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Movilidad, matrimonio y prostitución: riesgo sexual entre los thailandeses de los Países Bajos

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Han ten Brummelhuis

Introducción

Hasta la Segunda Guerra Mundial se suponía que los thailandeses nunca migraban a otros países y que no eran capaces de sobrevivir sin arroz ni budismo. Ahora, se presupone un talento especial en los thailandeses para moverse y sobrevivir en el extranjero. Sin embargo, respecto al pasado, la afirmación «Los thailandeses no migran» también debe ser modificada. En realidad, los procesos de (in)migración y movilidad fueron básicos para la formación y conservación del edificio social y del estado thailandés.
El tema de este artículo es la formación reciente de pequeñas comunidades thailandesas en varios países europeos (Alemania, Escandinavia, Francia, Suiza y Países Bajos). Los datos que presentamos reflejan en particular la situación de Amsterdam.
La perspectiva principal es el riesgo del SIDA y cómo tratarlo adecuadamente. Thailandia, constituye uno de los epicentros de la epidemia en Asia
En Holanda, hay una creencia general de que la epidemia del SIDA está bajo control. Sin embargo hay estadísticas inquietantes sobre un relativo aumento del SIDA entre las mujeres y las minorías étnicas. Algunos observadores dan la alarma sobre la posibilidad de reintroducción del VIH en la población por medio de ciertos grupos étnicos.
La migración de los thailandeses a Europa proporciona un caso que puede ejemplificar lo que podría llamarse la construcción cultural y social de la prostitución. Finalmente, un análisis del origen y características socioculturales de las «comunidades» thailandesas en Europa es una exigencia para desarrollar formas de prevención efectivas y sensibles en el seno de este grupo.
Las sociedades y sus culturas difieren en el modo en que exigen, permiten, estimulan o entorpecen el movimiento de su población. El caso thailandés resulta bastante extremo en su articulación de pautas de movilidad y en proveer incentivos para moverse. La formación de estados thais en la región de la Thailandia contemporánea se ha caracterizado durante más de diez siglos por una continuada secuencia de migraciones: China, poblaciones en busca de nuevas tierras para cultivar arroz, refugiados de los países vecinos: macasareses, javaneses, malasios, laosianos, vietnamitas, khmer, shan, karen y otros ; los traslados forzados de ex prisioneros de guerra malasios y laosianos y, especialmente el movimiento periódico de phraj (criados o clientes) para realizar corvées, que era el sistema principal de impuestos de Siam hasta las grandes reformas de fines del siglo XIX.
La pauta de movilidad era restringida a los varones jóvenes y de mediana edad. Las mujeres controlaban el hogar y los varones la esfera pública
Desde la Segunda Guerra Mundial se ha producido un enorme cambio de doble naturaleza:
  1. Hay movilidad en casi todos los grupos, en especial entre las mujeres, que hoy tienden a dominar en la migración rural-urbana, coincidiendo con el desarrollo de industrias y servicios urbanos en los que prefieren mujeres para realizar trabajos no especializados.
  2. Se ha producido una inmensa extensión de la escala de movilidad. Los migrantes thailandeses cruzan las fronteras nacionales con mayor frecuencia; en los años 1970s, miles de thailandeses fueron a trabajar como obreros a los países productores de petróleo del Oriente Próximo, y centenares de thailandesas al Sudeste de Asia para trabajar en el servicio doméstico y en las fábricas
  3. Una parte creciente de la movilidad de los thailandeses contiene un elemento circular. Este puede asumir varias formas: migración estacional; envíos de dinero esporádicos o frecuentes a sus familias en su país; visitas y estancias regulares en el pueblo de origen; o volviendo al pueblo de origen tras varios años de trabajar y ganar dinero en la ciudad o en el extranjero. Los recientes cambios en las pautas de migración han dado lugar a una situación en la que casi todas las aldeas thailandesas están conectadas no sólo con el resto de la sociedad thailandesa sino también con sociedades y países de todo el mundo. En la actualidad, muchas personas se han convertido en residentes «bilocales» o incluso en residentes «multilocales».
Sólo desde el inicio de la epidemia del VIH/SIDA la relación entre movilidad y conducta sexual se ha convertido en objeto de una investigación más sistemática. Esta conducta no significa necesariamente conducta sexual extramatrimonial.
