Consideraciones generales
El Pleistoceno antiguo significa una larga etapa temporal que abarca desde las primeras glaciaciones (Biber y Donau) hasta los tiempos medios del interglaciar Günz-Mindel (unos 1.300.000 años). Durante el transcurso de ese largo tiempo se asiste a la aparición de los 2 complejos culturales más antiguos. La presencia de los primeros guijarros o cantos tallados intencionadamente, la llamada Pebble-tool Culture, constituye el inicio de un desarrollo histórico-cultural durante el cual el hombre construye sus primeros instrumentos. El origen de estos conjuntos de cantos tallados, unifacial o bifacialmente, se fija en torno a los 2 mill. años, aunque por lo que a la Pen. Ib. se refiere parecen haber llegado muy tardíamente, hacia el 900.000, de acuerdo con los datos de la investigación actual.
Una 2ª gran etapa cultural, el Achelense, de posible procedencia africana y caracterizado por los instrumentos de talla bifacial y apuntados, penetró en la Pen. durante los tiempos de la glaciación de Mindel (Pleistoceno medio) y aunque sus primeras manifestaciones son de posición cronológica un tanto incierta, es posible pensar que sus elementos más antiguos pueden remontarse en la Pen. al 2º máximo glaciar de Mindel (Mindel I). Las distintas etapas o fases del Achelense se encuentra, la mayoría, en las terrazas de los rios y a distintas alturas, lo que ha hecho posible que se establezca una secuencia de su desarrollo cultural (antiguo, medio, superior y final) en razón de su posición dentro de las distintas terrazas. Hasta estos últimos años no se ha iniciado una investigación eficaz en torno estas 2 culturas inferopaleolíticas.
Las secuencias más antiguas y su distribución geográfica
Es opinion común entre los paleoantropólogos reconocer al Homo erectus el protagonismo de la gran diáspora de la Humanidad desde el solar africano hacia las templadas zonas de Euroasia (aprox. 1.500.000 mill. años). En el polimorfismo de estos primeros europeos (entre los que se encuentran los restos recientemente descubiertos en el yacimiento Trinchera Dolina de Atapuerca (Burgos), calificados, provisionalmente, como “Homo antecessor”, se perciben junto a rasgos propios del “Homo erectus” otros que pasarian por antecesores del “Homo sapiens”; justificándose así la denominación de “anteneandertales” o de “preneandertales” que se les suele aplicar.
Las primeras manufacturas de los homínidos africanos (hace unos 2 mill. años) consisten en cantos acondicionados, mediante percusión, con aristas cortantes o con apuntamientos. Este horizonte cultural tiene en Europa meridional una notable duración al final del pleistoceno inferior y en el pleistoceno medio, solapándose el complejo de los cantos tallados con el de los primeros bifaces (abbevillense y achelense antiguo) y con el achelense medio.
El yacimiento que por el momento ha proporcionado una mayor información sobre los primeros momentos de la cultura de los cantos tallados en la Pen. ha sido El Aculadero (Puerto de Sta. Mª, Cádiz). De acuerdo con los instrumentos recogidos, que se han considerado como propios del Estadio III de la secuencia nordafricana, El Aculadero se ha fechado en el Pleistoceno medio (interglaciar de Günz-Mindel). El estrecho podría haber sido atravesado durante una regresión, la Siciliense, durante la cual el nivel de las aguas debió de descender la suficiente como para poder ser franqueado a pie o sin grandes dificultades. Los materiales recogidos en El Aculadero se encontraron sobre depósitos de ladera procedentes de niveles marinos del Pleistoceno inf. La tercera parte de los mismos eran cantos tallados unifaciales en su mayoría y con escasos filos convergentes y escasos levantamientos y son raros los elementos bifaciales. Más de la mitad son lascas, talladas sobre cuarcitas de mala calidad; algunas presentan escotaduras, otras ofrecen denticulados y hay también alguna raedera simple, convergente y algunos picos o becs, no existiendo bifaces, hendidores, ni picos triédricos.
En Granada, en la zona de Cúllar de Baza I procede la evidencia segura más antigua que se haya determinado en la Pen. Ib. El lugar es una zona con cursos de agua que confluyen a una laguna en el centro de una abrigada depresión. Fue frecuentado en primavera y verano por manadas de herbívoros, además de diversos micromamíferos. Algún rastro de presencia humana se incluyó en ese depósito de fauna: en el nivel C se hallaron un canto con talla bifacial de tipo arcaico y otros restos industriales en cuarcíta y dolomía.
