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La Independencia De Estados Unidos Y La Rivalidad Europea

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En la segunda mitad del siglo XVIII, los colonos norteamericanos ofrecieron el insólito espectáculo de una comunidad de emigrantes europeos que tendía a romper sus propios vínculos con el estado y a proclamarse independientes, se trató de un fenómeno nuevo e inopinado. Aquellos colonos emigrantes de varios orígenes constituían un conjunto bastante desarticulado en torno a 1750. en aquella fecha Inglaterra estaba lejos de darse cuenta de la situación que se producía al otro lado del océano. Aquél conjunto de hombres estaba lejos de formar una nación, el caso de América del Norte no será el primero de aquellos en que una colonia accedió al rango de estado antes de que existiera realmente un organismo estatal.
Se trataba de una comunidad en rápido crecimiento demográfico, entre 1690 y 1720 habían pasado de 210.000 a 460.000 habitantes, en 1750 habían alcanzado el millón y en 1770 superaron los dos millones. Desde el punto de vista cultural, se proyectaron los reflejos de las «luces», los americanos, referente a Europa, se consideraron como portadores de un estilo de vida casi incorrupto y próximo a la naturaleza, incluso apto para satisfacer el anhelo a la libertad. Una vez lograda su independencia, ésta aparecerá de rebote en Europa y en particular en Francia como una conquista ejemplar y una referencia ideal.
A comienzos del siglo XVIII el consumo de mercancías de las colonias británicas a la madre patria superaba mucho la capacidad de las colonias para pagar mediante el intercambio de sus propios artículos. La deuda de los colonos respecto a Inglaterra no hacía sino aumentar: en 1776 alcanzaba los dos millones y en 1772 los cuatro millones de libras esterlinas. Las fricciones comerciales se concretaron y acentuaron, los comerciantes de las colonias obtenían notables beneficios de las islas francesas o españolas del atlántico y las ganancias totales permitían reequilibrar su propio déficit en las transacciones con Inglaterra. Las disposiciones mercantiles favorables a la metrópoli se sucedían, productores y negociantes ingleses de géneros textiles tenían pleno interés en conservar la exclusiva de los mercados norteamericanos ya que sus exportaciones se triplicaban entre 1744 y 1758.
En el ámbito de los grupos comerciales e industriales se desarrolló la animosidad antibritánica y la intolerancia con respecto a las actividades de la metrópoli. La Guerra de los Siete Años contribuyó fuertemente a reavivarlas. Inglaterra había contraído importantes deudas por el logro de la victoria y sostenía que sus colonos debían contribuir a extinguirlas. Norteamérica había sacado beneficio del éxito de armas inglés, por primera vez, se desvanecía la amenaza de ataques indios hostigados por los franceses y españoles. En octubre de 1763, Londres creó un territorio reservado a los indios, donde las adquisiciones de tierras estaban prohibidas y los comercios bajo control. Los blancos que a despecho de la prohibición se habían instalado al oeste de la línea de demarcación tuvieron que volver atrás y destruir sus casas. Otro motivo de descontento fue la decisión británica de mantener en las colonias un ejército permanente que debía ser subvencionado al menos en parte con nuevos impuestos y nuevos gravámenes..
A partir de 1764 surgieron asociaciones llamadas “los hijos de la libertad” cuyos objetivos de sus protestas eran los distribuidores de papel sellado y los funcionarios reales. La tensión contribuyó a forjar las armas ideológicas de la oposición política antibritánica; el gobierno británico seguía confirmando que el Parlamento de Londres tenía derecho a legislar con respecto a las colonias en cualquier caso y en cualquier materia. Los colonos, en cambio, proclamaban que sólo podían ser representados y sometidos a impuestos por aquellos mismos que habían elegido y ocupaban un puesto en sus asambleas, lo que afirmaba que la comunidad americana era políticamente distinta a la inglesa.
Las protestas colectivas de las distintas colonias empezaron a sucederse una tras otra y el gobierno londinense dio algunos pasos atrás como la anulación de la Stamp Act, en 1766. el 5 de marzo estalló el primer incidente cruento: en Boston, los soldados dispararon contra una multitud amenazadora y mataron a cinco civiles; la tensión se exacerbaba. El gobierno de North, aprobó en 1773 otra disposición desafortunada: la Tea Act que concedía exclusivamente a la Compañía de las Indias Orientales el monopolio de la venta del té, perjudicando así los intereses de los importadores americanos. Se produjo la llamada “Guerra del Té”.