A primera vista, el matrimonio parece ser una institución que, al unir un marido a una esposa tiene que ver, con la movilidad. Pero implica también asentamiento. Los datos sobre thailandeses que presento en este trabajo muestran incluso que el matrimonio puede asumir el papel de instigador o mediador importante de los movimientos humanos. En particular, la utilización por las mujeres del matrimonio para aumentar su independencia social y mejorar sus perspectivas económicas convierten al matrimonio en un vector de movilidad.
La perspectiva thailandesa del matrimonio se ve complicada por el hecho de que, desde la Segunda Guerra Mundial, el matrimonio y la familia han sido temas centrales en la construcción de la ideología de la clase media nacional. Parece que el matrimonio thailandés tiene carácter secular, económico, pragmático y flexible. Por ejemplo en el pasado los extranjeros que vivían en Siam tenían esposas siamesas temporales
Es particularmente reveladora la descripción de Heeck de las condiciones en las 40 holandeses vivían en la antigua capital de Siam, hacia 1655. Resulta que lo que para los siameses era una forma legal de relación hombre-mujer (el matrimonio), era prostitución a ojos de los holandeses.
Aquí somos testigos de un primer choque de categorías y percepciones que ha dominado también el discurso occidental más reciente sobre la prostitución en Thailandia. Tales categorías, al operar en una dicotomía de relaciones de «amor verdadero» – «amor pecaminoso», entorpecen la adecuada descripción de las diferentes formas de relación sexual marido-esposa y de cómo éstas se conciben.
El concepto de prostitución, en el discurso occidental, es el intercambio de dinero por sexo y su oposición al verdadero amor. Pero en el caso thailandés, el intercambio de sexo por dinero y servicios existe, pero es más vergonzoso no hacerlo por dinero, sino (en el caso de una mujer) ir acostándose por ahí con muchos hombres indiscriminadamente. En general, a las mujeres se las anima a obtener algún beneficio por ser accesibles sexualmente a los hombres. Esta lógica está vigente también en el caso del matrimonio. En el caso thailandés hay una amplia variación en las relaciones marido-esposa, que pueden documentarse respecto al pasado y que sobrevive en las actitudes hacia el matrimonio moderno. Incluso desde la perspectiva de algunas mujeres, la distancia entre «prostitución» y «matrimonio» puede reducirse.
Matrimonio y movilidad: novias de guerra siamesas
La finalidad principal de este capítulo, es comprender el origen y carácter de la comunidad thailandesa en Holanda, para evaluar su riesgo a causa del VIH/ SIDA y su potencial para una protección adecuada. En los años 1950s, un grupo de thailandesas siguió a sus maridos a Holanda siendo los pioneros que emigraron al extranjero y fueron el origen de la comunidad thailandesa en los Países Bajos
En los años 1945-47 se registraron en Thailandia unos 2.000 matrimonios entre soldados o ex prisioneros de guerra holandeses con muchachas thailandesas. Algunas parejas permanecieron en Thailandia, otras se trasladaron a Java o a Holanda. Como estos matrimonios se produjeron a gran escala y emigraron produjo algunas reacciones fuertes por la opinión pública thailandesa «En vez de buscar la felicidad con sus maridos, como ellas soñaban, se convirtieron en muchachas para el servicio público». Predominaba la indignación sobre el mal trato infligido; se dijo que habían sido forzadas a retomar sus «antiguas profesiones». Las publicaciones llegaron incluso a hablar de la amenaza de que las relaciones diplomáticas entre Siam y Holanda podrían romperse, y los diplomáticos holandeses respondieron con cartas a la prensa que hablaban de thailandesas felizmente casadas. Se ordenó una investigación gubernamental sobre la situación de estas parejas mixtas y del modo en que eran tratadas las mujeres thailandesas. La mayoría de las parejas entrevistadas vivían felices, aunque se dijo también que las mujeres siamesas habían sido acosadas por personas con «inclinaciones erotomaníacas».
Esta indignación revela de nuevo diferencias entre las percepciones thailandesa y holandesa sobre el matrimonio, y en los límites entre el matrimonio y la prostitución. Las propias mujeres eran conscientes de la distinción entre las muchachas «buenas» de las familias ricas y las que trabajaban en bares, cabarets o como taxi-girls. En un contexto thailandés la distinción es especialmente entre familias ricas y pobres. El éxito posterior puede borrar completamente el estigma inicial; si hay algún estigma en vivir del trabajo sexual, este es, en primer lugar, el estigma de la pobreza.

