Como ilustraciones de los esquemas de proposición pueden servirnos los refranes interrelacionados que sobre un mismo tema podemos encontrar en la tradición oral. Por ejemplo: “El tiempo es oro”, “El tiempo todo lo cura”, “Hay que dar tiempo al tiempo”, “El tiempo no pasa en balde”, etc. Todos estos refranes revelan un cierto modelo cultural para pensar el tiempo. Más que esquemas deberíamos considerarlos como concreciones de un mismo esquema, que podría expresarse como: “El tiempo es un agente activo”.
Esquemas y modelos de la narrativa popular
Propp esbozó una morfología de los cuentos como secuencia-patrón de funciones. Halló en los cuentos populares rusos una serie limitada y relativamente constante de acciones significativas, a las que denominó funciones, cuya sucesión y encadenamiento constituía una trama dinamizada por personajes menores o elementos que ayudan a pasar de una acción a otra, a los que denominó auxiliares. Denominó motivaciones a los fines que persiguen los personajes. Greimas reformó esta morfología, tomando como base la Gramática generativa. Greimas destaca la importancia de los roles desempeñados por los personajes, aspecto que Propp había descuidado al disolverlos en las funciones. Por su parte la Gramática del texto, desarrollada por Van Dijk ha redescubierto en las narraciones las categorías (predicados y argumentos; posibilidad, probabilidad, negación, hecho, tiempo y lugar) y reglas de definición, así como las relaciones que existen entre ellas.
Rumelhardt y Ortony postulan dos esquemas que organizan de forma global los cuentos e historias: Introducción (situación: ambiente, lugar, tiempo y personajes principales) y Episodio (acontecimiento y reacción).
Otro orden cognitivo: los modelos culturales
Quinn y Holland parten de algunas características de los esquemas, como son:
La base cultural de esquemas y modelos
Puede establecerse desde dos perspectivas diferentes la especificidad cultural de los esquemas, modelos y teorías. Por una parte, podemos recurrir a estudios comparativos para ver, por ejemplo, la variabilidad en la comprensión de un cuento por parte de miembros de distintas culturas. En este caso se utiliza la cultura como variable independiente. Podemos analizar así cómo son los modelos de las distintas culturas. No obstante, los estudios transculturales de este tipo adolecen de una serie de deficiencias epistemológicas, pues vienen a considerar a las culturas como entidades cerradas y entienden que las historias y cuentos son modalidades de discurso comparables fuera de su contexto cultural original.
Otra línea de discusión es el debate entre Lakoff y Johnson, por una parte, y Quinn, por la otra. La base experiencial sobre la que los primeros sitúan los esquemas de imagen es la experiencia corporal en relación al mundo. Utilizan la metáfora de los contenedores, que está basada en la experiencia de entrar y salir en espacios determinados. Esto parece sugerir que la experiencia corporal del mundo debería ser análoga en todas las culturas. En consecuencia, la metáfora del contenedor debería ser universalmente compartida. Frente a esto, Quinn sostiene que las metáforas tienen una base cultural y se seleccionan en función de su adecuación a los modelos socialmente compartidos.
Posteriormente se ha mostrado que el uso de esquemas culturales puede considerarse como elemento de interpretación en todos los niveles del psiquismo humano. Intervienen en la percepción, comprensión, categorización, planificación, reconocimiento, resolución de problemas y toma de decisiones. En todos estos casos, no los esquemas culturales no funcionan como simples asociaciones, sino que operan como totalidades orgánicas y constituyen representaciones indexicales basadas en la simultaneidad holística (Tyler).
Los esquemas culturales son a la vez estructura y proceso, pues combinan la organización y disposición relativa de los elementos con la secuencia, el planteamiento, la sucesión de elementos o de conductas en relación a un fin determinado.
Sobre la base de los trabajos de Bartlett, la Antropología Cognitiva ha ido perfeccionando el concepto y depurando su utilización.
Esquemas entre los subanun
Estudios de Frake sobre la conducta religiosa de los subanun (pueblo que practica la agricultura itinerante. Isla de Mindanao. Filipinas). Su interés se centró en:
- Describir las principales categorías de acontecimientos o escenas de esa cultura.
- Definir las escenas, teniendo en cuenta las interacciones, actos, objetos y lugares relevantes.
- Establecer la distribución de unas escenas en relación a otras, posibilitando la anticipación en relación a las mismas.
Construyen 33 tipos de altares, variando la forma, tamaño, materiales y sistemas de decoración. Sólo quienes tienen poderes especiales pueden ver a los seres sobrenaturales, aunque todos los participantes dicen que la presencia de estos seres se hace sentir mediante señales auditivas o táctiles. Los seres sobrenaturales se clasifican en almas, espíritus, demonios y dioses. Los humanos que asisten a las ceremonias son clasificados a su vez a través de los roles de especialista, asistente, beneficiario y audiencia.