Muchas colonias veían el nacimiento de autogobiernos informales. Un primer Congreso general se reunión en Filadelfia para sancionar el reconocimiento de las nuevas autoridades coloniales y sostener el boicot llevado a cabo a las mercancías británicas. Un segundo Congreso (abril de 1775) se autoproclamó gobierno central e invistió al virginiano George Washington con el cargo de general de las tropas locales.
La guerra que se fue desencadenando poco a poco debía durar varios años. En el plano político, las cosas maduraron más rápidamente, el 4 de julio de 1776, también en Filadelfia, fue proclamada la Declaración de Independencia, redactada por el abogado virginiano Thomas Jefferson, con éste documento los recién nacidos Estados Unidos hacían de algunos principios políticos y sociales el fundamento de su propia existencia. Se reconocía que el pueblo iluminado por Dios y por la razón, tenía derecho a censurar al rey y al gobierno, si la autoridad amenazaba a los derechos naturales —vida, libertad, propiedad—, los ciudadanos podían denunciar el contrato.
El comandante en jefe británico, sir William Howe, tenía en 1776 a sus órdenes a treinta mil hombres, dieciocho mil de los cuales eran mercenarios alemanes; al cabo de dos años sus efectivos ascendían a cincuenta mil (treinta mil alemanes). Su hermano, el almirante Richard Howe, estaba al frente de las fuerzas navales. Al principio, los americanos no disponían de más de cinco mil hombres. Los dos ejércitos, como era tradicional, a contingentes indios. Las unidades de Washington tenían una consistencia claramente inferior y en conjunto oscilante, no obstante, sus derrotas se alternaron con varios éxitos. Más que una guerra, el general americano llevó a cabo una guerra de guerrillas, favorecido por el apoyo de la población, por la extensión del territorio y por un mejor conocimiento del lugar.
Las tropas del general Burgoyne, que venían de Canadá a unirse a Howe, sufrieron una dura derrota por Hotario Gales en Saratoga el 17 de octubre de 1777. Esta batalla dio un giro al conflicto pues indujo a Francia a participar en la guerra al lado de los norteamericanos. Posteriormente se les unió España, en contra de los ingleses, que deseaba recuperar Gibraltar y Mallorca (Convección de Aranjuez, 12 de abril de 1779). El conflicto se había internacionalizado de un modo provechoso para los norteamericanos.
La campaña militar continuó con una fase larga y casi de estancamiento entre 1778 y 1781. En 1781, el general inglés lord Cornwallis partió para tomar Virginia y puso sitio a Yorktown, pero la flota inglesa fue bloqueada por la francesa, lo que permitió al almirante De Gras llegar a Yorktown, allí al cabo de tres semanas, Cornwallis rodeado por tierra y por mar por fuerzas dos veces superiores —las de Washington, Rochambeau y La Fayette— aceptó capitular con 8.000 hombres (19 de octubre de 1781). Las fuerzas francoespañolas tomaban el fuerte de San Felipe, en Mahón. Los ingleses proyectaron negociaciones de paz, el armisticio general fue proclamado el 4 de febrero de 1783. anteriormente Benjamín Franklin, Jhon Adams y Jhon Day, habían decidido negociar la independencia de sus excolonias (30 de noviembre de 1782) aprovechando os recelos entre Inglaterra, Francia y España, éstas dos últimas potencias aceptaron las cláusulas de los acuerdos en el tratado de paz definitivo firmado en Versalles el 3 de septiembre de 1783.
En el periodo inicial, el de la primera constitución federal (1781-1789) fue organizada la colonización de los territorios del Oeste. En 1787, bajo presidencia de Washington, fue elaborada en Filadelfia una nueva Constitución, con una Cámara de representantes elegidos de forma proporcional y un Senado en el que cada estado poseía dos miembros. El mandato del presidente, renovable, fue establecido en cuatro años. Las elecciones del 7 de enero de 1789 llevaron a la reunión del Congreso en Nueva York, el 4 de marzo, y a la proclamación de Georges Washington como primer presidente de los Estados Unidos. Asumía posteriormente un segundo mandato en 1793.
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