De ese mismo tiempo de comienzos del pleistoceno medio son los materiales del nivel 6 de Trinchera-Gran Dolina (TD) de Atapuerca. Por las características tipológicas de su industria se adscriben al mismo horizonte cultural arcaico en el Campo de Calatrava sobre terrazas del Jabalón (un canto tallado bifacial y una placa de cuarcita con señales de uso). En el Valle del Tajo, en las terrazas del Manzanares, se citan unos pocos yacimientos que podrían ser considerados de esta cultura de los Cantos tallados.
En Cataluña, se ha recogido restos del Paleolítico inf. arcaico en la cuenca del Ter, se recogieron cantos tallados sin bifaces y con instrumentos como puntas, raederas y buriles. En la misma zona se han recogido cantos tallados y otros tipos instrumentales en el Cau del Duc y en el Cau de Ullá (pueden ser dudosos).
El género de vida de esta primera cultural sería la recolección, en la que el marisqueo, en las zonas costeras sería fundamental, a la que también pudo agregarse la pesca, tanto marina como fluvial. No se han observado rasgos que induzcan a pensar en la actividad de la caza, aunque pudo practicarse con animales pequeños. Carecemos de toda información acerca de su org. social, aunque es de suponer que formasen grupos humanos lineales, en los que debió de imperar el parentesco por consanguinidad.
El Achelense peninsular
La 2ª larga etapa del Paleolítico inf. Supone una superación de las industrias de los cantos tallados, ya que aparecen una serie de innovaciones técnicas instrumentales, como el percutor blando y el tallado “levallois” que, previa la preparación de los núcleos en forma de tortuga, permitirá la creación de lascas cada vez más foliformes, cuya consecuencia última será la aparición de industrias laminares. El conjunto instrumental achelense está integrado por el bifaz, el hendidor y la raedera, a los que se une como perduración el canto tallado y se añade en ocasiones el pico triédrico, apareciendo durante su desarrollo el raspador y el buril, que serán elementos fundamentales en culturas paleolíticas posteriores.
El desarrollo del Achelense transcurre durante el interglaciar Mindel/Riss, continúa durante la glaciación de Riss y el Interglaciar Riss/Würm, situándose su límite en los comienzos del Würm I. Sus distintas etapas culturales –inf., medio, sup. y final- se han establecido, no sólo en función de los perfeccionamientos técnicos, sino que también en relación con los cambios climáticos alternativos producidos como consecuencia de la acción glaciar. Las nuevas condiciones de vida creadas por el Homo erectus, autor de estas transformaciones, del que, por el momento, en la Pen., no se han encontrado restos antropológicos. En cambio, sus asentamientos aparecen repartidos por todo el territorio pen. y se sitúan principalmente en las terrazas de los ríos y, excepcionalmente, en cuevas, siendo las áreas que ofrecen un menor nº de hallazgos la cantábrica y la mediterránea, a consecuencia del carácter torrencial de los mismos.
Achelense inferior : (antes prechelense/abbevillense)
Se refieren los primeros bifaces de los sitios de la Meseta de El Espinar, Gargabate y Monfarracinos –del Günz/Mindel-, el yacimiento de Pinedo –de fines del Mindel-, contemporáneo del horizonte La Maya III, la industria pobre de Cau d’En Borrás , acaso alguna localización en Montserrat y varias del litoral portugués (Açafora, Magoito, Peniche, etc.). En los primeros yacimientos de esta etapa se aprecia la coetaneidad del achelense antiguo y del horizonte arcaico de cantos tallados.
El yacimiento de Pinedo, situado sobre el Tajo, en las cercanias de Toledo. Los instrumentos fueron tallados preferentemente en cuarcita, en menor cantidad están representados los de sílex y los de cuarzo, agrupándose la industria dentro de 5 tipos: cantos tallados, bifaces, hendidores, triedos y lascas. En conjunto, la industria de Pinedo parece representar varios momentos del Achelense inf.
Se insiste últimamente en la hipótesis de la formación de un achelense autóctono en la franja meridional de la Pen., advirtiéndose algunos nexos formales entre las llamadas culturas iniciales de graveras y las colecciones del achelense antiguo. La existencia de cantos sometidos a talla reiterada que produce formas cada vez más concretas caracterizaría esta etapa transicional que, en opinión de Vallespí, aboca a un “achelense autóctono, ibérico”: en la sugerencia de las colecciones de El Aculadero y de numerosas localizaciones del Bajo Guadalquivir y en la expresión cabal de Pinedo.
Achelense medio
Achelense medio primitivo.- Se comienzan a emplear percutores blandos para la conformación final, por retoque, de los instrumentos. Este trabajo más cuidado se hace por percusión normalmente directa en varios ángulos de incidencia bastante abiertos. Los bifaces se obtienen de cantos o de grandes lascas; son de proporciones gruesas con cierta variedad de formas. Abundan los hendedores de los tipos supuestos más antiguos. El utillaje sobre lascas emplea las conseguidas mediante la técnica clactoniense y aparecen en cantidad las de tipo levalloisiense y tayaciense.