Matrimonio y trabajo sexual: La segunda oleada migratoria

Se produjo a partir de los años 1970s. Hubo un desarrollo del sector del ocio para turistas en Thailandia que tiene esencialmente un doble carácter, que ha llevado a algunos autores a hablar de «prostitución abierta» Van Kerkwijk demostró de qué modo el sexo de pago puede ir acompañado de amor, y que, en el caso de algunas muchachas thailandesas, suele haber ambigüedad entre las estrategias para conseguir amor romántico y las estrategias para obtener dinero. Esta ambigüedad es un elemento esencial que hace problemático interpretar los contactos turísticos exclusivamente en términos de prostitución.
Es este complejo de trabajo sexual, matrimonio y migración lo que forma una importante secuencia causal en la formación de las comunidades thailandesas en el extranjero. Estas comunidades thailandesas se han formado en todas partes de Europa. Echemos ahora un vistazo con mayor detalle a la comunidad thailandesa que vive en los Países Bajos.
Hubo 5.000 parejas a lo largo de los últimos veinte años.
La mayoría de los matrimonios se dieron entre turistas holandeses que pasaban 2-4 semanas en Thailandia y muchachas thailandesas que trabajaban en el sector del ocio turístico (servicios, chicas de alterne, camareras o guías), lo que provee oportunidades para servicios sexuales. Calificar de «prostitutas» a todas estas muchachas no es adecuado desde el punto de vista etnográfico y echa a perder la oportunidad de comprender cómo surgen matrimonios y relaciones amorosas del «sexo de pago».
Ocasionalmente surge un nuevo tipo de matrimonio entre muchachas thailandesas y occidentales de acuerdo con una pauta de cortejo común thailandesa.
Un tercer grupo de matrimonios está representado por aquellos que han sido emparejados por parientes o amigos.
Es evidente que la migración thailandesa a Holanda se basa en gran medida en el matrimonio o en el emparejamiento sexual.
Hemos de añadir también al grupo de miembros de familias que se unen a sus parientes que viven en Holanda: hijos de anteriores matrimonios, miembros familiares mayores (madres) o, en ciertos casos, hermanos y hermanas contratados por mujeres para ayudar en pequeños negocios o en trabajos domésticos. Finalmente, un grupo muy pequeño de thailandeses vive en Holanda por razones profesionales o de estudio.

¿Una comunidad thailandesa?

Aquí se usa «comunidad» para describir una serie de cualidades comunes y también un potencial específico de acción social de los thailandeses en los Países Bajos. Cmple los siguientes requisitos:
  1. Espacio común con fronteras comunes. En el espacio social definido por estos límites se produce un intercambio de información específica, de chismorreo, rumores, y un potencial de conflictos personales y económicos, especialmente en lugares tales como templos thailandeses, restaurantes thailandeses y tiendas thailandesas.
  2. Características comunes objetivas y subjetivas: el origen thailandés, la lengua, los hábitos alimenticios, la cultura y la adhesión común al budismo.
  3. Cierta forma de interdependencia. Constituye lo que mantiene unido al grupo: dependencia emocional, ser informado sobre la sociedad holandesa, saber cómo relacionarse con las autoridades, el contacto, y el acceso a la administración.
En 1993 había 226 mujeres y 80 hombres thailandeses en Amsterdam, sin incluir los thailandeses que han adquirido la nacionalidad holandesa ni aquéllos que entraron ilegalmente en el país y que están sujetos a deportación , lo que pueden ser 2.000 thailandeses y 10.000 los que viven en Holanda.
Aunque la «comunidad thailandesa» abarca en principio a todos los thailandeses que viven en Holanda, esta descripción tiende a centrarse en el escenario thailandés relacionado con el trabajo sexual en Amsterdam, donde se realizó la recopilación de datos. En varias capitales de provincia hallamos también a thailandesas que trabajan en la llamada «prostitución de escaparate». Una característica importante de este panorama se basa en las múltiples conexiones entre trabajo sexual, matrimonio y otras formas de emparejamiento. El matrimonio se utiliza para obtener una participación legal en el trabajo sexual; el trabajo sexual puede conducir al matrimonio; y matrimonio y trabajo sexual se combinan o alternan, según las particularidades de la población o del lugar.
No es completo el panorama thailandés sin referimos a un grupo de varones de identificación gay, travestidos, y transexuales. Podemos distinguir al menos tres subgrupos:
  1. varones thailandeses que encontraron un amigo holandés en el sector de ocio turístico de Thailandia, y se convirtieron en su pareja formal, lo que les dio derecho a un permiso de residencia —un matrimonio gay en la mayoría de los casos—
  2. varones thailandeses que llegaron a Holanda en calidad de pareja o amigo de un varón holandés, se operaron (la mayoría en Thailandia), para convertirse en transexuales, y así entraron en el trabajo del sexo
  3. transexuales que llegaron a Holanda como pareja o amigo de un holandés con la intención de entrar en el trabajo del sexo.
Por lo general, en las relaciones más «gays» predominan las relaciones de larga duración. Entre los travestidos, y transexuales se producen frecuentes cambios de pareja y el emparejamiento es un instrumento para alcanzar otras metas. Ocasionalmente, el matrimonio o las parejas formales son completamente instrumentales para conseguir un permiso de residencia (en Amsterdam obligatorio para trabajar) que capacite para realizar el trabajo sexual.
La combinación de trabajo sexual y matrimonio ha dominado el origen y la formación de la comunidad thailandesa de Amsterdam.
Esto podría cambiar, pues las relaciones van cambiando y sus miembros van entrando en numerosas actividades no siempre relacionadas con la sexualidad, aunque la vida de un número notable de thailandeses que viven en Holanda depende todavía, de la dedicación regular a relaciones sexuales con holandeses.

