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Los Europeos En América

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Al inicio del siglo XVIII, la expansión rusa ya había atravesado toda Siberia, había llegado a Extremo Oriente, al Pacífico, a las costas asiáticas y, el danés Vitus Berhing (1681-1741) descubrió el estrecho que lleva su nombre. Desde 1760, los cazadores de animales provistos de pieles fueron atravesando las regiones siberianas y llegaron hasta Alaska. A fines del siglo XVIII, en la región de Vancouver las nutrias marinas eran capturadas tanto por los rusos como por los ingleses.
Los habitantes de las colonias británicas de la costa oriental de América del Norte no se habían aún extendido mucho hacia el oeste y estaban todavía lejos de las costas del Pacífico, sin superar el Mississipí. Con todo, su progresión se estaba acentuando y numerosas poblaciones indias del interior se propagaron desde carolina y Georgia hasta Florida, entonces española..
Quienes ocuparon más territorios del continente americano durante el siglo XVIII fueron los ibéricos. La línea trazada por el Tratado de Tordesillas, a fines del siglo XV, dio lugar todavía a conflictos. Los portugueses, asentados en las costas de Brasil, habían ampliado sus asentamientos y se habían extendido claramente hacia el Norte, desembocadura del Amazonas, como hacia el Sur, a la zona de Porto Alegre. El enfrentamiento se prolongó durante varios años y terminó con el Tratado de San Ildefonso del 11 de mayo de 1771. tranquila era la posesión española en las costas americanas del océano Pacífico, desde la parte centromeridional de Chile a California, a través de Perú, Nueva Granada y América central. En torno a 17720-1722, las posesiones de España se habían extendido a lo largo de las costas del golfo del México hasta Texas. Más al Norte, los jesuitas y luego los franciscanos habían emprendido la evangelización de la zona californiana, donde San Francisco fue fundada en 1776.
Un gran foco de aguda discrepancia se encontraba en el Caribe, que bañaba regiones densamente habitadas y económicamente ricas. En América centromeridional vivían, en el siglo XVIII, cerca de 20 millones de habitantes, de los cuales menos de la mitad eran de raza blanca y cerca de tres millones y medio mestizos. Para regular la crisis producida en 1700 en España se había intentado reformar el sistema de convoyes que la relacionaban regularmente con las vastas colonias del otro lado del Atlántico. España se mostraba cada vez menos capaz de satisfacer la demanda de los productos necesarios para sus colonias, sus mercados habían hecho prosperar el contrabando, sobre todo por parte de las naves inglesas, mientras España no se veía capaz de oponerse a ellas militarmente. Conscientes de eso, sin declaración oficial de guerra, las autoridades inglesas ordenaron atacar las bases españolas, empezando por las de Colombia, así en 1740 fue ocupada la de Portobello y bloqueada Cartagena. Otro episodio de la rivalidad angloespañola, a fines de la guerra de los Siete Años, cuando la soberanía de las islas Malvinas, de posición sumamente estratégica, pasó precisamente de España a Inglaterra.
Precisamente las relaciones de Inglaterra con Portugal retaban impregnadas de buena vecindad. Instalados en Lisboa, los comerciantes ingleses dominaban las importaciones de productos a las zonas brasileñas, así el desarrollo de éstas iba totalmente a favor de los operadores británicos, que se hizo más relevante cuanto aquella inmensa área se hizo semiindependiente de Portugal y, además, se habían descubierto allí importantes yacimientos auríferos y diamantíferos.
El verdadero antagonista de Inglaterra en el continente americano no fueron las potencias ibéricas sino Francia. Ésta, a pesar de tener un solo territorio —la Guayana—, había concentrado sus ambiciones en la parte septentrional del Atlántico. La lucha debía manifestarse de un modo más violento ya que en aquella zona vivían ya desde el siglo anterior numerosos colonos ingleses e Inglaterra consideraba como propios los territorios donde se habían instalado. Las primeras hostilidades se manifestaron durante la guerra de sucesión austriaca. En junio de 1745, millares de británicos de Nueva Inglaterra, apoyados por una pequeña flota de cuatro navíos, habían atacado Luisburg en la isla de Cap Bretón, cerca de la península de Acadia (actual Nueva Escocia). Tras cincuenta días de asedio, la plaza había sido expugnada y una escuadra armada de los franceses, que fue allí para recuperarla, se vio arrastrada y hundida por una tempestad.