Achelense medio evolucionado.- Muestra una continuidad de depósito y tipológica con respecto al estadio anterior. Es mayor ahora la diversificación del utillaje sobre lasca (raederas abundantes, cuchillos de dorso, denticulados, …) obteniéndose la mayoría de los bifaces sobre ese soporte y con formas cada vez más diferenciadas (lanceolados, triangulares o “micoquienses”, …). Abundan junto a los bifaces los hendedores y los picos triédricos.
De esta fase se conoce un nº mayor de yacimientos. En la cuenca del Guadiana se encuentran en la Comarca del Campo de Calatrava (C. Real).
En el valle del Tajo, en las terrazas de sus afluentes (Jarama, Manzanares, Alagón), se sitúa una serie de yacimientos propios del Achelense medio. Entre ellos destaca Arganda I, R-I, se localizaron dos suelos de ocupación, de los que el inferior proporcionó varios restos óseos de elefante antiguo. En la 2ª área, AR-II, sólo se apreció un suelo de ocupación con muy escasa industria lítica, entre la que destaca un sacho o ficron lanceolado y un hendidor, junto con los restos de parte de un elefante antiguo (Palaeoloxodon antiquus), situado en posición anatómica.
Los materiales recogidos en el suelo de ocupación superior de AR-I señalan una clara tendencia a la talla levallois y el conjunto instrumental estaba formado por ¼ parte de bifaces y, en menor proporción, de hendidores de tipo primitivo. Los cantos tallados continúan presentes, aunque en escasa proporción. Entre las lascas aparecen abundantes las raederas, algunos triédricos, cuchillos de dorso natural, algún denticulado y un buril diedro.
La fauna de este nivel estaba integrada por mamíferos de gran tamaño (elefantes, cérvidos, un bóvido peq. y carnívoros), una variada microfauna de ratones, ratas de agua, hámster, insectívoros, conejos y murciélagos,…) y algunas especies de peces (anguila, sábalo, boga, cacho y lucio), así como gasterópodos terrícolas. La semejanza de esta fauna con el complejo faunístico actual de la Pen., revela la presencia de unas condiciones climáticas para los tiempos de Achelense medio muy semejantes a las actuales.
En el valle del Alagón, afluente del Tajo, se encuentra El Sartalejo, yacimiento en el que se recogieron abundantes lascas y una serie de bifaces que no llegan a la tercera parte de los hendidores, que constituyen el instrumento lítico mayoritario y que pertenecen a los tipos 0, predominantemente, seguido por el II y escasamente representados los I, III, V y VI; entre las bifaces se observan tipos de cara plana, lanceolados, amigdaloides, abbevillenses, … Entre las lascas abundan las raederas de formas variadas, los cuchillos de dorso natural y un buril. El índice tipológico y técnico levallois es despreciable.
En la cuenca del Duero, se sitúa un yacimiento de achelense medio, Maya II, semejante en características industriales al de El Sartalejo, cuyos materiales son una serie de bifaces paralelos en nº a otra de hendidores. En Maya Ia (Achelense medio tardio) destacan los cantos tallados, que aparecen en mayor proporción que los bifaces y los hendidores, y sólo unos cuantos son bifaciales, siendo, por lo general, de filo simple con más de 3 negativos de lascado.
Pero sin duda los yacimientos más imp. de esta etapa se encuentran situados en el valle del Jalón, en la cuenca del Ebro, en la zona de Torralba-Ambrona (Soria), situados a +1.000 m de alt. La mayoría de los instrumentos se tallaron en sílex, siendo 1/3 de los encontrados de cuarcita. También se utilizó el hueso y la madera. Para el tallado de la piedra no se empleó la técnica levallois. Los bifaces son menos de la ¼ parte del instrumental obtenido, siendo la mayoría de filo recto y en gran parte sobre lasca. Los hendidores presentan formas equilibradas y suponen una cierta evolución respecto de los de Pinedo. Las raederas suponen la 1/5 parte del utillaje y son abundantes los tipos simples y los transversales y escasos los dobles, desviados, alternos, bifaciales y de cara plana. Escasos son también los cuchillos de dorso y más abundantes los denticulados, frecuentes las escotaduras, estando presentes los raspadores, perforadores y buriles más o menos típicos.
Los instrumentos de hueso presentan tipos apuntados y fragmentos alargados con filo transversal, inclinado y un tanto cortante, así como un posible “bifaz” apuntado. Se comprobó en los últimos trabajos la existencia de áreas de despedazamiento de los animales cazados (huesos de elefante, caballo y bóvido).