El estudio de Frake nos proporciona ciertas claves acerca de cómo debe enfocarse el trabajo etnográfico. Podemos ver, en primer término, que el interés del investigador se centra en estudiar de qué manera se programan las ceremonias y para ello realiza una lista lo más completa posible de lo que sucede antes y después de las escenas religiosas. Esta lista le permite establecer un marco o trama que a su vez le ayudará a distribuir el conjunto de acontecimientos y representarlo. La descripción de un marco o trama requiere:
- Determinar la probabilidad de los acontecimientos que comprende.
- Establecer y anticipar las escenas.
- Establecer y anticipar qué tipos de ceremonias distintas pueden realizarse dada la ocurrencia de una ceremonia determinada.
Existen además ceremonias no programadas de antemano, que se relacionan con acontecimientos imprevistos. Por ejemplo ante la aparición de una enfermedad, ante problemas con los cultivos, dificultades en el orden social o problemas amorosos. En estos casos se contrae una deuda ritual (binalag). El reconocimiento ritual de ésta es como la firma de un contrato que hay que pagar cuando el problema se haya solucionado. Por ejemplo, en el caso de una enfermedad, el subanun piensa que incluso la ofrenda más generosa no asegura la curación y, por otra parte, si esa ofrenda se realiza antes de la curación, los seres sobrenaturales pueden hacer que la enfermedad persista para seguir extorsionando a quien la padece.
Seguir el guión
A partir de los estudios sobre la inteligencia artificial, Shank y Abelson han desarrollado un nuevo concepto de guión. Se refieren con él a la representación de una serie de acontecimientos que se producen normalmente siguiendo cierto orden secuencial, de tal modo que si se produce una acción ha de haberse producido la anterior en la serie. De esta forma, un guión puede considerarse como una secuencia predeterminada y estereotípica de acciones, que sirve para definir una situación bien conocida por el investigador.
Utilizan también el concepto de escena, considerando que un guión puede ligar escenas diferentes. Agar (1974), siguiendo estos postulados, realizó un estudio sobre el comportamiento de los heroinómanos urbanos de EEUU. Este estudio (“Hablar sobre hacer: léxico y acontecimiento”) se elaboró partiendo del argot específico de ese grupo social.
Esquemas culturales: definición y tipos
Los esquemas engloban y redefinen planes, guiones y marcos o tramas. Sus rasgos básicos fueron establecidos por Minsky (1975) y más tarde perfilados por Rumelhart (1980), siguiendo las ideas originales de Bartlett.
Minsky estableció dos aspectos centrales en la estructura de los esquemas, partiendo de dos niveles característicos: Los de nivel más alto, son fijos e integran los relieves invariantes de los conceptos; los de nivel más bajo, operan como terminales, a modo de espacios (ranuras) que han de ser rellenados con datos específicos, derivados de de cada una de las concreciones del sistema (instantiation -instanciación- es el término computacional correspondiente).
Las ranuras incluyen condiciones que restringen los elementos que pueden ser ligados a ellas o establecen condiciones sobre las interacciones de las variables que intervienen en el esquema. Por otra parte, se asignan a las variables valores ‘por defecto’, que no siempre corresponden a elementos que se hallan en el ambiente considerado. Una mejor información permitirá asignar a las variables valores más ajustados.
Aunque Rosch reconoce que un prototipo es al mismo tiempo un esquema, D’Andrade se opone a que se realice una identificación entre ambos. Un esquema es una trama o marco organizado de objetos y relaciones que aún no ha sido rellenado con los datos concretos, mientras que un prototipo es un caso típico de concreción. Las características de los esquemas serían:
- Son estructuras cognitivas que permiten interpretaciones del mundo.
- Son flexibles, encerrando un amplio espectro de posibilidades.
- Usan valores por defecto.
- Pueden construirse integrando otros esquemas organizados de forma jerárquica.
- Permiten correlacionar términos de distintos dominios.
- Facilitan la comprensión del discurso humano (por ej.: historias, textos, etc.)
Esquemas de orientación
Con la expresión esquema espacial se alude a la construcción cultural del espacio, representando las relaciones espaciales entre los objetos y sus posiciones relativas. Cuando se incluye en ellos la posición del sujeto, el esquema espacial se convierte en un esquema de orientación. Estos esquemas contienen tres clases de representaciones:
- Ambientes particulares.
- Posición actual del sujeto.
- rutas de movimiento.
Esquemas de imagen
Son abstracciones perceptivas que nos permiten estructurar la experiencia. Son, por tanto, inherentemente significativos. Estos esquemas responden a configuraciones estructuradas y no son simples agregados de partes.