El riesgo del VIH/SIDA

Se debe relacionar esta descripción de la comunidad thailandesa de Amsterdam con el riesgo sexual representado por el VIH/SIDA, a causa del frecuente cambio de pareja. La comunidad thailandesa entra en contacto con otras con altos índices de seroprevalencia: hombres homosexuales o gays en Holanda y trabajadores del sexo en Thailandia. En cuanto una relación es considerada de amistad o de pareja, el uso del condón fuera de la esfera del trabajo sexual es bajo. Uno de los mayores problemas es que no se diferencia lo bastante el trabajo sexual de la esfera personal.
No hay datos epidemiológicos fiables de la difusión del VIH/SIDA sobre los thailandeses de Holanda.
La actitud más franca que pudimos observar respecto al VIH/SIDA fue entre los gays travestidos, y transexuales.
Existe temor generalizado. Hay preocupación también por las publicaciones que ligan a los thailandeses al VIH que sugieren un alto índice de infección por VIH entre ellos
La actitud de las mujeres que de forma regular desarrollan un trabajo sexual, difiere de las que lo desarrollan de forma esporádica o de las que tienen frecuentes cambios de pareja. El grupo de mujeres que tiene un contacto esporádico con diferentes parejas no tiene conciencia de riesgo específico en la práctica del sexo heterosexual, execpto las que leen diarios thailandeses o que han visitado recientemente Thailandia. Las mujeres que participan en los mismos círculos que los transexuales, travestidos, o que trabajan con ellos en el distrito de luces rojas, sí tienen una fuerte concienciación. Pero todos ellos tienden a asumir que el riesgo es mucho menor para los heterosexuales. Un tercer grupo, (muchachas jóvenes y guapas) que habían llegado a Holanda a través del «crimen organizado holandés» trabajan en un medio social (holandés) en el que el riesgo de infecciones por VIH se niega casi completamente y son los que usan condones en los contactos con clientes y amigos.
Tienen lugar frecuentes contactos y mezclas sociales entre los que practican trabajos sexuales y otros grupos de thailandeses. Hay también nexos económicos entre los grupos. Aquellos que tienen ingresos derivados del trabajo sexual suelen ser grandes derrochadores y se valora mucho su patrocinio de tiendas, restaurantes y otras formas de pequeños negocios.
Allí donde se mezclan parejas y amor con el trabajo sexual se crea un entorno que hace más probable el riesgo sexual. Existe sexo con riesgo en la mayoría de los casos en los que los clientes se convertían en pareja o cambiaban frecuentemente de pareja.