Algunos yacimientos del litoral asturiano, con características esferoides, encajarían tipológicamente en el estadios inicial del achelense medio. De la glaciación de Riss será el depósito de fauna en que se hallaron los restos de Homo de la cueva mayor de Atapuerca.
Se advierte que con el achelense medio evolucionado las industrias del paleolítico inf. se han extendido ya prácticamente por todas las áreas pen.
Achelense superior y final
Ocupa el final de la glaciación de Riss y el interglaciar Riss/Würm –en coexistencia ya con los inicios del paleolítico medio en algunas zonas-, prolongándose en el comienzo de la glaciación würmiense. El utillaje de esta época comprende un repertorio variado de bifaces (de formas casi simétricas, delgadas y esbeltas) y lotes bien definidos de instrumentos sobre lasca, entre los que se hallan los prototipos de la mayor parte de los instrumentos del paleolítico medio y superior (raspadores, puntas, buriles, perforadores,…).
A los momentos finales del Achelense superior puede atribuirse el yacimiento del Chiquero (C. Real), cuya industria contiene bifaces lanceoladas, cordiformes y subtriangulares de peq. tamaño y hendidores algo mayores, que pueden responder a un desarrollo tardío del Achelense superior.
En la depresión Guadix-Baza hay el yacimiento de la Solana del Zamborino (Fonelas), que contiene 3 niveles arqueo., de los que el central ha proporcionado gran nº de restos faunísticos y de industria. Ésta se caracteriza por su talla no levallois con abundantes raederas, denticulados, puntas de Tayac, cantos tallados uni- y bifacialmente, un hendidor y bifaces de gran belleza técnica. La fauna está representada por caballos, urotoros, ciervos, elefantes, rinocerontes,… Este yacimiento ha sido atribuido al Achelense superior en sus etapas finales.
En los areneros del Manzanares, dentro de la cuenca del Tajo, se citan yacimientos conocidos desde antiguo con restos pertenecientes al Achelense superior, como el tan conocido de San Isidro, con bifaces de buena factura y hendidores equilibrados.
En el área cantábrica contamos con un imp. yacimiento en la playa antigua de Bañugues (Gozón). Se encuentra una serie de instrumentos, que por su posición hay que considerar como del interglaciar Riss/Würm dentro del Achelense superior, en sus finales, en el que hay abundantes bifaces y hendidores y escasos picos triédricos, así como diversos útiles sobre lasca, entre los que destacan las raederas, los denticulados, las escotaduras, siendo abundantes las lascas simples, de las que un grupo abundante son propias de la técnica levallois.
En resumen, al Achelense superior y final, con bastantes variantes tipológicas y matices estratigráficos, pertenecen muchos yacimientos: series de Porzuna, Calahorra y Badarán, las ocupaciones superiores de Torralba y Ambrona, los niveles inf. de las cuevas del Castillo, Horá, Puig d’Esclats y los Cau del Duc de Ullá y de Torroella, los últimos niveles de ocupación de Atapuerca en Trinchera-Galería y Trinchera-Gran Dolina, los depósitos de Arriaga I y La Gavia I (de tipo micoquiense, en aparente transición al paleo. Medio), El Basalito, varios portugueses, los yacimientos de Las Gándaras, Cabo Busto, Calvarrasa I (ya del Würm inicial), etc.
Los pueblos del Achelense, teniendo en cuenta su instrumental, tendrían una economía basada fundamentalmente en la recolección, a la que se una la caza, practicada mediante trampas, como sugieran los cazaderos de Torralba y de Solana de Zamboriño. La mezcla de huesos de distintos animales en las zonas gastronómicas de Torralba sugieren que en los mismos cazaderos existían áreas de consumo y protección de los alimentos sobrantes. Los grupos humanos debieron de estar formados de pocos seres, unidos por lazos líneales de tipo consanguíneo. Estos peq. grupos pudieron unirse temporalmente en bandas cuyo objetivo sería la caza. Respecto a sus costumbres religiosas sólo se puede aducir el reciente descubrimiento de restos óseos humanos, de + de 2 individuos, encontrados en la cueva de Atapuerca, asociados a numerosos restos óseos de oso, de unos pocos felinos y de peq. carnívoros y de aves, lo que puede implicar la existencia de un ritual funerario, en el que la rotura y fragmentación de los huesos humanos y su mezcla con los de los animales era fundamental.
Respecto a la procedencia de las poblaciones del Achelense pen. puede suponerse que fueron colonos procedentes del N. de África. La penetración de los distintos grupos achelenses debió de llevarse a cabo por las costas atlánticas y remontando los valles de los ríos, ya que es en las playas fósiles o en las terrazas de los ríos en donde se encuentran los yacimientos más imp.