Ejemplos: Contenedor, Parte-Todo, Conexión, Centro-Periferia, Salida-Camino-Meta, Escala lineal, etc. A través de la construcción y empleo de los esquemas podemos comprobar cómo las racionalizaciones están basadas en la experiencia corporal y de qué forma se dan proyecciones metafóricas de los dominios concretos a los abstractos.
Esquemas de proposición
Especifican conceptos y las relaciones que se establecen entre ellos. De acuerdo con la teoría general de los esquemas de Rumelhart, podemos considerarlos como redes de nodos y enlaces. Están compuestos de fragmentos formados por un nodo y sus respectivos enlaces. Ejemplo: Dar sería un esquema simple de acción, que integra subesquemas como hacer, causar y transferir. Los esquemas de proposición proporcionan una forma simplificada de representar el significado. Uno de sus aspectos más destacados es el encadenamiento que puede establecerse entre sus elementos, siguiendo una secuencia lógica. También es interesante que puedan ser reconocidos y utilizados por programas informáticos.
Como ilustraciones de los esquemas de proposición pueden servirnos los refranes interrelacionados que sobre un mismo tema podemos encontrar en la tradición oral. Por ejemplo: “El tiempo es oro”, “El tiempo todo lo cura”, “Hay que dar tiempo al tiempo”, “El tiempo no pasa en balde”, etc. Todos estos refranes revelan un cierto modelo cultural para pensar el tiempo. Más que esquemas deberíamos considerarlos como concreciones de un mismo esquema, que podría expresarse como: “El tiempo es un agente activo”.
Esquemas y modelos de la narrativa popular
Propp esbozó una morfología de los cuentos como secuencia-patrón de funciones. Halló en los cuentos populares rusos una serie limitada y relativamente constante de acciones significativas, a las que denominó funciones, cuya sucesión y encadenamiento constituía una trama dinamizada por personajes menores o elementos que ayudan a pasar de una acción a otra, a los que denominó auxiliares. Denominó motivaciones a los fines que persiguen los personajes. Greimas reformó esta morfología, tomando como base la Gramática generativa. Greimas destaca la importancia de los roles desempeñados por los personajes, aspecto que Propp había descuidado al disolverlos en las funciones. Por su parte la Gramática del texto, desarrollada por Van Dijk ha redescubierto en las narraciones las categorías (predicados y argumentos; posibilidad, probabilidad, negación, hecho, tiempo y lugar) y reglas de definición, así como las relaciones que existen entre ellas.
Rumelhardt y Ortony postulan dos esquemas que organizan de forma global los cuentos e historias: Introducción (situación: ambiente, lugar, tiempo y personajes principales) y Episodio (acontecimiento y reacción).
Otro orden cognitivo: los modelos culturales
Quinn y Holland parten de algunas características de los esquemas, como son:
- Esquemas de imagen (construidos a partir de materiales del mundo físico, propiedades y relaciones) / Esquemas de proposición (construidos con materiales lingüísticos).
- Esquemas de imagen (la experiencia física o corporal es trasladada al dominio de la experiencia psicológica o social) / Esquemas de proposición (el lenguaje registra un conjunto de nociones primitivas culturalmente dadas y proporciona las claves para analizar el encadenamiento de nociones, proposiciones, posibilidades, etc.).
- Con los esquemas de imagen las formas de conocimiento no se circunscriben al lenguaje sino que se extienden más allá del mismo.
La base cultural de esquemas y modelos
Puede establecerse desde dos perspectivas diferentes la especificidad cultural de los esquemas, modelos y teorías. Por una parte, podemos recurrir a estudios comparativos para ver, por ejemplo, la variabilidad en la comprensión de un cuento por parte de miembros de distintas culturas. En este caso se utiliza la cultura como variable independiente. Podemos analizar así cómo son los modelos de las distintas culturas. No obstante, los estudios transculturales de este tipo adolecen de una serie de deficiencias epistemológicas, pues vienen a considerar a las culturas como entidades cerradas y entienden que las historias y cuentos son modalidades de discurso comparables fuera de su contexto cultural original.
Otra línea de discusión es el debate entre Lakoff y Johnson, por una parte, y Quinn, por la otra. La base experiencial sobre la que los primeros sitúan los esquemas de imagen es la experiencia corporal en relación al mundo. Utilizan la metáfora de los contenedores, que está basada en la experiencia de entrar y salir en espacios determinados. Esto parece sugerir que la experiencia corporal del mundo debería ser análoga en todas las culturas. En consecuencia, la metáfora del contenedor debería ser universalmente compartida. Frente a esto, Quinn sostiene que las metáforas tienen una base cultural y se seleccionan en función de su adecuación a los modelos socialmente compartidos.
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