Recomendaciones para intervenir

Un grupo de científicos sociales y otras personas interesadas por Thailandia hemos intentado «hacer algo». Había que relacionar el punto de vista antropológico cualitativo de la participación y de las entrevistas con una «intervención» exitosa. Teníamos la ambición de aprender y poner en práctica experiencias llevadas a cabo en África y en América Latina
Era importante saber si los thailandeses tienen el potencial suficiente para convertirse en una «comunidad», pues conceptos teóricos e intervención práctica van juntas. Hay que saber como hay que aproximarse a los trabajadores sexuales thailandeses ¿como trabajadores del sexo, o como thailandeses? o ¿hay que utilizar los servicios generales para el VIH/SIDA? o ¿desarrollar servicios específicos para este grupo en particular?. Administradores y patrocinadores muestran generalmente una gran reticencia a tomar conciencia de la necesidad de estrategias específicas para cada grupo étnico particular, en especial cuando su número es modesto.
Tiendo a suponer que dirigirme a los thailandeses como a miembros de una comunidad thailandesa potencial, en vez de dirigirme a algunos de ellos individualmente porque sean miembros «estadísticos» de grupos establecidos de riesgo general, ofrece mejores posibilidades para una prevención y unos cuidados continuados a largo plazo. Este punto de vista permitirá asignar roles a muchas personas que serían descartadas si adoptamos el punto de vista de los grupos de riesgo. Por ejemplo, algunos pueden ayudar a identificar a los recién llegados que entran en el trabajo sexual, a acercarnos a ciertas personas o grupos con información, a incorporar la prevención del SIDA a otras actividades sociales, o a proporcionar ayuda a las personas infectadas por el VIH.
Los estudiantes de Thailandia opinan que, en su cultura y sociedad es difícil alcanzar una asociación basada en intereses comunes. Pero esta no es razón suficiente para esperar que todo proyecto comunitario sobre el SIDA entre los thailandeses vaya a fracasar, pues:
  1. Una comunidad no depende de la igualdad entre sus miembros; la relación jerárquica tipo patrón-cliente que domina las relaciones de los thailandeses son cimientos igualmente sólidos de la comunidad.
  2. Los thailandeses que viven en Holanda se ven influidos también por su nuevo entorno y sus parejas holandesas. Esto favorece una impredecibilidad, flexibilidad y adaptabilidad específicas.
  3. El SIDA representa una amenaza tal que ha creado nuevas formas culturales y comunitarias en en el mundo occidental y no occidental.
  4. En diversos lugares, las formas de prevención más efectivas han sido las que tenían raíces en las propias comunidades locales. La respuesta thailandesa a la crisis del SIDA indica que están preparados para cambiar pautas culturales establecidas.
En esta primera fase de entrevistas a personas clave de la comunidad thailandesa (7) más cierto número de thailandeses que se dedican al trabajo sexual y que viven con sus parejas holandesas (13) no son datos representativos, pero ayudan a definir cuestiones importantes y a esbozar estrategias para la fase siguiente del proceso de intervención, más sistemática.
Las siguientes conclusiones han sido formuladas teniendo en cuenta el formato de la intervención:
  1. Dado que, los miembros de la comunidad thailandesa tratan de evitar tener contactos con las autoridades municipales o gubernamentales, las intervenciones son de autoayuda, en la que los investigadores son mediadores que recopilan información, hacen preguntas, y son útiles para formular o intentar probar ciertas soluciones. Ninguna de las ONG existentes parece apta para emprender una tarea semejante. Éstas se «especializan» en «gays» o en «prostitutas», o en migrantes en general, o hacen suyo el concepto de «educación e información» lo que, en el caso de los thailandeses, es muy poco adecuado.
  2. La intervención debe implicar, a toda la comunidad thailandesa, puesto que el VIH/SIDA afecta potencialmente a toda la comunidad, incluidas las parejas holandesas. Al SIDA se lo asocia cada vez más a los thailandeses debido a que los medios de comunicación informan sobre la epidemia en Thailandia, y puede conducir a asociar el ser thailandés y tener VIH/SIDA, y esto invita a respuestas estigmatizantes. Hay que identificar, definir y delimitar a esa parte de la comunidad thailandesa que puede ser incluida en la prevención centrada en el VIH. Queremos saber qué subgrupos específicos pueden contribuir a aumentar el conocimiento y la concienciación respecto a las actividades específicas. Además es importante trazar el gráfico de la red de contactos sexuales y de contactos sociales para diseñar una prevención y una ayuda adecuadas.
  3. La propuesta a seguir es «investigación de acción». Empieza con una alianza entre el investigador y «los investigados», pues no es suficiente tener acceso a personas para ser entrevistadas; es importante «convencerlas» y que participen del problema sobre el riesgo del VIH/SIDA. Requiere un compromiso específico e implican procesos de aprendizaje mutuo planteamiento de cuestiones, búsqueda de información y respuestas, intentos de soluciones, formulación de nuevos interrogantes, etc.
  4. El proyecto se dirige la prevención y también a problemas relacionados con la ayuda a personas que viven con el VIH/SIDA, pues no podemos acercarnos a la gente para tratar de los riesgos de ser infectado y ser indiferentes respecto a aquellos que ya padecen la enfermedad. Hay que involucrar a personas seropositivas en la labor de prevención o de ayuda.
Conclusión