El Pleistoceno antiguo significa una larga etapa temporal que abarca desde las primeras glaciaciones (Biber y Donau) hasta los tiempos medios del interglaciar Günz-Mindel (unos 1.300.000 años). Durante el transcurso de ese largo tiempo se asiste a la aparición de los 2 complejos culturales más antiguos. La presencia de los primeros guijarros o cantos tallados intencionadamente, la llamada Pebble-tool Culture, constituye el inicio de un desarrollo histórico-cultural durante el cual el hombre construye sus primeros instrumentos. El origen de estos conjuntos de cantos tallados, unifacial o bifacialmente, se fija en torno a los 2 mill. años, aunque por lo que a la Pen. Ib. se refiere parecen haber llegado muy tardíamente, hacia el 900.000, de acuerdo con los datos de la investigación actual.
Una 2ª gran etapa cultural, el Achelense, de posible procedencia africana y caracterizado por los instrumentos de talla bifacial y apuntados, penetró en la Pen. durante los tiempos de la glaciación de Mindel (Pleistoceno medio) y aunque sus primeras manifestaciones son de posición cronológica un tanto incierta, es posible pensar que sus elementos más antiguos pueden remontarse en la Pen. al 2º máximo glaciar de Mindel (Mindel I). Las distintas etapas o fases del Achelense se encuentra, la mayoría, en las terrazas de los rios y a distintas alturas, lo que ha hecho posible que se establezca una secuencia de su desarrollo cultural (antiguo, medio, superior y final) en razón de su posición dentro de las distintas terrazas. Hasta estos últimos años no se ha iniciado una investigación eficaz en torno estas 2 culturas inferopaleolíticas.
Las secuencias más antiguas y su distribución geográfica
Es opinion común entre los paleoantropólogos reconocer al Homo erectus el protagonismo de la gran diáspora de la Humanidad desde el solar africano hacia las templadas zonas de Euroasia (aprox. 1.500.000 mill. años). En el polimorfismo de estos primeros europeos (entre los que se encuentran los restos recientemente descubiertos en el yacimiento Trinchera Dolina de Atapuerca (Burgos), calificados, provisionalmente, como “Homo antecessor”, se perciben junto a rasgos propios del “Homo erectus” otros que pasarian por antecesores del “Homo sapiens”; justificándose así la denominación de “anteneandertales” o de “preneandertales” que se les suele aplicar.
Las primeras manufacturas de los homínidos africanos (hace unos 2 mill. años) consisten en cantos acondicionados, mediante percusión, con aristas cortantes o con apuntamientos. Este horizonte cultural tiene en Europa meridional una notable duración al final del pleistoceno inferior y en el pleistoceno medio, solapándose el complejo de los cantos tallados con el de los primeros bifaces (abbevillense y achelense antiguo) y con el achelense medio.
El yacimiento que por el momento ha proporcionado una mayor información sobre los primeros momentos de la cultura de los cantos tallados en la Pen. ha sido El Aculadero (Puerto de Sta. Mª, Cádiz). De acuerdo con los instrumentos recogidos, que se han considerado como propios del Estadio III de la secuencia nordafricana, El Aculadero se ha fechado en el Pleistoceno medio (interglaciar de Günz-Mindel). El estrecho podría haber sido atravesado durante una regresión, la Siciliense, durante la cual el nivel de las aguas debió de descender la suficiente como para poder ser franqueado a pie o sin grandes dificultades. Los materiales recogidos en El Aculadero se encontraron sobre depósitos de ladera procedentes de niveles marinos del Pleistoceno inf. La tercera parte de los mismos eran cantos tallados unifaciales en su mayoría y con escasos filos convergentes y escasos levantamientos y son raros los elementos bifaciales. Más de la mitad son lascas, talladas sobre cuarcitas de mala calidad; algunas presentan escotaduras, otras ofrecen denticulados y hay también alguna raedera simple, convergente y algunos picos o becs, no existiendo bifaces, hendidores, ni picos triédricos.
En Granada, en la zona de Cúllar de Baza I procede la evidencia segura más antigua que se haya determinado en la Pen. Ib. El lugar es una zona con cursos de agua que confluyen a una laguna en el centro de una abrigada depresión. Fue frecuentado en primavera y verano por manadas de herbívoros, además de diversos micromamíferos. Algún rastro de presencia humana se incluyó en ese depósito de fauna: en el nivel C se hallaron un canto con talla bifacial de tipo arcaico y otros restos industriales en cuarcíta y dolomía.