Aunque la Paz de Aquisgrán restableció luego es status quo, en sustancia, se trató sólo de una tregua, porque el conflicto no tardó en reanudarse. En Jumonville, en el valle del Ohio, tuvo lugar en junio de 1754 el primer enfrentamiento entre ingleses de Virginia y un destacamento francés. Al año siguiente, los colonos de ambos bandos se batían en contra de la voluntad de sus respectivos gobiernos. La competencia entre ambas ya no se podía detener, la tensión afianzaba la unidad de las colonias británicas y Canadá se poblaba cada vez más de franceses que en 1700 eran unos 20.000 y en 1755 ascendió a 55.000 sobre todo en el estuario de San Lorenzo. A partir de 1730 la colonia francesa de Louisiana (en el Golfo de México) había experimentado un notable desarrollo.
La zona más septentrional de los asentamientos británicos, Nueva Inglaterra, era una franja reducida entre el Atlántico y el Alleghany, que dando el interior todavía en manos de los indios. Los colonos eran sobre todo agricultores, algunos practicaban el comercio de pieles lo que hizo que no pudieran dejar de enfrentarse con los franceses, en particular en la región de los Grandes Lagos y Ohio que era también el punto de conexión entre la cuenca de Mississipi y Canadá, ambas regiones dominadas por Francia.
Las hostilidades se abrieron en 1755 como consecuencia del envío a América de refuerzos ingleses al mando del general Braddock y de una escuadra contraria al mando del marqués de Vaudreil, éste fue atacado en octubre cerca de la isla de Terranova por las unidades del almirante Boscawen. Al poco estalló oficialmente la guerra a causa de la decisión británica de detener a cualquier navío mercante francés en aquella zona. En Acadia los ingleses lograron capturar en 1756 a ocho mil colonos franceses, que en parte se refugiaron en la isla de Cap Bretón hasta que fueron expulsados de allí a la fuerza. Entretanto el cuerpo expedicionario francés, al mando del marqués de Montcalm, compuesto por tres mil soldados regulares y doce mil de la milicia local, atacó y tomo el fuerte de Oswego y conquistó en 1757 el fuerte de William-Henry. Numerosos indios auxiliares masacraron a cierto número de prisioneros ingleses.
Animada por William Pitt el Viejo, convertido en ministro de la guerra, Inglaterra invirtió ingentes sumas de dinero para renovar e incrementar su propia flota militar, logrando alinear cuatrocientos bracos frente a poco más de cincuenta de los franceses. Tras varias semanas de asedio, la escuadra de Boscawen (dotada también de doce mil hombres de tropa) conquistó de nuevo Luisburg en 1758. En tierra, los británicos tomaron el fuerte Frontenac situado en el lago Notario y el fuerte Duquesne en Ohio. Su cuerpo, mandado por el general Wolfe, con nueve mil hombres, siguiendo el río San Lorenzo se fue a atacar Québec. Montcalm salió de la batalla para dar batalla, pero fue herido gravemente mientras Wolfe perecía en elcruento enfrentamiento; Québec, defendida después por Vaudreil, acabó rindiéndose el 8 de septiembre. Los refuerzos franceses, en 1760, a las órdenes del duque de Lévis, no lograron reconquistar la ciudad, en septiembre capituló además Montreal.
La partida estaba perdida por parte de Francia en aquella área. Poniendo fin a la guerra colonial (1755-1762), el tratado de París del 10 de febrero de 1763 sancionó la cesión de Canadá a Inglaterra, a excepción de los islotes de Miquelón y Saint-Pierre y el derecho de pesca en Terranova y en el estuario de San Lorenzo. Únicamente la parte de Louisiana, al oeste del Mississipi, quedó en poder de Luis XV, que conservaba por otro lado las propias Antillas: Martinica, Guadalupe y Santa Lucía. Los españoles cedían Florida a los ingleses, que ocuparon, también, el resto del valle del Mississipi. La supremacía les quedaba garantizada en América septentrional aunque posteriormente no lograría detener la revuelta de sus propios colonos.
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