En este estudio no está claro todavía hasta qué punto los datos presentados son representativos de toda la comunidad thailandesa y de la respuesta de ésta a la epidemia del VIH/SIDA ni es válida para otros países europeos.
Por lo que yo sé, sólo la comunidad thailandesa de Inglaterra difiere, posiblemente, de forma substancial, dado que su origen se remonta a los comienzos del siglo XX e incluye un alto porcentaje de thailandeses que migraron con fine educativos o profesionales.
Desde los años 1970s en Estocolmo, Copenhague, Hamburgo, Berlín, Dusseldorf, Bruselas, Zúrich y otras muchas localidades, las comunidades thailandesas han desarrollado, en mayor o menor grado, una serie de características comunes que las hace vulnerables al VIH/SIDA: migración matrimonial y dedicación al trabajo sexual con una delimitación indiferenciada entre trabajo sexual, matrimonio normal, y emparejamiento. En Amsterdam, como en otros lugares, esto ha conducido a diversas pautas demográficas que nos llevan a los problemas estudiados aqui:
  1. paso del trabajo sexual a vivir con una pareja, al matrimonio y vuelta al trabajo sexual
  2. matrimonio con un (ex) cliente
  3. dedicación (temporal) al trabajo sexual en períodos de angustia emocional o económica
  4. dedicarse al trabajo sexual con una actitud «de amor divertido»: ser selectivo con los clientes, salir con clientes favoritos, intentar seducir a hombres atractivos para que se conviertan en clientes
Las autoridades suelen considerar que los thailandeses son escasos y no crean fondos específicos para la prevención del SIDA. Sin embargo, las pautas descritas aquí están presentes en muchos lugares de Europa y existe riesgo en el seno de estas comunidades thailandesas, pues sus miembros establecen conexiones con un área altamente endémica y que sus relaciones sexuales suelen poner en contacto a varios grupos étnicos, diferentes grupos de edad y de diferente orientación sexual.
Es ilusorio esperar que el problema del SIDA vaya a ser una fuerza capaz de crear una comunidad entre los migrantes thailandeses.
  • hay una resistencia generalizada entre los migrantes thailandeses a ser asociados a actividades relacionadas con el SIDA.
  • un nivel de instrucción formal relativamente bajo de los thailandeses de Holanda
  • un estilo thailandés que prefiere relaciones suaves y placenteras por encima de su efectividad en coste y en tiempo
  • pocos thailandeses pueden comprometerse durante largos períodos de tiempo a trabajar por la organización de la comunidad como voluntarios o miembros de la junta directiva de una fundación pues la mayoría viven en una situación que los fuerza continuamente a buscar oportunidades de ganar dinero.
  • para la mayoría de los migrantes thailandeses la capacidad para ganar dinero de manera independiente es una prueba importante de su éxito de adaptación.
  • aquellos que tienen trabajos regulares o posiciones económicas seguras suelen exhibir actitudes típicas de la clase media que entorpece unos buenos contactos con el grupo de thailandeses dedicado al trabajo sexual.
  • algunos thailandeses que padecen el SIDA, rechazan entrar en contacto con otros thailandeses, pero aprecian la ayuda ofrecida por los occidentales que hablan su lengua —no debemos suponer que sólo los thailandeses ayudan a los thailandeses
En la última parte de este artículo se ha aludido implícitamente a dos temas más amplios y más generales: cómo combinar el punto de vista antropológico (participación, observación, entrevistas) con la búsqueda de respuestas prácticas a los problemas planteados por la crisis del SIDA en un pequeño grupo de la «sociedad multiétnica» de Holanda y de Europa. y se ha tratado de demostrar que si queremos hallar soluciones adecuadas al SIDA, la cultura ha de ser tratada como una ventaja, no como una barrera que deba ser suprimida antes de que empiece la intervención.
Lo que es verdad para la crisis del SIDA en Thailandia es válido también, para la comunidad thailandesa de Holanda: en Thailandia la franqueza existente respecto a la sexualidad es tanto un beneficio como un factor de riesgo sexual, mientras que en la comunidad thailandesa de Holanda las variadas formas de implicación en la sexualidad son también una ventaja al tratar los asuntos más profundamente y con mayor compromiso que si se tratase de la sociedad holandesa heterosexual.


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