De ese mismo tiempo de comienzos del pleistoceno medio son los materiales del nivel 6 de Trinchera-Gran Dolina (TD) de Atapuerca. Por las características tipológicas de su industria se adscriben al mismo horizonte cultural arcaico en el Campo de Calatrava sobre terrazas del Jabalón (un canto tallado bifacial y una placa de cuarcita con señales de uso). En el Valle del Tajo, en las terrazas del Manzanares, se citan unos pocos yacimientos que podrían ser considerados de esta cultura de los Cantos tallados.
En Cataluña, se ha recogido restos del Paleolítico inf. arcaico en la cuenca del Ter, se recogieron cantos tallados sin bifaces y con instrumentos como puntas, raederas y buriles. En la misma zona se han recogido cantos tallados y otros tipos instrumentales en el Cau del Duc y en el Cau de Ullá (pueden ser dudosos).
El género de vida de esta primera cultural sería la recolección, en la que el marisqueo, en las zonas costeras sería fundamental, a la que también pudo agregarse la pesca, tanto marina como fluvial. No se han observado rasgos que induzcan a pensar en la actividad de la caza, aunque pudo practicarse con animales pequeños. Carecemos de toda información acerca de su org. social, aunque es de suponer que formasen grupos humanos lineales, en los que debió de imperar el parentesco por consanguinidad.
El Achelense peninsular
La 2ª larga etapa del Paleolítico inf. Supone una superación de las industrias de los cantos tallados, ya que aparecen una serie de innovaciones técnicas instrumentales, como el percutor blando y el tallado “levallois” que, previa la preparación de los núcleos en forma de tortuga, permitirá la creación de lascas cada vez más foliformes, cuya consecuencia última será la aparición de industrias laminares. El conjunto instrumental achelense está integrado por el bifaz, el hendidor y la raedera, a los que se une como perduración el canto tallado y se añade en ocasiones el pico triédrico, apareciendo durante su desarrollo el raspador y el buril, que serán elementos fundamentales en culturas paleolíticas posteriores.
El desarrollo del Achelense transcurre durante el interglaciar Mindel/Riss, continúa durante la glaciación de Riss y el Interglaciar Riss/Würm, situándose su límite en los comienzos del Würm I. Sus distintas etapas culturales –inf., medio, sup. y final- se han establecido, no sólo en función de los perfeccionamientos técnicos, sino que también en relación con los cambios climáticos alternativos producidos como consecuencia de la acción glaciar. Las nuevas condiciones de vida creadas por el Homo erectus, autor de estas transformaciones, del que, por el momento, en la Pen., no se han encontrado restos antropológicos. En cambio, sus asentamientos aparecen repartidos por todo el territorio pen. y se sitúan principalmente en las terrazas de los ríos y, excepcionalmente, en cuevas, siendo las áreas que ofrecen un menor nº de hallazgos la cantábrica y la mediterránea, a consecuencia del carácter torrencial de los mismos.
Achelense inferior : (antes prechelense/abbevillense)
Se refieren los primeros bifaces de los sitios de la Meseta de El Espinar, Gargabate y Monfarracinos –del Günz/Mindel-, el yacimiento de Pinedo –de fines del Mindel-, contemporáneo del horizonte La Maya III, la industria pobre de Cau d’En Borrás , acaso alguna localización en Montserrat y varias del litoral portugués (Açafora, Magoito, Peniche, etc.). En los primeros yacimientos de esta etapa se aprecia la coetaneidad del achelense antiguo y del horizonte arcaico de cantos tallados.
El yacimiento de Pinedo, situado sobre el Tajo, en las cercanias de Toledo. Los instrumentos fueron tallados preferentemente en cuarcita, en menor cantidad están representados los de sílex y los de cuarzo, agrupándose la industria dentro de 5 tipos: cantos tallados, bifaces, hendidores, triedos y lascas. En conjunto, la industria de Pinedo parece representar varios momentos del Achelense inf.
Se insiste últimamente en la hipótesis de la formación de un achelense autóctono en la franja meridional de la Pen., advirtiéndose algunos nexos formales entre las llamadas culturas iniciales de graveras y las colecciones del achelense antiguo. La existencia de cantos sometidos a talla reiterada que produce formas cada vez más concretas caracterizaría esta etapa transicional que, en opinión de Vallespí, aboca a un “achelense autóctono, ibérico”: en la sugerencia de las colecciones de El Aculadero y de numerosas localizaciones del Bajo Guadalquivir y en la expresión cabal de Pinedo.
Achelense medio
Achelense medio primitivo.- Se comienzan a emplear percutores blandos para la conformación final, por retoque, de los instrumentos. Este trabajo más cuidado se hace por percusión normalmente directa en varios ángulos de incidencia bastante abiertos. Los bifaces se obtienen de cantos o de grandes lascas; son de proporciones gruesas con cierta variedad de formas. Abundan los hendedores de los tipos supuestos más antiguos. El utillaje sobre lascas emplea las conseguidas mediante la técnica clactoniense y aparecen en cantidad las de tipo levalloisiense y tayaciense.
Achelense medio evolucionado.- Muestra una continuidad de depósito y tipológica con respecto al estadio anterior. Es mayor ahora la diversificación del utillaje sobre lasca (raederas abundantes, cuchillos de dorso, denticulados, …) obteniéndose la mayoría de los bifaces sobre ese soporte y con formas cada vez más diferenciadas (lanceolados, triangulares o “micoquienses”, …). Abundan junto a los bifaces los hendedores y los picos triédricos.
De esta fase se conoce un nº mayor de yacimientos. En la cuenca del Guadiana se encuentran en la Comarca del Campo de Calatrava (C. Real).
En el valle del Tajo, en las terrazas de sus afluentes (Jarama, Manzanares, Alagón), se sitúa una serie de yacimientos propios del Achelense medio. Entre ellos destaca Arganda I, R-I, se localizaron dos suelos de ocupación, de los que el inferior proporcionó varios restos óseos de elefante antiguo. En la 2ª área, AR-II, sólo se apreció un suelo de ocupación con muy escasa industria lítica, entre la que destaca un sacho o ficron lanceolado y un hendidor, junto con los restos de parte de un elefante antiguo (Palaeoloxodon antiquus), situado en posición anatómica.
Los materiales recogidos en el suelo de ocupación superior de AR-I señalan una clara tendencia a la talla levallois y el conjunto instrumental estaba formado por ¼ parte de bifaces y, en menor proporción, de hendidores de tipo primitivo. Los cantos tallados continúan presentes, aunque en escasa proporción. Entre las lascas aparecen abundantes las raederas, algunos triédricos, cuchillos de dorso natural, algún denticulado y un buril diedro.
La fauna de este nivel estaba integrada por mamíferos de gran tamaño (elefantes, cérvidos, un bóvido peq. y carnívoros), una variada microfauna de ratones, ratas de agua, hámster, insectívoros, conejos y murciélagos,…) y algunas especies de peces (anguila, sábalo, boga, cacho y lucio), así como gasterópodos terrícolas. La semejanza de esta fauna con el complejo faunístico actual de la Pen., revela la presencia de unas condiciones climáticas para los tiempos de Achelense medio muy semejantes a las actuales.
En el valle del Alagón, afluente del Tajo, se encuentra El Sartalejo, yacimiento en el que se recogieron abundantes lascas y una serie de bifaces que no llegan a la tercera parte de los hendidores, que constituyen el instrumento lítico mayoritario y que pertenecen a los tipos 0, predominantemente, seguido por el II y escasamente representados los I, III, V y VI; entre las bifaces se observan tipos de cara plana, lanceolados, amigdaloides, abbevillenses, … Entre las lascas abundan las raederas de formas variadas, los cuchillos de dorso natural y un buril. El índice tipológico y técnico levallois es despreciable.
En la cuenca del Duero, se sitúa un yacimiento de achelense medio, Maya II, semejante en características industriales al de El Sartalejo, cuyos materiales son una serie de bifaces paralelos en nº a otra de hendidores. En Maya Ia (Achelense medio tardio) destacan los cantos tallados, que aparecen en mayor proporción que los bifaces y los hendidores, y sólo unos cuantos son bifaciales, siendo, por lo general, de filo simple con más de 3 negativos de lascado.
Pero sin duda los yacimientos más imp. de esta etapa se encuentran situados en el valle del Jalón, en la cuenca del Ebro, en la zona de Torralba-Ambrona (Soria), situados a +1.000 m de alt. La mayoría de los instrumentos se tallaron en sílex, siendo 1/3 de los encontrados de cuarcita. También se utilizó el hueso y la madera. Para el tallado de la piedra no se empleó la técnica levallois. Los bifaces son menos de la ¼ parte del instrumental obtenido, siendo la mayoría de filo recto y en gran parte sobre lasca. Los hendidores presentan formas equilibradas y suponen una cierta evolución respecto de los de Pinedo. Las raederas suponen la 1/5 parte del utillaje y son abundantes los tipos simples y los transversales y escasos los dobles, desviados, alternos, bifaciales y de cara plana. Escasos son también los cuchillos de dorso y más abundantes los denticulados, frecuentes las escotaduras, estando presentes los raspadores, perforadores y buriles más o menos típicos.
Los instrumentos de hueso presentan tipos apuntados y fragmentos alargados con filo transversal, inclinado y un tanto cortante, así como un posible “bifaz” apuntado. Se comprobó en los últimos trabajos la existencia de áreas de despedazamiento de los animales cazados (huesos de elefante, caballo y bóvido).
Algunos yacimientos del litoral asturiano, con características esferoides, encajarían tipológicamente en el estadios inicial del achelense medio. De la glaciación de Riss será el depósito de fauna en que se hallaron los restos de Homo de la cueva mayor de Atapuerca.
Se advierte que con el achelense medio evolucionado las industrias del paleolítico inf. se han extendido ya prácticamente por todas las áreas pen.
Achelense superior y final
Ocupa el final de la glaciación de Riss y el interglaciar Riss/Würm –en coexistencia ya con los inicios del paleolítico medio en algunas zonas-, prolongándose en el comienzo de la glaciación würmiense. El utillaje de esta época comprende un repertorio variado de bifaces (de formas casi simétricas, delgadas y esbeltas) y lotes bien definidos de instrumentos sobre lasca, entre los que se hallan los prototipos de la mayor parte de los instrumentos del paleolítico medio y superior (raspadores, puntas, buriles, perforadores,…).
A los momentos finales del Achelense superior puede atribuirse el yacimiento del Chiquero (C. Real), cuya industria contiene bifaces lanceoladas, cordiformes y subtriangulares de peq. tamaño y hendidores algo mayores, que pueden responder a un desarrollo tardío del Achelense superior.
En la depresión Guadix-Baza hay el yacimiento de la Solana del Zamborino (Fonelas), que contiene 3 niveles arqueo., de los que el central ha proporcionado gran nº de restos faunísticos y de industria. Ésta se caracteriza por su talla no levallois con abundantes raederas, denticulados, puntas de Tayac, cantos tallados uni- y bifacialmente, un hendidor y bifaces de gran belleza técnica. La fauna está representada por caballos, urotoros, ciervos, elefantes, rinocerontes,… Este yacimiento ha sido atribuido al Achelense superior en sus etapas finales.
En los areneros del Manzanares, dentro de la cuenca del Tajo, se citan yacimientos conocidos desde antiguo con restos pertenecientes al Achelense superior, como el tan conocido de San Isidro, con bifaces de buena factura y hendidores equilibrados.
En el área cantábrica contamos con un imp. yacimiento en la playa antigua de Bañugues (Gozón). Se encuentra una serie de instrumentos, que por su posición hay que considerar como del interglaciar Riss/Würm dentro del Achelense superior, en sus finales, en el que hay abundantes bifaces y hendidores y escasos picos triédricos, así como diversos útiles sobre lasca, entre los que destacan las raederas, los denticulados, las escotaduras, siendo abundantes las lascas simples, de las que un grupo abundante son propias de la técnica levallois.
En resumen, al Achelense superior y final, con bastantes variantes tipológicas y matices estratigráficos, pertenecen muchos yacimientos: series de Porzuna, Calahorra y Badarán, las ocupaciones superiores de Torralba y Ambrona, los niveles inf. de las cuevas del Castillo, Horá, Puig d’Esclats y los Cau del Duc de Ullá y de Torroella, los últimos niveles de ocupación de Atapuerca en Trinchera-Galería y Trinchera-Gran Dolina, los depósitos de Arriaga I y La Gavia I (de tipo micoquiense, en aparente transición al paleo. Medio), El Basalito, varios portugueses, los yacimientos de Las Gándaras, Cabo Busto, Calvarrasa I (ya del Würm inicial), etc.
Los pueblos del Achelense, teniendo en cuenta su instrumental, tendrían una economía basada fundamentalmente en la recolección, a la que se una la caza, practicada mediante trampas, como sugieran los cazaderos de Torralba y de Solana de Zamboriño. La mezcla de huesos de distintos animales en las zonas gastronómicas de Torralba sugieren que en los mismos cazaderos existían áreas de consumo y protección de los alimentos sobrantes. Los grupos humanos debieron de estar formados de pocos seres, unidos por lazos líneales de tipo consanguíneo. Estos peq. grupos pudieron unirse temporalmente en bandas cuyo objetivo sería la caza. Respecto a sus costumbres religiosas sólo se puede aducir el reciente descubrimiento de restos óseos humanos, de + de 2 individuos, encontrados en la cueva de Atapuerca, asociados a numerosos restos óseos de oso, de unos pocos felinos y de peq. carnívoros y de aves, lo que puede implicar la existencia de un ritual funerario, en el que la rotura y fragmentación de los huesos humanos y su mezcla con los de los animales era fundamental.
Respecto a la procedencia de las poblaciones del Achelense pen. puede suponerse que fueron colonos procedentes del N. de África. La penetración de los distintos grupos achelenses debió de llevarse a cabo por las costas atlánticas y remontando los valles de los ríos, ya que es en las playas fósiles o en las terrazas de los ríos en donde se encuentran los yacimientos más imp.
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